30.10.13. OPINIÓN de Rafael García Almazán/ Kabila .- A setecientos metros. Lucha contra las entrañas de la tierra. A veces carbón, a veces luto. Ayer el dragón se alimentó de seis cuerpos generosos e hirió a otros cinco. Es la lucha por la supervivencia en pleno siglo XXI. Sólo quiere ser minero quien no puede ser otra cosa. El sudor, el dolor, el esfuerzo, el peligro, todo por subsistir. Porque no hay otra cosa, porque sólo se puede ser minero. Si naces en esos pueblos de las cuencas mineras, estás destinado a ser carne de carbón. Mucha técnica, sofisticadas alarmas para prevenir lo imprevisible. Pero siempre menos de las que se deberían. Los recortes también llegan a las minas. Porque los recortes son EREs, mayores esfuerzos, menos sueldos, seguridad: la justa. Hay que ganar dinero como sea. A costa de todo. Las empresas tienen que ganar dinero aunque sea alimentándose con sangre. Tierras olvidadas donde solo hay una salida: tirarse al pozo del carbón. Ayer, un ayer cer