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Personas desplazadas en Haití, entre la violencia, la precariedad y la incertidumbre


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CICR

En el corazón de la capital, el patio de la Escuela Nacional Argentine Bellegarde se transformó en un campamento improvisado que alberga, como mínimo, a 695 familias desplazadas. Hoy este establecimiento educativo hace las veces de refugio para muchas personas procedentes de zonas que, actualmente, están afectadas por la violencia armada.

“Desde que estoy aquí, la miseria es total”, cuenta Rose-Marie, una mujer quincuagenaria que ya perdió la cuenta de la cantidad de veces que debió cambiar de refugio, asediada por el caos de la violencia.

“Mire el estado de las paredes. Nos pasamos todas las noches matando chinches. Mire en la miseria en la que vive una mujer de mi edad”, agrega. Rose-Marie vive hace tres meses en este campamento con sus cinco hijos.

Como consecuencia de los desplazamientos, de las largas caminatas y de las noches que pasó durmiendo en el suelo, desarrolló dolores en las piernas. Al estar privada del acceso a la asistencia de salud, su situación se deterioró y ya no puede caminar, ni solventar las necesidades de sus hijos.

“Estoy enferma, quedé paralizada. Antes, podía caminar por las calles, mendigar puerta por puerta y encontrar algo para alimentar a mis hijos.

Pero, así, ya no puedo hacer nada. Si se acerca la violencia, ya ni siquiera podría desplazarme. Quizá muramos aquí, con mis hijos”, relata llorando. 

Según la ONU, existen al menos 246 campamentos de personas desplazadas en Puerto Príncipe. Actualmente, la mayoría de ellos se encuentran desbordados por la llegada incesante de las poblaciones y cada uno alberga a unas 2.000 personas en promedio. Allí, las condiciones de vida son extremadamente precarias, con un acceso limitado, incluso nulo, al agua, a los alimentos y a la asistencia de salud. La higiene y la intimidad son dos conceptos prácticamente inexistentes.

“Las condiciones de vida y de higiene en los campamentos de personas desplazadas internas que visitamos son cada vez más difíciles. Hay familias enteras apiñadas en pequeñas salas o cobertizos. Hay mujeres con hijos muy pequeños que duermen directamente en el suelo, en ocasiones, a la intemperie y expuestos a todo tipo de violencia. Si no se hace nada, esta situación podría empeorar”, explica Mamoudou Diallo, responsable del programa de Agua y Hábitat del CICR en Haití.

En casi todos los campamentos de desplazados, todo es una urgencia. Sin embargo, pese a todo, las familias intentan sobrevivir como pueden.
“Lo que es aún más grave es que no tenemos baños. Todos los retretes están tapados. Nuestros pedidos de ayuda quedan sin respuesta”, cuenta la señora Rodríguez, otra madre desplazada.

“Por la falta de sanitarios, nos vemos obligados a hacer nuestras necesidades en bolsas, y muchas personas usan pequeños cubos. Sufrimos muchísimo”, agrega.





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