OPINI脫N de Beatriz Gimeno.- 14.09.13.
A la derecha la solidaridad y la organizaci贸n popular le produce urticaria; a pocas cosas le tiene tanto miedo como a que la gente piense, imagine, se organice, conquiste espacios comunes y de solidaridad. Toda su estructura econ贸mica, pol铆tica y social se basa en fomentar el individualismo y la competencia de todos contra todos. Para paliar la mala conciencia o para “luchar” (es un decir) contra las situaciones m谩s terribles fomentan la caridad que tratan de hacer pasar como aquello a lo que la gente debe aspirar si quiere mejorar su situaci贸n. El neoliberalismo pretende que la gente se olvide de que tiene derechos. La ofensiva ideol贸gica camina en este sentido, no se tiene derecho a nada, cada uno que se arregle como pueda y, con suerte, que espere que le caiga una limosna.
El programa de televisi贸n “Entre todos” que se estren贸 hace un par de semanas en la 1 es una muestra repugnante de la sociedad a la que la derecha pretende que nos acostumbremos. Heredero del “ponga un pobre a su mesa en Navidad”, el programa presenta a personas desesperadas que har铆an cualquier cosa por paliar sus necesidades m谩s b谩sicas, llorar o re铆r cuando hace falta o lo pida el realizador, agradecer efusivamente cuando toque, esforzarse por conmover al p煤blico, que si no no hay premio y, sobre todo, utilizar un lenguaje que no tenga nada que ver con los derechos ni con la reivindicaci贸n. Usar un lenguaje anti-pol铆tico, exclusivamente sentimental. Lo m谩s importante es no enfadarse, lamentarse s铆, pero nunca enfadarse. Personas que necesitan una silla de ruedas para vivir o un tratamiento especial para su hijo, algo a lo que hasta ayer mismo ten铆an derecho, algo por lo que no ten铆an que someterse a la compasi贸n ajena, ni esperar que les tocara la loter铆a de un programa de televisi贸n en el que humillarse; algo para lo que no hac铆a falta que fueran simp谩ticos o capaces de despertar los buenos sentimientos de los televidentes, tienen ahora que “vender” su desgracia a ver si hay suerte y alguien les paga algo. Si no te esfuerzas y no despiertas la suficiente compasi贸n, la suficiente simpat铆a, te quedas sin silla de ruedas, tu hijo se queda ciego. Es lo que hay. Y las ONG de la caridad se prestan gustosas y patrocinan este engendro inmoral en el que todo el mundo llora.
Tambi茅n lloran algunos rectores al ver que muchos de sus estudiantes, los que no tienen dinero para pagar las nuevas tasas, no pueden seguir estudiando. Y una rectora se ha inventado ahora lo de “apadrine a un estudiante sin dinero” Si la cosa se extiende, y es muy posible que se extienda, pronto los propios estudiantes tendr谩n que buscar la manera de que un rico les patrocine una carrera. Veremos a gente pidiendo un patrocinio o una ayuda para poder operarse o para recibir quimioterapia. Naturalmente que no tengo nada contra estas personas que hacen lo que pueden en situaciones muy dif铆ciles pero me gustar铆a que ni ellos ni nadie olvidara que tambi茅n hasta ayer mismo estudiar era un derecho que no depend铆a del dinero que tuviera tu familia. Un derecho de los m谩s peligrosos, por cierto, para este r茅gimen que padecemos. La educaci贸n universal es siempre algo potencialmente peligroso para los que pretenden imponer una sociedad intelectualmente mediocre en la que poder ganar elecciones eternamente. S贸lo una sociedad inculta y mal informada puede tolerar mucho tiempo a unos gobernantes como los que tenemos cuya mediocridad intelectual, moral y pol铆tica es tan evidente ya para todo el mundo.
La organizaci贸n popular es su enemigo. Bolsas de comida entregadas por las organizaciones de caridad –mejor si son religiosas- s铆, pero vecinos que se organizan para repartir la comida que tienen entre todos y todas, gente que es capaz de articular soluciones imaginativas para paliar necesidades y que de esta manera se hacen conscientes y ayudan a concienciar a otras personas de que lo que sucede no es mala suerte ni una jugarreta del destino, sino una injusticia; es decir, gente que piensa, que se organiza, que act煤a, entonces no, entonces se encienden las alarmas. De ah铆 que una mesa plegable con unos libros de texto usados y con unos cuantos bol铆grafos y gomas haya despertado el inter茅s del concejal del Partido Popular de un barrio de Madrid, que se ha apresurado a enviar a la polic铆a municipal a desmantelarla.
La mesa en la que los vecinos pretend铆an dejar material escolar usado para que lo utilizaran otros vecinos que no pueden pagarlo, es un artefacto peligroso que un pol铆tico de derechas no pod铆a dejar pasar. Y este no dejar pasar es literal, ni media hora dur贸 en la calle la peligrosa mesa de destrucci贸n masiva. Ellos, pobres ingenuos, hab铆an pedido incluso su correspondiente permiso, pero les contestaron que el trueque no est谩 contemplado en las ordenanzas, naturalmente. Las ordenanzas contemplan 煤nicamente la posibilidad de actividades de compra-venta; las ordenanzas exigen 谩nimo de lucro, pero ninguna actividad gratuita y solidaria; nada de eso en la calle. Al ser preguntado el concejal Jos茅 Antonio Gonz谩lez de la Rosa por las razones por las que envi贸 a la polic铆a a desmantelar la mesa con material escolar gratuito respondi贸 que no estaba demostrado que hubiera un inter茅s vecinal. Hay miedo a la organizaci贸n social pero hay tambi茅n un inmenso clasismo que late debajo de todas las decisiones que toma el partido popular; absoluto desinter茅s por las necesidades reales de la gente; desprecio de clase.
Habr谩 que explicarles a estos vecinos que si quieren libros y no tienen con que comprarlos que vayan a la televisi贸n, que pongan las caritas llorosas de sus ni帽os y ni帽as en unos carteles a ver si alguien con dinero se conmueve, ¡que se esfuercen, vamos, que las cosas no pueden ser gratis!
A la derecha la solidaridad y la organizaci贸n popular le produce urticaria; a pocas cosas le tiene tanto miedo como a que la gente piense, imagine, se organice, conquiste espacios comunes y de solidaridad. Toda su estructura econ贸mica, pol铆tica y social se basa en fomentar el individualismo y la competencia de todos contra todos. Para paliar la mala conciencia o para “luchar” (es un decir) contra las situaciones m谩s terribles fomentan la caridad que tratan de hacer pasar como aquello a lo que la gente debe aspirar si quiere mejorar su situaci贸n. El neoliberalismo pretende que la gente se olvide de que tiene derechos. La ofensiva ideol贸gica camina en este sentido, no se tiene derecho a nada, cada uno que se arregle como pueda y, con suerte, que espere que le caiga una limosna.
El programa de televisi贸n “Entre todos” que se estren贸 hace un par de semanas en la 1 es una muestra repugnante de la sociedad a la que la derecha pretende que nos acostumbremos. Heredero del “ponga un pobre a su mesa en Navidad”, el programa presenta a personas desesperadas que har铆an cualquier cosa por paliar sus necesidades m谩s b谩sicas, llorar o re铆r cuando hace falta o lo pida el realizador, agradecer efusivamente cuando toque, esforzarse por conmover al p煤blico, que si no no hay premio y, sobre todo, utilizar un lenguaje que no tenga nada que ver con los derechos ni con la reivindicaci贸n. Usar un lenguaje anti-pol铆tico, exclusivamente sentimental. Lo m谩s importante es no enfadarse, lamentarse s铆, pero nunca enfadarse. Personas que necesitan una silla de ruedas para vivir o un tratamiento especial para su hijo, algo a lo que hasta ayer mismo ten铆an derecho, algo por lo que no ten铆an que someterse a la compasi贸n ajena, ni esperar que les tocara la loter铆a de un programa de televisi贸n en el que humillarse; algo para lo que no hac铆a falta que fueran simp谩ticos o capaces de despertar los buenos sentimientos de los televidentes, tienen ahora que “vender” su desgracia a ver si hay suerte y alguien les paga algo. Si no te esfuerzas y no despiertas la suficiente compasi贸n, la suficiente simpat铆a, te quedas sin silla de ruedas, tu hijo se queda ciego. Es lo que hay. Y las ONG de la caridad se prestan gustosas y patrocinan este engendro inmoral en el que todo el mundo llora.
Tambi茅n lloran algunos rectores al ver que muchos de sus estudiantes, los que no tienen dinero para pagar las nuevas tasas, no pueden seguir estudiando. Y una rectora se ha inventado ahora lo de “apadrine a un estudiante sin dinero” Si la cosa se extiende, y es muy posible que se extienda, pronto los propios estudiantes tendr谩n que buscar la manera de que un rico les patrocine una carrera. Veremos a gente pidiendo un patrocinio o una ayuda para poder operarse o para recibir quimioterapia. Naturalmente que no tengo nada contra estas personas que hacen lo que pueden en situaciones muy dif铆ciles pero me gustar铆a que ni ellos ni nadie olvidara que tambi茅n hasta ayer mismo estudiar era un derecho que no depend铆a del dinero que tuviera tu familia. Un derecho de los m谩s peligrosos, por cierto, para este r茅gimen que padecemos. La educaci贸n universal es siempre algo potencialmente peligroso para los que pretenden imponer una sociedad intelectualmente mediocre en la que poder ganar elecciones eternamente. S贸lo una sociedad inculta y mal informada puede tolerar mucho tiempo a unos gobernantes como los que tenemos cuya mediocridad intelectual, moral y pol铆tica es tan evidente ya para todo el mundo.
La organizaci贸n popular es su enemigo. Bolsas de comida entregadas por las organizaciones de caridad –mejor si son religiosas- s铆, pero vecinos que se organizan para repartir la comida que tienen entre todos y todas, gente que es capaz de articular soluciones imaginativas para paliar necesidades y que de esta manera se hacen conscientes y ayudan a concienciar a otras personas de que lo que sucede no es mala suerte ni una jugarreta del destino, sino una injusticia; es decir, gente que piensa, que se organiza, que act煤a, entonces no, entonces se encienden las alarmas. De ah铆 que una mesa plegable con unos libros de texto usados y con unos cuantos bol铆grafos y gomas haya despertado el inter茅s del concejal del Partido Popular de un barrio de Madrid, que se ha apresurado a enviar a la polic铆a municipal a desmantelarla.
La mesa en la que los vecinos pretend铆an dejar material escolar usado para que lo utilizaran otros vecinos que no pueden pagarlo, es un artefacto peligroso que un pol铆tico de derechas no pod铆a dejar pasar. Y este no dejar pasar es literal, ni media hora dur贸 en la calle la peligrosa mesa de destrucci贸n masiva. Ellos, pobres ingenuos, hab铆an pedido incluso su correspondiente permiso, pero les contestaron que el trueque no est谩 contemplado en las ordenanzas, naturalmente. Las ordenanzas contemplan 煤nicamente la posibilidad de actividades de compra-venta; las ordenanzas exigen 谩nimo de lucro, pero ninguna actividad gratuita y solidaria; nada de eso en la calle. Al ser preguntado el concejal Jos茅 Antonio Gonz谩lez de la Rosa por las razones por las que envi贸 a la polic铆a a desmantelar la mesa con material escolar gratuito respondi贸 que no estaba demostrado que hubiera un inter茅s vecinal. Hay miedo a la organizaci贸n social pero hay tambi茅n un inmenso clasismo que late debajo de todas las decisiones que toma el partido popular; absoluto desinter茅s por las necesidades reales de la gente; desprecio de clase.
Habr谩 que explicarles a estos vecinos que si quieren libros y no tienen con que comprarlos que vayan a la televisi贸n, que pongan las caritas llorosas de sus ni帽os y ni帽as en unos carteles a ver si alguien con dinero se conmueve, ¡que se esfuercen, vamos, que las cosas no pueden ser gratis!
*Beatriz Gimeno pertenece al colectivo econoNuestra. beatrizgimeno.es