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La peligrosa digesti贸n del acuerdo con los EEUU


OPINI脫N de Gustavo Duch Guillot .- Quiero hablarles de unas importantes negociaciones que, en la medida en que se concreten, pueden afectar de forma muy significativa a la alimentaci贸n de todas las personas que compartimos el Planeta Tierra como morada.

Desde julio del a帽o pasado se est谩n reuniendo representantes de la Uni贸n Europea y de los Estados Unidos para firmar un tratado de libre comercio entre Bruselas y Washington. Seg煤n ambas partes, cerrar un gran acuerdo que genere m谩s comercio entre ambas orillas ser谩 una oportunidad para el empleo y el crecimiento econ贸mico de dos econom铆as en crisis. Aunque seguir insistiendo en el crecimiento como medida para superar la situaci贸n actual me parece un camino ya recorrido y err贸neo, son los an谩lisis que est谩n haciendo organizaciones como Amigos de la Tierra, el Institute for Agriculture and Trade Policy y la fundaci贸n GRAIN lo que debe hacernos estar bien atentos al desarrollo de estas conversaciones. Las tres instituciones coinciden en destacar que, m谩s all谩 de que se incrementen o no las relaciones comerciales, el verdadero problema nacer谩 de la necesidad de armonizar las normativas sanitarias de los alimentos. Y sabiendo el peso que ambas potencias tienen en la materia, es sencillo entender que en estas mesas de negociaci贸n, expertos que saben m谩s de comercio que de agricultura y alimentaci贸n est谩n cimentando las bases de los est谩ndares internacionales sobre lo qu茅 comeremos.

Armonizar las normativas no es modificar aspectos puntuales del procesamiento de un alimento o aceptar un aditivo m谩s o menos, sino que conlleva cambios de gran magnitud pues, como explica GRAIN, los enfoques de la UE y de los EEUU «son diametralmente opuestos. Mientras la Uni贸n Europea practica la filosof铆a de ‘de la granja al tenedor’, donde cada etapa del proceso es monitoreada y trazabilizada, el sistema estadounidense s贸lo verifica la sanidad del producto final. Mientras la Uni贸n Europea suscribe plenamente ‘el principio de precauci贸n’, el cual es parte de su constituci贸n pol铆tica, en Estados Unidos este principio no se tiene en cuenta y exige una ‘evidencia cient铆fica’ que justifique cualquier restricci贸n. En el 谩rea de los productos qu铆micos que se incorporan a los alimentos procesados y a los envases, la brecha es a煤n mayor. La legislaci贸n de la UE pone el peso de la prueba en las empresas para demostrar que los productos qu铆micos que usan son seguros. La estadounidense, en cambio, requiere que el gobierno pruebe que un producto qu铆mico es inseguro.»

Si la firma del acuerdo se hace ‘rebajando seguridad’ -sobre modelos que ya ahora generan recurrentemente alarmas alimentarias- en favor de objetivos comerciales dejemos sitio para m谩s pesticidas en el campo, para pollos lavados con cloro en nuestros platos, para carnes de vacuno estimuladas con hormonas de crecimiento y para m谩s cantidad de alimentos de origen transg茅nico aprobados con pruebas menos exigentes que las actuales. Adem谩s, solo sabremos con exactitud lo que comeremos cuando las empresas voluntariamente quieran identificarlo en su etiquetaje pues todos los avances conseguidos por la presi贸n ciudadana para contar con informaci贸n detallada desaparecer铆an al considerarse una ‘barrera comercial’.

Sin embargo, la preocupaci贸n mayor es otra. Si en la unificaci贸n de dos mercados que representan el 50% de la econom铆a mundial se impone una normativa m谩s laxa, ganar谩 terreno una alimentaci贸n industrial y aquellas corporaciones que las practican, mientras que las agriculturas campesinas tendr谩n serias dificultades para resistir una competencia tan brutal. As铆 se ha demostrado en acuerdos comerciales similares en otros lugares. Entonces, una pregunta debemos hacernos, ¿queremos que nuestra alimentaci贸n dependa de una 煤nica opci贸n?

Es poco inteligente pues la agricultura industrial en su corto recorrido de 50 a帽os, adem谩s participar en acabar con la forma de vida de millones de personas dedicadas a la agricultura a peque帽a escala, pueblos ind铆genas y campesinos que, a煤n en estos momentos y a pesar de haber sido desplazados, contaminados o privados de sus recursos productivos, son los responsables de la producci贸n del 70% de los alimentos a nivel mundial, es responsable de minar a velocidad de v茅rtigo la fertilidad de los suelos y de reducir a muy escaso n煤mero las miles de variedades vegetales y animales que aseguran nuestra capacidad de adaptaci贸n al cambio clim谩tico. Sin perder de vista, finalmente, su absoluta dependencia de fertilizantes minerales, petr贸leo y regad铆os intensivos que son bienes finitos, agotables, escasos.

La preocupaci贸n es clara: No a una negociaci贸n en favor de quienes negocian con la alimentaci贸n de la gente.

*Gustavo Duch Guillot es autor de Alimentos bajo sospecha y coordinador de la revista Soberan铆a Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
http://gustavoduch.wordpress.com/

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