OPINI脫N
Enrico Tomaselli
Las clases dirigentes sionistas, mucho antes de la creaci贸n de Israel, eran conscientes de representar un cuerpo extra帽o en Palestina, y solo en virtud de la creencia de que esa tierra les hab铆a sido prometida por Dios se consideraron con derecho a ocuparla. La conciencia de esta irremediable extranjer铆a signific贸 que, desde el principio, el Estado jud铆o se concibi贸 a s铆 mismo —y se equip贸— como un organismo dise帽ado para la guerra. En la representaci贸n rom谩ntica de un socialismo supremacista (es decir, reservado solo para jud铆os, excluyendo a los 谩rabes) que se materializ贸 en los kibutzim, el prototipo del hombre nuevo se representaba —ideal e iconogr谩ficamente— con una azada y una ametralladora al hombro. Y, de hecho, los primeros veinticinco a帽os de Israel est谩n marcados por guerras con los pa铆ses 谩rabes vecinos: la guerra de 1948, la guerra de Suez de 1956, la guerra de los Seis D铆as de 1967 y la guerra de Yom Kipur de 1973.
Y si los dos primeros ven al Estado jud铆o a煤n no plenamente asimilado al sistema estadounidense de dominaci贸n global (en 1956 fue Washington el que impuso el stop), los siguientes se desarrollan en un contexto que ve a Israel ya no s贸lo como un asentamiento colonial europeo, sino como un puesto avanzado del poder hegem贸nico estadounidense.
A partir de ese momento, tambi茅n gracias a la continua y masiva ayuda estadounidense, el poder militar israel铆 se afirmar谩 como predominante en la regi贸n y, con la guerra de 1973, termina la temporada de enfrentamientos entre Israel y los pa铆ses 谩rabes vecinos, mientras se abre la de la Resistencia palestina, marcada a su vez por una serie de fases agudas (la guerra del L铆bano de 1982, la primera y la segunda intifada y las repetidas guerras en la Franja de Gaza).
A diferencia de los pa铆ses 谩rabes, sin embargo, que en la perspectiva israel铆 constituyeron (y en parte constituyen) una amenaza latente, destinada a manifestarse c铆clicamente, la Resistencia del pueblo palestino se caracteriza -aunque dentro de una tendencia oscilante- como una constante, que conocer谩 es cierto algunas fases particularmente agudas, pero que en realidad no cesar谩 nunca.
Y es entre estas dos fases que va tomando forma la doctrina de seguridad de Israel, por una serie de razones que no son exclusivamente militares.
Esto se basa esencialmente en un principio general: la disuasi贸n, pero una disuasi贸n del terrorismo. Ante la imposibilidad de eliminar las causas primarias que determinan la hostilidad de las poblaciones ind铆genas hacia los colonizadores sionistas, y conscientes de su condici贸n mayoritariamente minoritaria en t茅rminos demogr谩ficos, los l铆deres israel铆es establecen la necesidad de infundir miedo en sus enemigos, convirti茅ndolos —siempre y en cualquier caso— en objeto de una violencia desproporcionada, como reacci贸n a cualquier signo de rebeli贸n, o incluso al simple rechazo. Cualquier iniciativa del lado 谩rabe-palestino que cuestionara de alguna manera la presencia colonial sionista deb铆a ser respondida con extrema dureza, para desalentar —durante el mayor tiempo posible— una nueva acci贸n hostil. Este enfoque, que, como se mencion贸, represent贸 la piedra angular de la doctrina de seguridad israel铆, implicaba (algo que posteriormente se confirm贸 mediante la experiencia concreta) que la necesidad de ejercer la fuerza militar de forma masiva se repetir铆a peri贸dicamente. De aqu铆 surgi贸 el segundo pilar de esta doctrina, es decir, la capacidad de desarrollar r谩pidamente una capacidad ofensiva capaz de superar cualquier amenaza potencial y aniquilarla r谩pidamente.
La condici贸n particular de la poblaci贸n jud铆a israel铆, demogr谩ficamente inferior a la 谩rabe-palestina, no permite el mantenimiento de un ej茅rcito permanente con fuerzas importantes, que debe por tanto contar con un servicio militar de larga duraci贸n para ambos sexos (3 a帽os para los hombres, 2 para las mujeres) y sobre todo con una fuerza de reserva importante, que pueda movilizarse r谩pidamente cuando sea necesario.
La consecuencia es doble: se requiere una alta capacidad de predicci贸n de eventos para que los reservistas puedan ser llamados a tiempo para enfrentar la amenaza, y esta debe detenerse en un plazo relativamente breve, ya que los reservistas deben regresar a la vida productiva del pa铆s. Para responder a esta doble necesidad, Israel ha desarrollado un sistema de inteligencia potente y articulado, que opera tanto dentro del pa铆s como en los territorios ocupados y en los pa铆ses 谩rabes. Gracias a esta red, ha podido detectar indicios de que alguna amenaza a la seguridad estaba creciendo y preparar a las fuerzas armadas para enfrentarla.
Y es esta doctrina la que, en cierto modo, ha moldeado a su vez a la sociedad israel铆, que se ha encontrado constantemente en armas y envuelta en una guerra intermitente.
Otro momento significativo, en este sentido, fue el derrumbe geopol铆tico provocado, sobre todo, por la Segunda Guerra del Golfo. El violento derrocamiento del antiguo aliado Saddam Hussein, a manos de fuerzas occidentales lideradas por Estados Unidos, desestabiliz贸 a toda la regi贸n, sentando las bases para un cambio radical posterior en el equilibrio de poder en Oriente Medio. El fin del r茅gimen baazista en Irak, de hecho, puso fin al predominio de la fuerte minor铆a sunita, abriendo las puertas del poder a la mayor铆a chiita.
Y, aunque la guerra tambi茅n condujo a la secesi贸n de facto de la regi贸n del Kurdist谩n (donde tanto Estados Unidos como Israel han establecido bases operativas muy s贸lidas), la llegada de los chi铆tas al gobierno de Bagdad primero, y el nacimiento del ISIS despu茅s, sentaron las bases de lo que posteriormente se convertir铆a, gracias a la intuici贸n del general Qassam Solemaini, en el Eje de la Resistencia. De hecho, el surgimiento de milicias chi铆tas armadas en Irak ha permitido a Teher谩n extender su influencia en el pa铆s vecino y, a trav茅s de ello, reunificarse territorialmente con los chi铆tas libaneses de Hezbol谩 y con el r茅gimen sirio.
Los cambios mencionados, inducidos en la sociedad israel铆 por su doctrina de seguridad, tambi茅n han determinado su radicalizaci贸n. Esta condici贸n requiere, de hecho, un s贸lido sustrato ideol贸gico que la sustente, por un tiempo que, por definici贸n, es infinito. Dado que no hay un punto de inflexi贸n tras el cual esta condici贸n cese, las motivaciones deben ser muy fuertes. Y esta es una de las razones (no la 煤nica) por las que una visi贸n mesi谩nica del sionismo se ha arraigado cada vez m谩s y se ha consolidado en movimientos y partidos de extrema derecha. Esto ha sucedido especialmente a partir del movimiento de colonos que, tambi茅n por motivos religiosos, busca la fertilidad y ha adquirido gradualmente un peso electoral considerable. Mientras que las 茅lites y la burgues铆a asquenaz铆 de origen europeo, que durante mucho tiempo han representado a la clase dominante, se secularizaban progresivamente, adquiriendo connotaciones liberales t铆picas, una nueva clase, de origen predominantemente norteafricano y de Oriente Medio, fuertemente religiosa y decididamente racista, ha ascendido gradualmente al poder, para asentarse all铆 decisivamente con la llegada de los 煤ltimos gobiernos de Netanyahu [1].
Si bien esto ha introducido elementos de divisi贸n, incluso significativos, en la sociedad israel铆, ha acentuado dos de sus aspectos intr铆nsecos: la dureza de la ocupaci贸n y la ambici贸n de expansi贸n territorial. El primero, obviamente, ha alimentado una espiral de hostilidad, que a su vez impulsa la radicalizaci贸n de la sociedad. El segundo ha propiciado un relanzamiento del sue帽o sionista del Gran Israel, que idealmente se extender铆a por gran parte de Siria e Irak, Jordania y L铆bano, y extensas zonas de Arabia Saud铆 y Egipto. Obviamente —y los l铆deres del ultrasionismo lo saben bien— es precisamente un sue帽o, decididamente inalcanzable, aunque solo sea porque una poblaci贸n de tan solo seis millones de jud铆os jam谩s podr铆a colonizar un territorio tan inmenso. En la pr谩ctica, sin embargo, esto representa la utop铆a ideal por la que luchar, y que sirve de sustento para ambiciones mucho m谩s concretas y realistas. De hecho, el af谩n de tierras de los colonos se concentra fundamentalmente en Cisjordania, porque all铆 se encuentran la mayor parte de los asentamientos (ilegales), porque all铆 est谩n extremadamente fragmentados los territorios palestinos y, sobre todo, porque el valle del Jord谩n es, evidentemente, una tierra muy f茅rtil y rica.
Es importante tener presente la importancia que Cisjordania tiene en el imaginario de la extrema derecha sionista (y no solo en el imaginario...). De hecho, esta regi贸n no solo es el principal objetivo de sus ambiciones expansionistas, sino tambi茅n el coraz贸n de lo que los israel铆es llaman Judea y Samaria, una parte fundamental del Israel b铆blico. Esto, a su vez, tambi茅n explica por qu茅 las fronteras de esta regi贸n con Siria y L铆bano son tan importantes (y tan controvertidas).
Judea y Samaria es, a su vez, el coraz贸n de la extrema derecha sionista, la principal base electoral del gobierno de Netanyahu, y constituye el n煤cleo de una posible secesi贸n del Estado jud铆o. La creciente brecha entre la poblaci贸n m谩s secularizada y la fuertemente caracterizada por la religi贸n (y que aspira a un Estado conforme a los principios religiosos), de hecho, empuja a la sociedad israel铆 hacia una ruptura radical, en la que «los llamamientos al golpe de Estado y a la guerra civil son infrecuentes» [2]. Huelga decir que, ante esta divisi贸n, el sentimiento antipalestino es el principal elemento que la mantiene unida.
Y esta regi贸n tambi茅n jugar谩 un papel importante en los acontecimientos que determinar谩n un cambio radical en la doctrina de seguridad israel铆.
Como es sabido, la operaci贸n Inundaci贸n de Al Aqsa del 7 de octubre de 2023 marc贸 un punto de inflexi贸n muy importante en el equilibrio de Oriente Medio, pero sobre todo puso de relieve c贸mo, en el contexto del conflicto israel铆-palestino, la capacidad de disuasi贸n y de prevenci贸n, tal como prev茅 la doctrina actual, ya no son adecuadas.
La cuesti贸n del factor sorpresa, con el que el ataque palestino sorprendi贸 a las FDI en la flagrancia, ha sido ampliamente debatida, y un sector significativo de la opini贸n p煤blica sigue creyendo en la tesis de que, de hecho, no hubo sorpresa, que todo hab铆a sido previsto por los servicios israel铆es y que se opt贸 por permitir el ataque para tener un pretexto que justificara la masacre posterior. Esta tesis ha sido refutada varias veces, incluso en estas p谩ginas, pero, como todas las tesis conspirativas, es refractaria a cualquier argumento que la cuestione.
La tesis nace b谩sicamente de la resistencia a aceptar la evidencia l贸gica, ante la cual se prefiere la idea de que todo se origina en complots ocultos. Esta tesis fue r谩pidamente adoptada por las fuerzas interesadas en mantener la imagen de infalibilidad de los servicios israel铆es, bas谩ndose en el argumento de que «no fueron los palestinos quienes enga帽aron a los israel铆es, sino que fueron estos 煤ltimos quienes fingieron ser enga帽ados para enga帽ar a los palestinos» . Bastar铆a, de hecho, observar las consecuencias de esos acontecimientos (desde los cientos de muertes israel铆es causadas por el caos en los mandos de las FDI y la aplicaci贸n masiva y extensa de la infame Directiva An铆bal, hasta las dimisiones de altos mandos militares y de inteligencia, y, en general, el impacto de ese ataque en Israel) para refutar la tesis. Pero tambi茅n hay otro elemento a considerar. Obviamente, hubo indicios de actividades preparatorias por parte de la Resistencia de Gaza, detectados por los servicios de observaci贸n. Pero, como es habitual, estas se帽ales son evaluadas por los l铆deres militares, en un marco de informaci贸n m谩s general, quienes deciden si las tienen en cuenta y en qu茅 medida. Esta evaluaci贸n se vio socavada por dos factores: la creencia de que Ham谩s no era capaz de llevar a cabo un ataque significativo y que no ten铆a planes de hacerlo a corto plazo, y que, en cambio, hab铆a indicios mucho m谩s significativos (y preocupantes) de una escalada en Cisjordania, la regi贸n m谩s cercana al coraz贸n de una parte importante del gobierno israel铆. De hecho, en las semanas previas al ataque, una parte importante de las fuerzas armadas se redespleg贸 desde las fronteras de Gaza a Cisjordania.
En cualquier caso, el ataque palestino tuvo un impacto devastador en Israel a todos los niveles. En el gobierno, que comprendi贸 de inmediato c贸mo esto pon铆a en duda su capacidad para defender el pa铆s; en el ej茅rcito y los servicios secretos, cuya ineficacia expuso; y, obviamente, en toda la sociedad israel铆, que vio derrumbarse en un instante todos los pilares sobre los que se basaba su idea de seguridad. Y la feroz reacci贸n que sigui贸 no fue simplemente un ejemplo del principio cl谩sico de la respuesta desproporcionada, sino una aut茅ntica catarsis hist茅rica, totalmente carente de racionalidad, tanto pol铆tica como militar. Un estado psicol贸gico del que tard贸 meses en salir.
Sin embargo, esos acontecimientos demolieron la certeza de poder disponer, siempre y en todo caso, de una capacidad disuasoria capaz de mantener a raya a las formaciones combatientes palestinas, sin que 茅stas constituyan nunca una aut茅ntica amenaza para Israel.
La consecuencia m谩s importante fue, obviamente, el cuestionamiento de toda la doctrina de seguridad, basada precisamente en la disuasi贸n y la guerra intermitente. Una doctrina que recibi贸 el golpe de gracia en el momento de la confrontaci贸n directa con Ir谩n. De hecho, las dos operaciones iran铆es True Promise 1 y 2 han puesto de manifiesto c贸mo la seguridad de Israel y su capacidad disuasoria quedaron anuladas, hasta el punto de que, sin la intervenci贸n directa y activa del aliado estadounidense, habr铆a sido imposible una defensa eficaz contra los ataques. Todo esto, junto con las mencionadas fisuras en el tejido social, est谩 llevando a una redefinici贸n radical del marco conceptual de la arquitectura de seguridad, que est谩 pasando de la idea de contener al enemigo (ya sea Ham谩s, Hezbol谩 o un pa铆s hostil) a la de eliminarlo, aun sabiendo, sin embargo, que esto es pr谩cticamente imposible. El resultado es la transici贸n gradual a una situaci贸n de guerra permanente.
La creciente percepci贸n de inseguridad, de hecho, empuja a los l铆deres israel铆es, y a parte de la propia sociedad, a un enfoque que claramente privilegia el aspecto militar sobre el pol铆tico. Obviamente, tambi茅n influyen factores pol铆ticos internos, que no se deben simplemente a la fragilidad pol铆tica del gobierno ni a los temores personales de Netanyahu, sino tambi茅n a la necesidad de mantener la unidad del pa铆s, que en muchos otros aspectos est谩 peligrosamente cerca de la divisi贸n.
Esta nueva visi贸n de la seguridad, que ya no se basa en la capacidad de respuesta sino en la necesidad de prevenir, conlleva sin embargo consecuencias importantes y problem谩ticas, haciendo necesarios cambios de direcci贸n (y no s贸lo) tanto en las fuerzas armadas como en los servicios secretos, cambios que, como es l贸gico, a su vez provocan tensiones.
La cuesti贸n fundamental es que esta reorientaci贸n de la doctrina de seguridad, cada vez m谩s proactiva, implica un aumento de las tensiones y de las situaciones de crisis, en un contexto en Oriente Medio que ha cambiado definitivamente, y en absoluto para bien de Israel. La ca铆da del r茅gimen de Asad, por mencionar solo lo que Netanyahu reivindica como el mayor 茅xito de su acci贸n para redise帽ar Oriente Medio, y en la que el papel israel铆 fue secundario y predominantemente previo, fue en realidad un 茅xito turco, y est谩 intensificando las hostilidades latentes ya existentes entre Ankara y Tel Aviv. Mientras tanto, en el frente de Gaza, la insistencia en la ocupaci贸n del corredor de Filadelfia y el cruce de Rafah produce el mismo efecto con Egipto.
El Estado jud铆o se encuentra hoy ante una situaci贸n de conflicto en m煤ltiples frentes (Gaza, Cisjordania, L铆bano, Siria, Yemen, Ir谩n...) y prolongado como nunca antes: se trata de la guerra m谩s larga jam谩s librada por Israel y de la que no consigue salir.
Y esta es tambi茅n una guerra en la que no se puede lograr un resultado definitivo y que, por lo tanto, se vuelve necesariamente permanente. Una situaci贸n insostenible para Israel, sin embargo, tanto porque, como se ha dicho, sus fuerzas armadas est谩n compuestas en gran parte por reservistas (que no pueden ser apartados del sistema econ贸mico del pa铆s por mucho tiempo), como porque un estado de guerra permanente produce un efecto de acumulaci贸n dif铆cil de sostener. Por ejemplo, seg煤n datos oficiales publicados recientemente, el sistema de asistencia p煤blica tiene actualmente a su cargo a 78.000 soldados gravemente heridos o discapacitados, de los cuales 16.000 como consecuencia de los conflictos posteriores al 7 de octubre. Lo que equivale a que en Italia hubiera casi 700.000 inv谩lidos de guerra... Y, obviamente, no se trata solo de un problema econ贸mico (personas improductivas y dependientes del Estado), sino tambi茅n psicol贸gico, ya que representan visualmente una herida social que no se reabsorbe, y que se suma a la de los ca铆dos (para los que no existen cifras oficiales cre铆bles).
La paradoja radica en que el Estado de Israel se encuentra ahora en una situaci贸n en la que ya no puede contener amenazas mediante un ejercicio peri贸dico de fuerza, y no solo debe ejercerla constantemente, sino que incluso requiere, en gran medida, la cooperaci贸n activa de Estados Unidos en su defensa. Por lo tanto, el Estado jud铆o tender铆a a aspirar a una guerra decisiva, capaz de aniquilar a todos sus enemigos (reales y potenciales), o al menos reducir significativamente su capacidad ofensiva. Algo que, sin embargo, no solo es absolutamente incapaz de hacer solo, sino que, en cualquier caso, no podr铆a lograrse simult谩neamente. Al mismo tiempo, el pa铆s de cuya ayuda depende vitalmente, Estados Unidos, no tiene ning煤n inter茅s estrat茅gico en exacerbar la regi贸n, e incluso si pudiera estar disponible para una guerra cin茅tica, esta deber铆a ser limitada, r谩pida y lo menos dolorosa posible para el propio Estados Unidos. Una condici贸n, en general, ahora inaccesible en cualquier frente, y mucho menos en el de Oriente Medio. Israel, por tanto, est谩 condenado a un estado de guerra permanente que lo consumir谩, sin importar el da帽o que pueda causar a su vez a sus enemigos mientras tanto.
Notas
1 – Es interesante notar que la sociedad israel铆, en los 煤ltimos a帽os, tambi茅n se ha visto marcada por un fen贸meno opuesto al de las primeras d茅cadas tras la fundaci贸n del Estado de Israel. Si bien inicialmente hubo un fuerte flujo migratorio hacia el nuevo Estado, especialmente de jud铆os asquenaz铆es europeos, ahora se observa un fen贸meno opuesto: los jud铆os, especialmente los liberales, abandonan Israel y se dirigen principalmente a Europa. Seg煤n un informe de Jewish Policy Research (v茅ase “Israelis outside: Transformation of the Jewish Diaspora?” , JPR ), m谩s de seiscientos mil israel铆es han abandonado el pa铆s (es decir, poco menos del 10% de la poblaci贸n jud铆a). Obviamente, este fen贸meno favorece la prevalencia del componente mizraj铆 (jud铆os de Oriente Medio y el norte de 脕frica), particularmente involucrado en el movimiento de colonos.
2 – V茅ase “El Reino de Judea vs. el Estado de Israel” , Alastair Crooke, Unz Review