Fue el caso del legendario capo Pablo Escobar Gaviria, quien como buen hijo de la cultura arribista, jur贸 en su adolescencia suicidarse, si a la edad de veinticinco a帽os no ten铆a un mill贸n de pesos. Plata o plomo es la consigna que resume la lecci贸n aprendida para triunfar en la vida, movidos por ese podio capitalista reservado s贸lo a unos pocos, los dem谩s que no se resignen, se abrir谩n camino sin importar los medios, s贸lo el fin: forrarse en riqueza. Por su capacidad de hacer da帽o, genio del mal le llaman, este hombre vulgar y rebelde de su miseria, asegur贸 su nombre en el muro de la infamia pero tambi茅n de los hombres que tiene fama, forma absolutamente desnuda de plantear las relaciones de poder y del pueblo.
Pero si bien es el Acontecimiento que se nos presenta a la simple vista, en su confecci贸n subyace unos hilos con los cuales se tejen la sociedad en sus estructuras de poder.Somos hijos del tiempo, no existen individuos m谩s que insertos en su grupo social y las diferencias s贸lo liberan de las amenazas de la monoton铆a o de los estancamientos que pueden privar a una sociedad de las invenciones para mejores desarrollos, para hacer mejor las cosas que liberen de la fatiga y que se traducen en un bienestar general. As铆 se explica un contexto, los individuos se deben a una 茅poca, incluso los genios que parecen salirse de su molde, sus fuerzas perspicaces para crear las extraen a contracorriente de all铆 mismo. Los hijos lo son bondadosos y bandidos, ning煤n pierden su condici贸n de humanidad, igual sucede con los hombres de una sociedad, explicables por su tiempo y lugar en donde nacen, viven crecen, se reproducen y mueren. A decir de los antrop贸logos avezados, buscan explicar c贸mo los mitos se piensan en los hombres, los humanos s贸lo son piezas de una compleja estructura, por ello se dice tambi茅n que en el mito hay ciencia, y hay ciencia en el mito.
As铆 las cosas, los criminales son piezas del r铆o del tiempo, de la m谩quina de la muerte violenta que nos deja la cultura de las olimpiadas, en esa carrera loca de ser el mejor. No basta con buscar el hecho o asesino notorio, es necesario hacer un barrido por lo extenso de toda la sociedad. Entran en equ铆voco quienes aseveran lo contrario, les basta buscar unos culpables y absolver a verdaderos responsables de esas zonas grises. Es el caso de la interpretaci贸n que hace la revista Semana en la que grad煤a de criminal ingenioso al narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, exonerando a toda una cultura y dirigencia que soporta y comandan la sociedad entera. S贸lo unos atisbos:“Hace un par de a帽os el hoy ministro de Salud, Alejandro Gaviria, escrib铆a en su columna de El Espectador que ´el tr谩fico de coca铆na surgi贸 en los a帽os setenta en medio de una econom铆a cerrada. Aislada del mundo (…) los empresarios locales no pensaban en exportar. Les era m谩s f谩cil explotar las rentas propias de un mercado sobreprotegido. No ten铆an necesidad de innovar. Todo se vend铆a f谩cilmente (…) los traficantes de coca铆na rompieron con esa tradici贸n. Se adelantaron 20 a帽os a la apertura econ贸mica… Pero Escobar estaba lejos de ser un revolucionario. M谩s bien fue todo lo contrario. En un momento donde el pa铆s estaba obligado a abrirse pol铆tica y econ贸micamente, a modernizarse y ser incluyente, lo que estall贸 fue una violencia nihilista que conspir贸 contra el cambio social. Solo a帽os despu茅s cuando el narcotr谩fico abiertamente se aline贸 con la extrema derecha, result贸 n铆tido su contenido reaccionario. Pablo Escobar y su terrorismo terminaron por alterar todo un escenario de conflicto social que pudo llevar a reformas democr谩ticas y que sin embargo, termin贸 anclando al pa铆s en la guerra… Todo lo que representaba Escobar tuvo especial arraigo en Medell铆n, epicentro de una regi贸n cuyos valores han sido descritos en una reciente encuesta de la Universidad Eafit como: pujanza por encima de todo, una d茅bil articulaci贸n con lo p煤blico, una religiosidad m谩s formal que real y donde el individualismo es notorio.”
Somos hijos de nuestros tiempos de guerra. La dirigencia colombiana no ha acudido a las dictaduras porque los m茅todos de violencia les han resuelto sus intereses particulares. Se habla de una ultraderecha que transfiere conocimiento de guerra a sus mercenarios, las perfecciones en las t茅cnicas de hacer sufrir, de torturar, de causar miedo para doblegar no son improvisaciones. Cuentan que los paramilitares, cosa bien sabida en las l贸gicas castrenses, hac铆an entrenamientos duros, tan duros como fuera posible para que la guerra fuera un descanso, somet铆an a diversos retos s谩dicos y degradados, aguantar hambre, privaci贸n del sue帽o por varios d铆as, descuartizar a las propias v铆ctimas para luego comerlas y as铆 desaparecerlas.
T茅cnicas de exhibici贸n de la muerte y de generaci贸n de miedo: emboscadas, patrullajes, asesinatos selectivos, retenes, desapariciones de personas, extorsiones y saqueos de bienes, asesinato de personas delante de otras y la exhibici贸n de sus cuerpos en v铆as p煤blicas. Con ello aseguraban guerreros, plenas armas de muerte, para defender proyectos econ贸micos bien fueran hidroel茅ctricas, cultivos de palma, banano, etc, etc. Complementario a estas miserias de muerte, est谩n los llamados trabajos de inteligencia en las cabeceras de pueblo, hombres dedicados a la gesti贸n civil, se encargaban de influenciar la poblaci贸n a su favor, creaban redes de inteligencia e informantes. Un entramado rural y urbano de la guerra. Una estrategia de guerra que ponen de carnada a los miserables para que entren en esa carrera irracional de las olimpiadas de ser alguien, para asegurar un puesto en la fama, en el muro de la infamia.