OPINI脫N de Jorge Majfud, Uruguay.- Natural es todo aquello que inventaron los hombres y las mujeres antes que naci茅semos nosotros; toda mentira que no cuestionamos es necesariamente una verdad. Una mentira 煤til nunca sirve al enga帽ado sino al que enga帽a. Una mentira 煤til, un instrumento de la perversi贸n inhumana es el patriotismo.
Por todos lados vemos inflamados discursos patri贸ticos, actos p煤blicos, guerras y matanzas, ofensas y contraofensas, ceremonias de honor y ritos solemnes impulsados por esa orgullosa y arbitraria discriminaci贸n que se llama patriotismo. Claro, no se pueden montar discursos en nombre de los intereses de una clase social, ya que la tradici贸n no es suficiente para sostener un concepto moralmente insignificante y generalmente negativo, como lo es el concepto de “inter茅s”. Por lo tanto, se apela a un concepto de larga y bien construida tradici贸n positiva: el patriotismo. Con ello, se niega la divisi贸n interna de la sociedad afirmando la divisi贸n externa. La divisi贸n interna —de clases, de intereses— no desaparece, pero se vuelve invisible y, a la larga, se consolida con la sangre del patriota que no pertenece al reducido c铆rculo de los intereses que la promueven. El patriota muere religiosamente por su patria. Su patria concede medallas a sus padres, a sus hijos, y toda la seguridad a sus “intereses”. As铆, morir es un honor. El honor no procede de una reflexi贸n moral sino del discurso patri贸tico, del rito, de los s铆mbolos nacionales, de una virtual trascendencia del individuo en la “salvaci贸n” de su patria.
No voy a entrar ahora a analizar el significado de la tr谩gica sustituci贸n de inter茅s real por patriotismo interesado. Simplemente me bastar谩 con anotar que s贸lo la idea de “patriotismo” es insostenible, desde un punto de vista humano, desde la conciencia de la especie a la que pertenecemos. Es m谩s: el patriotismo no s贸lo es insostenible para cualquier humanismo, sino que se lo usa para destruir a una humanidad que busca, desesperadamente, su conciencia universal.
El sentimiento patri贸tico es pasivo y activo, es impulsado por los ritos, por los discursos y por las ceremonias. Pero tambi茅n es el motor de todas ellas. El patriotismo es la conciencia ego铆sta de la tribu que le impide la evoluci贸n a un estado de conciencia universal: la conciencia humana. El patriotismo es uno de los mitos m谩s consolidados desde los 煤ltimos siglos. Por naturaleza, el patriotismo no s贸lo es la confirmaci贸n casi inocente de la p茅rdida de individualidad en beneficio de un s铆mbolo artificial, creado por la milenaria tendencia humana del dominio de una tribu sobre las otras.
Ahora bien, podemos decir que un pa铆s puede ser una regi贸n cultural m谩s o menos definida —y siempre imprecisa—; que la idea de pa铆s tiene ventajas en la organizaci贸n administrativa de la vida p煤blica. De acuerdo. Pero el reclamado sentimiento patri贸tico, mezcla de fanatismo religioso y utilidad secular, antes que nada es la negaci贸n de todos los pueblos que no incluyen al patriota. Si soy nacionalista, si soy patriota, estoy dando prioridad moral a un conjunto de hombres y mujeres desconocidas (mis compatriotas) sobre un conjunto m谩s amplio de desconocidos (la humanidad). Puedo beneficiar a mi familia, a mi ciudad, a mi pa铆s en alguna decisi贸n propia. De hecho siempre tendremos tendencia a beneficiar a nuestra familia antes que a la familia del vecino. Pero puedo hacerlo de forma consciente y no vali茅ndome de una mentira para justificar cualquier acto delictivo de alguno de los integrantes de mi c铆rculo afectivo m谩s pr贸ximo. Y el patriotismo es precisamente eso: una condici贸n de irreflexividad. Para ser patriota debo aceptar cierto grado de acr铆tica —a veces m铆nimo, a veces obsceno, pero ese grado, por m铆nimo que sea, es todo lo que tiene de patriota un individuo. Todo lo dem谩s es lo que tiene de individuo. Esto no niega que alguien pueda sentir “amor” por un lugar concreto, por un pa铆s, y que pueda dar la vida en su defensa. Un sentimiento de amor es irrefutable. Pero este “entregar la vida por amor” no significa que la motivaci贸n de los hechos no est茅 motivada en un error, en un enga帽o. El amor es irrefutable, pero lo que hace el amor puede ser deleznable. Y para que ese amor se identifique con la motivaci贸n err贸nea en necesario, adem谩s, un fuerte sentimiento patri贸tico. Para que ese amor nos lleve a la muerte sin el paso previo de una profunda reflexi贸n moral es necesario un c贸digo incuestionable, una condici贸n de fanatismo, el anest茅sico de un rito religioso, el patriotismo. De esta forma, la estrategia m谩s efectiva del patriotismo consiste en identificarse —entre otras cosas— con el amor, es decir, con el altruismo, siendo que su objetivo es, parad贸jicamente, ego铆sta. Es decir, en nombre del altruismo, el ego铆smo; en nombre de la uni贸n, la discriminaci贸n.
No podemos negarlo. Todo patriotismo significa una discriminaci贸n, un cr茅dito que extendemos a quienes comparten nuestra nacionalidad y se lo negamos a quienes no la comparten. Ahora, ¿por qu茅 este cr茅dito? Este cr茅dito moral s贸lo puede tener una funci贸n profil谩ctica, pretende evitar la cr铆tica y el cuestionamiento a quienes poseen el beneficio, la alianza interior. Pero es un cr茅dito injusto, inhumano, discriminatorio, arbitrario.
La reflexi贸n es cuestionamiento, el cuestionamiento es duda, y la duda siempre es un estorbo para los intereses ajenos. Un soldado que piense gasta in煤tilmente sus energ铆as mentales. Si acaso se niega a ir a una guerra que considera injusta, recibir谩 todo el peso de la ley, la c谩rcel, y la lapidaria deshonra de “traidor a la patria”. Lo que demuestra, una vez m谩s, que s贸lo un reducido grupo —con intereses y con poder— puede administrar el significado de lo que es y no es “patriota”. Es decir, patriota es alguien que no cuestiona, que no critica. El patriota ideal no piensa.
Yo me reconozco como uruguayo. Reconozco una vaga regi贸n cultural llamada Uruguay. Pero de ninguna manera soy patriota. Me niego a ser patriota como me niego a responder a una raza —otra hist贸rica arbitrariedad de la ignorancia humana—. Me niego a inyectarme ese sentimiento militarista. Ser patriota es confirmar la arbitrariedad de haber nacido en un lugar cualquiera de este mundo, negando el mismo derecho que merece un africano o un asi谩tico de merecer mi m谩s profundo respeto, mi m谩s firme defensa como ser humano. Desde ni帽os, las instituciones sociales nos imponen ese sentimiento. Hace varios a帽os uno de mis personajes, en el momento de jurar “dar la vida por su bandera” en su tierna infancia, grit贸 “no juro”, alegando que ese juramento era inv谩lido e in煤til, que gracias a ese juramento los asesinos y corruptos pod铆an recibir sus credenciales de ciudadan铆a igual que cualquier honesto trabajador. Etc. Estoy de acuerdo con mi propio personaje. ¿Por qu茅 debo amar a un desconocido compatriota m谩s que a un desconocido australiano o m谩s que a un desconocido portugu茅s? ¿Por qu茅 habr铆a de entregar mi vida por una regi贸n del mundo en desmedro de otra? ¿Por qu茅 el Uruguay habr铆a de ser m谩s sagrado que el Congo o Singapur? ¿Por qu茅 debo considerar a mis compatriotas m谩s hermanos que un argelino o un mexicano? S铆, me siento culturalmente m谩s pr贸ximo a otro uruguayo, compartimos una historia, una forma de sentir el mundo, de hablar, de comer. Pero eso no le da prioridad a ning煤n compatriota m铆o a ser considerado m谩s ser humano que cualquier otro.
Por todo eso, y por mucho m谩s, no soy patriota. Ser茅 patriota el d铆a que se reconozca como 煤nica patria a la humanidad —as铆, sin discriminaciones.
Por todos lados vemos inflamados discursos patri贸ticos, actos p煤blicos, guerras y matanzas, ofensas y contraofensas, ceremonias de honor y ritos solemnes impulsados por esa orgullosa y arbitraria discriminaci贸n que se llama patriotismo. Claro, no se pueden montar discursos en nombre de los intereses de una clase social, ya que la tradici贸n no es suficiente para sostener un concepto moralmente insignificante y generalmente negativo, como lo es el concepto de “inter茅s”. Por lo tanto, se apela a un concepto de larga y bien construida tradici贸n positiva: el patriotismo. Con ello, se niega la divisi贸n interna de la sociedad afirmando la divisi贸n externa. La divisi贸n interna —de clases, de intereses— no desaparece, pero se vuelve invisible y, a la larga, se consolida con la sangre del patriota que no pertenece al reducido c铆rculo de los intereses que la promueven. El patriota muere religiosamente por su patria. Su patria concede medallas a sus padres, a sus hijos, y toda la seguridad a sus “intereses”. As铆, morir es un honor. El honor no procede de una reflexi贸n moral sino del discurso patri贸tico, del rito, de los s铆mbolos nacionales, de una virtual trascendencia del individuo en la “salvaci贸n” de su patria.
No voy a entrar ahora a analizar el significado de la tr谩gica sustituci贸n de inter茅s real por patriotismo interesado. Simplemente me bastar谩 con anotar que s贸lo la idea de “patriotismo” es insostenible, desde un punto de vista humano, desde la conciencia de la especie a la que pertenecemos. Es m谩s: el patriotismo no s贸lo es insostenible para cualquier humanismo, sino que se lo usa para destruir a una humanidad que busca, desesperadamente, su conciencia universal.
El sentimiento patri贸tico es pasivo y activo, es impulsado por los ritos, por los discursos y por las ceremonias. Pero tambi茅n es el motor de todas ellas. El patriotismo es la conciencia ego铆sta de la tribu que le impide la evoluci贸n a un estado de conciencia universal: la conciencia humana. El patriotismo es uno de los mitos m谩s consolidados desde los 煤ltimos siglos. Por naturaleza, el patriotismo no s贸lo es la confirmaci贸n casi inocente de la p茅rdida de individualidad en beneficio de un s铆mbolo artificial, creado por la milenaria tendencia humana del dominio de una tribu sobre las otras.
Ahora bien, podemos decir que un pa铆s puede ser una regi贸n cultural m谩s o menos definida —y siempre imprecisa—; que la idea de pa铆s tiene ventajas en la organizaci贸n administrativa de la vida p煤blica. De acuerdo. Pero el reclamado sentimiento patri贸tico, mezcla de fanatismo religioso y utilidad secular, antes que nada es la negaci贸n de todos los pueblos que no incluyen al patriota. Si soy nacionalista, si soy patriota, estoy dando prioridad moral a un conjunto de hombres y mujeres desconocidas (mis compatriotas) sobre un conjunto m谩s amplio de desconocidos (la humanidad). Puedo beneficiar a mi familia, a mi ciudad, a mi pa铆s en alguna decisi贸n propia. De hecho siempre tendremos tendencia a beneficiar a nuestra familia antes que a la familia del vecino. Pero puedo hacerlo de forma consciente y no vali茅ndome de una mentira para justificar cualquier acto delictivo de alguno de los integrantes de mi c铆rculo afectivo m谩s pr贸ximo. Y el patriotismo es precisamente eso: una condici贸n de irreflexividad. Para ser patriota debo aceptar cierto grado de acr铆tica —a veces m铆nimo, a veces obsceno, pero ese grado, por m铆nimo que sea, es todo lo que tiene de patriota un individuo. Todo lo dem谩s es lo que tiene de individuo. Esto no niega que alguien pueda sentir “amor” por un lugar concreto, por un pa铆s, y que pueda dar la vida en su defensa. Un sentimiento de amor es irrefutable. Pero este “entregar la vida por amor” no significa que la motivaci贸n de los hechos no est茅 motivada en un error, en un enga帽o. El amor es irrefutable, pero lo que hace el amor puede ser deleznable. Y para que ese amor se identifique con la motivaci贸n err贸nea en necesario, adem谩s, un fuerte sentimiento patri贸tico. Para que ese amor nos lleve a la muerte sin el paso previo de una profunda reflexi贸n moral es necesario un c贸digo incuestionable, una condici贸n de fanatismo, el anest茅sico de un rito religioso, el patriotismo. De esta forma, la estrategia m谩s efectiva del patriotismo consiste en identificarse —entre otras cosas— con el amor, es decir, con el altruismo, siendo que su objetivo es, parad贸jicamente, ego铆sta. Es decir, en nombre del altruismo, el ego铆smo; en nombre de la uni贸n, la discriminaci贸n.
No podemos negarlo. Todo patriotismo significa una discriminaci贸n, un cr茅dito que extendemos a quienes comparten nuestra nacionalidad y se lo negamos a quienes no la comparten. Ahora, ¿por qu茅 este cr茅dito? Este cr茅dito moral s贸lo puede tener una funci贸n profil谩ctica, pretende evitar la cr铆tica y el cuestionamiento a quienes poseen el beneficio, la alianza interior. Pero es un cr茅dito injusto, inhumano, discriminatorio, arbitrario.
La reflexi贸n es cuestionamiento, el cuestionamiento es duda, y la duda siempre es un estorbo para los intereses ajenos. Un soldado que piense gasta in煤tilmente sus energ铆as mentales. Si acaso se niega a ir a una guerra que considera injusta, recibir谩 todo el peso de la ley, la c谩rcel, y la lapidaria deshonra de “traidor a la patria”. Lo que demuestra, una vez m谩s, que s贸lo un reducido grupo —con intereses y con poder— puede administrar el significado de lo que es y no es “patriota”. Es decir, patriota es alguien que no cuestiona, que no critica. El patriota ideal no piensa.
Yo me reconozco como uruguayo. Reconozco una vaga regi贸n cultural llamada Uruguay. Pero de ninguna manera soy patriota. Me niego a ser patriota como me niego a responder a una raza —otra hist贸rica arbitrariedad de la ignorancia humana—. Me niego a inyectarme ese sentimiento militarista. Ser patriota es confirmar la arbitrariedad de haber nacido en un lugar cualquiera de este mundo, negando el mismo derecho que merece un africano o un asi谩tico de merecer mi m谩s profundo respeto, mi m谩s firme defensa como ser humano. Desde ni帽os, las instituciones sociales nos imponen ese sentimiento. Hace varios a帽os uno de mis personajes, en el momento de jurar “dar la vida por su bandera” en su tierna infancia, grit贸 “no juro”, alegando que ese juramento era inv谩lido e in煤til, que gracias a ese juramento los asesinos y corruptos pod铆an recibir sus credenciales de ciudadan铆a igual que cualquier honesto trabajador. Etc. Estoy de acuerdo con mi propio personaje. ¿Por qu茅 debo amar a un desconocido compatriota m谩s que a un desconocido australiano o m谩s que a un desconocido portugu茅s? ¿Por qu茅 habr铆a de entregar mi vida por una regi贸n del mundo en desmedro de otra? ¿Por qu茅 el Uruguay habr铆a de ser m谩s sagrado que el Congo o Singapur? ¿Por qu茅 debo considerar a mis compatriotas m谩s hermanos que un argelino o un mexicano? S铆, me siento culturalmente m谩s pr贸ximo a otro uruguayo, compartimos una historia, una forma de sentir el mundo, de hablar, de comer. Pero eso no le da prioridad a ning煤n compatriota m铆o a ser considerado m谩s ser humano que cualquier otro.
Por todo eso, y por mucho m谩s, no soy patriota. Ser茅 patriota el d铆a que se reconozca como 煤nica patria a la humanidad —as铆, sin discriminaciones.