Por David Garc铆a Mart铆n
Hace tiempo que acab贸 el hero铆smo del guerrero que sal铆a a batirse al campo de batalla. Hoy la tecnolog铆a ha avanzado tanto que los aviones no necesitan tripulaci贸n y son dirigidos a miles de kil贸metros por militares sentados c贸modamente en su sill贸n, robots que combaten con pistolas l谩ser como en las pel铆culas de ciencia ficci贸n, y m谩quinas de m谩xima precisi贸n tras una mirilla donde antes hab铆a una conciencia humana.
Es la tecnificaci贸n de la guerra amparada en la “efectividad y la seguridad”. Es la ciberguerra.
Los ej茅rcitos saben que usar robots teledirigidos o con inteligencia suficiente para moverse de forma aut贸noma por una zona en conflicto es la mejor forma de proteger a sus tropas, pero tambi茅n es una manera de perderles el respeto a las consecuencias que provocan estas guerras e “iniciarlas con mucha facilidad y con costes m铆nimos”, afirma Wendell Walach, acad茅mico del Centro Interdisciplinar de Bio茅tico de Yale.
Con un campo de pruebas como Irak y Afganist谩n y un presupuesto de 750.000 millones de d贸lares en Defensa, Estados Unidos y su econom铆a de guerra benefician a numerosas corporaciones que se lucran con el negocio de las armas y sus nuevos inventos. Ya en el a帽o 2001, el Congreso de Estados Unidos encarg贸 al Pent谩gono que, para el a帽o 2015, un tercio de los veh铆culos que se usan para el combate terrestre se manejasen con control remoto, informa The New York Times.
La guerra nuclear es una alarma que siempre est谩 presente y, salvo los sobresaltos de Ir谩n, Pakist谩n y Corea del Norte, la situaci贸n internacional parece relativamente controlada. En un intento de hacer creer a la opini贸n p煤blica que la carrera armament铆stica est谩 en un lento proceso de desmantelamiento, Estados Unidos y Rusia han llegado a acuerdos de reducci贸n de cabezas nucleares. A pesar de esto, el presupuesto anual de la potencia norteamericana se ha visto incrementado en 31.000 millones con respecto al a帽o 2010. Por otro lado, no se habla de las incipientes armas biol贸gicas. Pero, ¿significa esto que las grande potencias han decidido tomar la v铆a pac铆fica y de no proliferaci贸n de armas? Improbable. Seg煤n los expertos, los escenarios est谩n cambiando. Dejar a un pa铆s sin suministro de agua, inhabilitar su espacio a茅reo o desconectarlo de su sistema de seguridad son las nuevas f贸rmulas que practican como alternativa a las guerras convencionales.
Es el caso de Estonia y Georgia que, en el a帽o 2007 y 2008, respectivamente, sufrieron ciberataques, con Rusia como m谩xima sospechosa. Como respuesta a estos ataques, en mayo del 2008, la OTAN puso el Centro de Excelencia para la Ciberdefensa en un cuartel militar estonio.
Estados Unidos ya ha creado un cibercomando e Israel tiene la Unidad 8200, un cuerpo especial que se dedica exclusivamente a la guerra cibern茅tica, informa Jos茅 Ignacio Torreblanca: “Penetrar inform谩ticamente a la red el茅ctrica de un pa铆s y, literalmente, desenchufarlo, ya no es ciencia ficci贸n”.
Israel tiene uno de los ej茅rcitos m谩s sofisticados del mundo. Sus esfuerzos para que Ir谩n no consiga enriquecer uranio y la imposibilidad de conseguirlo, a trav茅s de las armas convencionales, lo hacen sospechoso de introducir el virus Stuxnet en el sistema inform谩tico en la principal planta iran铆 de uranio de Natanz . “Har谩n falta dos a帽os para que Ir谩n salve el retroceso”, calcula Ralph Langer, uno de los expertos que analiz贸 e investig贸 el ataque a la Rep煤blica Isl谩mica, en declaraciones al diario The Jerusalem Post. Adem谩s, Langer asegur贸 que “esto fue casi tan efectivo como un golpe militar, pero aun mejor considerando que no hubo bajas ni una guerra total; desde una perspectiva militar, esto fue un gran 茅xito”.
El avance de las tecnolog铆as no s贸lo est谩 cambiando la manera en la que los Estados est谩n haciendo la guerra, sino que est谩 incrementando la capacidad de ataque de nuevos sujetos a trav茅s de la red. Es el caso de los ciberataques de los simpatizantes de Wikileaks a Mastercard, Visa y PayPal. Es curioso que David Cameron reduzca un 8% el gasto militar y que la prioridad en materia de seguridad sean los “sitios oficiales de Internet”.
*David Garc铆a Mart铆n es Periodista. Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)