S. Baranga
“Europa eleva el tono contra Israel”, dice satisfecha la prensa progresista, y aplaude los mensajes y las declaraciones en horario de m谩xima audiencia, antes de seguir con la m煤sica y la fiesta. Palabras que apenas suponen ya, casi dos a帽os despu茅s, un 煤ltimo eco de humanidad en medio de la barbarie, restos del naufragio de la dignidad. Mientras tanto, Israel bombardea: 114, 130, 70, 50 muertos. Los gestos pueden calmar algunas conciencias, pero no detienen los asesinatos.
Sin embargo, los titulares se suceden: “El Reino Unido rompe sus negociaciones comerciales con Israel”, “Francia, el Reino Unido y Canad谩 amenazan a Israel con represalias”, “La UE revisar谩 el acuerdo comercial con Israel”, “Espa帽a promueve una coalici贸n internacional para romper el bloqueo a Gaza con sanciones a Israel”, “La UE eleva el reconocimiento diplom谩tico de Palestina”, “S谩nchez carga contra Israel”. El genocidio es demasiado dif铆cil de digerir, las pol铆ticas sobrepasan ya en exceso lo impresentable. Hay que hacer algo: simular, vociferar, aparentar.
La realidad, sin embargo, es mucho m谩s prosaica que los titulares. La Uni贸n Europea evaluar谩 el incumplimiento del art铆culo 2 de su Acuerdo de Asociaci贸n con Israel, en relaci贸n con el respeto a los derechos humanos (¡como si el tribunal de La Haya, o las im谩genes que se suceden a diario, no lo hubieran dejado claro!); pero ahora mismo es imposible que se produzca la unanimidad necesaria para una ruptura total del acuerdo, o incluso la mayor铆a cualificada para una suspensi贸n parcial. De hecho, Alemania se ha encargado bien pronto de enfriar los 谩nimos de los “optimistas”, al rechazar un embargo de armas, aun reconociendo que Israel «sobrepasa los l铆mites» en Gaza. «Este pa铆s […] est谩 obligado, como ning煤n otro en el mundo, a contenerse a la hora de dar consejos a Israel», ha afirmado con tono culpable y contrici贸n cristiana el nuevo canciller. Por eso, Alemania fue el segundo suministrador de armas (30% del total) al estado sionista entre 2019 y 2023. O quiz谩 sea, tambi茅n, que la derecha alemana se deja seducir cada vez m谩s por la tentaci贸n v枚lkisch, ese etnonacionalismo cuya pauta marca ahora Israel, gan谩ndose la admiraci贸n de todo buen supremacista blanco.
Por su parte, el Reino Unido ha interrumpido las negociaciones sobre un nuevo acuerdo, pero no suspende sus relaciones comerciales con Israel. Como recordaba Olga Rodr铆guez, en fin, ning煤n estado europeo ha cumplido el dictamen de la Corte Internacional de Justicia que solicitaba, en julio pasado, «impedir relaciones comerciales y de inversi贸n» que contribuyan a la ocupaci贸n ilegal israel铆. No solo eso, sino que a la represi贸n cotidiana contra manifestantes y la prohibici贸n de movilizaciones se suma la persecuci贸n de organizaciones y el cierre de medios de comunicaci贸n solidarios con Palestina, como muestran los casos de Urgence Palestine y La Jeune Garde, en Francia, y Red Media en Alemania.
Se trata, pues, de la versi贸n m谩s mort铆fera de la pol铆tica lampedusiana: gesto serio y palabras vac铆as mientras llueven los porrazos, circulan las municiones y caen las bombas.
¿Y Espa帽a? «Pedro S谩nchez refuerza su l铆nea propalestina», afirma satisfecho El Pa铆s. ¿El motivo? Espa帽a propondr谩 a la ONU que el Tribunal Internacional de Justicia (¡!) se pronuncie sobre el bloqueo israel铆 a Gaza. Del dictamen de julio, sin embargo, ni el m谩s m铆nimo recuerdo, lo cual no es obst谩culo para que Albares se ponga 茅pico: «Ha llegado el tiempo de la acci贸n». Pero ¡ah!, el ministro quiere representar Fuenteovejuna en Bruselas. La banda de trileros y prestidigitadores que se hace llamar “Gobierno progresista” se escuda en la falta de acuerdo en la UE, barrera al parecer impenetrable, por m谩s que el movimiento de solidaridad, con BDS a la cabeza, le haya indicado el camino: Real Decreto. “¡No podemos hacer nada!”, se obcecan aquellos, al tiempo que prosiguen su endiablada carrera de gestos de mimo diplom谩ticos y optan por tramitar una ley que, en el mejor de los casos y muchas muertes palestinas despu茅s, permitir谩 al Gobierno decretar un embargo que podr铆a ejecutar ya mismo. No olvidemos que es pr谩cticamente el mismo ejecutivo que entreg贸 a los saharauis al sanguinario s谩trapa marroqu铆. Mientras tanto, se hace p煤blico que Espa帽a ha adjudicado o formalizado cuarenta contratos de compra a empresas israel铆es de armamento desde octubre de 2023. La hipocres铆a como “mal menor” frente al cinismo: como afirma el Centre Del脿s, Espa帽a mantiene con Israel relaciones armament铆sticas «m谩s abundantes que nunca» desde octubre de 2023.
Para algunos, pues, se tratar铆a a lo sumo de recuperar el “orden” de 1945, uno de los para铆sos perdidos del mundo de posguerra junto al estado de bienestar: declaraciones altisonantes en las asambleas de la ONU, vetos en el Consejo de Seguridad, algunas resoluciones y, finalmente, incumplimiento sistem谩tico por Israel (y van m谩s de sesenta). Parecer铆a que, en pol铆tica internacional, la 煤nica disyuntiva posible fuera entre el sistema de “seguridad” implantado tras la Segunda Guerra Mundial y el “nuevo orden” de Trump: hipocres铆a o cinismo. Como si, dentro de las reglas de la econom铆a capitalista, hubiera marcha atr谩s posible en la entrop铆a hacia la que se lanza, cada vez m谩s aceleradamente, el imperialismo. Como si la elecci贸n no siguiera siendo la misma: socialismo o barbarie.
Y es que, al contrario de lo que sucedi贸 con la Sud谩frica del apartheid, Israel se halla cada vez m谩s estrechamente vinculado al imperialismo. Ya no es solo el gendarme del orden geopol铆tico “occidental” en el Pr贸ximo Oriente, el guardi谩n de los yacimientos y las rutas del petr贸leo; ahora, es el bloque atlantista el que depende m谩s del conocimiento, las armas y la tecnolog铆a sionistas, «probados en combate»: espionaje telef贸nico, torres y robots aut贸nomos de vigilancia fronteriza, drones, t谩cticas de contrainsurgencia… El estado sionista tiene mucho que ofrecer a la Europa del capital y la guerra y, en general, a las diferentes potencias imperialistas, en su af谩n por fortificarse frente a quienes huyen de los horrores del saqueo neocolonial y en su carrera hacia la destrucci贸n de los derechos civiles y de la propia democracia burguesa. Y los israel铆es saben que pueden contar con unos gobiernos lacayunos que se limitan a ladrar desde la valla.
Y no obstante, esa pol铆tica exterior se conjuga dial茅cticamente tambi茅n con las necesidades de la pol铆tica interna. De ah铆 que muchos gobiernos “occidentales” se hayan visto a hacer declaraciones que en setenta y siete a帽os de Nakba no se hab铆an atrevido a sugerir siquiera. Tal es el nivel de salvajismo insoportable mostrado por Donald Trump y Netanyahu, con sus planes de construir un resort sobre la sangre de 17.000 ni帽os, as铆 de degradante es el comportamiento bestial de la sociedad israel铆 ante los ojos del mundo, que el solo silencio disuelve toda legitimidad institucional. Pero, sobre todo, han sido el tes贸n, la convicci贸n y la combatividad de cientos de miles de personas, y en particular de la juventud, los que han obligado a los mandamases del continente, en concreto, a sustituir el cinismo por las l谩grimas de cocodrilo. Que un medio progresista como P煤blico tuviera la desverg眉enza de cocinar un reportaje el mismo d铆a 10 de mayo, bajo el t铆tulo «Espa帽a contempla en directo el genocidio de Gaza sin una contundente respuesta social», cuando miles y miles de personas sal铆an a la calle, tanto en Madrid como en otras ciudades, con un claro mensaje de repulsa y exigencia de acciones al Gobierno, no es inconveniente para que los de S谩nchez y D铆az tomen buena nota de lo que piensan sus bases, quiz谩 recordando las estimaciones que calculaban en nueve millones de votos los perdidos por Biden a causa de sus pol铆ticas contra los palestinos. De ah铆 que ahora todo sean golpes de pecho y trucos para hacer pasar las mentiras sobre el comercio de armas con Israel.
Como se帽alaban Jorge Ramos en el mismo P煤blico y el historiador israel铆 (exiliado) Ilan Papp茅 meses atr谩s, el fin de Israel puede estar aproxim谩ndose, debido a m煤ltiples factores internos y externos; pero, mientras tanto, el pueblo palestino continuar谩 padeciendo sufrimientos indescriptibles. Hay que empujar hacia ese fin, pero no solo nos va en ello la vida de los palestinos. Por todo lo dicho, acabar con la ocupaci贸n de Palestina significa golpear al imperialismo, oponerse al creciente autoritarismo de las democracias burguesas “occidentales”. En nuestras manos est谩, pues, obligar a este gobierno de embusteros imperialistas a tomar decisiones efectivas: medidas que detengan la cat谩strofe y que sirvan para empezar a poner a Israel contra las cuerdas, hasta llevar a prisi贸n a los responsables del genocidio y hacer realidad una Palestina libre y democr谩tica, desde el r铆o hasta el mar.