“La ligereza de equipaje siempre es un buen consejo, para las pasiones, las posesiones y los kilos. Esta ligereza asc茅tica es -tiene que serlo- compatible con el verdadero hedonismo. Ambos tienen que ir de la mano.
Este mensaje renovado viene de un poema (Retrato, 1902) cargado de humanismo de Antonio Machado, despu茅s cantando por Serrat (y posteriormente rememorado por Nino Bravo en Un beso y una flor, Sabina en Peces de ciudad, etc.).
Tener una mochila ligera es una manera inteligente de ir por el mundo. Saber ser asc茅tico en estos momentos (consumismo y/o crisis) es una muestra de calidad humana con pretensiones de programa social.
En cualquier caso para gestionar el naufragio del que participamos de una u otra forma (por no controlar todas las circunstancias, la complejidad, de nuestras vidas -de ah铆 el nombre de esta bitacora-), mejor ligero de equipaje.”
Con esas palabras de mi amigo y con el poema de Machado os deseo lo mejor y que se cumplan todos vuestros deseos en 2014.
RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte a帽os en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Ma帽ara, ni un Bradom铆n he sido
—ya conoc茅is mi torpe ali帽o indumentario—,
m谩s recib铆 la flecha que me asign贸 Cupido,
y am茅 cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, m谩s que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna est茅tica
cort茅 las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosm茅tica,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desde帽o las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy cl谩sico o rom谩ntico? No s茅. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capit谩n su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un d铆a—;
mi soliloquio es pl谩tica con ese buen amigo
que me ense帽贸 el secreto de la filantrop铆a.
Y al cabo, nada os debo; deb茅isme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansi贸n que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el d铆a del 煤ltimo v茂aje,
y est茅 al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontrar茅is a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.