Por Livia Díaz
Xalapa
El domingo hizo cinco años del asesinato de una periodista, a plena luz del día, en el centro de Papantla, Veracruz.
El trabajo para ella era de por sí, difícil. Poco después de entrar a su mandato, el presidente de turno Andrés Manuel López Obrador, mandó a terminar con la protección a periodistas con medidas cautelares. No tardaron mucho en aniquilar los sueños de María Elena Ferral, que asistió a la oficina de un notario y al salir fue víctima de una venganza que a decir del proceso legal que se sigue y como se consigna en el expediente, fue dirigido por el expediente diputado Basilio Picazo Pérez, personaje que no ha sido detenido, y quien desde fin del año pasado han dejado de buscar. Qué bueno sería que el también ex alcalde de Coyutla compareciera ante el juez y fuera cuestionado sobre su autoría en este crimen, por el que hay más de una docena de internos en la cárcel. La operación, los motivos, y como se dice ahora por las nuevas generaciones por qué "desvivieron" a la madre de dos chicos que quedaron en la orfandad y a pesar de eso siguen buscando justicia.
Hace un par de días se empezó a hablar del tema. Por varios medios locales, hay sus razones políticas, y es que el señalado y su familia son comúnmente electos en cargos públicos, actualmente su esposa quien contendió por el partido morena, en turno, en el poder. Partido que tiene mayoría en el Congreso local y en el federal. Quizá esto inspira a la hija de María Elena, de nombre María Fernanda De Luna Ferral a pedirle a los gobiernos que actúen conforme a derecho. Para comenzar que atraiga el caso el personal de la instancia federal, dado que aquí sigue todo "como si nada".
Con María Elena murió su periodismo. Sus investigaciones ya no ocupan planas de diarios. La denuncia, información, el oficio que tenía. La última vez que nos vimos acababa de cambiar el gobierno. Los nuevos la invitaron a dirigir una oficina en Gutiérrez Zamora lo que dejó pensando en contender como aspirante a candidata a la alcaldía de ese municipio, todo fue muy rápido. En una vorágine del periodismo que los libros no han documentado porque los que se sienten ahora que lo conocen nunca han ido a esos lugares a batir lodo, ni han tenido que cobrar aunque sea 100 pesos por una transmisión en vivo, porque creen que todos son asalariados. La mayoría no sabe lo que la mamá de dos chicos hace para que los grandes diarios estatales lleve lo mejor en sus páginas.
Aquello que fue el periodismo y ya no es ahora, era más de talento y oficio que de escuelas, y hace falta una mente informada y aguda para entender. Es la quinta vez que despido a mi compañera, con el corazón partido porque la extraño, como muchos seguramente. Quienes consideran que una noticia justifica un crimen y quienes se hacen de la vista gorda, ya olvidaron que hay un presunto asesino suelto.