OPINI脫N de Beatriz Gimeno.- El control de la reproducci贸n ha sido siempre un espacio de lucha pol铆tica. Bajo el eufemismo de “donaci贸n”, se sostiene un mercado en el que los cuerpos de las mujeres precarias son sometidos a tratamientos e intervenciones agresivas. Entonces, ¿c贸mo es que el feminismo espa帽ol no incluye este tema en su agenda?

Ilustraci贸n: Emma Gasc贸
El otro d铆a una periodista francesa me llam贸 para hacerme una entrevista sobre la donaci贸n de 贸vulos. No dej贸 de mostrarse asombrada por que Espa帽a sea uno de los pa铆ses en los que, habiendo un mayor tr谩fico de compraventa de 贸vulos (al mismo tiempo que un pa铆s con un fuerte movimiento feminista) sea uno de aquellos en los que menos se habla de esta cuesti贸n. Es cierto.
El auge y la utilizaci贸n de las tecnolog铆as de reproducci贸n asistida y la compraventa (donaci贸n) de 贸vulos s铆 son temas feministas. S贸lo las mujeres se embarazan y paren mediante estas tecnolog铆as y s贸lo las mujeres tienen 贸vulos. Ya sabemos que la tecnolog铆a, toda la tecnolog铆a, tiene un enorme inter茅s para las ciencias sociales en s铆 misma en tanto que es, adem谩s de una t茅cnica espec铆fica, una pr谩ctica social y discursiva de representaci贸n. Por supuesto que las tecnolog铆as, la t茅cnica, el conocimiento, la misma ciencia, todo ello est谩 mediado por relaciones de poder, y si hacemos referencia a cuestiones reproductivas, estar谩n mediadas por relaciones de g茅nero, obviamente; que es lo mismo tambi茅n que decir “poder masculino”. Ni por un momento debemos olvidar que el control de la reproducci贸n ha sido siempre un espacio de lucha pol铆tica, y lo sigue siendo.
La reproducci贸n asistida que ocurre en la sanidad p煤blica cubre una 铆nfima parte de la demanda existente, y en todo caso, habr铆a mucho que escribir acerca de c贸mo se genera esa demanda, de c贸mo se crean nuevas categor铆as de mujeres est茅riles y enfermas (antes inf茅rtiles) necesarias para mantener de manera creciente la demanda, de c贸mo se relaciona esta demanda con categor铆as de consumo, con modas culturales, etc. Y no olvidemos que estamos hablando de una enorme industria mundial, una industria cuyo inter茅s es el lucro y cuya materia prima son los biomateriales humanos (esperma, 贸vulos, embriones).
Las t茅cnicas de reproducci贸n asistida tienen un enorme impacto social que puede afectar a las relaciones de g茅nero, de parentesco, a las concepciones tradicionales de lo que es la maternidad y paternidad, pero que afecta tambi茅n a la salud de las mujeres. Recordemos que la industria que utiliza como materia prima los 贸vulos no se dedica s贸lo a la reproducci贸n asistida, sino que adem谩s de esta, est谩 la investigaci贸n en clonaci贸n terap茅utica y c茅lulas troncales. En esta industria de biomateriales, la raz贸n tecnocient铆fica capitalista ha generado una l贸gica utilitarista que requiere de 贸vulos de manera masiva. El problema es que los 贸vulos son un recurso limitado y de dif铆cil acceso y para conseguirlos la industria ha puesto en marcha toda una bater铆a de discursos m茅dicos, jur铆dicos o cient铆ficos, adem谩s de una maquinaria publicitaria, en la que el papel de aquellos y la explotaci贸n de los cuerpos de las mujeres se invisibiliza y banaliza socialmente.
Hay muchas maneras de hacerlo. Por ejemplo, en todo este proceso, se suele hablar, en general, de “embriones”, como si estos surgieran de la nada, invisibilizando que son necesarios miles de 贸vulos para conseguir esos embriones. No se dice d贸nde ni c贸mo se van a conseguir esos 贸vulos, ni el precio que hay que pagar por ellos.
Otra manera de invisibilizar la cuesti贸n es llamar “donaci贸n” a lo que en realidad es una compra. Como en el caso de los vientres de alquiler, la excusa que se da al hecho de que haya dinero de por medio y que aun as铆 se llame “donaci贸n”, es la de que es necesaria una “compensaci贸n”. Lo que oculta dicha compensaci贸n es que, sin ella, no habr铆a donaciones suficientes para cubrir la demanda. No hace falta “compensar” la donaci贸n de sangre, ni la de esperma y tampoco pagamos por la donaci贸n de 贸rganos.
Aunque tampoco hay aqu铆 espacio para profundizar en el papel de los mercados, lo cierto es que siempre que se abre un mercado en una situaci贸n de desigualdad estructural, las personas m谩s pobres se ven obligadas a vender lo que sea demandado al precio que los m谩s ricos fijan y quedan, a su vez, excluidos de los supuestos beneficios de ese mercado. Los pobres que venden un ri帽贸n no pueden acceder a comprarse uno en el caso de necesitarlo, etc. La inmensa mayor铆a de las mujeres que donan sus 贸vulos lo hacen por motivos econ贸micos. En la actualidad, por ejemplo, es muy corriente encontrar publicidad para estas donaciones en las universidades. Sabemos que esta ha sido la manera en la que muchas estudiantes han podido pagarse las actuales matr铆culas universitarias. Y tambi茅n sabemos que hay una aut茅ntica industria de 贸vulos procedentes de los pa铆ses m谩s pobres de Europa: Ruman铆a y Polonia principalmente.
Pero en el caso de los 贸vulos y bajo el eufemismo de “donaci贸n”, subyace crudamente la desigualdad de g茅nero. Una muestra de esta desigualdad es el tratamiento que se da a esta “donaci贸n” en la publicidad y en la informaci贸n social y t茅cnica, como equivalente a la donaci贸n de esperma. Se ha construido as铆 un imaginario en el que supone lo mismo donar 贸vulos que esperma, lo cual es una desinformaci贸n interesada que vulnera los derechos de las mujeres, sin que hasta ahora la ley, ni el feminismo, hayan mostrado mucho inter茅s en esto.
Para empezar, el esperma no necesita de ning煤n tratamiento para ser donado. Los 贸vulos s铆, y muy agresivo. La donante tendr谩 que someterse a multitud de pruebas invasivas y dolorosas, la mayor铆a sin anestesia. Las mujeres, adem谩s, producimos un solo 贸vulo al mes, una producci贸n claramente insuficiente para la industria. Para sortear esta baj铆sima productividad natural, se somete a las mujeres a una hiperstimulaci贸n ov谩rica, de manera que en lugar de un 贸vulo produzcamos de diez a veinte. Esto supone un tratamiento hormonal muy agresivo que mediante inyecciones diarias y constantes visitas al m茅dico para pruebas de todo tipo, que convierte el cuerpo de la “donante” en una bomba de hormonas, con consecuencias psicol贸gicas y f铆sicas muy profundas.
Despu茅s de un control del proceso mediante ecograf铆as y an谩lisis constantes, se procede a la extracci贸n de los 贸vulos mediante la introducci贸n de una aguja aspiradora por la vagina hasta llegar al ovario en el que, mediante una punci贸n, extraer el 贸vulo. Se trata de un procedimiento quir煤rgico que requiere anestesia en todo caso, y anestesia general algunas veces, y que es doloroso antes y despu茅s.
El procedimiento completo para la “donante” conlleva riesgos –y dolores- de los que las cl铆nicas no informan en su publicidad, ni tampoco a las donantes, y que est谩 muy lejos de ser inocuo. La producci贸n artificial de m谩s 贸vulos de los que se producir铆an naturalmente puede dar lugar a menopausias precoces. Recordemos que los 贸vulos son limitados (unos 450 a lo largo de la vida f茅rtil de una mujer) y la producci贸n estimulada qu铆micamente puede terminar obstaculizando una ulterior gestaci贸n por parte de la donante. Tambi茅n el ovario puede sufrir da帽os durante la extracci贸n.
“Las drogas que se utilizan para la estimulaci贸n provocan numerosos efectos secundarios (problemas de visi贸n, nauseas, v茅rtigo, quistes ov谩ricos, da帽os irreversibles en el ovario que produce esterilidad e incluso c谩ncer de mama asociaci贸n al tratamiento con clom铆fenos)”. Recientes estudios han se帽alado que entre el 0,3 y el 10% de las mujeres que se sometieron a este procedimiento padecieron el s铆ndrome de hiperestimulaci贸n ov谩rica. Los casos m谩s severos pueden incluir fallo renal, p贸lipos intrauterinos, quiste de ovarios, tromboembolismo, distr茅s respiratorio adulto y hemorragia por la rotura del ovario e infertilidad. La ASRM se帽al贸 que la aparici贸n de estos s铆ntomas m谩s graves “no es en absoluto extra帽a” (P茅rez Sede帽o y Ortega Arjonilla 2014). A su vez, muchas de las hormonas utilizadas no han sido suficientemente testadas y las mujeres que las reciben son un laboratorio viviente de la biotecnolog铆a, como dice Silvia Tubert. Los riesgos se multiplican si una mujer se somete a estos tratamientos varias veces seguidas y, aunque la ley en teor铆a lo proh铆be, en la pr谩ctica no hay control y muchas mujeres “donan” en varias ocasiones poniendo claramente en riesgo su salud.
A las supuestas donantes que se enfrentan a todo esto por 600 o 1000 euros no se les informa adecuadamente de los riesgos. Y no se trata solo de riesgos potenciales, sino que demasiadas veces se hacen realidad. He conocido hace poco el caso de una chica, donante universitaria, que entr贸 en coma despu茅s de someterse al procedimiento. Asegur贸 que no hab铆a sido bien informada y quiso denunciar, pero la cl铆nica la presion贸 para que no lo hiciera y, finalmente, la indemniz贸 a cambio del silencio. Estas cl铆nicas patrocinan todo tipo de publicaciones y congresos, y adem谩s contratan mucha publicidad en los medios.
Estamos hablando de bioeconom铆a; de un lucrativo nuevo nicho de mercado en el que la materia prima son los biomateriales procedentes de hombres y mujeres, pero en el que es el cuerpo de las mujeres el que sufre. La publicidad dirigida a los donantes de esperma y 贸vulo est谩 claramente sesgada seg煤n g茅nero. A las mujeres se les habla de generosidad, de posibilitar que otras puedan ser madres, se las se帽ala como mujeres comprometidas con la justicia social y con la maternidad. Es la imagen que ellas quieren tener de s铆 mismas, pero lo cierto es que sin dinero de por medio, la mayor铆a no se someter铆a estas t茅cnicas. En el caso de los varones, por el contrario, no se menciona ning煤n tipo de sentimiento altruista, sino que m谩s bien se busca dar una imagen divertida y desenfadada de la donaci贸n.
La biotecnolog铆a est谩 utilizando los cuerpos femeninos como productores de materia prima biohumana y como laboratorios andantes para productos de consumo y para satisfacer un nuevo nicho de mercado: el mercado de la reproducci贸n humana. Es un mercado que genera muchas dudas 茅ticas y que, adem谩s, est谩 fuertemente sesgado por el g茅nero y la clase social en cuanto a las posiciones de poder y de conocimiento que ocupan compradores/as y las vendedoras.
No conozco la raz贸n de que el movimiento feminista no tenga aqu铆 muy en cuenta esta cuesti贸n, aunque tengo algunas sospechas; todas ellas, en todo caso, necesitadas de una comprobaci贸n emp铆rica. Digamos que tengo la sensaci贸n de que en Espa帽a a煤n seguimos presas de discursos falsamente contra hegem贸nicos (ahora mismo son, de hecho, hegem贸nicos) que se han construido a la contra de aquellos discursos salidos de una sociedad fuertemente represiva en lo sexual, como lo fue 茅sta hace medio siglo. No estoy segura, naturalmente, pero algo tiene que explicar el por qu茅 en Espa帽a triunfan discursos que mezclan el sexo, el cuerpo, el comercio, y triunfan precisamente en espacios en los que esos mismos discursos referidos a otras cuestiones generar铆an una enorme contestaci贸n pol铆tica.
Sea o no sea 茅sta la raz贸n, podemos estar seguras de que se trata de una anomal铆a, ya que aunque los debates sobre cuestiones como los vientres de alquiler, la prostituci贸n, la compraventa de fluidos, 贸vulos, etc. se reproducen casi en sus mismos t茅rminos por todas partes, lo cierto es que defensoras/detractoras no son aqu铆 y en Europa las mismas. El discurso anticapitalista est谩 muy presente entre las feministas europeas que sostienen un discurso fuertemente cr铆tico hacia estas pr谩cticas, mientras que aqu铆 ocurre lo contrario.
El feminismo tiene que implicarse en esta cuesti贸n de lleno, porque estamos en riesgo de aceptar sin discusi贸n una nueva fuente de despoder y desigualdad radical para las mujeres.
Ilustraci贸n: Emma Gasc贸
El otro d铆a una periodista francesa me llam贸 para hacerme una entrevista sobre la donaci贸n de 贸vulos. No dej贸 de mostrarse asombrada por que Espa帽a sea uno de los pa铆ses en los que, habiendo un mayor tr谩fico de compraventa de 贸vulos (al mismo tiempo que un pa铆s con un fuerte movimiento feminista) sea uno de aquellos en los que menos se habla de esta cuesti贸n. Es cierto.
El auge y la utilizaci贸n de las tecnolog铆as de reproducci贸n asistida y la compraventa (donaci贸n) de 贸vulos s铆 son temas feministas. S贸lo las mujeres se embarazan y paren mediante estas tecnolog铆as y s贸lo las mujeres tienen 贸vulos. Ya sabemos que la tecnolog铆a, toda la tecnolog铆a, tiene un enorme inter茅s para las ciencias sociales en s铆 misma en tanto que es, adem谩s de una t茅cnica espec铆fica, una pr谩ctica social y discursiva de representaci贸n. Por supuesto que las tecnolog铆as, la t茅cnica, el conocimiento, la misma ciencia, todo ello est谩 mediado por relaciones de poder, y si hacemos referencia a cuestiones reproductivas, estar谩n mediadas por relaciones de g茅nero, obviamente; que es lo mismo tambi茅n que decir “poder masculino”. Ni por un momento debemos olvidar que el control de la reproducci贸n ha sido siempre un espacio de lucha pol铆tica, y lo sigue siendo.
La reproducci贸n asistida que ocurre en la sanidad p煤blica cubre una 铆nfima parte de la demanda existente, y en todo caso, habr铆a mucho que escribir acerca de c贸mo se genera esa demanda, de c贸mo se crean nuevas categor铆as de mujeres est茅riles y enfermas (antes inf茅rtiles) necesarias para mantener de manera creciente la demanda, de c贸mo se relaciona esta demanda con categor铆as de consumo, con modas culturales, etc. Y no olvidemos que estamos hablando de una enorme industria mundial, una industria cuyo inter茅s es el lucro y cuya materia prima son los biomateriales humanos (esperma, 贸vulos, embriones).
Las t茅cnicas de reproducci贸n asistida tienen un enorme impacto social que puede afectar a las relaciones de g茅nero, de parentesco, a las concepciones tradicionales de lo que es la maternidad y paternidad, pero que afecta tambi茅n a la salud de las mujeres. Recordemos que la industria que utiliza como materia prima los 贸vulos no se dedica s贸lo a la reproducci贸n asistida, sino que adem谩s de esta, est谩 la investigaci贸n en clonaci贸n terap茅utica y c茅lulas troncales. En esta industria de biomateriales, la raz贸n tecnocient铆fica capitalista ha generado una l贸gica utilitarista que requiere de 贸vulos de manera masiva. El problema es que los 贸vulos son un recurso limitado y de dif铆cil acceso y para conseguirlos la industria ha puesto en marcha toda una bater铆a de discursos m茅dicos, jur铆dicos o cient铆ficos, adem谩s de una maquinaria publicitaria, en la que el papel de aquellos y la explotaci贸n de los cuerpos de las mujeres se invisibiliza y banaliza socialmente.
Hay muchas maneras de hacerlo. Por ejemplo, en todo este proceso, se suele hablar, en general, de “embriones”, como si estos surgieran de la nada, invisibilizando que son necesarios miles de 贸vulos para conseguir esos embriones. No se dice d贸nde ni c贸mo se van a conseguir esos 贸vulos, ni el precio que hay que pagar por ellos.
Otra manera de invisibilizar la cuesti贸n es llamar “donaci贸n” a lo que en realidad es una compra. Como en el caso de los vientres de alquiler, la excusa que se da al hecho de que haya dinero de por medio y que aun as铆 se llame “donaci贸n”, es la de que es necesaria una “compensaci贸n”. Lo que oculta dicha compensaci贸n es que, sin ella, no habr铆a donaciones suficientes para cubrir la demanda. No hace falta “compensar” la donaci贸n de sangre, ni la de esperma y tampoco pagamos por la donaci贸n de 贸rganos.
Aunque tampoco hay aqu铆 espacio para profundizar en el papel de los mercados, lo cierto es que siempre que se abre un mercado en una situaci贸n de desigualdad estructural, las personas m谩s pobres se ven obligadas a vender lo que sea demandado al precio que los m谩s ricos fijan y quedan, a su vez, excluidos de los supuestos beneficios de ese mercado. Los pobres que venden un ri帽贸n no pueden acceder a comprarse uno en el caso de necesitarlo, etc. La inmensa mayor铆a de las mujeres que donan sus 贸vulos lo hacen por motivos econ贸micos. En la actualidad, por ejemplo, es muy corriente encontrar publicidad para estas donaciones en las universidades. Sabemos que esta ha sido la manera en la que muchas estudiantes han podido pagarse las actuales matr铆culas universitarias. Y tambi茅n sabemos que hay una aut茅ntica industria de 贸vulos procedentes de los pa铆ses m谩s pobres de Europa: Ruman铆a y Polonia principalmente.
Pero en el caso de los 贸vulos y bajo el eufemismo de “donaci贸n”, subyace crudamente la desigualdad de g茅nero. Una muestra de esta desigualdad es el tratamiento que se da a esta “donaci贸n” en la publicidad y en la informaci贸n social y t茅cnica, como equivalente a la donaci贸n de esperma. Se ha construido as铆 un imaginario en el que supone lo mismo donar 贸vulos que esperma, lo cual es una desinformaci贸n interesada que vulnera los derechos de las mujeres, sin que hasta ahora la ley, ni el feminismo, hayan mostrado mucho inter茅s en esto.
Para empezar, el esperma no necesita de ning煤n tratamiento para ser donado. Los 贸vulos s铆, y muy agresivo. La donante tendr谩 que someterse a multitud de pruebas invasivas y dolorosas, la mayor铆a sin anestesia. Las mujeres, adem谩s, producimos un solo 贸vulo al mes, una producci贸n claramente insuficiente para la industria. Para sortear esta baj铆sima productividad natural, se somete a las mujeres a una hiperstimulaci贸n ov谩rica, de manera que en lugar de un 贸vulo produzcamos de diez a veinte. Esto supone un tratamiento hormonal muy agresivo que mediante inyecciones diarias y constantes visitas al m茅dico para pruebas de todo tipo, que convierte el cuerpo de la “donante” en una bomba de hormonas, con consecuencias psicol贸gicas y f铆sicas muy profundas.
Despu茅s de un control del proceso mediante ecograf铆as y an谩lisis constantes, se procede a la extracci贸n de los 贸vulos mediante la introducci贸n de una aguja aspiradora por la vagina hasta llegar al ovario en el que, mediante una punci贸n, extraer el 贸vulo. Se trata de un procedimiento quir煤rgico que requiere anestesia en todo caso, y anestesia general algunas veces, y que es doloroso antes y despu茅s.
El procedimiento completo para la “donante” conlleva riesgos –y dolores- de los que las cl铆nicas no informan en su publicidad, ni tampoco a las donantes, y que est谩 muy lejos de ser inocuo. La producci贸n artificial de m谩s 贸vulos de los que se producir铆an naturalmente puede dar lugar a menopausias precoces. Recordemos que los 贸vulos son limitados (unos 450 a lo largo de la vida f茅rtil de una mujer) y la producci贸n estimulada qu铆micamente puede terminar obstaculizando una ulterior gestaci贸n por parte de la donante. Tambi茅n el ovario puede sufrir da帽os durante la extracci贸n.
“Las drogas que se utilizan para la estimulaci贸n provocan numerosos efectos secundarios (problemas de visi贸n, nauseas, v茅rtigo, quistes ov谩ricos, da帽os irreversibles en el ovario que produce esterilidad e incluso c谩ncer de mama asociaci贸n al tratamiento con clom铆fenos)”. Recientes estudios han se帽alado que entre el 0,3 y el 10% de las mujeres que se sometieron a este procedimiento padecieron el s铆ndrome de hiperestimulaci贸n ov谩rica. Los casos m谩s severos pueden incluir fallo renal, p贸lipos intrauterinos, quiste de ovarios, tromboembolismo, distr茅s respiratorio adulto y hemorragia por la rotura del ovario e infertilidad. La ASRM se帽al贸 que la aparici贸n de estos s铆ntomas m谩s graves “no es en absoluto extra帽a” (P茅rez Sede帽o y Ortega Arjonilla 2014). A su vez, muchas de las hormonas utilizadas no han sido suficientemente testadas y las mujeres que las reciben son un laboratorio viviente de la biotecnolog铆a, como dice Silvia Tubert. Los riesgos se multiplican si una mujer se somete a estos tratamientos varias veces seguidas y, aunque la ley en teor铆a lo proh铆be, en la pr谩ctica no hay control y muchas mujeres “donan” en varias ocasiones poniendo claramente en riesgo su salud.
A las supuestas donantes que se enfrentan a todo esto por 600 o 1000 euros no se les informa adecuadamente de los riesgos. Y no se trata solo de riesgos potenciales, sino que demasiadas veces se hacen realidad. He conocido hace poco el caso de una chica, donante universitaria, que entr贸 en coma despu茅s de someterse al procedimiento. Asegur贸 que no hab铆a sido bien informada y quiso denunciar, pero la cl铆nica la presion贸 para que no lo hiciera y, finalmente, la indemniz贸 a cambio del silencio. Estas cl铆nicas patrocinan todo tipo de publicaciones y congresos, y adem谩s contratan mucha publicidad en los medios.
Estamos hablando de bioeconom铆a; de un lucrativo nuevo nicho de mercado en el que la materia prima son los biomateriales procedentes de hombres y mujeres, pero en el que es el cuerpo de las mujeres el que sufre. La publicidad dirigida a los donantes de esperma y 贸vulo est谩 claramente sesgada seg煤n g茅nero. A las mujeres se les habla de generosidad, de posibilitar que otras puedan ser madres, se las se帽ala como mujeres comprometidas con la justicia social y con la maternidad. Es la imagen que ellas quieren tener de s铆 mismas, pero lo cierto es que sin dinero de por medio, la mayor铆a no se someter铆a estas t茅cnicas. En el caso de los varones, por el contrario, no se menciona ning煤n tipo de sentimiento altruista, sino que m谩s bien se busca dar una imagen divertida y desenfadada de la donaci贸n.
La biotecnolog铆a est谩 utilizando los cuerpos femeninos como productores de materia prima biohumana y como laboratorios andantes para productos de consumo y para satisfacer un nuevo nicho de mercado: el mercado de la reproducci贸n humana. Es un mercado que genera muchas dudas 茅ticas y que, adem谩s, est谩 fuertemente sesgado por el g茅nero y la clase social en cuanto a las posiciones de poder y de conocimiento que ocupan compradores/as y las vendedoras.
No conozco la raz贸n de que el movimiento feminista no tenga aqu铆 muy en cuenta esta cuesti贸n, aunque tengo algunas sospechas; todas ellas, en todo caso, necesitadas de una comprobaci贸n emp铆rica. Digamos que tengo la sensaci贸n de que en Espa帽a a煤n seguimos presas de discursos falsamente contra hegem贸nicos (ahora mismo son, de hecho, hegem贸nicos) que se han construido a la contra de aquellos discursos salidos de una sociedad fuertemente represiva en lo sexual, como lo fue 茅sta hace medio siglo. No estoy segura, naturalmente, pero algo tiene que explicar el por qu茅 en Espa帽a triunfan discursos que mezclan el sexo, el cuerpo, el comercio, y triunfan precisamente en espacios en los que esos mismos discursos referidos a otras cuestiones generar铆an una enorme contestaci贸n pol铆tica.
Sea o no sea 茅sta la raz贸n, podemos estar seguras de que se trata de una anomal铆a, ya que aunque los debates sobre cuestiones como los vientres de alquiler, la prostituci贸n, la compraventa de fluidos, 贸vulos, etc. se reproducen casi en sus mismos t茅rminos por todas partes, lo cierto es que defensoras/detractoras no son aqu铆 y en Europa las mismas. El discurso anticapitalista est谩 muy presente entre las feministas europeas que sostienen un discurso fuertemente cr铆tico hacia estas pr谩cticas, mientras que aqu铆 ocurre lo contrario.
El feminismo tiene que implicarse en esta cuesti贸n de lleno, porque estamos en riesgo de aceptar sin discusi贸n una nueva fuente de despoder y desigualdad radical para las mujeres.
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