Por Antonio Campillo.- Estos 煤ltimos d铆as he estado leyendo un libro impresionante de la fil贸sofa, sindicalista y m铆stica francesa Simone Weil (1909-1943): La condici贸n obrera (introducci贸n y notas de Robert Chenavier, traducci贸n de Teresa Escart铆n Carasol y Jos茅 Luis Escart铆n Carasol, Madrid, Trotta, 2014).
En realidad, Simone Weil no public贸 ning煤n libro con el t铆tulo La condici贸n obrera. La obra es una recopilaci贸n p贸stuma de textos diversos de la autora, escritos cuando ella ten铆a entre 25 y 27 a帽os. La primera edici贸n francesa apareci贸 en 1951, ocho a帽os despu茅s de su muerte. Los textos reunidos en este libro est谩n relacionados con su experiencia de trabajo como obrera a destajo en diversas f谩bricas metal煤rgicas (sobre todo, Alsthom y Renault), entre diciembre de 1934 y agosto de 1935.

Pero, junto con el relato de esta experiencia laboral, que fue crucial en su breve e intensa vida, se recogen tambi茅n reflexiones cr铆ticas sobre su actividad sindical en laCGT, sobre los problemas del movimiento obrero franc茅s, sobre la victoria del Frente Popular en Francia, en junio de 1936, y sobre la deriva totalitaria de la Rusia sovi茅tica.
En esta nueva edici贸n de La condici贸n obrera, cuidadosamente presentada y anotada, se recogen cartas, art铆culos, informes, conferencias, escritos in茅ditos y el Diario de f谩brica, en el que Simone Weil fue anotando meticulosamente todo lo que hac铆a, sent铆a y observaba en cada jornada de trabajo.
El libro es una mezcla de testimonio personal y de an谩lisis cr铆tico sobre el sistema taylorista y fordista de producci贸n industrial, que se impuso en Occidente en el primer tercio del siglo XX y que estaba basado en la “organizaci贸n cient铆fica del trabajo” dise帽ada por el ingeniero Taylor y en el trabajo en cadena instaurado por Ford en sus f谩bricas de coches. Un sistema de “racionalizaci贸n” del trabajo destinado a incrementar la producci贸n y a disciplinar a los obreros mediante el control exhaustivo de todos sus movimientos y mediante su sometimiento al ritmo implacable de las m谩quinas. No es casual que Simone Weil mencione en sus cartas la pel铆cula Tiempos modernos (1936), escrita, dirigida y protagonizada por Charles Chaplin, como una magn铆fica representaci贸n cinematogr谩fica de la experiencia laboral que ella misma vivi贸 y describi贸 en sus escritos de esos a帽os.
Los escritos reunidos en La condici贸n obrera se inscriben, pues, en la serie de testimonios personales y an谩lisis socio-pol铆ticos sobre la situaci贸n de la clase trabajadora euro-atl谩ntica y sus transformaciones hist贸ricas durante los dos 煤ltimos siglos, desde la primera revoluci贸n industrial hasta la actual generalizaci贸n del precariado en el capitalismo informacional, es decir, desde La situaci贸n de la clase obrera en Inglaterra (1845), de Friedrich Engels (1820-1895), hasta Las metamorfosis de la cuesti贸n social. Una cr贸nica del salariado (1995), de Robert Castel (1933-2013), Por cuatro duros. C贸mo (no) apa帽谩rselas en Estados Unidos (2002), de Barbara Ehrenreich, y Chavs: La demonizaci贸n de la clase obrera (2011), de Owen Jones. Por cierto, merece la pena leer esta entrevista a Owen Jones, durante su reciente visita a Espa帽a.
No me es posible resumir aqu铆 todas las experiencias y reflexiones recogidas en La condici贸n obrera. Me limitar茅 a reproducir un p谩rrafo de una carta que escribe Simone Weil a Victor Bernard, director de una f谩brica en Rosi猫res, el 3 de marzo de 1936:
“He sacado, en suma, dos lecciones de mi experiencia. La primera, la m谩s amarga y la m谩s imprevista es que la opresi贸n, a partir de un cierto grado de intensidad, genera no una tendencia a la rebeli贸n sino una tendencia casi irresistible a la m谩s completa sumisi贸n. Lo he constatado en m铆 misma, yo que sin embargo, como usted sabe, no tengo un car谩cter d贸cil; es concluyente con m谩s raz贸n todav铆a. La segunda es que la humanidad se divide en dos categor铆as, los que cuentan para algo y los que no cuentan para nada (…) La cuesti贸n, de momento, es saber si, en las condiciones actuales, se puede llegar en el marco de una f谩brica a que los obreros cuenten y tengan conciencia de contar para algo” (p. 170).
Para quien quiera conocer un poco m谩s a esta original, inclasificable e inquietante pensadora francesa, que fue a un tiempo fil贸sofa, sindicalista y m铆stica, ofrezco a continuaci贸n un breve relato de su vida.
Simone Weil nace en Par铆s el 3 de febrero de 1909, en el seno de una familia jud铆a de clase media, culta y agn贸stica. Su padre era m茅dico psiquiatra. Su hermano mayor Andr茅 se convertir谩 en uno de los grandes matem谩ticos del siglo XX y uno de los fundadores del grupo Bourbaki. Simone asiste al liceo Henri IV, donde tiene como profesor de filosof铆a a Alain (pseud贸nimo del fil贸sofo y periodista 脡mile-Auguste Chartier), y en 1928 ingresa en la 脡cole Normale Superiore (ENS) con la calificaci贸n m谩s alta, seguida por otra brillante fil贸sofa, escritora y activista social: Simone de Beauvoir.
Esto es lo que escribe Simone de Beauvoir sobre Simone Weil: “Me intrigaba por su gran reputaci贸n de mujer inteligente y audaz. Por ese tiempo, una terrible hambruna hab铆a devastado China y me contaron que cuando ella escuch贸 la noticia, llor贸. Estas l谩grimas motivaron mi respeto, mucho m谩s que sus dotes como fil贸sofa. Envidiaba un coraz贸n capaz de latir a trav茅s del universo entero”. La primera vez que las dos se encontraron, Simone Weil le dijo que la tarea hist贸rica del momento era “la revoluci贸n que dar铆a de comer a todo el mundo”. Beauvoir le respondi贸 que el problema no era dar de comer a los hombres, sino dar un sentido a su existencia. Y la propia Beauvoir confiesa: “Ella me hizo callar diciendo: ‘Bien se ve que t煤 nunca has pasado hambre’. Nuestras relaciones se detuvieron aqu铆. Comprend铆 que hab铆a sido catalogada como una peque帽a burguesa espiritualista y me irrit茅, porque me cre铆a ya liberada de mi clase y no quer铆a ser m谩s que yo misma. En el fondo sent铆a envidia de no poder conectar as铆 con el sufrimiento de los dem谩s”.
Conviene tener en cuenta que en la 脡cole Normale Superiore (ENS) de Par铆s han estudiado la mayor parte de los grandes fil贸sofos franceses del siglo XX, desde Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir hasta Michel Foucault y Jacques Derrida. Simone Weil estudia en la ENS filosof铆a y literatura griega. En 1929 se une a Liga de los Derechos del Hombre. En 1930 comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza, que la acompa帽ar谩n el resto de su vida.
En 1931, con apenas 22 a帽os, obtiene la c谩tedra de filosof铆a y es destinada al liceo (instituto de ense帽anza secundaria) de Puy. Tiene constantes problemas con sus superiores acad茅micos, por su metodolog铆a docente y por su activismo pol铆tico, lo que har谩 que sea trasladada a diversos liceos femeninos de provincias. A帽os m谩s tarde, sus dolores de cabeza cr贸nicos acabar谩n oblig谩ndola a abandonar la docencia. Desde su llegada a Puy, entra en contacto con los sindicalistas revolucionarios de la zona y se afilia al sindicato nacional de profesores, integrado en la CGT.
En 1932 viaja a la Alemania prenazi y a su vuelta escribe varios art铆culos, donde comienza a anunciar el ascenso de los fascismos y la amenaza de una nueva guerra. Se vincula a grupos pacifistas. Hace amistad con el antiestalinista ruso Boris Souvarine (fundador del C铆rculo comunista democr谩tico y de la revista La Critique sociale), con quien mantendr谩 una gran afinidad pol铆tica e intelectual. Comienza a publicar en diversas revistas: La R茅volution prol茅tarienne, L’Effort, L’脡cole 茅mancip茅e, La Critique sociale, etc. Recibe a Le贸n Trotski en su casa familiar de la calle Auguste Comte, y discute con 茅l sobre el marxismo, sobre el extrav铆o de la revoluci贸n rusa y sobre el r茅gimen de Stalin. Trotski la acusa de ser una “reaccionaria peque帽o-burguesa” por sus cr铆ticas a la Rusia sovi茅tica.
En 1934, escribe su conocido ensayo Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresi贸n social(introducci贸n de Jos茅 Jim茅nez Lozano, traducci贸n de Carmen Revilla, Barcelona, Paid贸s, 1995), considerado por ella misma como su “testamento”. En esta obra, se pone de manifiesto que Simone Weil era muy consciente de estar viviendo en un tiempo muy sombr铆o, marcado por el capitalismo m谩s inhumano, el ascenso de los totalitarismos y la barbarie de la guerra.
Paralelamente, pide una excedencia para seguir “estudios personales”. En realidad, su proyecto es trabajar como obrera industrial para entrar en “contacto con la vida real”. Considera que es preciso acabar con la escisi贸n entre la actividad manual y la actividad intelectual, entre el trabajo f铆sico y el cultivo del pensamiento, porque en esa escisi贸n est谩 el origen y el fundamento de la dominaci贸n entre las diferentes clases sociales: por un lado, los due帽os de la palabra, el conocimiento y el poder; por otro lado, los esclavos sometidos al mudo, repetitivo y doloroso esfuerzo f铆sico.
Trabaja en diversas f谩bricas entre diciembre de 1934 y agosto de 1935, entre ellas Alsthom y Renault. Como ella misma dice, “all铆 recib铆 la marca del esclavo”. En 1941, en Marsella, trabaja brevemente como obrera agr铆cola. En agosto de 1935, viaja de vacaciones a Espa帽a y Portugal. En 1936, participa en la huelga general francesa y celebra con alegr铆a el triunfo del Frente Popular en su pa铆s. Al estallar la Guerra Civil espa帽ola, se une por breve tiempo a la columna anarquista organizada por Durruti, aunque no lleg贸 a entrar en combate y se reafirm贸 en su convicci贸n pacifista y en su horror ante la brutalidad de la guerra.
En 1940, tras la ocupaci贸n alemana, abandona Par铆s con sus padres, primero con destino a Marsella y luego a Nueva York. Vuelve a Inglaterra, porque desea participar en la Resistencia francesa, pero s贸lo consigue trabajar como redactora en los servicios de Francia Libre, liderada por el general De Gaulle.
Su familia jud铆a le hab铆a dado una educaci贸n laica, pero a partir de 1935 comienza a interesarse por el cristianismo, porque lo considera como la religi贸n de los esclavos, y a partir de 1937 confiesa tener algunas experiencias m铆sticas. A pesar de su origen jud铆o y a pesar del antisemitismo nazi, ella nunca se identific贸 con el pueblo jud铆o. Su aproximaci贸n al cristianismo se produce sobre todo en los tres 煤ltimos a帽os de su vida, entre 1940 y 1943, pero se neg贸 a bautizarse porque le parec铆a que la Iglesia cat贸lica estaba corrompida por el poder y la riqueza. De hecho, sus escritos religiosos son considerados bastante heterodoxos por los te贸logos y las autoridades cat贸licas. En ellos trata de conciliar el humanismo griego, la fe cristiana y la ilustraci贸n moderna.
En 1943, le diagnosticaron tuberculosis, pero se neg贸 a ingerir los alimentos que le prescrib铆an. Al parecer, quer铆a compartir las condiciones de vida de la Francia ocupada por los nazis. Su compasi贸n por el sufrimiento ajeno la llev贸 hasta el extremo de la inmolaci贸n sacrificial. Consumida por la pena y por una anorexia voluntaria, muere el 24 de agosto de 1943 en el sanatorio de Ashford, cerca de Londres.
Fue una escritora prol铆fica, a pesar de su corta vida, pero no lleg贸 a publicar m谩s que unos cuantos art铆culos. El resto de sus escritos fueron editados despu茅s de su muerte por algunos de sus amigos, entre ellos el escritor Albert Camus. Desde entonces, su obra ha comenzado a ser cada vez m谩s valorada por fil贸sofos, te贸logos, soci贸logos, sindicalistas, feministas y lectores de todo tipo, atra铆dos por su lucidez intelectual, su compromiso radical con los m谩s d茅biles y la fuerza po茅tica de su escritura.
Entre 1988 y 2013, la editorial francesa Gallimard ha venido publicando las Oeuvres compl猫tes de Simone Weil, en ocho vol煤menes, bajo la direcci贸n de Andr茅-A. Devaux y Florence de Lussy.
En Espa帽a, la recepci贸n de la obra filos贸fica, pol铆tica y religiosa de Simone Weil ha tenido lugar por tres v铆as diferentes. Por un lado, se dio una muy temprana recepci贸n en el marco del pensamiento marxista, personalista y revolucionario, gracias a Manuel Sacrist谩n y Gabriel Ferrater, que publicaron en la revista Laye extensas rese帽as de las primeras ediciones p贸stumas de las obras de Simone Weil. Esta v铆a fue proseguida posteriormente por un disc铆pulo de Sacrist谩n, el fil贸sofo Francisco Fern谩ndez Buey.
Por otro lado, se dio una recepci贸n en clave eminentemente religiosa, como se observa en el estudio introductorio de Jos茅 Jim茅nez Lozano a Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresi贸n social (Barcelona, Paid贸s, 1995). A esta recepci贸n en clave religiosa se debe tambi茅n el hecho de que una editorial cristiana comoTrotta est茅 editando la mayor parte de las obras de Simone Weil, entre ellas La condici贸n obrera. Trotta ha publicado, adem谩s, la Vida de Simone Weil (Madrid, Trotta, 1997), de Simone P茅trement, y varios estudios sobre su obra, como los editados por la fil贸sofa Carmen Revilla.
Pero Carmen Revilla est谩 vinculada a la tercera v铆a de recepci贸n de la obra de Simone Weil en Espa帽a, que sin duda es la m谩s reciente y novedosa: la recepci贸n feminista. Un buen ejemplo de este tipo de recepci贸n es el volumen colectivo producido en el marco del Seminari Filosofia i G猫nere de la Universitat de Barcelona: Fina Birul茅s y Rosa Rius Gatell (eds.), Lectoras de Simone Weil (Barcelona, Icaria, 2013). En este volumen se recogen colaboraciones de Emilia Bea, Adri脿 Chavarria, Francisco Fern谩ndez Buey, Giancarlo Gaeta, Elena Laurenzi, 脌ngela Lorena Fuster, Margherita Pieracci Harwell y Carmen Revilla Guzm谩n. Y todas ellas tratan de mostrar que Simone Weil no fue una estrella fugaz, sino que muy pronto suscit贸 el inter茅s de otras grandes pensadoras y escritoras del siglo XX, como Hannah Arendt, Mar铆a Zambrano, Jeanne Hersch, Ingeborg Bachmann, Elsa Morante y Cristina Campo.
*Antonio Campillo es Catedr谩tico de Filosof铆a en la Universidad de Murcia.
http://webs.um.es/campillo/miwiki/doku.php?id=junio_2014