OPINI脫N de Rafael Fernando Navarro.- A todos nos han presentado alguna vez a Di贸genes. En el bar. En el metro. En la arena de una playa. A Di贸genes lo conoc铆 en el instituto. Aquel profesor ten铆a el empe帽o de que trab谩ramos amistad con individuos ciertamente raros. Con esto no quiero decir que t煤, amigo Di贸genes, seas raro, aunque confieso que al principio me lo pareciste. ¿Que por qu茅? Hombre, no me digas que es normal ir por la vida con un candil (ahora llevas un grupo al贸geno) buscando a un hombre. Pero he de confesarte que con el tiempo fui olvidando a S贸crates, a Her谩clito, los presocr谩ticos, Pit谩goras…y t煤 te fuiste quedando ah铆, en un rinc贸n del alma, en los adentros de los sentimientos m谩s hondos. Empec茅 a rodar dentro de los ra铆les establecidos. “El rodar no ser谩 cencia, pero tampoco es pecao” que cantaba Atahualpa. Pero el orden establecido me vomit贸. Y entonces retom茅 tu recuerdo. Me empec茅 a interesar por lo humano. Pretend铆 que nada me fuera ajeno. Comprob茅 que el prestigio, la capacidad de mando, el n煤mero de estrellas y puntas en una guerrera militar, la situaci贸n social y sobre todo el dinero consegu铆an que el ser humano fuera s贸lo prestigio, capacidad de mando, estrellas y puntas de estrellas y sobre todo dinero. No nos distinguimos por los nombres si no van acompa帽ados de esos elementos por los cuales los dem谩s nos definen y nos toman en mayor o menor consideraci贸n. Sabemos de qui茅n nos est谩n hablando cuando al nombre propio se le a帽ade el t铆tulo que en realidad lo define ante la sociedad. Juan no es Juan si no le adherimos el t铆tulo de presidente del banco, el armador, el terrateniente. Y as铆 en todos los 贸rdenes. La posesi贸n de un aditivo se ha convertido en el sustantivo dominante por encima de la persona. Porque Juan no ser铆a nada si no fuera presidente de tal o cual banco.
Grecia, vuestra Grecia, Di贸genes, nuestra madre Grecia est谩 hoy en todos los medios de comunicaci贸n. Nadie habla de sus fil贸sofos, sus arquitectos, sus monumentos. S贸lo se habla de su dinero, o mejor de su carencia de dinero. Deuda, d茅ficit, intereses, pr茅stamos, rescates, reestructuraci贸n, prima de riesgo. Gobiernos anteriores al presente han malversado fondos econ贸micos. La troyka lo ten铆a delante, lo vigilaba, lo sab铆a, pero contemporizaba. Eran de los suyos. En seis meses de un gobierno nuevo, la troyka ha tenido una revelaci贸n y han ca铆do en la cuenta de que en seis meses no han arreglado nada de lo que durante a帽os ol铆a a podrido. Y honesta consigo misma, ha tenido que denunciar lo que se les ha venido a las manos. Y ahora Grecia se define por adjetivos contrarios que nos indican su bajeza moral. Grecia, la del desorden, la de los trabajadores vagos, la de los jubilados j贸venes, la de los funcionarios que no trabajan, la de las deudas tercamente impagada, la de los que no pagan impuestos. Grecia no es el glorioso sustantivo si no le a帽adimos los degradantes adjetivos. Y Europa ha encontrado la oportunidad de humillar, de poner de rodillas, de esposarla con las manos en la espalda, de meterla en una celda con retrete en una esquina, de arrastrarla ante el pueblo para que el pueblo la linche. Y Europa ha dictado unas normas que pisotean el alma griega. Les ha dolido que un pueblo con su dignidad en la solapa se enfrentara al dinero.
Ahora todos son se帽ores importantes que sudan sus camisas Armani durante horas y horas. Todos son entendidos vengadores que tienen que clavar las espuelas en los ijares de la Grecia bella. Los de ISIS destrozan monumentos milenarios y Europa destroza una Grecia eterna. A los primeros los calificamos de salvajes fan谩ticos. A los segundos representantes de esa gran Europa de la solidaridad.
Y aportan soluciones macabras. Dinero a cambio de hambre, de pensiones ruines, de ni帽ez frustrada, de juventud sin futuro, de enfermos sin medicaci贸n, miseria, desahucios, inversiones extranjeras de buitres, de animales carro帽eros que aprovechan para devorar las entra帽ar sanguinolentas en que los se帽ores importantes han convertido a Grecia.
Te echo en falta, Di贸genes. Europa ha enterrado el valor hombre porque se le ha puesto mirada de euro y s贸lo ve moneda. Moneda sangrante, de piel rota, de carne de matadero, pero moneda. Te he echado en falta porque a nadie le preocupa el ser humano. Todo est谩 supeditado al dinero. No es un becerro de oro, es una manada buscando femorales.
Di贸genes, buscador de humanidad, te echo en falta. Te necesitamos para reencontrarnos con lo 煤nico importante que somos. Es urgente que con tu ejemplo, nos dediquemos a bucear en este lodazal repugnante, maloliente, podrido, para restituir la dignidad que nunca debimos perder frente a esos se帽ores importantes que la quieren pisotear.