OPINI脫N de Fernando de la Cuadra.- A pesar de que el movimiento que propone el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff se ha ido debilitando en las 煤ltimas semanas, sus principales instigadores persisten en su af谩n. Estos pedidos se han centrado en la discusi贸n sobre los criterios legales que existir铆an para solicitar al congreso una abertura de proceso que imposibilite la continuidad del mandato presidencial. Inclusive, tanto la oposici贸n como el gobierno se han hecho asesorar por notables juristas para saber a ciencia cierta cuales son los pasos a seguir en uno u otro caso, es decir, con qu茅 argumentos se puede sustentar la tesis del impedimento y con cuales recursos cuenta el gobierno para contrarrestar jur铆dicamente las acusaciones de corrupci贸n y abandono de funciones que esgrimen ciertos grupos de la oposici贸n. La tendencia mayoritaria entre los especialistas es que no existir铆a ninguna base jur铆dica contundente que amerite la abertura de un proceso en el congreso y, en consecuencia, que dicha demanda tenga 茅xito en esa instancia.
En todo caso, sus proponentes insisten en reclamar la salida de la mandataria y, adem谩s, est谩n contando para ello con el incentivo que proporcionan las 煤ltimas encuestas de opini贸n que revelan una ca铆da sostenida en el nivel de apoyo y popularidad de la presidenta y su gobierno. Seg煤n el 煤ltimo estudio de la empresa CNT/MDA que indag贸 sobre el grado de satisfacci贸n de los ciudadanos, se constata que existe una disminuci贸n significativa en la popularidad del gobierno y la figura de la mandataria, llegando a casi un 65 por ciento de los entrevistados que declararon que el gobierno es malo o p茅simo. Por su parte, pr谩cticamente un 60 por ciento (59,7%) de los consultados dijeron concordar con un impeachment. Ello es coherente con el dato de que un 68.9 por ciento considera que la presidenta estaba en conocimiento y es responsable de los casos de corrupci贸n en la Petrobras. Finalmente, un 66,9 por ciento se帽alan no creer en la eficacia de las medidas tomadas por el ejecutivo para superar la crisis econ贸mica que se instal贸 en el pa铆s
Desde una mirada global, se puede sostener que tres son los principales problemas que aquejan a la actual administraci贸n y que tienen consecuencia directa sobre esta tendencia decreciente en el apoyo a la presidenta y a su gobierno.
El primer aspecto dice relaci贸n con los innumerables casos de corrupci贸n en el que est谩n involucrados importantes miembros del Partido de los Trabajadores– partiendo por su Ex Tesorero Jo茫o Vaccari – y tambi茅n dirigentes de otros partidos de la base aliada (PMDB, PP, PSD, PR), siendo el esquema montado entre el alto escalaf贸n de la estatal Petrobras y las principales empresas contratistas del pa铆s (Odebrecht, Camargo Corr锚a, Mendes J煤nior, OAS, Queiroz Galv茫o y Andrade Guti茅rrez) el esc谩ndalo de corrupci贸n de mayor repercusi贸n e impacto sobre la actual gesti贸n.
En segundo lugar, la situaci贸n econ贸mica recesiva por la que atraviesa Brasil ha generado una sensaci贸n de inquietud y malestar entre la poblaci贸n, altamente sensibilizada por el aumento de la inflaci贸n y del costo de vida, en un contexto de deterioro de los servicios p煤blicos, congelamiento salarial, precariedad del empleo y riesgo inminente de desempleo.
Por 煤ltimo, se menciona repetidamente las debilidades de la estrategia comunicacional del gobierno y la incapacidad del ejecutivo para difundir con claridad sus proyectos (particularmente las reformas econ贸micas) hacia el conjunto de la ciudadan铆a. Muchos atribuyen esta insuficiencia al estilo de austeridad y a la rigidez de la presidenta para negociar acuerdos con los partidos aliados. Probablemente la actual negociaci贸n en torno a la promulgaci贸n del proyecto de ley sobre tercerizaci贸n (PL 4330) es el episodio m谩s lamentable en esta secuencia de errores, no solo en el 谩mbito comunicacional sino que fundamentalmente en lo que dice relaci贸n con determinada concepci贸n de los derechos adquiridos hist贸ricamente y en el respeto por las condiciones laborales y la estabilidad de los trabajadores brasile帽os.
El proyecto que ha sido atacado desde diversos sectores por implicar una mayor flexibilizaci贸n y precarizaci贸n del trabajo, continua inamovible en la pauta del gobierno y la propia presidenta Dilma est谩 tratando de movilizar a los partidos de la coalici贸n en el Senado, para re-incluir en el sistema de tercerizaci贸n a las empresas estatales, que fueron excluidas de la propuesta inicial por el principal partido opositor, el Partido de la Social Democracia Brasile帽a (PSDB). Ello se debe al hecho de que la mandataria teme que entrando en vigencia la reglamentaci贸n de los contratos de servicios tercerizados, las compa帽铆as p煤blicas y las sociedades de econom铆a mixta pierdan competitividad frente a sus pares privadas.
La consecuencia de esta decisi贸n del ejecutivo de seguir impulsando la ley de tercerizaci贸n a cualquier costo, es que la presidenta Rousseff ha perdido su sinton铆a con los electores y en parte por ello decidi贸 - aconsejada por sus ministros - no realizar su habitual discurso del 1° de mayo, temiendo que durante su pronunciamiento una onda de protestas y cacerolazos (panela莽os) se propague por el pa铆s. Este es un escenario sumamente complejo, considerando que en este momento lo que m谩s necesita el gobierno es justamente promover un mayor acercamiento con los ciudadanos y explicar las medidas “impopulares” que est谩 implementando.
El soci贸logo y jurista alem谩n Max Weber afirmaba que existen tres formas o mecanismos de legitimaci贸n de la dominaci贸n, ellas son la tradici贸n, el carisma y el estatuto racional legal burocr谩tico. El carisma puede definirse como aquella capacidad de un individuo de convocar a sus seguidores a trav茅s de un don personal e intransferible que se singulariza como depositario de cualidades prodigiosas de hero铆smo y/o de liderazgo ante sus adherentes. Vendr铆a bien apelar al carisma en la actual coyuntura, pero lamentablemente este es un atributo del cual carece la presidenta, a diferencia de su antecesor Lula da Silva.
Por lo mismo, tal vez no sea este el momento en que surja alg煤n Pr铆ncipe ni como figura providencial de salvaci贸n, ni como moderno Pr铆ncipe transformado en partido (como sosten铆a Gramsci), sino que sea la oportunidad de las personas moviliz谩ndose en torno a sus problemas y aspiraciones colectivas. En este escenario contradictorio y tensionado, marcado por disputas ideol贸gicas de vasta e profunda repercusi贸n para el futuro del pa铆s, son especialmente propicias las condiciones en que germine la reactivaci贸n de los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil o que irrumpa la acci贸n de aquellos sindicatos que leg铆timamente buscan representar y defender los derechos de los trabajadores. Por lo mismo, se requiere la articulaci贸n m谩s amplia de las fuerzas progresivas que resistan a la imposici贸n de nuevas modalidades de expoliaci贸n y precarizaci贸n de los asalariados y de la p茅rdida de derechos sociales para el conjunto de la ciudadan铆a.
Quiz谩s sea el tiempo de apostar en el porvenir, una 茅poca en que los ciudadanos y sus referentes tienen la posibilidad de empujar un programa de reformas que venga a reafirmar y consolidar las conquistas alcanzadas a trav茅s de una historia de luchas y movilizaciones. Para ello es necesario dar un nuevo impulso a la reforma agraria y efectuar la demarcaci贸n irreversible de las tierras ind铆genas. Tambi茅n es preciso, entre otras tareas, impulsar la reforma pol铆tica que acabe con el financiamiento privado de las campa帽as y de partidos sustentados por las empresas. A lo mejor es, en definitiva, el tiempo de iniciar una movilizaci贸n general en la que participen todos los actores comprometidos con una agenda que no solo enfrente la acometida de las empresas en su b煤squeda por obtener mayores lucros, sino de una acci贸n mancomunada que proteja y consolide los derechos de la gran mayor铆a de los habitantes de este pa铆s.
*Doctor en Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia