Por Carlos Migu茅lez Monroy
Para salir de la crisis, entidades financieras y gobiernos ofrecen dos recetas que se contradicen: austeridad y consumo. En la situaci贸n actual, fomentar el consumo equivale a beber alcohol para “curar” la resaca y no gastar supone un suicidio. Pero existen alternativas.
Tras la ca铆da de Lehman Brothers, ante el advenimiento de una cat谩strofe econ贸mica que recordaba al crack de 1929, los jefes de Estado de los pa铆ses ricos y los llamados “emergentes” anunciaron una “refundaci贸n” del capitalismo. Para economistas como Joseph Stiglitz, Paul Krugman (ambos premios Nobel), Jeffrey Sachs y otros, la crisis planteaba una oportunidad para transformar las estructuras del sistema que ha llevado a la pobreza y al desempleo de millones de personas, mientras no dejaban de repartirse beneficios directivos de entidades financieras, aseguradoras y agencias de rating. Los contratos “blindados” aseguraban la legalidad de la rapi帽a y el resto lo hac铆a la pasividad de los jefes de Estado por miedo a que los mercados castigaran m谩s a sus econom铆as.
La “refundaci贸n” consist铆a en un “borr贸n y cuenta nueva” para los principales responsables de la crisis: bancos, entidades financieras y agencias de calificaci贸n. Los gobiernos saquearon las arcas p煤blicas, con dinero de los contribuyentes, para rescatar los bancos y “salvar la econom铆a”. Se dejaron presionar por el FMI y el Banco Mundial, que abogaban por una reducci贸n del d茅ficit que hab铆an provocado los rescates a la banca. Esto se traduce en sacrificios que gobiernos de derechas y de “izquierdas” han pedido a las “masas” descontentas, pero adormecidas por el consumo y la “cultura” de entretenimiento. Parece como si todo tuviera que “ser divertido”, a煤n ante el desmoronamiento de derechos econ贸micos y sociales reconocidos en la legislaci贸n internacional y conseguidos como fruto del convencimiento de que 茅se era el camino para evitar guerras y descontento social.
Estos recortes en las ayudas sociales contradicen la receta aclamada por economistas y medios de comunicaci贸n: reactivar el consumo que promueven los medios de comunicaci贸n “de masas”. Resulta obvio que consumir genera riqueza y contribuye en la creaci贸n de empleo. Pero s贸lo puede conducir a una mayor deuda mantener los mismos niveles de consumo con un empobrecimiento del poder adquisitivo de los ciudadanos por la p茅rdida de empleo, la reducci贸n de salarios y la ca铆da misma de la compra de bienes y servicios.
Cada vez menos entidades financieras ofrecen facilidades para dar cuerda al endeudamiento que produce nuestro modelo de consumo. Las entidades financieras que han podido sobrevivir han utilizado los fondos p煤blicos para tapar sus propios agujeros y no para facilitar cr茅dito a peque帽as y medianas empresas, as铆 como a los aut贸nomos. Si aumentan las dificultades para acceder a pr茅stamos, ¿qui茅n podr谩 vender y qui茅n podr谩 comprar y as铆 mantener el nivel de consumo que nos llev贸 al colapso?
La austeridad que imponen el FMI y el Banco Mundial contradice el consumo que los gobiernos dicen fomentar para salir de la crisis. Si ambas recetas agravan el colapso de la sociedad de consumo, tienen que existir alternativas a estas dos v铆as que se presentan como 煤nicas salidas posibles.
Universidades y centros de investigaci贸n, con el apoyo de gobiernos, fundaciones y grandes donantes con vocaci贸n altruista resultar谩n fundamentales en una nueva econom铆a verde. El modelo de crecimiento despu茅s de la Segunda Guerra Mundial se basa en el consumo de bienes cada vez m谩s perecederos y en la “libre” competencia. Esto ha llevado al desastre ecol贸gico: contaminaci贸n de las fuentes h铆dricas, aumento de las temperaturas, cambios abruptos en el clima, desaparici贸n de especies de las que depende el ciclo de la vida. En palabras del economista que ide贸 la Teor铆a del decrecimiento, Serge Latouche, es absurdo buscar un crecimiento ilimitado en un planeta con recursos y espacios limitados.
Si este modelo de consumo ha conducido a la humanidad al borde del abismo, urge una econom铆a basada en revertir los da帽os. As铆 como se crearon fondos para rescatar a los bancos, se pueden crear otros para la recuperaci贸n de bosques y mares te帽idos de negro, as铆 como de especies en peligro de extinci贸n. Se pueden crear empleos verdes que contribuyan a la salvaci贸n de nuestro planeta.
Junto con el desempleo masivo y la creciente pobreza, el s铆ntoma m谩s grave de la crisis radica en la falta de imaginaci贸n a la hora de idear propuestas alternativas para transformar este planeta en uno mejor para todos.
*Coordinador del CCS y periodista
Para salir de la crisis, entidades financieras y gobiernos ofrecen dos recetas que se contradicen: austeridad y consumo. En la situaci贸n actual, fomentar el consumo equivale a beber alcohol para “curar” la resaca y no gastar supone un suicidio. Pero existen alternativas.
Tras la ca铆da de Lehman Brothers, ante el advenimiento de una cat谩strofe econ贸mica que recordaba al crack de 1929, los jefes de Estado de los pa铆ses ricos y los llamados “emergentes” anunciaron una “refundaci贸n” del capitalismo. Para economistas como Joseph Stiglitz, Paul Krugman (ambos premios Nobel), Jeffrey Sachs y otros, la crisis planteaba una oportunidad para transformar las estructuras del sistema que ha llevado a la pobreza y al desempleo de millones de personas, mientras no dejaban de repartirse beneficios directivos de entidades financieras, aseguradoras y agencias de rating. Los contratos “blindados” aseguraban la legalidad de la rapi帽a y el resto lo hac铆a la pasividad de los jefes de Estado por miedo a que los mercados castigaran m谩s a sus econom铆as.
La “refundaci贸n” consist铆a en un “borr贸n y cuenta nueva” para los principales responsables de la crisis: bancos, entidades financieras y agencias de calificaci贸n. Los gobiernos saquearon las arcas p煤blicas, con dinero de los contribuyentes, para rescatar los bancos y “salvar la econom铆a”. Se dejaron presionar por el FMI y el Banco Mundial, que abogaban por una reducci贸n del d茅ficit que hab铆an provocado los rescates a la banca. Esto se traduce en sacrificios que gobiernos de derechas y de “izquierdas” han pedido a las “masas” descontentas, pero adormecidas por el consumo y la “cultura” de entretenimiento. Parece como si todo tuviera que “ser divertido”, a煤n ante el desmoronamiento de derechos econ贸micos y sociales reconocidos en la legislaci贸n internacional y conseguidos como fruto del convencimiento de que 茅se era el camino para evitar guerras y descontento social.
Estos recortes en las ayudas sociales contradicen la receta aclamada por economistas y medios de comunicaci贸n: reactivar el consumo que promueven los medios de comunicaci贸n “de masas”. Resulta obvio que consumir genera riqueza y contribuye en la creaci贸n de empleo. Pero s贸lo puede conducir a una mayor deuda mantener los mismos niveles de consumo con un empobrecimiento del poder adquisitivo de los ciudadanos por la p茅rdida de empleo, la reducci贸n de salarios y la ca铆da misma de la compra de bienes y servicios.
Cada vez menos entidades financieras ofrecen facilidades para dar cuerda al endeudamiento que produce nuestro modelo de consumo. Las entidades financieras que han podido sobrevivir han utilizado los fondos p煤blicos para tapar sus propios agujeros y no para facilitar cr茅dito a peque帽as y medianas empresas, as铆 como a los aut贸nomos. Si aumentan las dificultades para acceder a pr茅stamos, ¿qui茅n podr谩 vender y qui茅n podr谩 comprar y as铆 mantener el nivel de consumo que nos llev贸 al colapso?
La austeridad que imponen el FMI y el Banco Mundial contradice el consumo que los gobiernos dicen fomentar para salir de la crisis. Si ambas recetas agravan el colapso de la sociedad de consumo, tienen que existir alternativas a estas dos v铆as que se presentan como 煤nicas salidas posibles.
Universidades y centros de investigaci贸n, con el apoyo de gobiernos, fundaciones y grandes donantes con vocaci贸n altruista resultar谩n fundamentales en una nueva econom铆a verde. El modelo de crecimiento despu茅s de la Segunda Guerra Mundial se basa en el consumo de bienes cada vez m谩s perecederos y en la “libre” competencia. Esto ha llevado al desastre ecol贸gico: contaminaci贸n de las fuentes h铆dricas, aumento de las temperaturas, cambios abruptos en el clima, desaparici贸n de especies de las que depende el ciclo de la vida. En palabras del economista que ide贸 la Teor铆a del decrecimiento, Serge Latouche, es absurdo buscar un crecimiento ilimitado en un planeta con recursos y espacios limitados.
Si este modelo de consumo ha conducido a la humanidad al borde del abismo, urge una econom铆a basada en revertir los da帽os. As铆 como se crearon fondos para rescatar a los bancos, se pueden crear otros para la recuperaci贸n de bosques y mares te帽idos de negro, as铆 como de especies en peligro de extinci贸n. Se pueden crear empleos verdes que contribuyan a la salvaci贸n de nuestro planeta.
Junto con el desempleo masivo y la creciente pobreza, el s铆ntoma m谩s grave de la crisis radica en la falta de imaginaci贸n a la hora de idear propuestas alternativas para transformar este planeta en uno mejor para todos.
*Coordinador del CCS y periodista