OPINI脫N de Javier Couso.-
Oigo a los tod贸logos, a los creadores de opini贸n, a los responsables pol铆ticos de los partidos del r茅gimen bipartidista hablando de los escraches y los veo muy nerviosos. Opinan al un铆sono en contra de los gritos de las v铆ctimas.
Ellos y ellas, los apesebrados, los que nunca hacen m谩s que aplaudir el estado general de las cosas, se asustan cuando ven al pueblo en movimiento. Ante cualquier rotura del statu quo se ponen autom谩ticamente a la defensiva.
Les pareci贸 simp谩tico ver a la gente en las calles y plazas, pero solo un rato, como algo simb贸lico. Pasado un tiempo y sabiendo de las reivindicaciones que cuestionaban el capitalismo, la cosa cambi贸. As铆 no, van a tener menos apoyo, una cosa es una cosa y otra otra.
Lo mismo con las acciones contra los desahucios. Lo ha mandado un juez, no se pueden saltar las leyes, esto ser铆a el caos. Sin bancos no se puede vivir. As铆 os dejar谩n de apoyar.
Esa es su funci贸n, apaciguar y adoctrinar. Pastores de la sumisi贸n hablando desde los p煤lpitos medi谩ticos. Entrando en el sal贸n a la hora de cenar para convencer a las sufridoras gentes de bien, que los malos no son los que les roban o explotan, esos que convierten la vida en un infierno a su servicio, sino que los “malos” son los que rompen la “pax financiera” exigiendo justicia social.
Habr铆an estado contra la Huelga de la Canadiense, huelga con heridos y detenidos que trajo el derecho a las 8 horas. Hubieran llamado a la calma en medio del gueto de Varsovia. Afear铆an a Rosa Parks por sentarse en una asiento de blancos. Con los mismos argumentos sobre la ley o las formas. Siempre defendiendo la quietud que da tranquilidad al poder.
Vivimos en una olla a presi贸n cerrada, con un fuego vivo de los poderes financieros, sin el agua que nos proteja de la quema y sin v谩lvula de presi贸n. Estamos a punto de ebullici贸n y el vapor empieza a empujar hacia todos los lados. Vamos hacia la explosi贸n. No nos queda otra.
Por eso los nervios, por eso las condenas. Ya no son cuatro desarrapados “radikales”, ahora son miles de jubilados estafados, decenas de miles de familias desahuciadas o millones de desempleados. Existe un sentimiento creciente de descontento y de perdida de legitimidad de un sistema que trabaja para la dictadura de la banca y de las grandes empresas.
Y eso asusta, les asusta. No quieren que los gritos lleguen a sus casas, no quieren verse increpados por sus vecinos ni se帽alados por el pueblo, un pueblo al que quieren como un reba帽o de ovejas camino al matadero financiero.
Intentar谩n desunir, criminalizar o reprimir, pero viendo su intranquilidad s茅 que la PAH nos se帽ala hoy el camino, un camino de acciones civiles con el pueblo activo.
A las mareas, a los mineros, a la PAH,... gracias por ponerles nerviosos, gracias por llevar la indignaci贸n a los culpables de tanto sufrimiento. Gracias a quien apoya p煤blicamente, sea intelectual o pol铆tico. Gracias por marcar el camino.
Nos vemos en las calles. No son del orden silente, son del pueblo. Son nuestras.
Oigo a los tod贸logos, a los creadores de opini贸n, a los responsables pol铆ticos de los partidos del r茅gimen bipartidista hablando de los escraches y los veo muy nerviosos. Opinan al un铆sono en contra de los gritos de las v铆ctimas.
Ellos y ellas, los apesebrados, los que nunca hacen m谩s que aplaudir el estado general de las cosas, se asustan cuando ven al pueblo en movimiento. Ante cualquier rotura del statu quo se ponen autom谩ticamente a la defensiva.
Les pareci贸 simp谩tico ver a la gente en las calles y plazas, pero solo un rato, como algo simb贸lico. Pasado un tiempo y sabiendo de las reivindicaciones que cuestionaban el capitalismo, la cosa cambi贸. As铆 no, van a tener menos apoyo, una cosa es una cosa y otra otra.
Lo mismo con las acciones contra los desahucios. Lo ha mandado un juez, no se pueden saltar las leyes, esto ser铆a el caos. Sin bancos no se puede vivir. As铆 os dejar谩n de apoyar.
Esa es su funci贸n, apaciguar y adoctrinar. Pastores de la sumisi贸n hablando desde los p煤lpitos medi谩ticos. Entrando en el sal贸n a la hora de cenar para convencer a las sufridoras gentes de bien, que los malos no son los que les roban o explotan, esos que convierten la vida en un infierno a su servicio, sino que los “malos” son los que rompen la “pax financiera” exigiendo justicia social.
Habr铆an estado contra la Huelga de la Canadiense, huelga con heridos y detenidos que trajo el derecho a las 8 horas. Hubieran llamado a la calma en medio del gueto de Varsovia. Afear铆an a Rosa Parks por sentarse en una asiento de blancos. Con los mismos argumentos sobre la ley o las formas. Siempre defendiendo la quietud que da tranquilidad al poder.
Vivimos en una olla a presi贸n cerrada, con un fuego vivo de los poderes financieros, sin el agua que nos proteja de la quema y sin v谩lvula de presi贸n. Estamos a punto de ebullici贸n y el vapor empieza a empujar hacia todos los lados. Vamos hacia la explosi贸n. No nos queda otra.
Por eso los nervios, por eso las condenas. Ya no son cuatro desarrapados “radikales”, ahora son miles de jubilados estafados, decenas de miles de familias desahuciadas o millones de desempleados. Existe un sentimiento creciente de descontento y de perdida de legitimidad de un sistema que trabaja para la dictadura de la banca y de las grandes empresas.
Y eso asusta, les asusta. No quieren que los gritos lleguen a sus casas, no quieren verse increpados por sus vecinos ni se帽alados por el pueblo, un pueblo al que quieren como un reba帽o de ovejas camino al matadero financiero.
Intentar谩n desunir, criminalizar o reprimir, pero viendo su intranquilidad s茅 que la PAH nos se帽ala hoy el camino, un camino de acciones civiles con el pueblo activo.
A las mareas, a los mineros, a la PAH,... gracias por ponerles nerviosos, gracias por llevar la indignaci贸n a los culpables de tanto sufrimiento. Gracias a quien apoya p煤blicamente, sea intelectual o pol铆tico. Gracias por marcar el camino.
Nos vemos en las calles. No son del orden silente, son del pueblo. Son nuestras.