OPINI脫N de Ram贸n Cotarelo/ Palinuro.- Lo t铆pico de la realidad es lo mucho que se parece a s铆 misma. Lo que es real, lo que es aut茅ntico y verdadero, persevera, se esfuerza y empecina en seguir si茅ndolo. Lo real es contumaz. Lo imaginario, lo ficticio, es voluble, cambiante, tornadizo, como el soplo del aire. Quiz谩 por eso sea el dominio de la poes铆a y la creaci贸n y tiene su grandeza. Lo real tambi茅n puede cambiar, pero es siempre ello mismo. Y tambi茅n tiene su grandeza. Pero hay que saber apreciarla.
Ayer, al conocerse el "no" de la CUP a Mas, mucha gente perdi贸 la paciencia al descubrir que, lejos de adaptarse a las necesidades y circunstancias, los cupaires hac铆an lo que hab铆an anunciado desde el principio, esto es, que eran ellos mismos. Quienes se contuvieron despu茅s del segundo "no" hace un par de semanas, pensando que la CUP mantendr铆a la frase para fingir coherencia pero que, al final, se avendr铆a a lo que se impon铆a como una necesidad de supervivencia del independentismo se llevaron un chasco y probablemente pasar谩n a engrosar los batallones de insultadores o los sumidos en la amargura. El propio Palinuro que, malgr茅 tout, tiene en gran estima a Mas y su trayectoria y le hubiera parecido razonable investirlo, debi贸 rendirse a la evidencia de que cuando alguien dice lo que piensa y hace lo que dice es un ejemplo encomiable. La evidencia de que la CUP es la CUP precisamente por estas cosas, por no ceder. Porque las acusaciones a esta organizaci贸n asamblearia son conocidas: fanatismo, inflexibilidad, chantajismo y otras m谩s. Pero nadie, en cambio, puede acusarla de oportunismo, posibilismo o farise铆smo. Son lo que son, como la realidad; lo que dicen ser. Y por eso tienen el prestigio intacto que nadie les niega. Por eso despiertan admiraci贸n incluso entre sus peores adversarios que, en el fondo quisieran ser como ellos, pero no pueden. Por eso tambi茅n Palinuro les profesa simpat铆a. La CUP es la 煤nica nueva pol铆tica que hay en el Estado.
Son como un bulldozer. No quieren tener en cuenta consideraciones de conveniencia, oportunidad o beneficio bajo cuerda. La acusaci贸n m谩s frecuente es la de que el dogmatismo los hace sacrificar lo posible a lo perfecto y as铆 labran su desgracia y la de muchos otros. Suelen formularla quienes dicen que, para hacer pol铆tica, cambiar la realidad, imponer el ideal, hay que mancharse las manos. Los mismos que no han encontrado nunca la forma de evitar que las manchas de las manos lleguen al coraz贸n.
Bien, ah铆 est谩n las cupaires, guste o no, manteni茅ndose fieles a la palabra dada. Parece mentira, ¿verdad? Los seres humanos no somos otra cosa que la palabra que damos, y alcanzamos la dignidad cuando nos atenemos a ella. Pero esto es justamente lo m谩s infrecuente. Lo normal, lo que todo el mundo entiende y, al parecer, acepta, es que llegue un sinverg眉enza, diga que la realidad no le permite cumplir su palabra y haga lo contrario de lo que prometi贸. Incumplir la palabra es aceptable; cumplirla, no. Y ¿c贸mo hemos llegado hasta aqu铆? Est谩 claro: degenerando. Y una de las formas de degeneraci贸n m谩s frecuente es la de querer torcer la palabra dada con el argumento de que mantenerla beneficia al enemigo.
La situaci贸n ahora es la que es. Los cupaires han votado por mayor铆a seguir negociando sin Mas. No es cosa de ponerse nerviosos ni desaprovechar la ocasi贸n, ni tirar el ni帽o con el agua sucia. El objetivo sigue siendo el mismo: la Rep煤blica catalana independiente; las posibilidades, tambi茅n. Y cuando se dijo que iba a ser dif铆cil, ¿acaso se pens贸 que esa dificultad no empezar铆a por la casa propia? Algunas alternativas quedan descartadas; otras pueden explorarse. Al fin y el cabo, la frecuente acusaci贸n a los cupaires de que no parecen entender que el logro del objetivo debe pasar por encima de cualesquiera otras consideraciones puede dirigirse a todos los dem谩s.
La situaci贸n ha quedado clara y no hay sino avanzar, abriendo nuevos caminos. La CUP no se opone, como afirman muchos de sus ofendidos adversarios, a la independencia, sino a una forma espec铆fica y concreta de alcanzarla, pues no les parece aut茅ntica. Si los otros interlocutores est谩n tan dispuestos a conseguirla como dicen, tambi茅n podr谩n encontrar formas alternativas. Nada se ha acabado y nunca ha sido m谩s cierto que, cuando una puerta se cierra, otras se abren.
Es preciso seguir, continuar hasta el final so pena de ser destruidos. Pero el camino no es 煤nico.
P.S. (A tenor de una observaci贸n de un amable lector). Otra cosa, por 煤ltimo, es contabilizar los porcentajes del voto de la asamblea en donde aproximadamente un 30% de delegados ha votado por investir a Mas. Esto podr铆a inducir una ruptura en el grupo de diputados de la CUP (no una divisi贸n t谩ctica pues ese grupo representa una voluntad 煤nica previa de la organizaci贸n), lo que lleva este debate a otro terreno, a un previsible fracaso de la CUP en aras del realismo de la vieja pol铆tica, escenario que no contemplo.
Ayer, al conocerse el "no" de la CUP a Mas, mucha gente perdi贸 la paciencia al descubrir que, lejos de adaptarse a las necesidades y circunstancias, los cupaires hac铆an lo que hab铆an anunciado desde el principio, esto es, que eran ellos mismos. Quienes se contuvieron despu茅s del segundo "no" hace un par de semanas, pensando que la CUP mantendr铆a la frase para fingir coherencia pero que, al final, se avendr铆a a lo que se impon铆a como una necesidad de supervivencia del independentismo se llevaron un chasco y probablemente pasar谩n a engrosar los batallones de insultadores o los sumidos en la amargura. El propio Palinuro que, malgr茅 tout, tiene en gran estima a Mas y su trayectoria y le hubiera parecido razonable investirlo, debi贸 rendirse a la evidencia de que cuando alguien dice lo que piensa y hace lo que dice es un ejemplo encomiable. La evidencia de que la CUP es la CUP precisamente por estas cosas, por no ceder. Porque las acusaciones a esta organizaci贸n asamblearia son conocidas: fanatismo, inflexibilidad, chantajismo y otras m谩s. Pero nadie, en cambio, puede acusarla de oportunismo, posibilismo o farise铆smo. Son lo que son, como la realidad; lo que dicen ser. Y por eso tienen el prestigio intacto que nadie les niega. Por eso despiertan admiraci贸n incluso entre sus peores adversarios que, en el fondo quisieran ser como ellos, pero no pueden. Por eso tambi茅n Palinuro les profesa simpat铆a. La CUP es la 煤nica nueva pol铆tica que hay en el Estado.
Son como un bulldozer. No quieren tener en cuenta consideraciones de conveniencia, oportunidad o beneficio bajo cuerda. La acusaci贸n m谩s frecuente es la de que el dogmatismo los hace sacrificar lo posible a lo perfecto y as铆 labran su desgracia y la de muchos otros. Suelen formularla quienes dicen que, para hacer pol铆tica, cambiar la realidad, imponer el ideal, hay que mancharse las manos. Los mismos que no han encontrado nunca la forma de evitar que las manchas de las manos lleguen al coraz贸n.
Bien, ah铆 est谩n las cupaires, guste o no, manteni茅ndose fieles a la palabra dada. Parece mentira, ¿verdad? Los seres humanos no somos otra cosa que la palabra que damos, y alcanzamos la dignidad cuando nos atenemos a ella. Pero esto es justamente lo m谩s infrecuente. Lo normal, lo que todo el mundo entiende y, al parecer, acepta, es que llegue un sinverg眉enza, diga que la realidad no le permite cumplir su palabra y haga lo contrario de lo que prometi贸. Incumplir la palabra es aceptable; cumplirla, no. Y ¿c贸mo hemos llegado hasta aqu铆? Est谩 claro: degenerando. Y una de las formas de degeneraci贸n m谩s frecuente es la de querer torcer la palabra dada con el argumento de que mantenerla beneficia al enemigo.
La situaci贸n ahora es la que es. Los cupaires han votado por mayor铆a seguir negociando sin Mas. No es cosa de ponerse nerviosos ni desaprovechar la ocasi贸n, ni tirar el ni帽o con el agua sucia. El objetivo sigue siendo el mismo: la Rep煤blica catalana independiente; las posibilidades, tambi茅n. Y cuando se dijo que iba a ser dif铆cil, ¿acaso se pens贸 que esa dificultad no empezar铆a por la casa propia? Algunas alternativas quedan descartadas; otras pueden explorarse. Al fin y el cabo, la frecuente acusaci贸n a los cupaires de que no parecen entender que el logro del objetivo debe pasar por encima de cualesquiera otras consideraciones puede dirigirse a todos los dem谩s.
La situaci贸n ha quedado clara y no hay sino avanzar, abriendo nuevos caminos. La CUP no se opone, como afirman muchos de sus ofendidos adversarios, a la independencia, sino a una forma espec铆fica y concreta de alcanzarla, pues no les parece aut茅ntica. Si los otros interlocutores est谩n tan dispuestos a conseguirla como dicen, tambi茅n podr谩n encontrar formas alternativas. Nada se ha acabado y nunca ha sido m谩s cierto que, cuando una puerta se cierra, otras se abren.
Es preciso seguir, continuar hasta el final so pena de ser destruidos. Pero el camino no es 煤nico.
P.S. (A tenor de una observaci贸n de un amable lector). Otra cosa, por 煤ltimo, es contabilizar los porcentajes del voto de la asamblea en donde aproximadamente un 30% de delegados ha votado por investir a Mas. Esto podr铆a inducir una ruptura en el grupo de diputados de la CUP (no una divisi贸n t谩ctica pues ese grupo representa una voluntad 煤nica previa de la organizaci贸n), lo que lleva este debate a otro terreno, a un previsible fracaso de la CUP en aras del realismo de la vieja pol铆tica, escenario que no contemplo.