Por Diego Olivera Al escribir esta nota pienso en la historia de los amigos colombianos que conocimos décadas atrás, en nuestra función como corresponsal extranjero en esa nación y en Venezuela. No podemos pasar una página a la historia en aras de una paz condicionada, aquellos que fuimos parte del sueño de una America Latina libre y solidaria, cuando existieron miles de asilados que no eran guerrilleros, que eran madres y padres, condenados por el sueño de sus hijos. Los que vivimos el crimen del presidente Allende, las cárceles y la tortura, no podemos pasar la página del terror del fascismo. Aun tengo en mi conciencia la entrevista al presidente de la Unión Patriótica (UP) Jaime Pardo Leal, que fue la última en su vida, ya que al otro día de realizarla era asesinado salvajemente con toda su familia. Parte de esa historia también la vivimos con la muerte por el sicariato de Bernardo Jaramillo, el nuevo presidente abogado de los derechos de los trabajadores bananeros de Urabá. Ell