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Roberto Arlt, su desprolijidad y el Lunfardo


Por Eduardo P茅rsico.- El escritor Roberto Arlt, que viviera entre 1900 y 1943, inicialmente ser铆a reconocido por el gran p煤blico por sus ‘Aguafuertes Porte帽as’ que publicara durante a帽os en el diario El Mundo de Buenos Aires,, desde la d茅cada del treinta hasta su muerte en 1943, aunque su trayectoria fuera ya considerada revulsiva y novedosa desde el a帽os 1926 pot su primera novela ‘El Juguete Rabioso’ y m谩s tarde ‘Los siete Locos’. Su obra m谩s reconocida y pol茅mica por su tratamiento narrativo desenfadado y considerado desprolijo entonces por la cr铆tica a煤n te帽ida de prejuicio al tratamiento que Arlt instiuyera con sus ‘desprolijidades’. Que con frecuencia y al delinear una situaci贸n o personaje, derivaba en la misma parrafada de lo ficcional a lo ensay铆stico o lo period铆stico a un cierre literario, sin previo aviso. Una ‘desprolijidad’ que sin vuelta y gracias a 茅l, resultar铆a la modernizaci贸n de la narrativa de los argentinos que sin rebuscamientos, de la producci贸n de Arlt en adelante ser铆a diferente. Y en las instancias hist贸ricas donde el Arlt escritor exhibe sus variados personajes suceden a fin de los a帽os veinte en un contexto de fermentos sociales novedosos; incipiente nazismo, fascismo y otras sordas luchas de dominaci贸n nada desatendibles en nuestros pagos. Este escritor que naciera en el barrio de Flores, en Buenos Aires, perteneci贸 a una familia donde se hablaba ‘y pensaba’ en alem谩n, y 茅l recordar铆a que al menor desajuste de conducta su padre le dec铆a ‘ma帽ana te voy a castigar’, promesa de cargado sadismo que su padre siempre cumpl铆a y luego incidencia que Arlt recrear铆a por 1926 en su primera novela ‘El juguete rabioso’ y luego rozar铆a como periodista en el diario El Mundo, donde editar铆a sus famosas ‘Aguafuertes Porte帽os’. Aquella masiva y recordable columna entre los lectores de mayor exigencia que tambi茅n frecuentaban el ambiente teatral independiente de Buenos Aires, como lo era entonces el Teatro del Pueblo dirigido por Le贸nidas Barletta. Ambito pr贸digo en representaciones de corte literario que abordaban desde la alienaci贸n ciudadana a la humillaci贸n humana m谩s escondida, que el mismo Arlt sol铆a detallar con la reiteraci贸n o el desdoblamiento esc茅nico en sus escritos. Y a pesar de alg煤n fortuito fracaso en el circuito comercial, despu茅s de su muerte en 1942, dos de sus obras ‘Saverio el cruel’ y ‘Trescientos millones’, recibir铆an un redoblado reconocimiento no s贸lo del ambiente teatral sino de gran parte del 谩mbito cultural; y su autor Arlt pasar铆a a ser estimado ya no como un precursor del teatro social argentino, sino tambi茅n y adem谩s seg煤n fuera el recordable comentarista de alguna moda posterior, como el ‘existencialismo’, por ejemplo. Y m谩s bien por esas cosas que se creyeron apartadas de su respiraci贸n porte帽a en cada uno de sus renglones, no es temerario decir que Roberto Arlt en su extensa obra no represent贸 la imagen triunfalista de lo ‘argentino’, que por d茅cadas asumieran las figuras m谩s nombradas de ‘nuestra la literatura nacional’, signadas por los at谩vicos suplementos literarios del d铆a domingo en Argentina. Pero bu茅, son esas cosas…

Arlt y el Lunfardo. Por lo dicho y para bien valorar su calidad narrativa, -con frecuencia descalificada por escasa lectura- bastar铆a releer el copete de cualquier cap铆tulo de ‘Los siete Locos’, donde en dos o tres l铆neas Arlt ubica situaci贸n, clima y personajes sin repetir una palabra. Y a esa aplicaci贸n natural de su condici贸n period铆stica, a eso mismo 茅l le sumar铆a certeza en cada descripci贸n de sus tipos de Buenos Aires, con su manejo coloquial de las voces lunfardas que por bien asumirlas, sab铆a ubicabarlas con propiedad y sin el rebuscamiento de un reci茅nvenido. En cuanto para 茅l como aconteciera con los en verdad serios conocedores, -con Jos茅 Gobello al frente y toda la Academia Porte帽a del Lunfardo y ya lejos de ser el idioma del delito- el lunfardo dejar铆a de ser una caprichosa recolecci贸n de ‘t茅rminos-acertijos’, y ser en s铆 mismo adem谩s de un recurso, con la inflexi贸n y clima propios al habla coloquial de los argentinos. Que usado con el sobre abundamiento habitual entre los ‘reci茅nvenidos’ al juego suele empobrecer todo con una frase…

Y este rumbo vale recordar el breve libro ‘El Informe de Brodie’ de Jorge Luis Borges, sorpresivamente publicado en 1970 y Arlt hab铆a muerto en 1943, y tard矛amente ‘el gran contradictor’ sentenciar铆a que Roberto Arlt desconoc铆a el ‘lunfardo’, - ‘ese c贸digo entre dos para que no se entere un tercero’- decimos nosotros. Y sin previo aviso y mucho tiempo antes, Arlt le hab铆a respondido a Borges sin nombrarlo con un texto muy extenso que abreviaremos: ‘Last Reason, F茅lix Lima, Fray Mocho y otros influyeron mucho m谩s en nuestro idioma que todos los macaneos filol贸gicos y gramaticales de esa pandilla polvorienta y malhumorada de los Acad茅micos y ratones de biblioteca, que lo 煤nico que hacen es revolver archivos escribir memorias, que nadie se ocupa en leer porque tan aburridas son. Porque este fen贸meno de la ‘lunfard铆a’ nos demuestra hasta la saciedad lo absurdo que es pretender enchalecar en una gram谩tca can贸nica las ideas siempre cambiantes y nuevas de los pueblos’. Eso ya justifica reproducir algunos de su textos: en ‘El juguete rabioso’ su primer libro, dice algunas frases: ‘rajemos, la cana. Es demasiado cerca y la yuta tiene olfato’. ‘Y me hice el que esperaba el bondi’. ‘Sab茅s, lo amur猫 al turco Salom贸n’. ‘Minga de alegr铆as, minga de fuestas; esto ya esgunfia’. Y por ah铆 alguien canta en un patio ‘tengo un bul铆n m谩s shofica que da las once antes de hora, y que yo se lo alquil茅 para que afile ella sola’. Esto bien valdr铆a para acallar no solamente a Borges, m谩s en ‘Los siete locos’ Haffner, el rufi谩n melanc贸lico le dice a Erdosa铆n: ‘el mundo est谩 lleno de turros y de infelices. Entonces me h谩re cafishio. Es una merza de ladrones, que le dicen su sus mujeres 脿 tal fioca no deb茅s saludarlo’ o ‘la yiranta desprecia a la jermu del prost铆bulo’. Y el boticario Ergueta cuando Erdosain le pide dinero le contesta ‘¿Vos te cr茅es que porque yo leo la Biblia soy un otario?’. Y este mismo personaje, Ergueta, en ‘Los lanzallamas’ despacha su serm贸n c茅lebre y resonante: ‘¿Saben a qu茅 vino Jes煤s a la tierra? A salvar a los turros, a los chorros, a los fiocas. El vino porque tuvo l谩stima de toda esa merza que perd铆a su alma entre copet铆n y copet铆n. ¿Saben ustedes quien era el profeta Pablo? Un tira, un perro, como los de Orden Social. Y yo les hablo en este idioma canero porque me gusta como chamuyan los pobres, los humildes, los que yugan. A Jes煤s tambi茅n le daban l谩stima las reas. ¿Qui茅n era Magdalena? Una yiranta, nada m谩s. ¿Pero que importan las palabras, lo que interesa es el contenido, el alma triste de las palabras, reos’. Una categ贸rica impresi贸n que conlleva adem脿s de la expresi贸n de un personaje literario, una clara definici贸n que el escriba impusiera en el texto sobre su propio lenguajes, y al fin lo resumiera sin alargamientos innecesarios, como frecuentes y tentadores.

Roberto Arlt por ser uno de los grandes sigue vigente seg煤n un infaltable referente de nuestra literatura. En verdad y acaso gracias a su `desprolijidad` 茅l se convertir铆a en el gran modernizador de los h谩bitos narrativos y acaso el escritor de ficci贸n m谩s le铆do entre nosotros. Que por ahora, es apenas eso. (Dic, 1013).

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