Marcelo Colussi En los primeros días de noviembre de 1983, con Ronald Reagan en la presidencia de Estados Unidos, en Moscú había mucha preocupación. Según informes de inteligencia altamente confiables, Washington preparaba un ataque nuclear contra la Unión Soviética. Las relaciones entre ambas naciones estaban deterioradas y la Casa Blanca había introducido recientemente los misiles Pershing II en Europa, lo que constituía una seria amenaza para la seguridad soviética. Por otro lado, acababa de suceder un incidente militar confuso, donde los soviéticos habían derribado un avión surcoreano que había violado su espacio aéreo, con varios estadounidenses a bordo. Unas pocas semanas después, la OTAN comenzaba los ejercicios militares «Arquero Capaz 83», que incluía una enorme movilización de recursos militares con la simulación de lanzamientos de misiles nucleares coordinados. La situación estaba al rojo vivo. Los ejercicios militares eran inusualmente provocativos, incluyendo acciones que ...