OPINIÓN de Rafael Fernando Navarro .- Todavía la siguen llamando joven. Treinta y tantos años ya, camino de esa edad madura que embellece las formas, que engalana los ojos, que decora los labios. Pero algunos se refugian en Rubén, en la juventud divino tesoro, para negarse a adelantar camino y verla hermosa para amarla sin reparos, con pasión desbordada, sin miedo a estupros punibles. Treinta y tantos años. Aceras con geranios, libertad en las solapas, agilidad para vivir dándonos la mano, edificando futuro, olvidando un pasado de botas y sables, de tiros en la nuca, de tapias de cementerios blancos. Democracia empezamos a llamarle, a estrenar derechos, leyes que protegían sin encorsetar, capacidad de decidir sin coacción, terminando en amistad lo que fue enfrentamiento. La guerra terminó en mil novecientos setenta y cinco. La enterramos en la sierra madrileña, bajo una cruz que ampara a los del bando bueno. Le bastó a los otros con cunetas camineras, con huesos amontonados en la solid...