OPINIÓN de Joan del Alcàzar .- La muerte de Hugo Chávez, en marzo de 2013, provocó honda preocupación en la totalidad de los gobiernos de los países que forman parte de la alianza Petrocaribe. En ella están Cuba, República Dominicana, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, otros doce países pequeños del área y, lógicamente, Venezuela, que es quien comanda el grupo y quien los provee de crudo a precio de amigo. En la víspera de las exequias del líder, tuve la ocasión de comprobar hasta qué punto llegaba la alarma del gobierno dominicano. En una cena con personal político y económico del gobierno, en el mismo restaurante, pude vivir simultáneamente una explícita celebración de la muerte de Chávez a cargo de exiliados venezolanos y la viva preocupación de mis anfitriones dominicanos. Temían estos últimos, no sin razón, que la desaparición de Hugo Chávez comportara un cambio en la política de Caracas en cuanto a los envíos de crudo a Dominicana. Puedo imaginar cómo se debieron sentir hace u