OPINIÓN de Galel Cárdenas .- ¿Cómo podríamos los narradores escribir una novela de terror social si estamos hundidos en los miasmas del espanto, el pánico y la desmesura cotidiana, con el corazón convertido en un pequeñito aparato de aliento lleno de miedo y de desolación? Cada día el sicariato parece extender sus tentáculos en todas las direcciones posibles, como si de la caja de pandora surgiese la muerte misma arrebatando vidas y honores a toda la ciudadanía nacional. Vivimos en el infierno mismo que el Dante describiera con total descarnidad y profuso ritmo poético, pero con una imaginación que desborda toda razón y toda lógica. Qué es esto pues que vivimos entre el horror y la desesperanza, sin que nadie del Estado pueda parar tanta ignominia, tanta ola criminal, tanta muerte violenta, mientras el cinismo gubernamental grita a los cuatro vientos que ha bajado la ola patibularia del delito que ataca las vidas de los hombres y mujeres que habitamos la dulce Hibueras que soñaran