Por Ram贸n Luis Acu帽a
No hay que ir muy lejos para hallar el causante del actual desconcierto: la crisis financiera, el desbarajuste de la econom铆a occidental, que tuvo su origen en la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers en Estados Unidos, desarbol贸 en septiembre de hace ahora dos a帽os la econom铆a norteamericana y despu茅s la mundial en un indeseable efecto domin贸, del que aun no nos hemos repuesto. Para sobrevivir, Europa est谩 someti茅ndose a una dr谩stica cura de adelgazamiento. No hay m谩s remedio que apretarse el cintur贸n, los Veintisiete se hallan al borde de sus posibilidades.
Como les dec铆a al principio, en el libro G茅nesis 41, se cuenta en lenguaje metaf贸rico que en la 茅poca de Jos茅, hijo de Jacob, hubo un periodo aciago llamado de vacas flacas en el que fue necesario hacer prueba de paciencia esperando mejores tiempos, las vacas gordas, que al fin llegar铆an pues la concepci贸n b铆blica no es lineal, sino c铆clica. En ella, la Historia se repite.
Tan preocupantes son los malos resultados de los socialdem贸cratas en las elecciones de distintos pa铆ses europeos como el surgimiento de la extrema derecha.
En Europa nos hallamos en un periodo de vacas flacas, s贸lo se puede esperar que no dure siete largos a帽os como en la Biblia. Esto pod铆a pasar en la Antig眉edad pero ahora los ciudadanos no tienen mucha paciencia y, naturalmente, echan la culpa a la incapacidad de los gobiernos respectivos, sean del color que sean. A su juicio no han sabido ni prever, ni prevenir ni encauzar la recesi贸n severa en ninguno de los veintisiete pa铆ses que forman la Uni贸n Europea. Da帽o colateral inesperado e injusto, la socialdemocracia, modo de gobierno al que se debe nuestro sistema de bienestar, pensiones y Seguridad Social, sufre un rudo golpe, y algunos anuncian el comienzo de una d茅cada de declive. La socialdemocracia, que surgi贸 a finales del siglo XIX, y que preconiza sabiamente la evoluci贸n en vez de la revoluci贸n, las reformas en la sociedad en contra de la ruptura violenta, no tiene la culpa de lo que pasa. Afirmarlo ser铆a coger el r谩bano por las hojas. Anunciar el fin de la socialdemocracia resulta a todas luces exagerado. Y basarlo en el reciente fracaso de la izquierda en Suecia se traducir铆a en dar una importancia desmedida a este pa铆s, aunque durante mucho tiempo haya representado un ejemplo a seguir ya que cre贸 una de las sociedades m谩s equitativas y justas.
En Europa nos hallamos en un periodo de vacas flacas, s贸lo se puede esperar que no dure siete largos a帽os como en la Biblia. Esto pod铆a pasar en la Antig眉edad pero ahora los ciudadanos no tienen mucha paciencia y, naturalmente, echan la culpa a la incapacidad de los gobiernos respectivos, sean del color que sean. A su juicio no han sabido ni prever, ni prevenir ni encauzar la recesi贸n severa en ninguno de los veintisiete pa铆ses que forman la Uni贸n Europea. Da帽o colateral inesperado e injusto, la socialdemocracia, modo de gobierno al que se debe nuestro sistema de bienestar, pensiones y Seguridad Social, sufre un rudo golpe, y algunos anuncian el comienzo de una d茅cada de declive. La socialdemocracia, que surgi贸 a finales del siglo XIX, y que preconiza sabiamente la evoluci贸n en vez de la revoluci贸n, las reformas en la sociedad en contra de la ruptura violenta, no tiene la culpa de lo que pasa. Afirmarlo ser铆a coger el r谩bano por las hojas. Anunciar el fin de la socialdemocracia resulta a todas luces exagerado. Y basarlo en el reciente fracaso de la izquierda en Suecia se traducir铆a en dar una importancia desmedida a este pa铆s, aunque durante mucho tiempo haya representado un ejemplo a seguir ya que cre贸 una de las sociedades m谩s equitativas y justas.
Es verdad que la izquierda recula en Europa poco a poco y que, en Suecia, los resultados de las 煤ltimas elecciones retumbaron como un aldabonazo de aviso para los socialdem贸cratas que se mantuvieron 65 a帽os en el poder hasta hace poco. Por segunda vez consecutiva ganaron los conservadores. Es un cambio de tendencia a se帽alar, un meandro de la historia de las ideas pol铆ticas contempor谩neas: merece la pena decirlo exactamente, y con porcentajes, el centro-derecha obtuvo un 49,3 % frente a un 43,6% del centro-izquierda. Hasta ah铆, nada del otro mundo. Ahora bien -y esto es lo ins贸lito- la extrema derecha, que ha lanzado una cruzada contra la inmigraci贸n y los supuestos abusos en el disfrute de las prestaciones sociales, levanta cabeza. Y consigue un 5,7% del electorado, o sea, 20 esca帽os, un verdadero bald贸n en el pa铆s “faro” que acostumbraba a ponerse a s铆 mismo como ejemplo.
No hay que ir muy lejos para hallar el causante del actual desconcierto: la crisis financiera, el desbarajuste de la econom铆a occidental, que tuvo su origen en la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers en Estados Unidos, desarbol贸 en septiembre de hace ahora dos a帽os la econom铆a norteamericana y despu茅s la mundial en un indeseable efecto domin贸, del que aun no nos hemos repuesto. Para sobrevivir, Europa est谩 someti茅ndose a una dr谩stica cura de adelgazamiento. No hay m谩s remedio que apretarse el cintur贸n, los Veintisiete se hallan al borde de sus posibilidades.
Si vamos pa铆s por pa铆s, pocos se salvan. Se toman draconianas medidas en todos ellos. En Gran Breta帽a, donde ser conservador o “tory” no es nada infamante, fracasaron las ideas reformistas de Gordon Brown y el resultado de las elecciones dio lugar a un duumvirato, el del primer ministro David Cameron y el del viceprimer ministro Nick Clegg para conducir la nave en tiempos de galerna. En Alemania, Italia, Holanda y Dinamarca el centro izquierda retrocede. Es la hora de la derecha en muchos pa铆ses si exceptuamos Grecia, Portugal y Espa帽a, donde se mantienen mal que bien los partidos de izquierda en el poder, con apoyo del Partido Nacionalista Vasco en el caso espa帽ol. La Francia derechista de Nicolas Sarkozy, con un grave problema nuevo cada d铆a y ahora bajo la amenaza difusa de Al Qaeda, es rancho aparte.
Como les dec铆a al principio, en el libro G茅nesis 41, se cuenta en lenguaje metaf贸rico que en la 茅poca de Jos茅, hijo de Jacob, hubo un periodo aciago llamado de vacas flacas en el que fue necesario hacer prueba de paciencia esperando mejores tiempos, las vacas gordas, que al fin llegar铆an pues la concepci贸n b铆blica no es lineal, sino c铆clica. En ella, la Historia se repite.