OPINI脫N de Ram贸n Cotarelo/ Palinuro.- Convencido de la urgencia del momento y cumpliendo los deseos del gobierno, el Consejo de Estado dictamin贸 ayer que el decreto de convocatoria de la consulta catalana es inconstitucional y quiz谩 tambi茅n la ley de consultas y que, por lo tanto, el gobierno hace muy bien en recurrirlos ante el Tribunal Constitucional. M谩s o menos lo esperado. El Consejo de Estado es un 贸rgano de rancia prosapia cuyos or铆genes rastrean algunos hasta Carlos V y tiene hoy una composici贸n abrumadoramente conservadora. Est谩 presidido por un hombre que fue leal servidor de la dictadura de Franco y luego no menos leal colaborador de Fraga Iribarne, que era como seguir si茅ndolo del dictador por persona interpuesta. Sus miembros, de diversas procedencias, son de orientaci贸n conservadora cuando no reaccionaria. Lo extraordinario ser铆a que este personal abrigara una visi贸n del problema simpatizante con el derecho de autodeterminaci贸n. Como su dictamen es preceptivo pero no vinculante, nadie le concede mucha importancia. Pero tiene un valor simb贸lico y llena de raz贸n al gobierno.
Este pone hoy en marcha la pesada maquinaria legal para impedir la consulta. Se re煤ne en consejo extraordinario para trasladar el problema al Tribunal Constitucional. Cuenta con que este suspender谩 la norma recurrida y dejar谩 sin efecto el decreto de convocatoria. Tan seguro est谩 que algunos gobernantes no se han recatado en predecirlo, dando una impresi贸n bastante pobre respecto a la separaci贸n de los poderes ejecutivo y judicial. Obviamente, lo que est谩 haciendo es transfiriendo un problema pol铆tico a un 谩mbito judicial o parajudicial, cuenta habida del car谩cter del Tribunal Constitucional. En el caso del presidente del gobierno es conocida querencia. Lo propiamente suyo es quitarse de encima los problemas: cuando la firma del decreto se escondi贸 detr谩s de su vicepresidenta y ahora con el recurso, se esconde detr谩s del Tribunal Constitucional para impedir la consulta. Convierte un problema pol铆tico en un problema de legalidad y esconde la mano.
La cuesti贸n parece ser ¿qu茅 har谩 la Generalitat si el Tribunal, en efecto, suspende? ¿Respetar谩 la legalidad o la romper谩? Armada con esta pregunta y casi solo con esta pregunta, como si fuera un arma de repetici贸n, entrevist贸 ayer Ana Pastor a Artur Mas en la Sexta. El entrevistado respondi贸 con mucha habilidad a una cuesti贸n que, obviamente, pretend铆a comprometerlo y la entrevistadora insisti贸 e insisti贸 tratando de contrarrestar esa habilidad, consistente, sencillamente en decir que, si el Tribunal Constitucional manten铆a la suspensi贸n, 茅l consultar铆a con sus socios y adoptar铆a la decisi贸n que se tomara colectivamente. No era lo que Pastor quer铆a o铆rle decir; ella hubiera preferido que Mas, como suele llamarlo con cierta frivolidad, "se mojara", sin calibrar muy bien el coste de ese "mojarse"; aunque no es dif铆cil comprender la que podr铆a organizarse si un presidente de la Generalitat dijera: "s铆, se帽ora, actuaremos en contra de la ley". En verdad, es sorprendente.
Y no es lo 煤nico sorprendente. La entrevista merece un peque帽o comentario, sobre todo porque levant贸 fuego en twitter. La periodista, que es competente, veterana, r谩pida y no se arredra, desembarc贸 en el palacio de la Generalitat con una actitud muy espa帽ola de "vamos a ver si son verdad esas cosas que se dicen en el foro sobre los catalanes". Tra铆a "esas cosas" muy apuntadas; las complementaba con datos bien documentados y, en general, da帽inos para la Generalitat y, para calentarse intercal贸 antes de la entrevista sendas conversaciones con dos colegas, Sard谩 y Otero, buenos profesionales, pero ambiguos en sus apreciaciones. La amarga observaci贸n de Otero de que lo primero que se bombardea en una guerra son los puentes no es interesante por lo que dice, sino por el contexto que presupone: la guerra. Igual que ese recurrente temor de "ojo con lo que dices aqu铆 o all铆 porque puede traerte problemas".
Lo que no se cuestion贸 la entrevistadora en ning煤n momento era que las preguntas respond铆an todas a una visi贸n espa帽ola, unilateral, del conflicto, sin la virulencia del nacionalismo espa帽ol tradicional, pero con una coincidencia llamativa en los contenidos. En general, una visi贸n del contencioso Espa帽a-Catalu帽a como si hubiera surgido ayer y se debiera a los caprichos de los pol铆ticos catalanes, cuando no a un intento de esconder sus fechor铆as ondeando la cuatribarrada. Algo cocinado en los pasillos de las instituciones, las alianzas electorales, los tejemanejes de los partidos. Ausentes por completo, al punto de no mencionarse, el sentimiento nacional y el apoyo masivo que ese sentimiento nacional tiene en la sociedad catalana en proceso de movilizaci贸n hace ya tres a帽os. Estos eran temas de Mas pero no de Pastor que los ignoraba.
Precisamente porque la entrevista era tan de parte, Mas tuvo la oportunidad de exponer su discurso ante una amplia audiencia espa帽ola a la que normalmente no le llega, pues solo accede a los relatos cocinados por los medios nacionalespa帽oles, que son todos. Y la aprovech贸 muy bien. Expuso los argumentos catalanistas de forma clara y subray贸 varias veces que, del otro lado, del del gobierno central, no hab铆a m谩s que negativas o silencio. En esta perspectiva, esto es, dar a conocer en Espa帽a que los soberanistas catalanes no son unos nazis o unos locos peligrosos, o unos chulos prepotentes atiespa帽oles, la entrevista fue un gran 茅xito.
Desde otro ya no tanto. Como suele pasar a los espa帽oles, Pastor no dominaba el territorio en el que quer铆a poner en aprietos a Mas y si su insistencia en pillarlo en un renuncio de legalidad se estrell贸 contra la habilidad de la respuesta, su falta de fondo se ech贸 de ver en el conocimiento del pasado. La menci贸n de Mas de que 茅l era presidente de una instituci贸n con 650 a帽os, la dej贸 descolocada. Sin embargo hubiera venido al dedillo preguntar a Mas de d贸nde deriva 茅l la legitimidad de su cargo, si de la Generalitat, 贸rgano medieval o de la Constituci贸n de 1978, como sostiene la vicepresidenta del gobierno, otra que confunde legalidad y legitimidad.
Su acendrado espa帽olismo no dict贸 a Pastor ni una sola pregunta que no fuera dirigida a cuestionar el proceso soberanista, pidiendo a Mas reiteradamente alguna autocr铆tica, pero sin formular ni una sola a la actitud del gobierno central; sin mencionarlo siquiera. Al contrario, tratando de sacar de campo la figura de Alicia S谩nchez-Camacho a la que Mas quer铆a afear su incumplimiento de la ley argumentando que se trataba de un "y t煤 m谩s". En realidad perdi贸 tanto los papeles que ni siquiera tuvo la gentileza -y la astucia- de preguntar a Mas si, aprovechando la ocasi贸n, ten铆a alg煤n mensaje que dirigir a Rajoy. No s茅 lo que hubiera contestado Mas pero, si hubiera sido Palinuro, estoy seguro de que su mensaje habr铆a sido que Rajoy recibiera a Ana Pastor en La Moncloa y le concediera una entrevista como la suya. Para que la gente pudiera comparar.
Me quedo con una expresi贸n de Mas sumamente esclarecedora: si se vota "no pasa nada".
(La imagen es una captura del v铆deo de la 6陋 con la entrevista de Ana Pastor a Artur Mas).
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