Las armas químicas se utilizaron con gran profusión en la guerra de Irak con Irán; una carnicería que movió pocas conciencias en Occidente. Entonces, Sadam Huseín era amigo y aliado de Estados Unidos, bajo la teoría de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Hay fotos testimonio de Donald Rumsfeld, que fue secretario de defensa de Gerald Ford y de George W Bush, con Sadan Huseín, que luego sería acusado de dictador y de disponer de armas de destrucción masivas, ¡Si hablará Rumsfeld y dijera la verdad!
En Siria tienen armas químicas tanto el gobierno como los rebeldes. Y su procedencia es Irak, Arabia Saudí y otras de fabricación más casera, pero siempre gracias a los productos y materias primas suministradas por Estados Unidos y la industria química europea. ¡El negocio es el negocio! Y lar armas químicas están mal vistas cuando se usan, pero no tanto cuando se producen.
Destruir lo que se creó para causar muerte y destrucción es una labor complicada que no muchos saben hacer. Para cerrar el círculo del negocio de la muerte, también es rentable desactivar lo que se fabricó. Como ocurre con el cerdo, con la guerra se aprovecha todo menos los pensamientos.
En Alemania, la compañía GEKA (Gesellschaft zur Entsorgung chemischer Kampfstoffe und Rüstungs-Altlasten), de titularidad estatal, es la única capacitada para dejar fuera de juego el arsenal del gobierno sirio. Y su negocio subirá como la espuma cuando se empiece a proceder con lo acordado para evitar el ataque de Barack Obama. En eso, el único país del mundo, Estados Unidos, que ha utilizado armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki es también quien prohíbe que se emule el Napalm de Vietnam.
Ahora que es universalmente conocido que los rebeldes sirios están homogenizados por yihadistas, las dudas sobre quienes utilizaron las armas químicas se acentúan. Israel está inquieto por el deshielo de Estados Unidos con Irán. Y desde luego, estarían más felices con el ataque a Siria. Pero ahora las cosas están lo suficientemente confusas para que el negocio de la muerte siga siendo rentable, también en la destrucción de las armas que se fabricaron.
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