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Delia del Carril no era señora de…

Por Daniel Campione


Como con tantas otras mujeres, periodistas, biógrafos y numerosos amigos y admiradores de su cónyuge la redujeron a “mujer de”. Delia, 20 años mayor que él fue pareja durante unos cuantos años del futuro premio nobel chileno Pablo Neruda.

Incluso ella misma, tal vez sin quererlo, se limitó a sí misma como “la mujer de Neruda” durante un tiempo. Dejó su trayectoria artística (no su pertinaz militancia) para oficiar de secretaria, editora de textos y traductora de la obra del poeta.

Buenos Aires, París, el comunismo.

¿Quién era entonces Delia del Carril?  Fue hija de una de esas familias de la falsa “aristocracia” argentina. Entrecomillamos porque por fortuna no hubo en nuestro país títulos de nobleza ni condición nobiliaria desde antes de la independencia. Los suprimió la llamada “Asamblea del año XIII”.

Era nieta de Salvador María del Carril, gobernador de San Juan en la década de 1820; dirigente de la facción unitaria durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, vicepresidente de la nación en la presidencia de Justo José de Urquiza, luego juez de la Corte Suprema. Su padre Víctor del Carril Domínguez, fue diputado y vicegobernador de la provincia de Buenos Aires

Nació en la estancia familiar, en Polvaredas, en el área de Saladillo, provincia de Buenos Aires. Fue en el año 1884. Plena pampa húmeda, parte de las mejores tierras del país y con una superficie de 29.000 hectáreas. Para colmo de ventajas estaba a sólo 180 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, el puerto de salida de la producción agrícola y ganadera.

Delia tomaba parte de una gran fortuna. Y poseía la gama de relaciones propia de una familia donde había, además de estancieros, dirigentes políticos, legisladores, diplomáticos. Lo tenía todo para dedicarse a labores primorosas, a la ejecución del piano, y a otras actividades que culminaran en un matrimonio más o menos “arreglado” en plena adolescencia, como se estilaba en la época.

Aquella niña que aprendió a cabalgar (los caballos fueron desde tan temprano una parte nodal de su vida) a los cuatro años, marcaría pronto que sus deseos y su voluntad apuntaban hacia otro dirección.

Pasó parte de su adolescencia y juventud en París, luego del suicidio de su padre y a partir de entonces realizó constantes viajes entre Argentina y Europa.

En la capital francesa estudió pintura con un gran maestro, el cubista francés Fernand Leger. Se integró al mundo intelectual de Francia y se hizo militante del Partido Comunista francés, al cual sus maestros pertenecían. Se integró a la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios, que agrupaba a buena parte de intelectuales y artistas franceses.

Escribe al respecto su biógrafo Fernando Sáez:

 “La utopía del comunismo, esa mirada a largo plazo de una sociedad sin divisiones, en que cada cual recibe y aporta según sus necesidades y su capacidad, dando fin a la propiedad privada y donde se termina con la explotación del débil, le produjo un entusiasmo fervoroso” Y sigue: “Se sabía casi de memoria el Manifiesto Comunista de 1848 y seguía leyendo cuanto libro sobre el tema le caía a las manos, porque sentía que había pasado demasiado tiempo en la ignorancia de la política”.

La República y la guerra.

Llegó a España en tiempos de la República. Se instaló en Madrid tras la separación de Adán Diehl Arget, su primer marido, un intelectual argentino. Comenzó a estudiar en la Academia de San Fernando, la más famosa institución de enseñanza artística de allí.

En 1935 conoce al cónsul de Chile, primero en Barcelona y después en Madrid. Èl era el ya conocido poeta Pablo Neruda. Fueron primero amantes y cuando Neruda se separa de su primera esposa, pareja pública. Delia tenía 50 y el chileno cerca de 30. Como ya adelantamos, luego de iniciar su vida en común, ella tomó la decisión de abandonar su carrera artística para convertirse en secretaria, y editora de los textos del poeta

Iniciado el conflicto español trabajó en la ayuda a los voluntarios extranjeros que llegaban a la península, en base a su completo dominio del francés y del inglés. Su mayor compromiso durante el conflicto fue con la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Allí trabajó en la traducción y respuesta de documentos que llegaban de todo el mundo.

Fue su afán por ayudar a sus amigos artistas y pobres durante la guerra lo que suscitó el apodo de “La Hormiguita”, debido a la energía que desplegaba para lograr sus propósitos.

Fue una de las organizadoras del congreso de intelectuales que se realizó en Valencia en julio de 1937. Durante el ejercicio de esas tareas conoció a la voluntaria argentina Fanny Edelman, con quien trabó una estrecha amistad. También se trató con los argentinos Raúl González Tuñón, Amparo Mom y Cayetano Córdova Iturburu y con un vasto conjunto de escritores, intelectuales y artistas hispanos.

La pareja vuelve a Chile en 1937.

Luego de la derrota republicana toma parte protagónica en los esfuerzos para dar asilo a los exiliados. Hay versiones de que estuvo entre quienes financiaron la travesía del Winnipeg, buque que llevó a cerca de 2000 refugiados españoles a Chile. Además de aportes económicos, “La Hormiguita” desplegó una vez más sus titánicos esfuerzos para allanarles el camino burocrático y atender las necesidades de los expatriados.

El regreso al arte

Delia y Pablo se trasladaron a México y después a Chile.  La relación terminó en 1954 cuando el poeta había comenzado un vínculo con Matilde Urrutia. La artista no aceptó la propuesta del comunista chileno, que le propuso seguir juntos y mantener a Urrutia como “la otra”. Le dijo Delia: “Este no es un matrimonio burgués, Pablo. Si no hay amor, no hay matrimonio”

Años después, ya separada de Neruda volvió al arte, dedicándose exclusivamente al dibujo y al grabado a partir de 1959. Con 76 años en 1961 realizó su primera exposición individual en Santiago. A partir de entonces hizo múltiples muestras.

Delia en su taller.

Se ha ganado un puesto en la historia del arte en Chile. Sobre todo por sus grabados y dibujos en carbonilla, con los caballos que la apasionaron desde la infancia como tema principal.

El biógrafo ya citado la caracterizó como una mujer sólida, liberal, fuerte, sensible y de una sorprendente inteligencia y gran sentido del humor

Durante la dictadura de Augusto Pinochet fue perseguida, allanaron varias veces su casa. Y se la expropiaron, aunque le permitieron seguir viviendo allí.

Los vínculos con su familia quedaron rotos durante décadas. Sus parientes conservadores detestaban sus ideas comunistas. Y la independencia de criterio que la había llevado a divorciarse, y a convivir con Neruda sin casarse.

Falleció en, Santiago de Chile, el 26 de julio de 1989.  No hay error en las cifras, tenía104 años. Su casa estaba entonces en ruinas, había quedado en la pobreza. Como no tuvo herederos, la «Hormiguita» dejó su casa en Santiago al Partido Comunista de Chile.   Actualmente, allí funciona un museo de Delia del Carril y una Fundación que lleva su nombre.

Durante mucho tiempo su figura quedó eclipsada por la del poeta que fue su pareja. Se la recordaba sobre todo por su vínculo amoroso y su colaboración con él. En tiempos recientes algo cambió, y se notan esfuerzos por rescatarla por sus propios valores y su vida apasionante.

Esta nota es producto de la preparación de una columna del programa Memoria en rojo, amarillo y morado emitido el 10/10/2024.

Daniel Campione

 Tramas

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