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Mujeres, duelo y resistencia

 Eren Keskin

He participado en la lucha por los derechos humanos desde la d茅cada de 1990. Junto con mis amigos, he presenciado tanto sufrimiento causado por la guerra que la gente dif铆cilmente lo creer铆a si se lo contara. A pesar del inmenso dolor y el profundo duelo, siempre sentimos un profundo respeto por la inquebrantable resistencia. Las mujeres desempe帽aron un papel crucial en esta resistencia, y hubo algunas que jam谩s podr茅 olvidar.

Nunca he olvidado a la madre que fue detenida por colgar una fotograf铆a de su hijo, un guerrillero, en la pared. Fue torturada durante su detenci贸n y encarcelada por presunta complicidad. Lloraba constantemente en prisi贸n. Pero su queja nunca fue sobre la tortura. Lo que no entend铆a era por qu茅 estaba prohibido exhibir la fotograf铆a de su hijo. Esa madre nunca la quit贸 de la pared. Sin embargo, muri贸 sin reencontrarse con su hijo.

Una mujer que jam谩s podr铆a olvidar, y quiz谩s ninguna otra que haya luchado por una soluci贸n a la cuesti贸n kurda en esta regi贸n, fue Gurbetelli Ers枚z. Gurbetelli era periodista. Fue la editora jefe de 脰zg眉r G眉ndem, la primera mujer en ocupar este cargo en nuestra regi贸n. Era multicultural, bondadosa y profundamente concienzuda, con una inmensa integridad y fortaleza de car谩cter. Estaba totalmente comprometida con la cuesti贸n kurda, llegando a dar su vida por su soluci贸n. Lo que m谩s le dol铆a era su hermano menor. 脡l estudiaba en la universidad para ser m茅dico, y su mayor sue帽o era verlo ejercer como tal. Sin embargo, descubri贸 que hab铆a decidido unirse a la resistencia en las monta帽as. Un d铆a, se volvi贸 hacia m铆 y me dijo: "¿Podr铆as hablar con mi hermano? Tambi茅n necesitamos m茅dicos. ¿Puedes convencerlo de que contin煤e sus estudios y no deje la universidad?". Habl茅 con su hermano, y 茅l respondi贸: "Hermana, no te molestes. Ya he tomado una decisi贸n". Poco despu茅s, el hermano menor de Gurbetelli, que estudiaba medicina, fue asesinado junto a sus amigos en el camino antes de llegar a su destino. Su mayor dolor era por su hermano. Finalmente, lo sigui贸. Nunca he olvidado a Gurbetelli. Como mujer, recuerdo su postura erguida, su serenidad en cada situaci贸n, su sonrisa resiliente —incluso en prisi贸n—, su devoci贸n a su hermano, su profundo duelo y su fuerza de resistencia.

En este entorno devastado por la guerra, he conocido a muchas mujeres y jam谩s he visto a ninguna albergar deseos de venganza. A pesar de haber sufrido numerosas violaciones, ninguna de las mujeres con las que habl茅 dijo jam谩s que deseara la guerra. La frase que siempre escuch谩bamos de las madres y mujeres kurdas era «Queremos la paz». La paz siempre fue su anhelo. Su 煤nica esperanza y la mayor raz贸n para soportar su dolor era alcanzar la paz alg煤n d铆a.

Sent铆 a煤n m谩s profundamente los sentimientos de estas mujeres durante la masacre de 艦谋rnak, cuando conoc铆 a las mujeres de la aldea de 艦谋rnak, situada entre 艦谋rnak y Cizre. Era 1993 y 艦谋rnak hab铆a sido atacada recientemente por las fuerzas estatales, lo que provoc贸 una agitaci贸n generalizada. Viajamos a la regi贸n como delegaci贸n y nos alojamos en el Hotel Kad谋o臒lu de Cizre. Un jefe de la aldea se present贸 en nuestro hotel y nos dijo: «Est谩n incendiando nuestra aldea. Por favor, ay煤dennos». Partimos juntas, pero los soldados nos bloquearon el paso, diciendo que las carreteras estaban minadas y que no pod铆amos pasar. Un Renault blanco conducido por un joven y lleno de mujeres y ni帽os se acerc贸 desde la direcci贸n opuesta. Eran tantos que no pudimos contarlos a todos, pero nunca olvidar茅 a la anciana que nos mostr贸 sus manos quemadas por la ventana. Entonces nos dejaron pasar. Llegamos al pueblo de 艦ah, entre 艦谋rnak y Cizre. Una mujer postrada en cama llamada Bende 脰zdemir, de unos 60 a帽os, se asfixi贸 por el humo durante el incendio, pues no pod铆a levantarse. En el jard铆n, herv铆a agua en una olla grande para lavar a los difuntos. Bende 脰zdemir yac铆a en el suelo y dos mujeres le sosten铆an la cabeza. Cuando preguntamos por qu茅, la respuesta que nos dieron me qued贸 grabada para siempre: «Ya no inclinamos la cabeza ni siquiera ante nuestros muertos». Esta frase nos conmovi贸 profundamente a todos. Era una forma de expresar un dolor entrelazado con la resistencia: no permitiremos que ni siquiera nuestros muertos inclinen la cabeza.

Hemos presenciado muchos incidentes similares, y durante este per铆odo de conflicto, nos dimos cuenta de que las mujeres ofrecieron la resistencia m谩s persistente y eficaz. Esto se debe a que las mujeres entregaron sus seres m谩s preciados a este entorno de conflicto y guerra. Sufrieron p茅rdidas y dolor, y aun as铆, permanecieron en resistencia. Su 煤nico objetivo era resolver la situaci贸n pac铆ficamente y, finalmente, reunirse con sus seres queridos.

Algunas de estas mujeres en duelo llegaron a nuestras vidas como las Madres del S谩bado y las Madres de la Paz. Ambas eran madres que hab铆an sufrido un gran dolor durante el conflicto. Hab铆an perdido a sus hijos, c贸nyuges y otros seres queridos, ya sea por desapariciones forzadas o en el transcurso de la guerra. Su lucha fue tan significativa que este acto de desobediencia civil influy贸 en movimientos por la paz en todo el mundo.

Una de estas madres era Berfo, muy conocida por el p煤blico. Su hijo Cemil, Cemil K谋rbay谋r, un joven kurdo, ten铆a una visi贸n socialista del mundo. Tras el golpe militar del 12 de septiembre, Cemil fue detenido en Kars y, desde entonces, no se supo nada m谩s de 茅l. Durante a帽os, la familia busc贸 informaci贸n sobre el paradero de Cemil. Muchos testigos y amigos de Cemil se presentaron para declarar que hab铆a sido torturado y asesinado. Sin embargo, el estado no respondi贸. Pasaron los a帽os, y Berfo cumpli贸 100 a帽os. Desde el d铆a en que Cemil se fue de casa hasta que cumpli贸 100, nunca cerr贸 la puerta, siempre la dej贸 abierta con la esperanza de que Cemil regresara alg煤n d铆a. Berfo esper贸 a Cemil hasta su muerte. En una ocasi贸n, tuvo alguna esperanza porque la m谩xima autoridad del estado le hab铆a hecho una promesa. En 2011, el entonces primer ministro, Tayyip Erdo臒an, se reuni贸 con las familias de los desaparecidos y les dijo: «Bajo nuestro gobierno, nadie desaparecer谩 bajo custodia, y el destino de todos los desaparecidos ser谩 revelado», haciendo una promesa especial a Berfo. Se comprometi贸 a averiguar qu茅 hab铆a sucedido con su hijo y qui茅n era el responsable. De hecho, se cre贸 una comisi贸n en el parlamento bajo instrucciones de Erdo臒an para investigar la desaparici贸n de Cemil K谋rbay谋r. Como abogados de la familia, los acompa帽amos y prestamos declaraci贸n. Todo el personal militar, policial y de inteligencia (M陌T) superviviente de ese per铆odo fue interrogado, y finalmente el Estado public贸 un informe oficial. La comisi贸n concluy贸 en el informe que Cemil K谋rbay谋r hab铆a sido torturado y asesinado tras su detenci贸n y que su cuerpo hab铆a sido ocultado. Este fue el propio informe del Estado, que en realidad constituy贸 una confesi贸n aplicable a todas las familias de los desaparecidos. Pero ¿qu茅 ocurri贸? La postura pol铆tica de quienes ostentaban el poder cambi贸, al igual que las alianzas. Tras un acuerdo con el estado profundo, todas las promesas se olvidaron, dejando a Berfo sola con su profundo dolor. Falleci贸 mientras a煤n esperaba a Cemil. De hecho, el dolor de Berfo quiz谩s simbolizaba el de todas las madres de la regi贸n.

Ambas partes han soportado mucho dolor, ya que los conflictos inevitablemente causan sufrimiento a todos los involucrados. Sin embargo, mientras una de las partes logr贸 hacerse o铆r por todos, la voz de la otra fue en gran medida ignorada o ignorada, salvo por los defensores de los derechos humanos, ciertas instituciones y un n煤mero limitado de personas. Esta doble moral es la base de todos los problemas que hemos enfrentado.

Ahora estamos entrando en un nuevo proceso. Ha surgido una oportunidad para sanar este dolor y esta pena, en cierta medida, y estoy segura de que las mujeres son las que m谩s anhelan esta esperanza. Todas esas mujeres valientes que han sentido y evocado dolor, junto con la resistencia. As铆 pues, si se da un verdadero proceso de paz, las mujeres ser谩n las m谩s felices.





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