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Descolonizando la revoluci贸n

Por Sirin Adlbi Sibai

Efectivamente, es la Revoluci贸n. M谩s all谩 de los temores ante la capacidad del sistema de rearticular, absorber y reintegrar estos actos de subversi贸n, m谩s all谩, tambi茅n, de los resultados inciertos, nos hallamos frente a la certidumbre de que hay un antes y un despu茅s. Los pueblos 谩rabes han roto s煤bitamente el largo y ancho muro del miedo y del silencio que les separaba de su dignidad y de su libertad. Es la Revoluci贸n, y lo es en may煤sculas, porque se trata de un fen贸meno de mucho mayor alcance, si cabe, de lo que aparenta. Lo que estamos viendo hoy, no son solo levantamientos populares que acaban, o acabar谩n tarde o temprano, con unos reg铆menes desp贸ticos concretos. Tampoco se trata de una batalla que concierne 煤nicamente al pueblo tunecino, al egipcio, o a otros que est谩n alzando la voz a lo largo y ancho del mundo 谩rabe. Es la movilizaci贸n de un pueblo que redunda en 煤ltima instancia en la puesta en cuesti贸n del sistema global en el que nos hallamos insertos todos.

Lo que ahora est谩 en juego, lo que el joven Bouazizi, sin saberlo siquiera, ha desencadenado, es la posibilidad de que el pueblo tome las riendas de la historia para transformar el sistema asim茅trico y dictatorial global. Por sistema entiendo, el sistema internacional global, que instituye e institucionaliza la sustracci贸n y transferencia sistem谩ticas de los recursos materiales, culturales, espirituales y humanos del “Sur” hacia el “Norte”, y que se encuentra inextricablemente ligado a la creaci贸n de unos campos sem谩nticos, de unas redes de significados, de im谩genes, de unos discursos en definitiva, que legitiman y dotan de sentido a estas pr谩cticas. Discursos que funcionan a partir de marcos, variados y variables, binarios y antit茅ticos (identidad/alteridad, normalidad/anormalidad, desarrollados/subdesarrollados, democr谩ticos/retr贸gradas, progresistas/oscurantistas, moderados/radicales) que generan toda una serie de jerarqu铆as globales, ling眉铆sticas, culturales, etno-raciales, econ贸micas, epist茅micas, sexuales, humanas, etc., que se entrelazan las unas con las otras y se articulan entorno al mercado capitalista global, a la idea de raza y al sistema de sexo-g茅nero.

Se trata del sistema internacional que funciona mediante un doble mecanismo gubernamental: dos dictaduras, una visible y la otra invisible, ambas entrelazadas y de consecuencias diferenciales para las poblaciones que son gestionadas por las mismas. Mientras que en el llamado “Tercer Mundo” se aplica el realismo pol铆tico maquiav茅lico y la violencia directa; el “Primer Mundo” es gobernado por una tecnolog铆a del poder no coercitiva. Prevalece aqu铆 el gobierno de las subjetividades y de las intersubjetividades que opera a trav茅s de los discursos. Discursos binarios que crean instrumentos para observar la realidad, que se convierten en una forma de construir realidades y de controlarlas. Discursos que delimitan el campo de las posibilidades de comprensi贸n de la realidad, pero que tambi茅n limitan la imaginaci贸n y las posibilidades de enunciaci贸n plural y heterog茅nea. Esta tecnolog铆a del poder que controla las subjetividades de las poblaciones metropolitanas y que se extiende, en un gesto global, hacia los pueblos del Sur, es muy 煤til, porque va a proporcionar la justificaci贸n “racional” del ejercicio de la realpolitik sobre el “Tercer Mundo”, que invisibiliza simult谩neamente, tanto el car谩cter racista de estas “justificaciones”, como los intereses geoestrat茅gicos occidentales y los de las elites dictatoriales del Sur, financiadas y apoyadas por los Estados Unidos, la Uni贸n Europea e Israel.

La clave para comprender lo que est谩 sucediendo hoy, la proporciona el argumento de la amenaza islamista y la justificaci贸n racional de su contenci贸n por nuestra seguridad, nuestra obsesiva, interesada y egoc茅ntrica seguridad. Estamos ante la evidencia de una revoluci贸n pac铆fica, moderada, compartida y conducida por mujeres y hombres de todas las edades, de todas las confesiones, de todas las clases sociales y de todas las ideolog铆as o tendencias pol铆ticas que salen a la calle unidos para exigir sus derechos, su dignidad y su libertad, evidencia que cuestiona s煤bitamente todas las ret贸ricas sobre un mundo 谩rabe est谩tico, patriarcal, retr贸grada, radical, fundamentalista y terrorista. Sin embargo, frente a esta realidad, los aparatos medi谩ticos, pol铆ticos y gubernamentales nacionales e internacionales insisten en seguir reproduciendo estas im谩genes y construcciones a trav茅s del archi-explotado argumento de la amenaza islamista y la abusiva expresi贸n de nuestra seguridad.

Estos argumentos merecen que les prestemos especial atenci贸n y que los observemos a partir de su contextualizaci贸n en los esquemas de racismo cultural que van a surgir en la post-segunda Guerra Mundial. En ese momento se vivieron profundas transformaciones pol铆ticas, econ贸micas, sociales y culturales, asistir铆amos primero a la entrada en la era del desarrollo, conducida por la nueva hegemon铆a estadounidense y posteriormente, tras la ca铆da del Muro de Berl铆n, a la entrada en la era de la globalizaci贸n. Surge tras la II Guerra Mundial el mito del fin del colonialismo y del racismo. Ciertamente, las formas pol铆tico-administrativas y discursivas de anta帽o caducan, ya no es posible reproducir los marcos binarios metr贸poli/colonia, ni civilizado/b谩rbaro. Los procesos independentistas marcan asimismo nuevas pautas de intervenci贸n a las metr贸polis que se ver谩n obligadas a poner en funcionamiento renovados moldes institucionales (organismos internacionales tales como el FMI, el BM, la OMS o la OMC y agencias de cooperaci贸n estatales, es decir, el sistema de la cooperaci贸n al desarrollo en su conjunto, m谩s adelante las multinacionales, etc.) y sem谩nticos que aseguren las relaciones jer谩rquicas de dependencia. En este contexto ir谩n apareciendo los lenguajes del desarrollo, de las mujeres en el desarrollo y el g茅nero en el desarrollo, de la democracia, etc., todos ellos como formas invisibles transformadas del racismo biol贸gico de la era colonial directa. Invisibles porque la palabra raza ni siquiera se mencionar谩. Estamos ante lo que algunos autores, como Etienne Bal铆var o Ram贸n Grosfoguel , van a llamar racismo cultural, porque se usar谩n elementos culturales como marca de inferioridad y superioridad reproduciendo la misma jerarqu铆a colonial/racial de la expansi贸n colonial europea. Ser谩 una forma de racismo que, sin embargo, no estar谩 desvinculada de su forma biol贸gica anterior, porque naturalizar谩 y esencializar谩 las culturas de los colonizados, ahora tercermundistas, subdesarrollados o antidemocr谩ticos.

En los 煤ltimos treinta a帽os, toda una serie de elementos dar谩n lugar a las redefiniciones de los conceptos de naturaleza, de identidad y de cultura y a la aparici贸n de nuevas e in茅ditas formas culturales, pol铆tico-administrativas e ideol贸gicas: el vac铆o provocado por la ca铆da del Muro de Berl铆n el 9 de noviembre de 1989 y el subsiguiente desmoronamiento y desaparici贸n de la Uni贸n Sovi茅tica el 25 de diciembre de 1991 que acaba con la amenaza comunista; la crisis del Estado de bienestar gestado tras la Segunda Guerra Mundial; toda una serie de revoluciones tecnol贸gicas y cient铆ficas que traen consigo el ascenso del liberalismo capitalista y su desarrollo en una dimensi贸n global, denominada neoliberalismo; la intensificaci贸n de los procesos migratorios a escala global que sit煤a geogr谩ficamente a los “sujetos coloniales” extraeuropeos al interior de las fronteras imaginarias de Occidente y la creciente necesidad de recursos naturales, humanos y materiales para sostener los procesos de la globalizaci贸n.

Urge la redefinici贸n de nuevos enemigos y nuevas sem谩nticas que permitan a Occidente seguir defini茅ndose en contraposici贸n a un Otro, seg煤n las mismas estructuras binarias antit茅ticas que permitan perpetuar sobre 茅l la necesaria dosis de realismo pol铆tico y que encubran todo el aparato institucional de rapi帽a y saqueo. En este contexto, el recrudecimiento de la situaci贸n en Palestina y la intensificaci贸n de los conflictos de Cachemira, Chechenia, Timor Oriental, las intervenciones humanitarias en Somalia, en los Balcanes, en Sud谩n, la Primera y Segunda Guerra del Golfo, la Guerra de Afganist谩n, la invasi贸n de Irak… todo ello y el formato de la cobertura que se le dar谩 nos da pistas a cerca de qui茅n y qu茅 imagen tendr谩 este nuevo/viejo Otro, que Huntington en 1996 concretizar谩 en su famoso Choque de civilizaciones. Pero sobre todo, los atentados del 11 de Septiembre de 2001, concebidos no s贸lo como causa, sino tambi茅n como consecuencia, jugar谩n un papel decisivo en la repolarizaci贸n del mundo en dos bloques antit茅ticos: Occidente y el Islam. La aparici贸n de lo que hoy algunos autores denominan Terrorismo Global ser谩 determinante en la construcci贸n y estructuraci贸n de la dial茅ctica que reconfigura el orden mundial en la oposici贸n binaria Nosotros/el Otro, Occidente/ Islam. El musulm谩n ejemplificar谩 todo lo que el occidental no es: oscurantista, retr贸grado, medieval, tradicional, atrasado, pobre, analfabeto… e inferior cultural, civilizacional, intelectual y materialmente, y ahora adem谩s, terrorista. 脡l constituye una amenaza para nuestra civilizaci贸n y nuestros valores democr谩ticos, una amenaza para nuestra seguridad y estabilidad. El fantasma del fundamentalismo islamista planear谩 sobre todos los 谩mbitos de la vida y constituir谩 el pilar sobre el que se construir谩n los tres grandes argumentos que justificar谩n las invasiones (Iraq), las guerras (Afganist谩n) y el apoyo y financiaci贸n de las elites gubernamentales moderadas en los pa铆ses de mayor铆a 谩rabe o musulmana que luchan contra la “amenaza” asimismo, al estilo de Mubarak o Ben Al铆. Estos tres discursos ser谩n: la liberaci贸n de las mujeres oprimidas por el patriarcado islamista; la democracia que habr谩 que llevar a estos pa铆ses y por 煤ltimo, pero no menos, nuestra seguridad y estabilidad. Un impecable aparato ret贸rico que invisibiliza a ojos de las poblaciones metropolitanas, y de las que no lo son, los intereses en la zona y las responsabilidades en cuanto al ascenso de grupos radicales y perpetuaci贸n de situaciones insostenibles de crisis, guerras o hambrunas.

¿Por qu茅 Egipto?

Efectivamente, Egipto, no es T煤nez. Egipto es la franja de Gaza, es Rafah. Egipto es el canal de Suez. Egipto es el coraz贸n del mundo 谩rabe. Mubarak, no es Mubarak, Mubarak es la met谩fora del patriarcado occidental sobre el mundo 谩rabe, es el padre en palabras de Ahmad Shafiq (en un estilo que bien recuerda a las mafias italo-americanas). Es el que mejor ha sabido salvaguardar los intereses de Israel, de los Estados Unidos y de la Uni贸n Europea en la zona. La amenaza islamista que para algunos es la “presencia activa” de los Hermanos Musulmanes entre los manifestantes, abanderada por el corrupto y siniestro R茅gimen egipcio y sus compinches occidentales, no es sino el t铆tulo que rige el sistema actual global. Los miembros de la Hermandad, de incorporaci贸n tard铆a al movimiento revolucionario, son los mismos que fueron detenidos por primera vez en un intento de convencer al p煤blico de que estaban detr谩s de la agitaci贸n popular. Nadie puede negar que la organizaci贸n, hoy ilegal, desempe帽a un papel trascendente en la oposici贸n, sin embargo, ni est谩 tomando un papel de liderazgo ni representa a la mayor铆a que enfrenta a Mubarak, de car谩cter primordialmente juvenil y plural. Parad贸jicamente se obvia y se silencian las oraciones y misas conjuntas en la Plaza de la Liberaci贸n entre musulmanes y coptos cristianos. En cualquier caso, y si queremos hablar en los t茅rminos permitidos y delimitados para la posibilidad de enunciaci贸n, la Hermandad, al igual que otros grupos islamistas, legales y no violentos, hace tiempo que abjuraron de la violencia a la que tuvieron que recurrir (y no estoy justificando, sino esclareciendo) en un contexto de brutal represi贸n . Si bien hay que examinar y seguir siendo cr铆ticos con algunas de las posiciones de los Hermanos y otros grupos de lo que podr铆amos llamar aqu铆 “islamismo pol铆tico moderado”, 茅stos han desarrollado, sin embargo, nuevas pol铆ticas sobre la democracia, las mujeres y la sociedad civil.

Ahora bien, si en Egipto llegasen a darse las tan ansiadas elecciones libres y transparentes y se diera el caso de un resultado electoral favorable a la Hermandad, todo apunta a una trayectoria m谩s cercana al modelo turco. Que sin embargo, no calificar茅 aqu铆 de equivalente a democracia cristiana. Tampoco utilizar茅 1789 para calificar la Revoluci贸n de hoy como la Revoluci贸n Francesa de los 谩rabes. Se tratan todos ellos de instrumentos occidentaloc茅ntricos que instituyen a Occidente en el centro de todas las cosas y en la medida de todas ellas y que generan, a fin de cuentas, occidentalocentrismo. Ni el cristianismo, ni su desarrollo hist贸rico, social e incluso conceptual son los mismos que los del Islam, ni podemos pensar siquiera en esos t茅rminos, puesto que solo obtendr铆amos una tergiversaci贸n evidente de la realidad, o directamente, una realidad violentada. Se tratan de cosmovisiones diferentes, que han producido trayectorias y realidades muy diferentes. El desarrollo hist贸rico, concreto y particular de Europa y de los Estados Unidos no se trata de una trayectoria lineal universal, de una receta inequ铆voca, que todos los pueblos tengan que seguir para alcanzar el tan aclamado progreso.

No se trata de defender un relativismo cultural, el propio t茅rmino no es sino una flagrante puesta en acci贸n etnocentrista que sit煤a la trayectoria, cultura y valores occidentales en lo que el fil贸sofo colombiano Santiago Castro-G贸mez denomina la hybris del punto cero. No se trata en absoluto de encerrarnos en un particularismo estrecho, m谩s bien todo lo contrario, se trata de llevar hasta la 煤ltima de sus consecuencias el t茅rmino Universal. Se trata de ampliarlo y convertirlo en un concepto inclusivo y no excluyente. Se trata de replantear un concepto que desde sus inicios naci贸 truncado cuando iba acompa帽ado de una definici贸n limitante y limitada, por no decir racista, del concepto de Ser Humano: primero el Hombre, blanco, burgu茅s, capitalista, occidental, cristiano, militar, luego los hombres y las mujeres blancos. A煤n, el concepto no ha englobado a las dos terceras partes del mundo, excluidos como infrahumanos del concepto de Universal, los derechos y las libertades nunca han sido aplicados a ellos.

La Revoluci贸n ahora presenta m谩s que nunca un verdadero reto para todos. Es nuestra obligaci贸n exigir a nuestros gobiernos en nombre de la representatividad y la democracia que los legitiman que cesen el silencio y la anuencia sobre las violaciones sistem谩ticas que se est谩n cometiendo en contra de los Derechos Humanos. Es la hora de reconocer la plena humanidad de las otras dos terceras partes del mundo a las que se les ha negado sistem谩ticamente. Y es la hora, no porque si no se hace Occidente perder谩 el tren de la historia, no, porque de hecho los focos de la historia comienzan a alejarse y ya est谩n mirando en otras direcciones, es la hora, sin embargo, porque ellos, los pueblos 谩rabes en esta ocasi贸n, lo han decidido, porque ellos lo est谩n exigiendo y est谩n pagando el precio con su sangre. El cambio a煤n no ha llegado, sin embargo estamos presenciando el desencadenante de un proceso irreversible, que ser谩 (nada es seguro) largo, pero que, al fin y al cabo, llegar谩. Ahora si, en nombre de una justicia verdaderamente universal, que comienza por la descolonizaci贸n de nuestro lenguaje, tenemos la obligaci贸n moral de participar, de uno u otro modo, en esta revoluci贸n. La revoluci贸n se extiende no s贸lo por el mundo 谩rabe, tambi茅n a las poblaciones occidentales (el ejemplo de Italia de Berlusconi) cansadas e indignadas por tanta opresi贸n y manipulaci贸n. Ahora, el pueblo ha perdido el miedo a expresarse y a exigir sus leg铆timos derechos, es cuesti贸n de tiempo y de estrategia a corto, medio y largo plazo, que veamos los frutos.

Sirin Adlbi Sibai es investigadora en el Taller de Estudios Internacionales Mediterr谩neos de la Universidad Aut贸noma de Madrid. En la actualidad se halla en proceso de finalizar la tesis doctoral titulada: Colonialidad, mujeres e Islam: construcci贸n y deconstrucci贸n de la mujer musulmana.
Ha sido investigadora visitante en la Universidad de Hassan II de Casablanca y en la School of Oriental and Asiatic Studies (SOAS) de la University of London. Asimismo ha participado en numerosos proyectos de investigaci贸n en diferentes universidades a nivel internacional e impartido numerosas conferencias. Las l铆neas de investigaci贸n que trabaja son: feminismo e Islam; feminismo y colonialidad; g茅nero, desarrollo y colonialidad; movimientos de mujeres en los pa铆ses de mayor铆a musulmana; cooperaci贸n espa帽ola al desarrollo en Marruecos; movimientos sociales y sociedad civil en el mundo 谩rabe y actores emergentes de las Relaciones Internacionales.


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