Por Ilka Oliva-Corado Clemencia compr贸 frijol camagua, iba por chiles dulces y cebollas, pero el frijol le sali贸 al paso desde el canasto de n铆a Mar铆a. Primero se par贸 de cabeza, salt贸, levant贸 las manos y bail贸, pero Clemencia estaba entretenida buscando los chiles m谩s galanes. El camagua no se dio por vencido y utiliz贸 su 煤ltima herramienta, se lanz贸 de panzazo sobre los manojos de siente montes, sab铆a que era la 煤nica forma de captar la atenci贸n de la despistada. Con cinco chiles en la bolsa, Clemencia busc贸 las cebollas, pero como un montarral espeso de finales de invierno, aparecieron frente a ella los siete montes. Sinti贸 el aroma de su infancia llegado desde las monta帽as de la Sierra de las Minas. Se le eriz贸 la piel y se le dejaron caer en manada el pu帽o de recuerdos cuando vend铆an queso fresco, crema, reques贸n y suero en la casa de sus padres en Teculut谩n, Zacapa. Los a帽os en los que si llov铆a su madre les gritaba desde donde estuviera, que fueran a tapar los espejo...
