Por Daniel Campione*
En medio de una profunda crisis econ贸mica, social y pol铆tica cabe reflexionar acerca de la situaci贸n de la democracia, que ha perdido su identificaci贸n como “gobierno del pueblo” y la del Estado que parece inapto para solucionar hasta las demandas m谩s b谩sicas de la ciudadan铆a.
La democracia hoy
-La democracia representativa se encuentra hoy en Argentina en un nivel de riesgo como no se percib铆a desde el final de las asonadas carapintadas en la d茅cada de 1990, si bien por motivos muy diferentes que aqu茅llas.
-La situaci贸n actual deviene de un proceso de vaciamiento progresivo, derivado de una concentraci贸n del poder que reduce a la ciudadan铆a al mero ejercicio del voto. Y por a帽adidura el sufragio pierde eficacia a la hora de orientar el rumbo de la sociedad.
-La lucha pol铆tica se ha diluido en la administraci贸n de lo existente. Los candidatos de los distintos partidos aparecen m谩s como t茅cnicos al servicio de un programa 煤nico que como encarnaciones de sectores sociales diferentes o proyectos dis铆miles. Las contiendas electorales no registran m谩s que variaciones en la amplitud y velocidad con la cual favorecer el despliegue del capitalismo, concentrador y excluyente.
-La valoraci贸n de la democracia tendi贸 a ser reemplazada desde la derecha por el “republicanismo”, que esgrime s贸lo un conjunto de formalidades. Ahora el ideal de la rep煤blica dio paso a un gobierno que manifiesta desapego tanto respecto de la democracia representativa como de las formas republicanas. Esta es una de las principales novedades que diferencian a la ultraderecha de la derecha tradicional. Y la tradici贸n se pliega a su “hermana” extremista.
-La fuerza de ultraderecha emergente tuvo a su favor que sacudi贸 la monoton铆a de un juego pol铆tico cada vez m谩s deste帽ido. Se la vot贸 en tanto que representante de la antipol铆tica. Y en pos de su promesa de hacer trizas el aparato estatal, al que gran parte de la poblaci贸n identifica con la ineptitud, la corrupci贸n y la carencia de sensibilidad hacia las necesidades populares.
-Se ha revelado como un mito la creencia de que exist铆a un “pacto democr谩tico” que casi nadie estaba dispuesto a violar en la sociedad argentina. Se supone que conten铆a consensos acerca de la intangibilidad del r茅gimen constitucional, la defensa de los derechos humanos y la terminaci贸n de la impunidad, adem谩s de la renuncia a la violencia como instrumento pol铆tico. Los presuntos acuerdos inamovibles reciben hoy un ataque frontal desde el gobierno. Como todo lo vinculado a derechos humanos, ambiente, acci贸n social o pol铆tica de g茅nero.
-La concepci贸n puramente “procedimental” de la democracia, despegada de un objetivo de igualdad y justicia aparece hoy muy deteriorada. Lo mismo ocurre con una noci贸n de “representaci贸n popular” que choca con la realidad, sin distinci贸n de tendencias o partidos. Los paseos en yate en medio del aumento de la pobreza y la comida pudri茅ndose en dep贸sitos mientras millones se hunden en la indigencia son dos obscenidades intolerables. Y salpican de distintas maneras tanto al “libertarianismo” como al “populismo”.
El aparato del Estado y su “reforma”.
– Se intenta hoy imponer una nueva modalidad en la relaci贸n entre el Estado y la acumulaci贸n capitalista, a partir de una retirada integral del aparato estatal, que privatice organismos y funciones. Con la t贸nica general de abandonar cualquier pol铆tica que pueda beneficiar a las clases subalternas. Y la generaci贸n de condiciones de “desregulaci贸n” que remuevan hasta el menor obst谩culo para la concentraci贸n y centralizaci贸n del capital.
-Se impone la negativa a reconocer al aparato estatal siquiera el rol de “Estado gendarme”, para aspirar a un desplazamiento completo, en el que la superestructura represiva es la 煤nica funci贸n no puesta en duda. La defensa y la “seguridad” se convierten en rubros fundamentales de la acci贸n estatal, en estrecho seguimiento de las orientaciones de EE.UU. Todos los dem谩s campos no requieren, en este esquema, un papel orientativo del Estado salvo, quiz谩s las relaciones exteriores.
-La reforma del Estado sigue estando en la agenda del gran capital y las derechas, junto con otros cambios regresivos en las relaciones laborales, el sistema previsional, el r茅gimen impositivo y la supresi贸n de regulaciones en general. En ese contexto la transformaci贸n estatal no puede tener otro sentido que el de una amplia regresi贸n en cuanto a derechos y conquistas populares.
-Una de las l铆neas de acci贸n para avanzar hacia el Estado “m铆nimo” es desechar organismos enteros con el argumento de que son “militantes”, t茅rmino que es usado como sin贸nimo de corrupci贸n y personal inapto para el trabajo. Subyace una visi贸n tecnocr谩tica, opuesta a la militancia y a la “ideologizaci贸n”.
-Las ideas ultraliberales que cultiva el gobierno no ser铆an ideolog铆a sino “ciencia”, portadora del saber frente a la ignorancia y por lo tanto irrefutable. El “anarcocapitalismo” aparece como una visi贸n del mundo destinada a imponerse a escala planetaria. Y el desguace del Estado constituir铆a un aspecto central de la pol铆tica “cient铆fica”.
-La actual gesti贸n gubernamental puede volverse un desemboque buscado para los intereses de la clase dominante, muy en particular el sector m谩s globalizado y menos ligado a la producci贸n local y al mercado nacional. M谩s all谩 del destino final de este gobierno un replanteo de las relaciones entre Estado y sociedad tender谩 a favorecer al grueso del gran capital, que por eso le brinda su apoyo, m谩s all谩 de algunas cr铆ticas signadas por la moderaci贸n.
El futuro visto desde abajo.
-La mayor铆a de la sociedad argentina sufre un proceso de empobrecimiento, precarizaci贸n, p茅rdida de derechos. Consignas como “El Estado somos todos” hoy suenan a hueco. La idea de que las instituciones parlamentarias puedan tener que ver con una transformaci贸n social progresiva ser铆a hoy vista como una reprochable ingenuidad.
– Se necesita ahora la articulaci贸n de un planteo que a煤ne la necesidad de un nuevo Estado y una nueva democracia, ambos incompatibles con las actuales relaciones de poder. En el reino de la desigualdad flagrante, de grandes fortunas en crecimiento frente a la p茅rdida de ingresos generalizada, revertir esa l贸gica requiere una ruptura revolucionaria.
-El Estado y la democracia realmente existente son irreformables. Frente a esa realidad el camino es la organizaci贸n y movilizaci贸n desde la sociedad civil para construir un poder nuevo, asentado en la voluntad de destrucci贸n del orden existente. No es 茅poca de tibiezas, al desaf铆o radical de la extrema derecha s贸lo se le puede oponer con 茅xito una radicalidad de signo opuesto.
-El capitalismo, librado a su propia l贸gica, tiende nada menos que a la destrucci贸n del planeta. En su desenfrenada b煤squeda de ganancias e ilimitada voluntad de despojo puede barrer todo a su paso, incluida la menguante democracia. La conjunci贸n de fuerzas que detenta el gobierno hoy en Argentina es una herramienta apta para el imperio sin ning煤n tapujo de la gran empresa. Urge construir la herramienta propia para darle batalla.
-Hoy desde arriba se ataca al conjunto de las l铆neas de acci贸n de los de abajo. Todas las organizaciones sociales y pol铆ticas de las clases subalternas se hallan “bajo fuego”. Se necesita una amplia articulaci贸n de fuerzas para contrarrestar la agresi贸n planificada y hacerlo en todas las dimensiones.
-La sociedad argentina tiene una larga historia de luchas, de resistencia frente a los abusos. Hoy no alcanza con eso, se requiere una contraofensiva. Un nuevo movimiento que no puede prescindir del Estado y de la disputa por el control de sus mecanismos. Y necesita levantar el verdadero gobierno del pueblo entre sus reivindicaciones b谩sicas.
-No queremos nada menos que crear una sociedad nueva, un reino de la libertad, la justicia y la igualdad hoy bastardeadas. La clase capitalista y sus servidores est谩n dejando caer el estandarte de la democracia. Recoj谩moslo y d茅mosle un sentido renovado, rumbo a la emancipaci贸n social.
*Daniel Campione. Tramas
@DanielCampione