Por La extranjera de Mantinea
Pasamos gran parte de nuestra vida consciente rememorando pasajes de nuestro pasado. Elaboramos la memoria con los recuerdos, felices o no, pero tambi茅n con nuestras creencias profundas y nuestras esperanzas en el futuro. La memoria es justamente esa encrucijada entre aquello que fuimos, esto que somos y lo que queremos llegar a ser. Otras veces el inconsciente se encarga de discriminar las percepciones pret茅ritas entre las m谩s de diez millones de escenas diferentes contadas a la mitad de una vida cualquiera, y de las que s贸lo conservamos una 铆nfima parte. Las otras no sabemos d贸nde est谩n, pero tienen el don de aparecerse inesperadamente ante una melod铆a o un aroma lejan铆simos.
As铆, de recuerdo en olvido, vamos y venimos cotidianamente. Hasta que una tarde –no importa demasiado tu edad- no alcanzas a aventurar qu茅 comiste ese mediod铆a, no encuentras esas palabras con las que traducir lo que piensas, dejas de ver con suficiente claridad, desorientado en el espacio y el tiempo, y te conviertes en alguien diferente a aqu茅l que los dem谩s conocieron y reconocieron. Entonces ya no eres capaz de identificar el rostro de tu hija, de tu amigo, de tu hermana. Te han diagnosticado el mal de Alzheimer, y ni siquiera puedes ya ser consciente del sufrimiento que se avecina en torno tuyo.
Este drama radical, esta demencia inesperada a煤n, de origen org谩nico, degenerativa, progresiva e irreversible, tiene solamente en Espa帽a a m谩s de medio mill贸n de personas postradas en las manos de otras, cuando las hay –eso s铆- suficientemente generosas para tarea tan grande. Si se pudieran usar f谩rmacos para contrarrestar las mutaciones gen茅ticas que producen la enfermedad, m谩s de un sesenta por ciento de estos casos podr铆an evitarse. Por eso, es maravillosa la noticia, salida a la luz esta misma semana, de que unos investigadores han hallado cinco nuevos genes que dan nuevas pistas sobre este mal. El hallazgo eleva a diez el n煤mero de genes identificados, un peque帽o incremento en el conocimiento que, sin embargo, es un paso de gigante en la comprensi贸n de este proceso terrible y en el desarrollo de nuevas y mejores terapias.
El oscuro callej贸n del olvido muestra al fondo una ventana luminosa. Al abrirla veremos un d铆a la arboleda con sus fuentes.
Pasamos gran parte de nuestra vida consciente rememorando pasajes de nuestro pasado. Elaboramos la memoria con los recuerdos, felices o no, pero tambi茅n con nuestras creencias profundas y nuestras esperanzas en el futuro. La memoria es justamente esa encrucijada entre aquello que fuimos, esto que somos y lo que queremos llegar a ser. Otras veces el inconsciente se encarga de discriminar las percepciones pret茅ritas entre las m谩s de diez millones de escenas diferentes contadas a la mitad de una vida cualquiera, y de las que s贸lo conservamos una 铆nfima parte. Las otras no sabemos d贸nde est谩n, pero tienen el don de aparecerse inesperadamente ante una melod铆a o un aroma lejan铆simos.
As铆, de recuerdo en olvido, vamos y venimos cotidianamente. Hasta que una tarde –no importa demasiado tu edad- no alcanzas a aventurar qu茅 comiste ese mediod铆a, no encuentras esas palabras con las que traducir lo que piensas, dejas de ver con suficiente claridad, desorientado en el espacio y el tiempo, y te conviertes en alguien diferente a aqu茅l que los dem谩s conocieron y reconocieron. Entonces ya no eres capaz de identificar el rostro de tu hija, de tu amigo, de tu hermana. Te han diagnosticado el mal de Alzheimer, y ni siquiera puedes ya ser consciente del sufrimiento que se avecina en torno tuyo.
Este drama radical, esta demencia inesperada a煤n, de origen org谩nico, degenerativa, progresiva e irreversible, tiene solamente en Espa帽a a m谩s de medio mill贸n de personas postradas en las manos de otras, cuando las hay –eso s铆- suficientemente generosas para tarea tan grande. Si se pudieran usar f谩rmacos para contrarrestar las mutaciones gen茅ticas que producen la enfermedad, m谩s de un sesenta por ciento de estos casos podr铆an evitarse. Por eso, es maravillosa la noticia, salida a la luz esta misma semana, de que unos investigadores han hallado cinco nuevos genes que dan nuevas pistas sobre este mal. El hallazgo eleva a diez el n煤mero de genes identificados, un peque帽o incremento en el conocimiento que, sin embargo, es un paso de gigante en la comprensi贸n de este proceso terrible y en el desarrollo de nuevas y mejores terapias.
El oscuro callej贸n del olvido muestra al fondo una ventana luminosa. Al abrirla veremos un d铆a la arboleda con sus fuentes.