OPINIÓN de Mauricio Castaño H., Colombia.- Se nos ha enseñado desde chicos que los pobres y los ricos han existido desde siempre, que es natural que los haya y que tales diferencias sean así per saecula saeculorum. Desde los más antiguos pensadores hasta los de hoy justifican esa horrorosa división injusta entre los pocos que todo lo tienen y los muchos que nada tienen. En la Política de Aristóteles se lee: “Si los Atenienses fueran una democracia de hombres libres, los pobres se juntarían y quitarían la propiedad a los ricos.” Esta dogmática aún se mantiene y es tejida con alta filigrana, su entramado es complejo y difícil de desenmarañar. Dos autores en particular han tratado de develar la estrategia macabra. Chomsky por ejemplo, en una magistral exposición Requiem por el Sueño Americano , analiza cómo el mundo del capitalismo ha desmontado paulatinamente la Democracia, el Estado Social de Derecho. En el mundo fabril hemos presenciado el desmonte de garantías y derechos sindicales o