OPINI脫N de Franco Gamboa Rocabado, Bolivia.- El famoso giro a la izquierda que comenz贸 en Am茅rica Latina a comienzos de los a帽os 2000 lleg贸 a su fin. Primero porque casi todos los partidos de izquierda en Am茅rica Latina como el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), cayeron en un profundo desprestigio debido a las estrategias autoritarias que practicaron, y en segundo lugar, porque decepcionaron a sus bases con la promesa populista de un socialismo que termin贸 reviviendo una conducta irresponsable donde destaca la violencia, intolerancia e ineficiencia secular en el manejo de un Estado, exhausto frente al gasto p煤blico e inerme ante una burocracia que jam谩s derrot贸 la corrupci贸n. Difundieron el socialismo del siglo XXI sin considerar la solidaridad democr谩tica, ni el compromiso con los principios de humanidad igualitaria, anulando as铆 la reinterpretaci贸n ut贸pica de la pol铆tica porque se negaron a ver el largo plazo como un sistema democr谩tico abierto a ideas distintas y demandas para derrotar la pobreza.
La izquierda desmantel贸 sus movimientos armados y trat贸 de orientarse hacia una direcci贸n que archiv贸 para siempre las utop铆as revolucionarias. 脡stas intentaron alimentar la creencia donde el capitalismo pod铆a y deb铆a desaparecer; sin embargo, el giro a la izquierda dej贸 de desarrollar la ideolog铆a como interpretaci贸n te贸rica para visualizar un hombre nuevo y una sociedad sin formas de explotaci贸n. La izquierda armada hizo todo lo posible por destruir los sistemas democr谩ticos para permanecer en el poder, como si enriquecerse y aprovecharse de las facilidades que permite administrar un Estado fueran el objetivo m谩s preciado.
Al calor de la efervescencia ideol贸gica de la Revoluci贸n rusa de 1917, nadie imagin贸 que las doctrinas marxistas y leninistas fueran a fracasar en alg煤n momento. Todo lo contrario, se crey贸 firmemente en el 茅xito indiscutible de las tesis de Marx porque 茅ste habr铆a descubierto las leyes del desarrollo de la historia, identificando al mismo tiempo las contradicciones m谩s profundas del capitalismo que conducir铆an a su inevitable desaparici贸n.
Cualquier posici贸n pol铆tica en contra de la ideolog铆a del derrumbe capitalista y la revoluci贸n acaudillada por el movimiento obrero era calificada de revisionista, mentira o, simplemente, una traici贸n al socialismo cient铆fico. Sin embargo, en el siglo XXI, una serie de partidos de izquierda en Am茅rica Latina y Bolivia traicion贸 los principios fundamentales del marxismo-leninismo, especialmente aquellos relacionados con la utop铆a revolucionaria. El abandono de las utop铆as hizo del giro a la izquierda 煤nicamente un movimiento hacia el lado oscuro: el fatal pragmatismo para ganar elecciones, conformar alianzas con sectores de la derecha, atraer a un electorado multi-clasista y, silenciosamente, dise帽ar estrategias que destruir铆an por completo la vieja confianza en el hundimiento definitivo del capitalismo.
El revisionismo del marxismo fue, simult谩neamente, una necesidad para comprender la desaparici贸n de la Uni贸n Sovi茅tica y el fracaso del eurocomunismo en 1991,
as铆 como el ant铆doto para reinsertarse en la pol铆tica. Las posiciones de izquierda marxistas, leninistas, mao铆stas y obreristas, dieron paso al nacimiento de los operadores pol铆ticos: l铆deres y activistas que dejaron de creer en las utop铆as de transformaci贸n profunda de la realidad social, afirmando m谩s bien que la adaptaci贸n a la econom铆a de mercado y el uso de los recursos de poder, si se capturaba el control del Estado, constitu铆an el verdadero triunfo.
Llegar al poder con el fin de aprovechar el aparato p煤blico, tener influencia y riqueza, reemplaz贸 a la utop铆a que trataba de romper con la enajenaci贸n del capitalismo post-industrial. La izquierda sin utop铆as y sin ideolog铆a revolucionaria acab贸 por perder el control de s铆 misma y por desaprovechar sus posibilidades de renovaci贸n hacia el futuro. El pragmatismo de la nueva izquierda latinoamericana est谩 tenazmente influido por la constante obsesi贸n para convertirse en una fuerza electoral que invoque, esta vez, al populismo, entendido como un discurso pol铆tico cuyo prop贸sito es ganar votos a como d茅 lugar al hacer ver que se defienden los intereses de los m谩s necesitados, pero en funci贸n de un uso instrumental y manipulable de la democracia.
Despu茅s de ca铆do el Muro de Berl铆n (1989) y desaparecida la Uni贸n Sovi茅tica, la izquierda en Am茅rica Latina desmantel贸 sus movimientos armados y trat贸 de orientarse hacia una direcci贸n que ya no alimentaba el esp铆ritu de transgresi贸n del capitalismo, sino todo lo contrario: pasar por alto la ideolog铆a y romper con los sistemas democr谩ticos para permanecer en el poder en caso de conseguirlo. Esto es lo que caracteriz贸 al impulso populista, caudillista y antidemocr谩tico de Hugo Ch谩vez (1954-2013) en Venezuela, al cinismo de Daniel Ortega en Nicaragua y la persistencia de Ra煤l y Fidel Castro como la dictadura cubana m谩s tradicional que se acostumbr贸 a gobernar sobre una sociedad profundamente desigual. La utop铆a de izquierda perdi贸 su marco de referencia, en la medida en que las acciones pol铆ticas dejaron de identificarse con las convicciones que buscaban superar el orden capitalista, olvidando por completo la imagen del reino de la libertad, como hab铆a sido establecido por Marx.
Es necesario debatir c贸mo y por qu茅 el giro a la izquierda en Am茅rica Latina y Bolivia tuvo resultados decepcionantes, espec铆ficamente entre los a帽os 2000-2016, debido a que los reg铆menes como el de Hugo Ch谩vez alentaron la idea de un socialismo postmoderno que, en el fondo, crucific贸 las utop铆as revolucionarias, llevando a cabo tretas jur铆dicas, intensa propaganda electoralista para plantear la reelecci贸n presidencial indefinida y denunciando constantes complots del imperialismo en contra de la izquierda del siglo XXI.
El mandato de Ch谩vez en Venezuela de 1999 a 2013 mostr贸 claramente c贸mo se reprodujo una cultura autoritaria que instal贸 en el poder a una 茅lite militar que nada ten铆a que ver con el pasado socialista, marxista o revolucionario que domin贸 la historia desde 1917 hasta la destrucci贸n del comunismo en Europa del Este. La llamada revoluci贸n bolivariana de Ch谩vez fue una extra帽a mezcla de radicalismo discursivo y promesas de un mundo mejor, a partir de una visi贸n de gastos dispendiosos desde el Estado que desembocaron en un chantaje emocional permanente. El giro a la izquierda vendi贸 la idea del fracaso democr谩tico del sistema de partidos tradicionales de orientaci贸n liberal y centro-derecha, nutri茅ndose de los resultados perversos que generaron las pol铆ticas de mercado entre 1989 y los a帽os 2000.
La izquierda de Daniel Ortega con el Frente Sandinista de Liberaci贸n Nacional (FSLN) en Nicaragua, el mismo Partido de los Trabajadores (PT) de Ignacio Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, solamente expresan que la toma del poder no fue capaz de sobrepasar los horizontes del pensamiento tradicional. Difundieron el discurso del socialismo del siglo XXI sin considerar que la transformaci贸n de las condiciones existentes, depend铆an de una reinterpretaci贸n ut贸pica de la pol铆tica revolucionaria.
De esta forma, el hecho de quebrar el orden existente qued贸 desplazado por el predominio de un conjunto de acciones electoralistas que ofrecieron implementar pol铆ticas sociales dentro de los c谩nones del capitalismo financiero post-industrial. Reconocieron que el mundo social y pol铆tico era una realidad cerrada y definitiva sin necesidad de ninguna utop铆a. La ideolog铆a izquierdista se content贸 con conocimientos y propuestas asistencialistas, en gran medida dirigidas hacia el pasado: viejas posiciones progresistas identificadas con los pobres. Valor贸 煤nicamente la lucha electoral, explicando que era posible combinar las pol铆ticas de ayuda a los necesitados, junto con pol铆ticas econ贸micas de corte liberal y globalizado.
Alcanzar el poder, mantenerlo a toda costa y no estar convencida plenamente de la consolidaci贸n de la democracia, condujo a la izquierda hacia una par谩lisis, una conducta vertical, intolerante, autoritaria en la toma de decisiones y proclive al olvido de un elemento esencial de la ideolog铆a: pensar en aquello que todav铆a no ha llegado a ser por medio de una utop铆a pol铆tica que visualice los elementos de futuro aut茅ntico. Una clase de conciencia transformadora que d茅 cuenta de lo todav铆a no consciente, de aquello que anticipe una nueva sociedad donde impere el reino de la libertad sin dominaci贸n.
La izquierda privilegi贸 a los operadores pol铆ticos con la capacidad para alcanzar resultados inmediatistas. Se alimentaron pugnas entre facciones con el fin de hacer plenamente justificable cualquier alianza como parte del realismo pol铆tico: maniobrar en el terreno que fuere, acrecentar el poder de dichos operadores e imponer intereses sectarios a cualquier precio. Esto es lo que desprestigi贸 al PT en Brasil con el esc谩ndalo de corrupci贸n en Petrobras que alcanz贸 proporciones cicl贸peas, involucrando a dirigentes de izquierda y derecha.
En varias ocasiones, los operadores pol铆ticos fueron saludados como el baluarte m谩s importante. Para ellos, el realismo pol铆tico estaba antes que cualquier acci贸n racional dirigida hacia la toma de decisiones sobre bases t茅cnicas, estudiadas y a partir de una ideolog铆a coherente. Por lo tanto, la traici贸n de principios, el complot y la apostas铆a se incorporaron como instrumentos normales en la agenda del fin justifica los medios. Son los operadores quienes pretenden eternizar la entronizaci贸n en el poder los caudillos de izquierda, neg谩ndose a cualquier actitud democr谩tica y anteponiendo la manipulaci贸n sobre el di谩logo o la aceptaci贸n tolerante del contrincante.
La izquierda del siglo XXI termin贸 por apuntalar la influencia del capitalismo financiero post-industrial. Ni Brasil, Argentina, Bolivia, Cuba, Venezuela, Ecuador o Nicaragua redujeron la pobreza en 50 por ciento de la poblaci贸n que vive con menos de dos d贸lares al d铆a. Dilapidaron los recursos fiscales sin diversificar la econom铆a, nunca reformaron las universidades y tampoco impulsaron una nueva generaci贸n de dirigentes dem贸cratas, con el fin de articular un programa de gobierno que posibilite el acercamiento a diferentes grupos de la oposici贸n y a sectores intelectuales, cuya legitimidad radica en la moral y no en el c谩lculo para eternizarse en el poder.
En la gesti贸n legislativa, las fuerzas de izquierda tampoco plantearon agendas ambiciosas y sus gestiones para conseguir financiamiento internacional dirigido a muchos programas gubernamentales, son un constante fracaso. La izquierda nunca logr贸 vencer el escepticismo que las clases medias, los intelectuales dem贸cratas y los cient铆ficos tienen sobre la inoperancia gubernamental y las incoherencias de una izquierda que tiende a despreciar la racionalidad en la administraci贸n del Estado y su imprescindible reforma. Los operadores jam谩s reconocieron los est铆mulos transformadores de las utop铆as pol铆ticas, por ser identificadas con ilusiones nada realistas.
¡As铆 no m谩s son las cosas!, reclaman los operadores. Lo cierto es que 茅stos jam谩s estar谩n dispuestos a sacrificar sus privilegios y porciones de poder, en beneficio de un nuevo trabajo ideol贸gico y utopista. Tal vez estas limitaciones son las que no pueden lograr que la izquierda pueda seguir comprometi茅ndose con proyectos colectivos que demanden ceder espacios para reconocer los aportes democr谩ticos de todo tipo de adversarios. Los operadores pol铆ticos de izquierda siempre estar谩n diseminando la estrategia de tensi贸n: intrigas, amenazas, prebendalismo, odios personales y enajenaci贸n de las utop铆as. La pr谩ctica pol铆tica en la actualidad reclama sensatez y una nueva moral, antes que el pragmatismo ciego esparcido por los traidores de principios que terminaron aplastando la ingenua confianza en el giro a la izquierda del siglo XXI.
La izquierda desmantel贸 sus movimientos armados y trat贸 de orientarse hacia una direcci贸n que archiv贸 para siempre las utop铆as revolucionarias. 脡stas intentaron alimentar la creencia donde el capitalismo pod铆a y deb铆a desaparecer; sin embargo, el giro a la izquierda dej贸 de desarrollar la ideolog铆a como interpretaci贸n te贸rica para visualizar un hombre nuevo y una sociedad sin formas de explotaci贸n. La izquierda armada hizo todo lo posible por destruir los sistemas democr谩ticos para permanecer en el poder, como si enriquecerse y aprovecharse de las facilidades que permite administrar un Estado fueran el objetivo m谩s preciado.
Al calor de la efervescencia ideol贸gica de la Revoluci贸n rusa de 1917, nadie imagin贸 que las doctrinas marxistas y leninistas fueran a fracasar en alg煤n momento. Todo lo contrario, se crey贸 firmemente en el 茅xito indiscutible de las tesis de Marx porque 茅ste habr铆a descubierto las leyes del desarrollo de la historia, identificando al mismo tiempo las contradicciones m谩s profundas del capitalismo que conducir铆an a su inevitable desaparici贸n.
Cualquier posici贸n pol铆tica en contra de la ideolog铆a del derrumbe capitalista y la revoluci贸n acaudillada por el movimiento obrero era calificada de revisionista, mentira o, simplemente, una traici贸n al socialismo cient铆fico. Sin embargo, en el siglo XXI, una serie de partidos de izquierda en Am茅rica Latina y Bolivia traicion贸 los principios fundamentales del marxismo-leninismo, especialmente aquellos relacionados con la utop铆a revolucionaria. El abandono de las utop铆as hizo del giro a la izquierda 煤nicamente un movimiento hacia el lado oscuro: el fatal pragmatismo para ganar elecciones, conformar alianzas con sectores de la derecha, atraer a un electorado multi-clasista y, silenciosamente, dise帽ar estrategias que destruir铆an por completo la vieja confianza en el hundimiento definitivo del capitalismo.
El revisionismo del marxismo fue, simult谩neamente, una necesidad para comprender la desaparici贸n de la Uni贸n Sovi茅tica y el fracaso del eurocomunismo en 1991,
as铆 como el ant铆doto para reinsertarse en la pol铆tica. Las posiciones de izquierda marxistas, leninistas, mao铆stas y obreristas, dieron paso al nacimiento de los operadores pol铆ticos: l铆deres y activistas que dejaron de creer en las utop铆as de transformaci贸n profunda de la realidad social, afirmando m谩s bien que la adaptaci贸n a la econom铆a de mercado y el uso de los recursos de poder, si se capturaba el control del Estado, constitu铆an el verdadero triunfo.
Llegar al poder con el fin de aprovechar el aparato p煤blico, tener influencia y riqueza, reemplaz贸 a la utop铆a que trataba de romper con la enajenaci贸n del capitalismo post-industrial. La izquierda sin utop铆as y sin ideolog铆a revolucionaria acab贸 por perder el control de s铆 misma y por desaprovechar sus posibilidades de renovaci贸n hacia el futuro. El pragmatismo de la nueva izquierda latinoamericana est谩 tenazmente influido por la constante obsesi贸n para convertirse en una fuerza electoral que invoque, esta vez, al populismo, entendido como un discurso pol铆tico cuyo prop贸sito es ganar votos a como d茅 lugar al hacer ver que se defienden los intereses de los m谩s necesitados, pero en funci贸n de un uso instrumental y manipulable de la democracia.
Despu茅s de ca铆do el Muro de Berl铆n (1989) y desaparecida la Uni贸n Sovi茅tica, la izquierda en Am茅rica Latina desmantel贸 sus movimientos armados y trat贸 de orientarse hacia una direcci贸n que ya no alimentaba el esp铆ritu de transgresi贸n del capitalismo, sino todo lo contrario: pasar por alto la ideolog铆a y romper con los sistemas democr谩ticos para permanecer en el poder en caso de conseguirlo. Esto es lo que caracteriz贸 al impulso populista, caudillista y antidemocr谩tico de Hugo Ch谩vez (1954-2013) en Venezuela, al cinismo de Daniel Ortega en Nicaragua y la persistencia de Ra煤l y Fidel Castro como la dictadura cubana m谩s tradicional que se acostumbr贸 a gobernar sobre una sociedad profundamente desigual. La utop铆a de izquierda perdi贸 su marco de referencia, en la medida en que las acciones pol铆ticas dejaron de identificarse con las convicciones que buscaban superar el orden capitalista, olvidando por completo la imagen del reino de la libertad, como hab铆a sido establecido por Marx.
Es necesario debatir c贸mo y por qu茅 el giro a la izquierda en Am茅rica Latina y Bolivia tuvo resultados decepcionantes, espec铆ficamente entre los a帽os 2000-2016, debido a que los reg铆menes como el de Hugo Ch谩vez alentaron la idea de un socialismo postmoderno que, en el fondo, crucific贸 las utop铆as revolucionarias, llevando a cabo tretas jur铆dicas, intensa propaganda electoralista para plantear la reelecci贸n presidencial indefinida y denunciando constantes complots del imperialismo en contra de la izquierda del siglo XXI.
El mandato de Ch谩vez en Venezuela de 1999 a 2013 mostr贸 claramente c贸mo se reprodujo una cultura autoritaria que instal贸 en el poder a una 茅lite militar que nada ten铆a que ver con el pasado socialista, marxista o revolucionario que domin贸 la historia desde 1917 hasta la destrucci贸n del comunismo en Europa del Este. La llamada revoluci贸n bolivariana de Ch谩vez fue una extra帽a mezcla de radicalismo discursivo y promesas de un mundo mejor, a partir de una visi贸n de gastos dispendiosos desde el Estado que desembocaron en un chantaje emocional permanente. El giro a la izquierda vendi贸 la idea del fracaso democr谩tico del sistema de partidos tradicionales de orientaci贸n liberal y centro-derecha, nutri茅ndose de los resultados perversos que generaron las pol铆ticas de mercado entre 1989 y los a帽os 2000.
La izquierda de Daniel Ortega con el Frente Sandinista de Liberaci贸n Nacional (FSLN) en Nicaragua, el mismo Partido de los Trabajadores (PT) de Ignacio Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, solamente expresan que la toma del poder no fue capaz de sobrepasar los horizontes del pensamiento tradicional. Difundieron el discurso del socialismo del siglo XXI sin considerar que la transformaci贸n de las condiciones existentes, depend铆an de una reinterpretaci贸n ut贸pica de la pol铆tica revolucionaria.
De esta forma, el hecho de quebrar el orden existente qued贸 desplazado por el predominio de un conjunto de acciones electoralistas que ofrecieron implementar pol铆ticas sociales dentro de los c谩nones del capitalismo financiero post-industrial. Reconocieron que el mundo social y pol铆tico era una realidad cerrada y definitiva sin necesidad de ninguna utop铆a. La ideolog铆a izquierdista se content贸 con conocimientos y propuestas asistencialistas, en gran medida dirigidas hacia el pasado: viejas posiciones progresistas identificadas con los pobres. Valor贸 煤nicamente la lucha electoral, explicando que era posible combinar las pol铆ticas de ayuda a los necesitados, junto con pol铆ticas econ贸micas de corte liberal y globalizado.
Alcanzar el poder, mantenerlo a toda costa y no estar convencida plenamente de la consolidaci贸n de la democracia, condujo a la izquierda hacia una par谩lisis, una conducta vertical, intolerante, autoritaria en la toma de decisiones y proclive al olvido de un elemento esencial de la ideolog铆a: pensar en aquello que todav铆a no ha llegado a ser por medio de una utop铆a pol铆tica que visualice los elementos de futuro aut茅ntico. Una clase de conciencia transformadora que d茅 cuenta de lo todav铆a no consciente, de aquello que anticipe una nueva sociedad donde impere el reino de la libertad sin dominaci贸n.
La izquierda privilegi贸 a los operadores pol铆ticos con la capacidad para alcanzar resultados inmediatistas. Se alimentaron pugnas entre facciones con el fin de hacer plenamente justificable cualquier alianza como parte del realismo pol铆tico: maniobrar en el terreno que fuere, acrecentar el poder de dichos operadores e imponer intereses sectarios a cualquier precio. Esto es lo que desprestigi贸 al PT en Brasil con el esc谩ndalo de corrupci贸n en Petrobras que alcanz贸 proporciones cicl贸peas, involucrando a dirigentes de izquierda y derecha.
En varias ocasiones, los operadores pol铆ticos fueron saludados como el baluarte m谩s importante. Para ellos, el realismo pol铆tico estaba antes que cualquier acci贸n racional dirigida hacia la toma de decisiones sobre bases t茅cnicas, estudiadas y a partir de una ideolog铆a coherente. Por lo tanto, la traici贸n de principios, el complot y la apostas铆a se incorporaron como instrumentos normales en la agenda del fin justifica los medios. Son los operadores quienes pretenden eternizar la entronizaci贸n en el poder los caudillos de izquierda, neg谩ndose a cualquier actitud democr谩tica y anteponiendo la manipulaci贸n sobre el di谩logo o la aceptaci贸n tolerante del contrincante.
La izquierda del siglo XXI termin贸 por apuntalar la influencia del capitalismo financiero post-industrial. Ni Brasil, Argentina, Bolivia, Cuba, Venezuela, Ecuador o Nicaragua redujeron la pobreza en 50 por ciento de la poblaci贸n que vive con menos de dos d贸lares al d铆a. Dilapidaron los recursos fiscales sin diversificar la econom铆a, nunca reformaron las universidades y tampoco impulsaron una nueva generaci贸n de dirigentes dem贸cratas, con el fin de articular un programa de gobierno que posibilite el acercamiento a diferentes grupos de la oposici贸n y a sectores intelectuales, cuya legitimidad radica en la moral y no en el c谩lculo para eternizarse en el poder.
En la gesti贸n legislativa, las fuerzas de izquierda tampoco plantearon agendas ambiciosas y sus gestiones para conseguir financiamiento internacional dirigido a muchos programas gubernamentales, son un constante fracaso. La izquierda nunca logr贸 vencer el escepticismo que las clases medias, los intelectuales dem贸cratas y los cient铆ficos tienen sobre la inoperancia gubernamental y las incoherencias de una izquierda que tiende a despreciar la racionalidad en la administraci贸n del Estado y su imprescindible reforma. Los operadores jam谩s reconocieron los est铆mulos transformadores de las utop铆as pol铆ticas, por ser identificadas con ilusiones nada realistas.
¡As铆 no m谩s son las cosas!, reclaman los operadores. Lo cierto es que 茅stos jam谩s estar谩n dispuestos a sacrificar sus privilegios y porciones de poder, en beneficio de un nuevo trabajo ideol贸gico y utopista. Tal vez estas limitaciones son las que no pueden lograr que la izquierda pueda seguir comprometi茅ndose con proyectos colectivos que demanden ceder espacios para reconocer los aportes democr谩ticos de todo tipo de adversarios. Los operadores pol铆ticos de izquierda siempre estar谩n diseminando la estrategia de tensi贸n: intrigas, amenazas, prebendalismo, odios personales y enajenaci贸n de las utop铆as. La pr谩ctica pol铆tica en la actualidad reclama sensatez y una nueva moral, antes que el pragmatismo ciego esparcido por los traidores de principios que terminaron aplastando la ingenua confianza en el giro a la izquierda del siglo XXI.
*Soci贸logo, doctor en ciencia pol铆tica y relaciones internacionales, miembro de Yale World Fellows Program; catedr谩tico de la Universidad Mayor de San Andr茅s, La Paz, Bolivia, franco.gamboa@gmail.com