Las aviesas intenciones de la derecha han quedado de manifiesto con la decisi贸n del Presidente Boric de crear la Empresa Nacional del Litio, una entidad que se ocupe de la exploraci贸n y producci贸n de un recurso que hoy se estima estrat茅gico y puede producirle al pa铆s mayores ingresos todav铆a que los ofrecidos por la gran miner铆a del cobre. Un ente estatal que asegurar谩 el control del Estado de al menos el 51 por ciento de las actividades que exploten este recurso y, muy importante, se proponga llegar a exportar este mineral con valor agregado.
Es bueno se帽alar que todas las reservas de litio pertenecen al fisco y que 茅ste podr铆a disponer su extracci贸n y comercializaci贸n sin recurrir a inversionistas privados. Sin embargo, el gobierno actual ha decidido invitar a quienes tengan inter茅s en asociarse con el Estado para implementar estas faenas, oferta que ha sido bien acogida por las dos entidades privadas que actualmente explotan este mineral y cuyas concesiones van a caducar en algunos a帽os m谩s. Por lo que de todas maneras prefieren asociarse con el fisco antes que abandonar sus obras en entero beneficio de 茅ste o de todos los chilenos, como suele decirse.
En su archiconocida voracidad, algunos empresarios nacionales y extranjeros no han mostrado conformidad con la iniciativa de La Moneda, advirtiendo que ser铆a mucho mejor que Chile le entregara mayoritariamente a la “iniciativa privada” la explotaci贸n de un recurso que est谩 destinado a arrojar ingentes utilidades, dado que es en nuestro pa铆s donde existen las mayores reservas del mundo y r谩pidamente podr铆an ponernos a la cabeza de la producci贸n mundial. De hecho, el a帽o pasado solo los impuestos que el Estado recaud贸 de la explotaci贸n de Soquimich y Albemarle superaron los recursos otorgados por Codelco al erario nacional, lo que es indicativo de la inmensa demanda mundial y el buen precio de lo que ahora se llama el “oro blanco”. Y puede indicarnos, tambi茅n, las inmensas utilidades de estas dos empresas
Impropiamente algunos sectores gremiales y pol铆ticos han acusado a Gabriel Boric de imitar las decisiones del ex presidente Allende cuando marc贸 un hito hist贸rico al nacionalizar la principal empresa cupr铆fera del pa铆s. Decisi贸n, por lo dem谩s, que fuera acordada el 1971 por la unanimidad del Parlamento, en la que concurrieron tambi茅n los votos de la propia derecha de entonces.
Muy por el contrario a lo que se帽alan estos referentes opositores, el extinto mandatario seguramente no habr铆a invitado, como lo ha hecho ahora el presidente Boric, a los inversionistas privados a sumarse a los esfuerzos del Estado en este negocio. Porque no se trata realmente de una nacionalizaci贸n sino, por el contrario, de una dadivosa oferta al mundo empresarial a participar de la explotaci贸n de un recurso que le pertenece al Estado. Lo que poco o nada debiera satisfacer a la izquierda por la triste experiencia que existe respecto de las empresas que fueron privatizadas por la Dictadura y los gobiernos que la sucedieron. Al grado que actualmente recursos tan fundamentales como el agua y la electricidad dependen de empresas de muy cuestionada gesti贸n. Como lo son tambi茅n las administradoras de pensiones, las de la salud, las concesionarias de carreteras y tantas otras que lucran groseramente de los servicios fundamentales, reditu谩ndole tan poco al pa铆s.
Cuando los gremios empresariales y sus representantes en el poder Legislativo se oponen tan tenazmente a una reforma tributaria que obligue a los que tienen tanto a elevar sus exiguos impuestos en beneficio de los pobres y de la clase media, realmente parecer铆a muy insensato entregarle al usufructo privado nuevas concesiones mineras, forestales y otras cuando el Estado podr铆a acometer estas actividades por s铆 mismo y recaudar recursos que puedan ir en favor de la superar la pobreza, alcanzar el empleo pleno y el financiamiento, por ejemplo, de los proyectos educacionales y habitacionales. Procurando, adem谩s, salarios y pensiones dignas.
Ninguna de las empresas privatizadas ha llegado a contribuir tanto al pa铆s cuando se las compara con las que dependieron de la estatal Corfo, Codelco o las que administraron antiguamente los fondos previsionales de los trabajadores, cuyas pensiones a los jubilados son sustantivamente superiores a las entregan hoy las AFPs. En manos, como se sabe, de un pu帽ado de propietarios extranjeros en el que se acepta como el negocio m谩s rentable de las 煤ltimas d茅cadas. Comparable solo a las utilidades de la banca privada.
Ya sabemos que la enorme inequidad que existe en el pa铆s procura trastornos como la criminalidad y la violencia que asola a ciudades y barrios de todo el territorio. Cuando cualquier chileno puede comprobar la riqueza extrema en que algunos viven, as铆 como percatarse de los millones de compatriotas que carecen de un salario digno y una dieta alimenticia adecuada. Lo que tiene como secuela, por ejemplo, que crezca aceleradamente el n煤mero de j贸venes que desertan de la educaci贸n, tentados por el narcotr谩fico que se ense帽orea en las poblaciones de mayor precariedad.
Se repite majaderamente que lo m谩s peligroso es entregarle a la administraci贸n p煤blica la gesti贸n de las empresas estatales y la explotaci贸n de nuestros ricos recursos. Que hacer esto ser铆a fomentar mayores niveles de corrupci贸n en la pol铆tica, cuando ya consta que ha sido el mundo empresarial el que m谩s ha contribuido a sobornar a los altos y medios funcionarios del Estado, a coludirse para estafar a los consumidores, cuanto a procurarse la impunidad por todos sus atentados contra el inter茅s nacional.
El crecimiento econ贸mico que se帽alan los poderosos como aliciente del bienestar social se comprueba totalmente falso si no se alcanza una justa distribuci贸n del ingreso. No se trata de ser estatistas por capricho, sino asumir la certeza de que los que m谩s se han favorecido de la explotaci贸n de nuestras materias primas son los que se demuestran incapaces de morigerar su desmedida voracidad.
En este sentido, nuestros gobernantes debieran insistir en su voluntad de mantener al litio como un recurso de todos los chilenos, al tiempo de procurar una Constituci贸n y legislaci贸n que le restablezca al Estado autoridad para emprender y velar por un crecimiento econ贸mico que impida la escandalosa concentraci贸n de la riqueza.
Ante el fracaso evidente de las pol铆ticas neoliberales, lo que se hace propicio ahora es la recuperaci贸n del estado soberano respecto de sus recursos y dignidad. Algo en que debieran coincidir los gobiernos progresistas de nuestra Regi贸n si es que buscan evitar que en todo el Continente se multipliquen los estallidos sociales y enfrentemos el riesgo de la restauraci贸n por la fuerza de las nefastas dictaduras que nos postraron ante los intereses for谩neos que contin煤an digitando nuestras decisiones pol铆ticas. En este sentido, es inquietante la hegemon铆a que recuperan aquellos partidos y movimientos en raz贸n de su poder铆o econ贸mico y comunicacional y, como no decirlo, la debilidad y atomizaci贸n de las izquierdas.
Pressenza