Por David Garc铆a Mart铆n
Una foto comprometedora, un comentario de mal gusto, suplantar la personalidad de otro o una multa por orinar en la v铆a p煤blica de hace treinta a帽os, puede ser informaci贸n indeleble y p煤blica en el ciberespacio. Adem谩s, cualquier usuario puede acceder a ella con un simple clic. Lo que hasta no hace mucho parec铆a un juego, hoy a m谩s de uno le supone un aut茅ntico quebradero de cabeza. Son los nuevos conflictos que surgen en la “galaxia Internet” a causa de la colisi贸n de derechos fundamentales, como son el de libertad de expresi贸n, intimidad y protecci贸n de datos.
En el a帽o 2009, la Agencia Espa帽ola de Protecci贸n de Datos (AEPD) recibi贸 m谩s de 4.000 reclamaciones, un 75% m谩s que en el 2008. Con el uso de Internet los conflictos se han extendido y las constituciones y los c贸digos nacionales a penas recogen jurisprudencia sobre el tema. Los usuarios empiezan a reivindicar el “derecho al olvido”. 脡ste consiste en poder borrar la informaci贸n personal irrelevante que afecte a la privacidad o intimidad personal. La idea de la Uni贸n Europea es extender a la red las leyes que legislan la vida cotidiana. Pero lo que en el “mundo real” est谩 tipificado en los c贸digos y es posible llevar a cabo mediante los procedimientos rutinarios, en Internet se convierte en un proceso kafkiano y complicado.
A pesar de las dificultades, la AEPD no acepta un no por respuesta. “Ning煤n ciudadano que no goce de la condici贸n de personaje p煤blico ni sea objeto de un hecho de relevancia p煤blica tiene que resignarse a que sus datos personales circulen en la red”, asegura.
El problema de teclear el nombre de alguien y hacer clic es que los motores de b煤squeda de Google producen un efecto multiplicador y van dejando un rastro dif铆cil de borrar. Es el caso de una mujer que recibi贸 un indulto en el a帽o 1995. Cada vez que su nombre era tecleado sal铆a junto a 茅l la informaci贸n que se hab铆a publicado en su d铆a en el Bolet铆n Oficial del Estado –BOE. “El problema no es el alud de informaci贸n sobre una persona que puede albergar Internet, sino que sea informaci贸n imperecedera”, explica para El Pa铆s Artemi Rallo, director de la AEPD.
Con toda la informaci贸n que se genera y con el boom de las redes sociales, este tipo de casos se est谩n multiplicando. En el a帽o 2009 el importe en multas ascendi贸 a unos 25 millones de euros. La UE quiere poner las bases para que este “mundo paralelo” no sea tierra de nadie y que el almacenamiento de la informaci贸n no sea eterno. Y sobre todo para que los usuarios tengan el control de aquellos datos que no son de inter茅s p煤blico y con el que se puede hacer mucho da帽o. Es el caso de un importante empresario al que le suplantaron el perfil de Facebook. Mintieron en su nombre e inventaron cosas suyas, tanto del 谩mbito p煤blico como del personal.
Ya hay empresas que han visto el negocio y se dedican a mediar en este tipo de conflictos. Es el caso de salirdeinternet.com. Por unos 50 euros se encargan de hacer desaparecer la informaci贸n no deseada que se encuentra en la red.
El buscador Google se escuda en que, a pesar de ser 茅l que multiplica la informaci贸n y la propaga por todo el mundo, 茅l no es el que controla el contenido de las p谩ginas web. A pesar de esto, muchas veces, despu茅s de borrar la informaci贸n no deseada de la p谩gina, Google sigue reproduciendo la informaci贸n porque 茅sta ya se ha colado por otros lugares.
La UE quiere regular este vac铆o legal que permite que la informaci贸n de los usuario vaya de aqu铆 para all谩 sin control alguno. Pero la jurisdicci贸n de la Uni贸n solo afecta al continente europeo, y, los datos personales, al igual que las transferencias financieras, recorren el mundo sin temor a las fronteras ni a las barreras espacio temporales, y se saltan todas las constituciones a una velocidad exultante. Aunque los europeos regulasen el problema no estar铆a solucionado. Har铆a falta una normativa mundial, para un medio de comunicaci贸n global.
*David Garc铆a Mart铆n es Periodista
Una foto comprometedora, un comentario de mal gusto, suplantar la personalidad de otro o una multa por orinar en la v铆a p煤blica de hace treinta a帽os, puede ser informaci贸n indeleble y p煤blica en el ciberespacio. Adem谩s, cualquier usuario puede acceder a ella con un simple clic. Lo que hasta no hace mucho parec铆a un juego, hoy a m谩s de uno le supone un aut茅ntico quebradero de cabeza. Son los nuevos conflictos que surgen en la “galaxia Internet” a causa de la colisi贸n de derechos fundamentales, como son el de libertad de expresi贸n, intimidad y protecci贸n de datos.
En el a帽o 2009, la Agencia Espa帽ola de Protecci贸n de Datos (AEPD) recibi贸 m谩s de 4.000 reclamaciones, un 75% m谩s que en el 2008. Con el uso de Internet los conflictos se han extendido y las constituciones y los c贸digos nacionales a penas recogen jurisprudencia sobre el tema. Los usuarios empiezan a reivindicar el “derecho al olvido”. 脡ste consiste en poder borrar la informaci贸n personal irrelevante que afecte a la privacidad o intimidad personal. La idea de la Uni贸n Europea es extender a la red las leyes que legislan la vida cotidiana. Pero lo que en el “mundo real” est谩 tipificado en los c贸digos y es posible llevar a cabo mediante los procedimientos rutinarios, en Internet se convierte en un proceso kafkiano y complicado.
A pesar de las dificultades, la AEPD no acepta un no por respuesta. “Ning煤n ciudadano que no goce de la condici贸n de personaje p煤blico ni sea objeto de un hecho de relevancia p煤blica tiene que resignarse a que sus datos personales circulen en la red”, asegura.
El problema de teclear el nombre de alguien y hacer clic es que los motores de b煤squeda de Google producen un efecto multiplicador y van dejando un rastro dif铆cil de borrar. Es el caso de una mujer que recibi贸 un indulto en el a帽o 1995. Cada vez que su nombre era tecleado sal铆a junto a 茅l la informaci贸n que se hab铆a publicado en su d铆a en el Bolet铆n Oficial del Estado –BOE. “El problema no es el alud de informaci贸n sobre una persona que puede albergar Internet, sino que sea informaci贸n imperecedera”, explica para El Pa铆s Artemi Rallo, director de la AEPD.
Con toda la informaci贸n que se genera y con el boom de las redes sociales, este tipo de casos se est谩n multiplicando. En el a帽o 2009 el importe en multas ascendi贸 a unos 25 millones de euros. La UE quiere poner las bases para que este “mundo paralelo” no sea tierra de nadie y que el almacenamiento de la informaci贸n no sea eterno. Y sobre todo para que los usuarios tengan el control de aquellos datos que no son de inter茅s p煤blico y con el que se puede hacer mucho da帽o. Es el caso de un importante empresario al que le suplantaron el perfil de Facebook. Mintieron en su nombre e inventaron cosas suyas, tanto del 谩mbito p煤blico como del personal.
Ya hay empresas que han visto el negocio y se dedican a mediar en este tipo de conflictos. Es el caso de salirdeinternet.com. Por unos 50 euros se encargan de hacer desaparecer la informaci贸n no deseada que se encuentra en la red.
El buscador Google se escuda en que, a pesar de ser 茅l que multiplica la informaci贸n y la propaga por todo el mundo, 茅l no es el que controla el contenido de las p谩ginas web. A pesar de esto, muchas veces, despu茅s de borrar la informaci贸n no deseada de la p谩gina, Google sigue reproduciendo la informaci贸n porque 茅sta ya se ha colado por otros lugares.
La UE quiere regular este vac铆o legal que permite que la informaci贸n de los usuario vaya de aqu铆 para all谩 sin control alguno. Pero la jurisdicci贸n de la Uni贸n solo afecta al continente europeo, y, los datos personales, al igual que las transferencias financieras, recorren el mundo sin temor a las fronteras ni a las barreras espacio temporales, y se saltan todas las constituciones a una velocidad exultante. Aunque los europeos regulasen el problema no estar铆a solucionado. Har铆a falta una normativa mundial, para un medio de comunicaci贸n global.
*David Garc铆a Mart铆n es Periodista