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De la ciudad cordial a la ciudad de los socavones(*)

SE CONFIRMAN MIS TEMORES

Ricardo Luis Mascheroni

Desde el paso del Gral. Manuel Belgrano, en tr谩nsito a la campa帽a al Paraguay, y cuando cobijamos a los constituyentes de 1853, por las atenciones recibidas en ella, se denomin贸 a la capital de la provincia, “La Ciudad Cordial”, distintivo caracter铆stico y motivo de orgullo.




Lamentablemente este blas贸n, pierde paulatinamente su galanura, en m茅rito a errores cometidos, falta de previsi贸n y por la ausencia de una gesti贸n ambiental racional.

La d茅cada neoliberal del 90, y su inercia nefasta, mut贸 las reglas del planeamiento urbano, desertando el Estado municipal de una funci贸n que deber铆a ser indelegable, sentando las bases de previsibles desastres futuros, que ojal谩 no ocurran, y den por tierra con mis apreciaciones pesimistas, en beneficio de todos.

Ya el informe “Geo Argentina 2004", dec铆a: "La gesti贸n urban铆stica de nuestras ciudades sufri贸 dificultades derivadas de la casi inexistente planificaci贸n de mediano y largo plazo y del recorte de las funciones estatales". Las normas urbanas terminaron por aplicarse solo a la clase media ya que "El mercado sol铆a eludir o manipular el control normativo en la producci贸n de h谩bitat para los sectores socioecon贸micos altos, en tanto los sectores bajos no pod铆an cumplimentarlo por su incapacidad econ贸mica"; resultado "baja calidad ambiental de grandes sectores urbanos" y "la inexistencia o m铆nima provisi贸n de servicios". Cualquier similitud con lo que ocurre en Santa Fe, es pura coincidencia.

No se puede desconocer o dudar que en la ciudad se est茅n produciendo hechos preocupantes y cada vez m谩s reiterativos, cuyas causas deber谩n determinar con precisi贸n los especialistas competentes. Pero, mientras aguardamos esos dict谩menes, expreso algunas sospechas sobre el origen de aquellos impactan negativamente.

Salvando diferencias, como en Venecia, podemos afirmar que la ciudad fue construida sobre terrenos bajos, inundables y en gran parte, ganados al r铆o por rellenos, en la confluencia del Salado con los humedales del Paran谩.

En suelos inestables, con napas y acu铆feros casi superficiales, se desarroll贸 en m谩s de 400 a帽os una ciudad de casas mayoritariamente chatas, que se mantuvo, salvo excepciones, inalterable hasta hace poco m谩s de una d茅cada, en que la especulaci贸n inmobiliaria consolida la hegemon铆a de la rentabilidad y desde all铆, los edificios en altura surgen como hongos despu茅s de la lluvia, sin ninguna evaluaci贸n de impacto ambiental (EIA) previa e integral, que mensurara las consecuencias indeseables que ello podr铆a acarrear a la ciudad.

La falta de previsi贸n y prevenci贸n, el aumento de la densidad poblacional en el microcentro, el deterioro de servicios sanitarios, con pron贸stico de agravamiento y el nulo manejo de las cuencas subterr谩neas llevaron a la aparici贸n, en forma reiterada, de cantidad de socavones de magnitud y dimensiones crecientes, que trastocan el paisaje vial urbano, agravando el ya desmadrado tr谩nsito local.

Esos servicios, con redes de d茅cadas de antig眉edad, m谩s all谩 de los mantenimientos y reparaciones, presentan falencias. Por lo que la demanda creciente y la mayor presi贸n de bombeo, traen como l贸gica consecuencia, roturas de ca帽os, con p茅rdidas de l铆quidos y el hundimiento de suelos.

El Arq. Osvaldo Guerrica Echevarr铆a, dice: “Las fundaciones de los edificios en altura implican excavaciones de varios metros de profundidad que sobrepasan largamente las dos primeras napas de agua. Es a trav茅s de estas napas que los terrenos a煤n absorbentes acumulan el agua y la env铆an al estuario. La red de bases de hormig贸n construidas, constituyen subterr谩neamente un verdadero dique a la evacuaci贸n de las aguas, retrasando y muchas veces impidiendo el escurrimiento”.

 Posiblemente estos diques subterr谩neos, desv铆en los acu铆feros hacia nuevos cauces que corran contiguo a ductos y ca帽er铆as, produciendo su descalce y los consecuentes socavones, los que pagaremos todos, mientras s贸lo unos pocos, se han beneficiado con el dejar hacer, dejar pasar, en materia urban铆stica.

Pese a la vigencia de la Ley Nacional N° 25675, que dispone: Cumplir una gesti贸n sustentable y adecuada de preservaci贸n, conservaci贸n y recuperaci贸n del ambiente. Previniendo efectos nocivos o peligrosos de actividades antr贸picas. Estableciendo mecanismos adecuados para la minimizaci贸n de riesgos y  emergencias ambientales y  la recomposici贸n de da帽os. Y que toda obra o actividad susceptible de degradar el ambiente estar谩 sujeta a un procedimiento de evaluaci贸n de impacto ambiental previo, que deber谩n ser autorizados o rechazados por las autoridades. Las calamidades ocurren.

Es evidente que nada de lo prescripto se ha cumplido, menos la obligaci贸n de informar ambientalmente a la comunidad mediante audiencias p煤blicas como instancias "obligatorias" para la autorizaci贸n de actividades que puedan generar efectos negativos y significativos sobre el ambiente.

Estas quejas no obedecen a una actitud oportunista frente a algunas notas period铆sticas sobre el tema, sino que son reiteraci贸n de presentaciones hechas ante distintos organismos, desde hace casi una d茅cada.

Por 煤ltimo y esperando que se tomen las previsiones necesarias que eviten tener que llorar sobre la leche derramada, en este caso el agua, lo dejo para que lo piense y me despido con temores en torno a la “ciudad resiliente” que nos han legado.

(*): El original de esta nota, tiene mucho m谩s de 10 a帽os de antig眉edad.-

Ricardo Luis Mascheroni - Docente


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