Por Carlos Tena
QUERIDOS, A脩ORADOS, IMPRESCINDIBLES VINILOS
En una sociedad regida por la moral cristiana (es un decir), cuya aplicaci贸n tuvo y tiene en el mundo llamado civilizado (el primero en lo econ贸mico) m谩s de Inquisici贸n que de defensa de las buenas costumbres, el sexo constituy贸 el primerode los ingredientes a combatir por las autoridades – por tanto, un ping眉e negocio – que en aplicaci贸n de lo que se suele denominar libertad de expresi贸n, se compensaba con la permisividad y promoci贸n de publicaciones er贸ticas, habida cuenta de los beneficios que se obten铆an gracias a las debilidades y frustraciones humanas, como con el hoy satanizado tabaco, el alcohol y otra serie de drogodependencias legales. A finales de 1965, la industria norteamericana del disco (Columbia, Crystalate, Decca Records, The Gramophone Company, Path茅, Victor), por tanto del rock and roll, potenciaba el consumo de aquellas tentaciones, generando un 500% de beneficios sobre los obtenidos en 1960.* La influencia del R&R sobre las j贸venes generaciones, allende el Atl谩ntico, Pac铆fico y el R铆o Grande, tuvieron una decisiva importancia en el desarrollo de la m煤sica popular, desde Gran Breta帽a, Centro y Sur de Am茅rica, pasando por Francia, Espa帽a e Italia, que hasta entonces se hab铆an limitado a proteger su industria discogr谩fica, con imitadores de las estrellas norteamericanas, tales como Johnny Halliday en Francia, Los Teen Tops en M茅xico, Los Estudiantes en Espa帽a, Adriano Celentano en Italia o Los Llopis en Cuba.
8 a帽os de carrera, m谩s de medio siglo de vigencia
Pero no era solo aquella catarata de ritmo la que inundaba las ondas. Las edulcoradas canciones de decenas de solistas y grupos como los inigualables The Platters, cuyos mensajes hablaban habitualmente de amores no correspondidos, hallaron una contundente respuesta al otro lado del Atl谩ntico, con la llegada de un tema titulado Love me Do. ¡Hab铆an llegado The Beatles ¡, cabeza de puente entre EEUU y Gran Breta帽a, estandarte de la llamada British Invasion, que acab贸 abruptamente con el reinado del R&R yanqui, aunque las bandas de Liverpool, Londres o Glasgow fueran hijas directas de aquel.
El optimismo y la vivacidad que distingu铆an a los m煤sicos j贸venes de Liverpool (inherentes a las bandas surgidas en aquel tugurio llamado The Cavern), que se dio en llamar Mersey Sound* (tomado del r铆o que atraviesa aquella ciudad inglesa), contagiaron a millones de adolescentes, cansados por un lado de Elvis Presley, sus versiones de obras ya consagradas e impostaci贸n vocal, a lo que hab铆a que a帽adir su nuevo look, en el que su vestimenta habitual se hallaba m谩s cercana a la de una luminaria circense, que a la de un rockero.

El cuarteto m谩s c茅lebre de la historia, con traje oscuro, botines negros, camisa blanca y estrecha corbata, supo cambiar radicalmente el escenario de mediados de los a帽os sesenta, lanzando un slogan clavado en las ant铆podas de los temas sentimentales: ¡She loves you, yeah, yeah¡ (¡Ella te quiere, s铆, s铆¡…), compensaba los lamentos del She Don’t Love me Anymore (Ella no me quiere m谩s), t铆pico de mil canciones rom谩nticas de la 茅poca.
Aquella sencillez de las primeras obras del cuarteto, el fen贸meno social que provoc贸 su irrupci贸n en el mundo de la m煤sica joven, acrecentado con la frescura de los filmes que dirigi贸 Richard Lester (A Hard Day’s Night y Help¡), sus nuevas propuestas sonoras, asumiendo la responsabilidad de sus obras, hasta en el punto de decidir c贸mo deb铆an ser las portadas de sus discos (Sargeant Pepper’ s, Rubber Soul); su constante inter茅s y profesionalidad a la hora de debatir y discutir arreglos y mezclas, la innegable evoluci贸n est茅tica de su producci贸n musical, no han tenido parang贸n, incluso en el siglo XXI.
Discogr谩ficamente, John, Paul, George y Ringo, cuarenta a帽os despu茅s de su separaci贸n (la vida art铆stica de los Beatles dur贸 tan solo ocho a帽os), detentan por derecho propio la categor铆a de cl谩sicos. Sus discos oficiales, todas sus maquetas, todas las sesiones de estudio y actuaciones en directo que la compa帽铆a EMI nunca imagin贸 publicar, han ido apareciendo de forma paulatina, como una demostraci贸n palpable de aquello que, el 23 de Abril de 1984, me comentaba Eric Burdon (The Animals), tras una memorable actuaci贸n celebrada dentro de los actos culturales del D铆a de Castilla y Le贸n (Villalar de los Comuneros, Valladolid): En Estados Unidos toda la buena m煤sica era negra. Los colonos se limitaron a seguir cantando m煤sica country y folklore europeo. En cualquier ciudad de los USA puedes encontrar m煤sicos formidables, pero no hay libertad para la creaci贸n, no hay debate art铆stico, ni sentido del humor.Todo lo dirige la industria. Y en aquellos a帽os tan esperanzadores, en Gran Breta帽a es donde se desarrollaban todas las nuevas tendencias del rock: desde el glam al punk, del heavy al sinf贸nico… Somos un pa铆s en el que los j贸venes crean estilos en la calle, en el barrio. Eso es arte popular.

Jim Morrison muri贸 en plena juventud. Hoy es toda una leyenda
Los grupos de rock emergentes entre los 60 y 70 del pasado siglo eran habitualmente tildados de provocativos e izquierdosos, de incitar a las mujeres a liberarse de sus monstruos internos, de sus viejas concepciones sobre la fidelidad, el amor, el matrimonio y la libertad. El slogan Haz el amor y no la guerra, acu帽ado en Woodstock por la comunidad hippie, alarm贸 a la sociedad yanqui con m谩s fuerza a煤n que durante la etapa dorada del rock and roll, cuyos representantes m谩s genuinos, comparados con Jimi Hendrix, The Doors, Rolling Stones, Janis Joplin o Country Joe and The Fish, resultaban personas due帽as de un tradicionalismo m谩s que tranquilizador para aquel tipo de democracia.
Una buena parte de aquella glorias del rock and roll blanquecino, no soportaban su exilio en las ondas. Elvis Presley, el m谩s afectado por las nuevas tendencias, odiaba aquel destierro art铆stico, aunque su p煤blico ya no era joven, ni rebelde. El llamado Rey del Rock (jam谩s aceptar茅 ese pretencioso t铆tulo) inici贸 su descenso al ba煤l de los mediocres cuando abandon贸 los vaqueros en el desv谩n. Como apunt茅 anteriormente, sus peinados, ropas o modelos, luc铆an brillantina, quincalla y oropel, lentejuelas y cinturones imposibles, a guisa de vedette de revista, lo que sumado a sus ademanes, repertorio y estilo, le llevaron finalmente al luminoso escenario Las Vegas, conocido art铆sticamente como El Cementerio de los Elefantes.

El mal llamado Rey del Rock, suplicando carn茅 de Agente Federal
Ello provoc贸 que el 21 de diciembre de 1970, un mosqueado Presley consiguiera cumplir uno de sus sue帽os, gestado a bordo de un avi贸n de American Airlines, desde donde escribi贸 de pu帽o y letra una carta para el entonces presidente de los EEUU. Elvis quer铆a que Richard Nixon le recibiera en la Casa Blanca. Lo consigui贸. La breve charla demostr贸 que ambos coincid铆an en varios puntos: la preocupaci贸n por las costumbres de los j贸venes, por el consumo de drogas, la amenaza del comunismo y los conflictos raciales, generados por las demandas de igualdad de derechos de los negros*.
El plan urdido por Elvis era convertirse en una especie de Agente Federal, para combatir las supuestas amenazas contra el r茅gimen. Una decisi贸n que le granje贸 tantas cr铆ticas acerbas, como alabanzas en el mejor estilo John Wayne o Charlton Heston. Ofrecerse al servicio de un gobierno ultra conservador, justamente opuesto al esp铆ritu del rock, rebelde y transgresor, no hizo m谩s que demostrar la miseria moral, la tragedia de la estrella en declive, las contradicciones de alguien que hab铆a perdido un trono que jam谩s debi贸 haber ocupado, y que parad贸jicamente, en pleno verano del 1977, aparec铆a muerto en Graceland, su mansi贸n de Memphis, por una sobredosis de drogas. Un caso con sabor inequ铆vocamente americano.

En los a帽os 70, comenz贸 otra etapa m谩s enrevesada en las formas y fondos, que las bandas, grupos y solistas aprovecharon para lanzarse de lleno a la b煤squeda de un Grial mel贸dico, bautizado de inmediato merced a la utilizaci贸n de cr铆ticos musicales, a quienes se consultaba con la misma confianza con la que los griegos consultaba al Or谩culo de Delfos, a la hora de hallar un nombre determinado, para una m煤sica que parec铆a (deb铆a ser) original. Las nuevas acepciones eran tantas como el n煤mero de artistas.
Esa labor de padrinazgo ten铆a una l贸gica compensaci贸n econ贸mica, a la que se a帽ad铆a otra clase de obsequios en forma de viajes, lujosos hoteles y limusinas, am茅n de todo tipo de regalos que aseguraban a los empresarios del sector la sumisi贸n de aquellos profesionales, mel贸manos en su mayor parte, corruptibles en una amplia mayor铆a, que acostumbraban a ser los bi贸grafos (hagi贸grafos en definitiva) de una determinada estrella del pop, a quienes se untaba, en ocasiones especiales, cual era un debut discogr谩fico o el lanzamiento especial de una obra, perteneciente a una estrella consagrada o pr贸xima a serlo.

Los locutores de las emisoras en las que el Hit Parade* era b谩sico a la hora de mantener viva a la audiencia, precisaban de f贸rmulas de esa clase, cuando de presentar una canci贸n se trataba, ya se tratase de Surf, Soul, Detroit Sound, Flower Pop, Christian Rock y otros.
Enterrado pues el otrora escandaloso meneo de pelvis (que hoy semeja en el mundo de habla sajona algo parecido al pop yey茅 para los espa帽oles, salvando las diferencias, que son enormes), la escena del rock, puro y duro, cedi贸 su espacio a interminables variables en las que abundaban unos largu铆simos riffs de guitarra, tan insoportables como los solos de bater铆a y percusi贸n, por muy profesionales e inspirados que fueran Robert Fripp o Jimmy Page, Ginger Baker o Nick Mason. Se trataba de un gui帽o infantil, un truco disculpable utilizado para demostrar genio y figura.
Las nuevas generaciones de m煤sicos atravesaban por un per铆odo de introspecci贸n o psicoan谩lisis, de catarsis colectiva, de investigaci贸n exhaustiva sobre su condici贸n de autores de una m煤sica llamada menor, ante la avalancha de opiniones de toda 铆ndole que aparec铆an en la prensa especializada. Las revistas Melody Maker, Musical Express, Record Mirror, Rolling Stone (que comenz贸 a publicarse en 1967), o incluso el Playboy, que prestaba sus p谩ginas centrales a las estrellas de la m煤sica, eran lectura b谩sica y obligada para cualquier mel贸mano. Algunos de aquellos profesionales, como los brit谩nicos Charlie Gillet y John Peel, criticaban en sus art铆culos la escasa importancia que se conced铆a, dentro de la industria discogr谩fica, a la calidad de las letras, producci贸n y renovaci贸n tecnol贸gica.

La cultura, grosso modo, ese terreno intangible, intrincado y misterioso, generador de debates, complejos y enormes deseos de pertenencia, parec铆a hasta entonces un espacio vetado a los B谩rbaros del Ritmo. Bastaron los escritos y poemas del t谩ndem Allen Gingsberg – Jack Kerouacs (la Beat Generation), la devoci贸n de ambos por Bob Dylan y el rythm and blues; la espont谩nea decisi贸n de Truman Capote para acompa帽ar a los Rolling Stones en su American Tour de 1972, el memorable recital de Jim Morrison (The Doors) declamando varios poemas de Rimbaud y Baudelaire o la debilidad de Andy Warhol para con la Velvet Underground, para que el ode贸n desde el que emergen los nuevos caminos expresivos del arte, abriera de par en par sus o铆dos, puertas y salones a los m煤sicos de aquella d茅cada.
Fue entonces, cuando algunos l铆deres del rock mostraron que la m煤sica cl谩sica o culta, no les era ajena a la hora de componer. De todo ello hablar茅 en la pr贸xima entrega.
Notas
1.- Las p谩ginas de ofertas de trabajo en la prensa de la 茅poca, se llenaban de reclamos para cubrir plazas en departamentos que precisaban de personal especializado en aquellas nuevas y no tan modernas profesiones, como editores de m煤sica, productores, empleados de estudios, ingenieros de sonido, directivos de empresas discogr谩ficas, expertos en publicidad, asistentes en tiendas especializadas, en agencias de derechos de ejecuci贸n, presentadores de espect谩culos de m煤sica en vivo, locutores musicales, agentes de prensa, promotores, salas de m煤sica, t茅cnicos de equipo de sonido, de luminotecnia, managers, road-manager, periodistas especializados, fabricantes de instrumentos musicales y otros.
2.- Bajo ese apelativo fueron surgiendo varias formaciones que, a la sombra de los Beatles, trataban en vano de emular el 茅xito del cuarteto. Entre ellas figuraban The Merseybeats, Gerry & The Pacemakers, The Searchers, The Troggs, The Nashville Teens, etc.
3.- La carta de Elvis a Nixon (de la que ofrezco unos p谩rrafos), dec铆a as铆:
Estimado Sr. Presidente:
En primer lugar, me gustar铆a presentarme. Mi nombre es Elvis Presley. Le admiro y siento un gran respeto por su trabajo. Pude charlar hace d铆as con el Vicepresidente Spiro Agnew, en Palm Springs, al que expres茅 mis preocupaciones sobre nuestra patria. La cultura de la droga, los hippies, los Panteras Negras, etc. no me consideran todav铆a un enemigo (…/…) Ellos, para referirse a nuestra patria dicen establishment, y yo Am茅rica, que me encanta. Si usted quisiera yo podr铆a servir de ayuda a nuestro pa铆s. No tengo otras preocupaciones, ni motivos diferentes de los que le digo, para ponerme al servicio de la naci贸n. (…/…) Deseo un t铆tulo, un trabajo como Agente Federal, dado que en mi carrera tengo contactos con personas de todas las edades. En primer lugar y ante todo, yo soy un artista, pero todo lo que necesito es las credenciales federales. Estoy en el avi贸n con el senador George Murphy y hemos estado discutiendo los problemas a los que se enfrenta nuestro pa铆s. (…/…) Estar茅 en este hotel siempre y cuando se me necesite para obtener ese documento. He hecho un estudio a fondo del uso indebido de drogas y del t铆pico lavado de cerebro que suelen hacer los comunistas, y creo que soy de gran ayuda (…/…) Estoy nominado como una de las 10 personas m谩s destacados para los j贸venes de Am茅rica. Ser谩 en el 18 de enero en mi ciudad natal, Memphis, Tennessee. Me encantar铆a conocerle s贸lo para decirle hola, si no est谩 demasiado ocupado.
Respetuosamente,
Elvis Presley
P.D.: Creo que usted, se帽or Presidente, fue tambi茅n uno de los diez hombres m谩s destacados de Am茅rica. Tengo un regalo para usted que me encantar铆a entregarle en persona.
4.- En la terminolog铆a de la m煤sica popular, el Hit Parade (denominado en ingl茅s) es una clasificaci贸n permanente de canciones en boga, con relaci贸n a sus ventas de discos y frecuencia de emisi贸n en los medios radiof贸nicos. Durante la d茅cada de 1960, el m谩s importante en Gran Breta帽a era el oficialista Top of The Pops de la BBC. En el continente fue Radio Luxemburgo la primera estaci贸n europea en utilizar ese m茅todo de caza y captura de audiencia. En USA, las revistas Cashbox y Billboard, ambas generosas con las editoras discogr谩ficas, publicaban su Top 100 con periodicidad mensual, ofreciendo a sus suscriptores una novedad digna de menci贸n, como era el env铆o, cada 30 d铆as, de diez discos sencillos que conten铆an otras tantas novedades destacadas del mes en curso. Pero el m谩s exitoso entre los j贸venes del viejo continente, fue el ofrecido por Radio Carolina, emisora pirata desde cuyas instalaciones (dentro de un barco anclado fuera de las aguas jurisdiccionales brit谩nicas) se programaba una suerte de Anti Hit Parade, en el que sonaban los discos m谩s interesantes del momento, fuera de los circuitos comerciales.
QUERIDOS, A脩ORADOS, IMPRESCINDIBLES VINILOS
En una sociedad regida por la moral cristiana (es un decir), cuya aplicaci贸n tuvo y tiene en el mundo llamado civilizado (el primero en lo econ贸mico) m谩s de Inquisici贸n que de defensa de las buenas costumbres, el sexo constituy贸 el primerode los ingredientes a combatir por las autoridades – por tanto, un ping眉e negocio – que en aplicaci贸n de lo que se suele denominar libertad de expresi贸n, se compensaba con la permisividad y promoci贸n de publicaciones er贸ticas, habida cuenta de los beneficios que se obten铆an gracias a las debilidades y frustraciones humanas, como con el hoy satanizado tabaco, el alcohol y otra serie de drogodependencias legales. A finales de 1965, la industria norteamericana del disco (Columbia, Crystalate, Decca Records, The Gramophone Company, Path茅, Victor), por tanto del rock and roll, potenciaba el consumo de aquellas tentaciones, generando un 500% de beneficios sobre los obtenidos en 1960.* La influencia del R&R sobre las j贸venes generaciones, allende el Atl谩ntico, Pac铆fico y el R铆o Grande, tuvieron una decisiva importancia en el desarrollo de la m煤sica popular, desde Gran Breta帽a, Centro y Sur de Am茅rica, pasando por Francia, Espa帽a e Italia, que hasta entonces se hab铆an limitado a proteger su industria discogr谩fica, con imitadores de las estrellas norteamericanas, tales como Johnny Halliday en Francia, Los Teen Tops en M茅xico, Los Estudiantes en Espa帽a, Adriano Celentano en Italia o Los Llopis en Cuba.
8 a帽os de carrera, m谩s de medio siglo de vigencia
Pero no era solo aquella catarata de ritmo la que inundaba las ondas. Las edulcoradas canciones de decenas de solistas y grupos como los inigualables The Platters, cuyos mensajes hablaban habitualmente de amores no correspondidos, hallaron una contundente respuesta al otro lado del Atl谩ntico, con la llegada de un tema titulado Love me Do. ¡Hab铆an llegado The Beatles ¡, cabeza de puente entre EEUU y Gran Breta帽a, estandarte de la llamada British Invasion, que acab贸 abruptamente con el reinado del R&R yanqui, aunque las bandas de Liverpool, Londres o Glasgow fueran hijas directas de aquel.
El optimismo y la vivacidad que distingu铆an a los m煤sicos j贸venes de Liverpool (inherentes a las bandas surgidas en aquel tugurio llamado The Cavern), que se dio en llamar Mersey Sound* (tomado del r铆o que atraviesa aquella ciudad inglesa), contagiaron a millones de adolescentes, cansados por un lado de Elvis Presley, sus versiones de obras ya consagradas e impostaci贸n vocal, a lo que hab铆a que a帽adir su nuevo look, en el que su vestimenta habitual se hallaba m谩s cercana a la de una luminaria circense, que a la de un rockero.
El cuarteto m谩s c茅lebre de la historia, con traje oscuro, botines negros, camisa blanca y estrecha corbata, supo cambiar radicalmente el escenario de mediados de los a帽os sesenta, lanzando un slogan clavado en las ant铆podas de los temas sentimentales: ¡She loves you, yeah, yeah¡ (¡Ella te quiere, s铆, s铆¡…), compensaba los lamentos del She Don’t Love me Anymore (Ella no me quiere m谩s), t铆pico de mil canciones rom谩nticas de la 茅poca.
Aquella sencillez de las primeras obras del cuarteto, el fen贸meno social que provoc贸 su irrupci贸n en el mundo de la m煤sica joven, acrecentado con la frescura de los filmes que dirigi贸 Richard Lester (A Hard Day’s Night y Help¡), sus nuevas propuestas sonoras, asumiendo la responsabilidad de sus obras, hasta en el punto de decidir c贸mo deb铆an ser las portadas de sus discos (Sargeant Pepper’ s, Rubber Soul); su constante inter茅s y profesionalidad a la hora de debatir y discutir arreglos y mezclas, la innegable evoluci贸n est茅tica de su producci贸n musical, no han tenido parang贸n, incluso en el siglo XXI.
Discogr谩ficamente, John, Paul, George y Ringo, cuarenta a帽os despu茅s de su separaci贸n (la vida art铆stica de los Beatles dur贸 tan solo ocho a帽os), detentan por derecho propio la categor铆a de cl谩sicos. Sus discos oficiales, todas sus maquetas, todas las sesiones de estudio y actuaciones en directo que la compa帽铆a EMI nunca imagin贸 publicar, han ido apareciendo de forma paulatina, como una demostraci贸n palpable de aquello que, el 23 de Abril de 1984, me comentaba Eric Burdon (The Animals), tras una memorable actuaci贸n celebrada dentro de los actos culturales del D铆a de Castilla y Le贸n (Villalar de los Comuneros, Valladolid): En Estados Unidos toda la buena m煤sica era negra. Los colonos se limitaron a seguir cantando m煤sica country y folklore europeo. En cualquier ciudad de los USA puedes encontrar m煤sicos formidables, pero no hay libertad para la creaci贸n, no hay debate art铆stico, ni sentido del humor.Todo lo dirige la industria. Y en aquellos a帽os tan esperanzadores, en Gran Breta帽a es donde se desarrollaban todas las nuevas tendencias del rock: desde el glam al punk, del heavy al sinf贸nico… Somos un pa铆s en el que los j贸venes crean estilos en la calle, en el barrio. Eso es arte popular.
Jim Morrison muri贸 en plena juventud. Hoy es toda una leyenda
Los grupos de rock emergentes entre los 60 y 70 del pasado siglo eran habitualmente tildados de provocativos e izquierdosos, de incitar a las mujeres a liberarse de sus monstruos internos, de sus viejas concepciones sobre la fidelidad, el amor, el matrimonio y la libertad. El slogan Haz el amor y no la guerra, acu帽ado en Woodstock por la comunidad hippie, alarm贸 a la sociedad yanqui con m谩s fuerza a煤n que durante la etapa dorada del rock and roll, cuyos representantes m谩s genuinos, comparados con Jimi Hendrix, The Doors, Rolling Stones, Janis Joplin o Country Joe and The Fish, resultaban personas due帽as de un tradicionalismo m谩s que tranquilizador para aquel tipo de democracia.
Una buena parte de aquella glorias del rock and roll blanquecino, no soportaban su exilio en las ondas. Elvis Presley, el m谩s afectado por las nuevas tendencias, odiaba aquel destierro art铆stico, aunque su p煤blico ya no era joven, ni rebelde. El llamado Rey del Rock (jam谩s aceptar茅 ese pretencioso t铆tulo) inici贸 su descenso al ba煤l de los mediocres cuando abandon贸 los vaqueros en el desv谩n. Como apunt茅 anteriormente, sus peinados, ropas o modelos, luc铆an brillantina, quincalla y oropel, lentejuelas y cinturones imposibles, a guisa de vedette de revista, lo que sumado a sus ademanes, repertorio y estilo, le llevaron finalmente al luminoso escenario Las Vegas, conocido art铆sticamente como El Cementerio de los Elefantes.
El mal llamado Rey del Rock, suplicando carn茅 de Agente Federal
Ello provoc贸 que el 21 de diciembre de 1970, un mosqueado Presley consiguiera cumplir uno de sus sue帽os, gestado a bordo de un avi贸n de American Airlines, desde donde escribi贸 de pu帽o y letra una carta para el entonces presidente de los EEUU. Elvis quer铆a que Richard Nixon le recibiera en la Casa Blanca. Lo consigui贸. La breve charla demostr贸 que ambos coincid铆an en varios puntos: la preocupaci贸n por las costumbres de los j贸venes, por el consumo de drogas, la amenaza del comunismo y los conflictos raciales, generados por las demandas de igualdad de derechos de los negros*.
El plan urdido por Elvis era convertirse en una especie de Agente Federal, para combatir las supuestas amenazas contra el r茅gimen. Una decisi贸n que le granje贸 tantas cr铆ticas acerbas, como alabanzas en el mejor estilo John Wayne o Charlton Heston. Ofrecerse al servicio de un gobierno ultra conservador, justamente opuesto al esp铆ritu del rock, rebelde y transgresor, no hizo m谩s que demostrar la miseria moral, la tragedia de la estrella en declive, las contradicciones de alguien que hab铆a perdido un trono que jam谩s debi贸 haber ocupado, y que parad贸jicamente, en pleno verano del 1977, aparec铆a muerto en Graceland, su mansi贸n de Memphis, por una sobredosis de drogas. Un caso con sabor inequ铆vocamente americano.
En los a帽os 70, comenz贸 otra etapa m谩s enrevesada en las formas y fondos, que las bandas, grupos y solistas aprovecharon para lanzarse de lleno a la b煤squeda de un Grial mel贸dico, bautizado de inmediato merced a la utilizaci贸n de cr铆ticos musicales, a quienes se consultaba con la misma confianza con la que los griegos consultaba al Or谩culo de Delfos, a la hora de hallar un nombre determinado, para una m煤sica que parec铆a (deb铆a ser) original. Las nuevas acepciones eran tantas como el n煤mero de artistas.
Esa labor de padrinazgo ten铆a una l贸gica compensaci贸n econ贸mica, a la que se a帽ad铆a otra clase de obsequios en forma de viajes, lujosos hoteles y limusinas, am茅n de todo tipo de regalos que aseguraban a los empresarios del sector la sumisi贸n de aquellos profesionales, mel贸manos en su mayor parte, corruptibles en una amplia mayor铆a, que acostumbraban a ser los bi贸grafos (hagi贸grafos en definitiva) de una determinada estrella del pop, a quienes se untaba, en ocasiones especiales, cual era un debut discogr谩fico o el lanzamiento especial de una obra, perteneciente a una estrella consagrada o pr贸xima a serlo.
Los locutores de las emisoras en las que el Hit Parade* era b谩sico a la hora de mantener viva a la audiencia, precisaban de f贸rmulas de esa clase, cuando de presentar una canci贸n se trataba, ya se tratase de Surf, Soul, Detroit Sound, Flower Pop, Christian Rock y otros.
Enterrado pues el otrora escandaloso meneo de pelvis (que hoy semeja en el mundo de habla sajona algo parecido al pop yey茅 para los espa帽oles, salvando las diferencias, que son enormes), la escena del rock, puro y duro, cedi贸 su espacio a interminables variables en las que abundaban unos largu铆simos riffs de guitarra, tan insoportables como los solos de bater铆a y percusi贸n, por muy profesionales e inspirados que fueran Robert Fripp o Jimmy Page, Ginger Baker o Nick Mason. Se trataba de un gui帽o infantil, un truco disculpable utilizado para demostrar genio y figura.
Las nuevas generaciones de m煤sicos atravesaban por un per铆odo de introspecci贸n o psicoan谩lisis, de catarsis colectiva, de investigaci贸n exhaustiva sobre su condici贸n de autores de una m煤sica llamada menor, ante la avalancha de opiniones de toda 铆ndole que aparec铆an en la prensa especializada. Las revistas Melody Maker, Musical Express, Record Mirror, Rolling Stone (que comenz贸 a publicarse en 1967), o incluso el Playboy, que prestaba sus p谩ginas centrales a las estrellas de la m煤sica, eran lectura b谩sica y obligada para cualquier mel贸mano. Algunos de aquellos profesionales, como los brit谩nicos Charlie Gillet y John Peel, criticaban en sus art铆culos la escasa importancia que se conced铆a, dentro de la industria discogr谩fica, a la calidad de las letras, producci贸n y renovaci贸n tecnol贸gica.
La cultura, grosso modo, ese terreno intangible, intrincado y misterioso, generador de debates, complejos y enormes deseos de pertenencia, parec铆a hasta entonces un espacio vetado a los B谩rbaros del Ritmo. Bastaron los escritos y poemas del t谩ndem Allen Gingsberg – Jack Kerouacs (la Beat Generation), la devoci贸n de ambos por Bob Dylan y el rythm and blues; la espont谩nea decisi贸n de Truman Capote para acompa帽ar a los Rolling Stones en su American Tour de 1972, el memorable recital de Jim Morrison (The Doors) declamando varios poemas de Rimbaud y Baudelaire o la debilidad de Andy Warhol para con la Velvet Underground, para que el ode贸n desde el que emergen los nuevos caminos expresivos del arte, abriera de par en par sus o铆dos, puertas y salones a los m煤sicos de aquella d茅cada.
Fue entonces, cuando algunos l铆deres del rock mostraron que la m煤sica cl谩sica o culta, no les era ajena a la hora de componer. De todo ello hablar茅 en la pr贸xima entrega.
Notas
1.- Las p谩ginas de ofertas de trabajo en la prensa de la 茅poca, se llenaban de reclamos para cubrir plazas en departamentos que precisaban de personal especializado en aquellas nuevas y no tan modernas profesiones, como editores de m煤sica, productores, empleados de estudios, ingenieros de sonido, directivos de empresas discogr谩ficas, expertos en publicidad, asistentes en tiendas especializadas, en agencias de derechos de ejecuci贸n, presentadores de espect谩culos de m煤sica en vivo, locutores musicales, agentes de prensa, promotores, salas de m煤sica, t茅cnicos de equipo de sonido, de luminotecnia, managers, road-manager, periodistas especializados, fabricantes de instrumentos musicales y otros.
2.- Bajo ese apelativo fueron surgiendo varias formaciones que, a la sombra de los Beatles, trataban en vano de emular el 茅xito del cuarteto. Entre ellas figuraban The Merseybeats, Gerry & The Pacemakers, The Searchers, The Troggs, The Nashville Teens, etc.
3.- La carta de Elvis a Nixon (de la que ofrezco unos p谩rrafos), dec铆a as铆:
Estimado Sr. Presidente:
En primer lugar, me gustar铆a presentarme. Mi nombre es Elvis Presley. Le admiro y siento un gran respeto por su trabajo. Pude charlar hace d铆as con el Vicepresidente Spiro Agnew, en Palm Springs, al que expres茅 mis preocupaciones sobre nuestra patria. La cultura de la droga, los hippies, los Panteras Negras, etc. no me consideran todav铆a un enemigo (…/…) Ellos, para referirse a nuestra patria dicen establishment, y yo Am茅rica, que me encanta. Si usted quisiera yo podr铆a servir de ayuda a nuestro pa铆s. No tengo otras preocupaciones, ni motivos diferentes de los que le digo, para ponerme al servicio de la naci贸n. (…/…) Deseo un t铆tulo, un trabajo como Agente Federal, dado que en mi carrera tengo contactos con personas de todas las edades. En primer lugar y ante todo, yo soy un artista, pero todo lo que necesito es las credenciales federales. Estoy en el avi贸n con el senador George Murphy y hemos estado discutiendo los problemas a los que se enfrenta nuestro pa铆s. (…/…) Estar茅 en este hotel siempre y cuando se me necesite para obtener ese documento. He hecho un estudio a fondo del uso indebido de drogas y del t铆pico lavado de cerebro que suelen hacer los comunistas, y creo que soy de gran ayuda (…/…) Estoy nominado como una de las 10 personas m谩s destacados para los j贸venes de Am茅rica. Ser谩 en el 18 de enero en mi ciudad natal, Memphis, Tennessee. Me encantar铆a conocerle s贸lo para decirle hola, si no est谩 demasiado ocupado.
Respetuosamente,
Elvis Presley
P.D.: Creo que usted, se帽or Presidente, fue tambi茅n uno de los diez hombres m谩s destacados de Am茅rica. Tengo un regalo para usted que me encantar铆a entregarle en persona.
4.- En la terminolog铆a de la m煤sica popular, el Hit Parade (denominado en ingl茅s) es una clasificaci贸n permanente de canciones en boga, con relaci贸n a sus ventas de discos y frecuencia de emisi贸n en los medios radiof贸nicos. Durante la d茅cada de 1960, el m谩s importante en Gran Breta帽a era el oficialista Top of The Pops de la BBC. En el continente fue Radio Luxemburgo la primera estaci贸n europea en utilizar ese m茅todo de caza y captura de audiencia. En USA, las revistas Cashbox y Billboard, ambas generosas con las editoras discogr谩ficas, publicaban su Top 100 con periodicidad mensual, ofreciendo a sus suscriptores una novedad digna de menci贸n, como era el env铆o, cada 30 d铆as, de diez discos sencillos que conten铆an otras tantas novedades destacadas del mes en curso. Pero el m谩s exitoso entre los j贸venes del viejo continente, fue el ofrecido por Radio Carolina, emisora pirata desde cuyas instalaciones (dentro de un barco anclado fuera de las aguas jurisdiccionales brit谩nicas) se programaba una suerte de Anti Hit Parade, en el que sonaban los discos m谩s interesantes del momento, fuera de los circuitos comerciales.