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Oso Arturo: La muerte te liber贸, nosotros no

OPINI脫N de Leonora Esquivel, M茅xico.- La muerte de Arturo, el 煤ltimo oso polar en cautiverio en Mendoza, Argentina desata tristeza y vuelve a cuestionar la existencia de los zool贸gicos.


Arturo lleg贸 a Mendoza en 1993 desde Estados Unidos y su estado de salud en los 煤ltimos a帽os fue noticia a nivel mundial. En 2014 se impuls贸 una iniciativa para trasladarlo a una reserva canadiense, pero por su avanzada edad los especialistas recomendaron no moverlo de Mendoza, donde tuvo que soportar temperaturas cercanas a los 40 grados en verano. La repercusi贸n internacional sobre la situaci贸n del oso polar oblig贸 al gobierno provincial a “mejorar” su h谩bitat en el zool贸gico, donde se acondicion贸 el dormitorio de su jaula con aire acondicionado.

Greenpeace Argentina sostiene que Arturo viv铆a en condiciones precarias y para refutar lo anterior la asociaci贸n “Amigos del Oso Polar Arturo” y su presidenta, Irma Arg眉ello, se帽al贸 el siguiente disparate: “Fue un oso muy feliz que, a diferencia de todo lo que se dijo, vivi贸 estos 煤ltimos meses de la mejor forma y con una excelente atenci贸n m茅dica”.

De sus 31 a帽os de vida Arturo pas贸 23 en cautiverio, en un ambiente completamente distinto a su habitat, solo y con rid铆culos est铆mulos psicol贸gicos como pelotas e inflables.

EL zool贸gico de Mendoza se defiende diciendo que muri贸 por su avanzada edad y que se le dio la mejor atenci贸n veterinaria, pero ese no es el punto. Claro que iba a morir tarde o temprano, el asunto relevante es c贸mo vivi贸.

Todos hemos visto las im谩genes de Arturo, sucio y acabado, solo en un tanque con una pelota, mirando im谩genes de bloques de hielo, y nos representa la viva imagen del cautiverio innecesario en su estado m谩s desolador. Un oso polar en un clima como el de Mendoza, con una jaula con aire acondicionado. ¡Es aberrante!

Estas prisiones llamadas zool贸gicos siguen existiendo porque hay visitantes que aplauden que los animales sean privados de su libertad para exhibirlos ante nuestros ojos ego铆stas, que s贸lo piensan pasar un buen rato, tomar un par de fotos y volver a su vida, olvid谩ndose que los animales se quedan para siempre ah铆, que su 煤nica funci贸n fue entretenernos. No nos enga帽emos que mantener a un oso polar en Argentina hizo algo para salvar su especie, ni que los ni帽os que lo vieron aprendieron mucho de los 煤rsidos. Si queremos que los osos polares sigan viviendo hemos de trabajar en la conservaci贸n de su habitat v铆a el cambio clim谩tico, por ejemplo. ¿Qu茅 puede aprender alguien cuando ve a uno oso polar solo y enjaulado a 40 grados en verano? Que tenemos el poder de someter y transformar las vidas de los animales a nuestro antojo y disfrazar este hecho de educaci贸n y conservaci贸n. Aprendemos que los animales est谩n para ser observados cuando querramos y como querramos al precio que sea, que generalmente es su salud mental, su vida.

“Fue un oso muy feliz”. La frasecita retumba en mis entra帽as y me hace pensar en qu茅 concepto de felicidad tenemos. Ah铆 est谩 la distorsi贸n de origen: creer que por tener comida y atenci贸n veterinaria un animal cautivo es feliz, es como decir que un prisionero humano lo es porque en la c谩rcel se le proveen sus necesidades b谩sicas.

La vida que dimos a Arturo es otra verg眉enza para nuestra especie, una m谩s en nuestra lista de fracasos, donde somos capaces de condenar a cadena perpetua a un inocente y negarle la oportunidad de una vida digna para sus 煤ltimos d铆as. Si trasladarlo hubiera significado su muerte ¿no habr铆a valido la pena que al menos conociera por un tiempo breve un entorno m谩s adecuado a sus necesidades, que hubiera convivido con miembros de su especie? Preferimos mantenerlo muerto en vida 31 a帽os, porque tal vez nosotros mismos estamos acostumbrados a vivir as铆 y considerarnos felices.

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