OPINI脫N de Alejandro Nadal.- Estados Unidos vive desde hace d茅cadas enredado en una mara帽a de guerras que bien merecen el nombre de ‘guerras imperiales’. ¿C贸mo es posible, preguntar谩n algunos ingenuos, que una rep煤blica democr谩tica, en la que predomina la divisi贸n de poderes, se embarque en varias aventuras militares interminables y simult谩neas?
Las declaraciones de guerra eran antiguamente un acto de gran solemnidad. Se anunciaban en medio de un grave protocolo y de acuerdo con un ceremonial dise帽ado para animar sentimientos de patriotismo. Pero hoy todo ha cambiado. Las guerras aparecen en la pantalla de televisi贸n y la gente ya ni se pregunta ¿cu谩ndo comenz贸 esta guerra?
La 煤ltima vez que Estados Unidos declar贸 formalmente la guerra contra una potencia enemiga fue en 1941 despu茅s del ataque japon茅s sobre Pearl Harbor. Los conflictos en Corea, Vietnam, el Golfo P茅rsico, Afganist谩n, Irak y ahora en contra del Estado isl谩mico, todos ellos no son formalmente guerras.
Hoy las guerras se autorizan v铆a el presupuesto. Por ejemplo, el Congreso estadunidense acaba de aprobar un descomunal paquete presupuestal para el Pent谩gono. Se trata del presupuesto para el a帽o fiscal 2016 que supera los 572 mil millones de d贸lares (mmdd) y si est谩 lejos de ser el m谩s alto en la historia de las fuerzas armadas de Estados Unidos, s铆 es un mal presagio para las guerras en curso y las que vienen. Hay adem谩s un regalo de m谩s de 111 mmdd para proveedur铆a y adquisiciones, adem谩s de 50 mmdd para investigaci贸n y desarrollo experimental (un incremento de m谩s de 13 mil millones de d贸lares con respecto del a帽o anterior).
En esta lluvia de dinero para el Departamento de la Defensa se incluyen 58 mil millones de d贸lares para un rubro con las siglas misteriosas de GWOT/OCO que significan la famosa guerra global contra el terrorismo y el rengl贸n de operaciones contingentes en el extranjero. El presidente del poderoso Comit茅 de asignaciones presupuestales de la C谩mara de Representantes, el se帽or Hal Rogers, afirma que este presupuesto proporciona los recursos y entrenamiento para que nuestras tropas puedan llevar a cabo exitosamente sus operaciones y puedan combatir a nuestros enemigos alrededor del mundo.
La nueva ley presupuestal contiene m谩s de 2 mil p谩ginas. Es dif铆cil navegar en su interior y, por supuesto, casi imposible captar las sutilezas legales que vienen inmersas en este voluminoso texto. Es ya pr谩ctica com煤n del poder ejecutivo en muchos pa铆ses enviar documentos muy voluminosos para la aprobaci贸n del legislativo y as铆 filtrar disposiciones que de otro modo ser铆an rechazadas. Para fines de supervisi贸n de las actividades del poder ejecutivo y de las fuerzas armadas, es indispensable escudri帽ar todo el texto, casi rengl贸n por rengl贸n. Muy pocos congresistas est谩n dispuestos a realizar este trabajo.
Hal Rogers tambi茅n ha se帽alado que el paquete del Pent谩gono incluye recursos para combatir la amenaza real del Estado Isl谩mico de Irak y del Levante (ISIL). ¿Significa eso que el poder legislativo le est谩 dando una autorizaci贸n al ejecutivo para involucrar a las fuerzas armadas estadunidenses en una guerra en contra del Estado Isl谩mico? Eso significar铆a que el ejecutivo tendr铆a de hoy en adelante los poderes para hacer la guerra en contra de la extra帽a entidad en el norte de Irak y Siria.
En principio, el poder del presidente estadunidense para hacer uso de la fuerza militar est谩 limitado por la constituci贸n (el congreso es la 煤nica entidad que puede declarar una guerra). Pero a ra铆z de los abusos durante la administraci贸n Nixon (en especial las noticias sobre los bombardeos secretos en Camboya) el Congreso aprob贸 la llamada Resoluci贸n de poderes de guerra en 1973. De acuerdo con esta ley, no es posible inferir de una simple asignaci贸n presupuestaria la autorizaci贸n para el uso de la fuerza, a menos que dicha asignaci贸n vaya acompa帽ada de una autorizaci贸n expl铆cita para la introducci贸n de las fuerzas armadas de Estados Unidos en las hostilidades.
Pero las asignaciones presupuestales han sido interpretadas en numerosas ocasiones como una forma de consentir el uso de la fuerza o, lo que es igual, para hacer la guerra sin una declaraci贸n formal por parte del Congreso. Un precedente muy importante se encuentra en las asignaciones presupuestales para desarrollar hostilidades en Kosovo en el a帽o 2000. Las asignaciones presupuestales fueron interpretadas por el consejo legal de la oficina del procurador como luz verde para la guerra. Hoy nadie en Washington est谩 preocupado por la forma discreta en que se autorizan y prolongan las guerras interminables en las que ya est谩 envuelto Estados Unidos.
Este proceso de deterioro en materia de derecho constitucional y de descomposici贸n de los elementos esenciales de la vida republicana en Estados Unidos no es casualidad. Es cierto que el deterioro comenz贸 antes de que se instaurara el neoliberalismo, pero el proceso se ha intensificado de manera notable con la expansi贸n del sector financiero y, desde luego, con la crisis global de 2008. Hoy la construcci贸n del estado policiaco sigue su curso en Estados Unidos.
*http://www.jornada.unam.mx/2015/12/23/opinion/021a1eco
Las declaraciones de guerra eran antiguamente un acto de gran solemnidad. Se anunciaban en medio de un grave protocolo y de acuerdo con un ceremonial dise帽ado para animar sentimientos de patriotismo. Pero hoy todo ha cambiado. Las guerras aparecen en la pantalla de televisi贸n y la gente ya ni se pregunta ¿cu谩ndo comenz贸 esta guerra?
La 煤ltima vez que Estados Unidos declar贸 formalmente la guerra contra una potencia enemiga fue en 1941 despu茅s del ataque japon茅s sobre Pearl Harbor. Los conflictos en Corea, Vietnam, el Golfo P茅rsico, Afganist谩n, Irak y ahora en contra del Estado isl谩mico, todos ellos no son formalmente guerras.
Hoy las guerras se autorizan v铆a el presupuesto. Por ejemplo, el Congreso estadunidense acaba de aprobar un descomunal paquete presupuestal para el Pent谩gono. Se trata del presupuesto para el a帽o fiscal 2016 que supera los 572 mil millones de d贸lares (mmdd) y si est谩 lejos de ser el m谩s alto en la historia de las fuerzas armadas de Estados Unidos, s铆 es un mal presagio para las guerras en curso y las que vienen. Hay adem谩s un regalo de m谩s de 111 mmdd para proveedur铆a y adquisiciones, adem谩s de 50 mmdd para investigaci贸n y desarrollo experimental (un incremento de m谩s de 13 mil millones de d贸lares con respecto del a帽o anterior).
En esta lluvia de dinero para el Departamento de la Defensa se incluyen 58 mil millones de d贸lares para un rubro con las siglas misteriosas de GWOT/OCO que significan la famosa guerra global contra el terrorismo y el rengl贸n de operaciones contingentes en el extranjero. El presidente del poderoso Comit茅 de asignaciones presupuestales de la C谩mara de Representantes, el se帽or Hal Rogers, afirma que este presupuesto proporciona los recursos y entrenamiento para que nuestras tropas puedan llevar a cabo exitosamente sus operaciones y puedan combatir a nuestros enemigos alrededor del mundo.
La nueva ley presupuestal contiene m谩s de 2 mil p谩ginas. Es dif铆cil navegar en su interior y, por supuesto, casi imposible captar las sutilezas legales que vienen inmersas en este voluminoso texto. Es ya pr谩ctica com煤n del poder ejecutivo en muchos pa铆ses enviar documentos muy voluminosos para la aprobaci贸n del legislativo y as铆 filtrar disposiciones que de otro modo ser铆an rechazadas. Para fines de supervisi贸n de las actividades del poder ejecutivo y de las fuerzas armadas, es indispensable escudri帽ar todo el texto, casi rengl贸n por rengl贸n. Muy pocos congresistas est谩n dispuestos a realizar este trabajo.
Hal Rogers tambi茅n ha se帽alado que el paquete del Pent谩gono incluye recursos para combatir la amenaza real del Estado Isl谩mico de Irak y del Levante (ISIL). ¿Significa eso que el poder legislativo le est谩 dando una autorizaci贸n al ejecutivo para involucrar a las fuerzas armadas estadunidenses en una guerra en contra del Estado Isl谩mico? Eso significar铆a que el ejecutivo tendr铆a de hoy en adelante los poderes para hacer la guerra en contra de la extra帽a entidad en el norte de Irak y Siria.
En principio, el poder del presidente estadunidense para hacer uso de la fuerza militar est谩 limitado por la constituci贸n (el congreso es la 煤nica entidad que puede declarar una guerra). Pero a ra铆z de los abusos durante la administraci贸n Nixon (en especial las noticias sobre los bombardeos secretos en Camboya) el Congreso aprob贸 la llamada Resoluci贸n de poderes de guerra en 1973. De acuerdo con esta ley, no es posible inferir de una simple asignaci贸n presupuestaria la autorizaci贸n para el uso de la fuerza, a menos que dicha asignaci贸n vaya acompa帽ada de una autorizaci贸n expl铆cita para la introducci贸n de las fuerzas armadas de Estados Unidos en las hostilidades.
Pero las asignaciones presupuestales han sido interpretadas en numerosas ocasiones como una forma de consentir el uso de la fuerza o, lo que es igual, para hacer la guerra sin una declaraci贸n formal por parte del Congreso. Un precedente muy importante se encuentra en las asignaciones presupuestales para desarrollar hostilidades en Kosovo en el a帽o 2000. Las asignaciones presupuestales fueron interpretadas por el consejo legal de la oficina del procurador como luz verde para la guerra. Hoy nadie en Washington est谩 preocupado por la forma discreta en que se autorizan y prolongan las guerras interminables en las que ya est谩 envuelto Estados Unidos.
Este proceso de deterioro en materia de derecho constitucional y de descomposici贸n de los elementos esenciales de la vida republicana en Estados Unidos no es casualidad. Es cierto que el deterioro comenz贸 antes de que se instaurara el neoliberalismo, pero el proceso se ha intensificado de manera notable con la expansi贸n del sector financiero y, desde luego, con la crisis global de 2008. Hoy la construcci贸n del estado policiaco sigue su curso en Estados Unidos.
*http://www.jornada.unam.mx/2015/12/23/opinion/021a1eco