OPINI脫N de 脕lvaro Cuadra.- El rechazo al Acuerdo de Paz en Colombia, ha desatado un afiebrado debate nacional escenificado en los medios, que lejos de esclarecer la situaci贸n, la tornan m谩s incierta. Como suele ocurrir en una crisis pol铆tica, como es el caso, no se trata de un debate de altura, m谩s bien estamos asistiendo a un bullicio medi谩tico en que a falta de buenas ideas se impone el prejuicio, el eslogan f谩cil, y una nada despreciable dosis de mediocridad pol铆tica y espiritual.
Es triste constatar que Colombia, tras cincuenta a帽os de guerra civil, sigue siendo lo que anta帽o se denominaba un “pa铆s subdesarrollado”, por m谩s que los eufemismos actuales enmascaren esa triste realidad. Poco importa que le llamemos un pa铆s de “ingresos medios”, cuando la brutal realidad muestra a millones de colombianos en el l铆mite de la extrema pobreza; poco importa que hablemos de un pa铆s “democr谩tico” cuando hay amplios sectores pol铆ticos carcomidos por la corrupci贸n y la violencia.
El nivel en que se desenvuelve el debate nacional no est谩 exento del estigma del subdesarrollo. La sociedad colombiana exhibe rasgos de lo que algunos han llamado “modernidad olig谩rquica”. A帽ejos discursos que apelan en la letra al derecho liberal y en los hechos a la brutal represi贸n moral, cuando no, polic铆aca. Como si el tiempo se hubiese detenido en la d茅cada de los sesenta del siglo pasado, el bizantino debate colombiano nos retrotrae m谩s de medio siglo en la historia.
Los actores del drama, con tintes de sainete, lo constituyen una oligarqu铆a ultra conservadora, una burgues铆a liberal y una guerrilla marxista de viejo cu帽o. Lo que pudi茅ramos llamar “pueblo” es una masa an贸nima que no participa con su voto, apat铆a, indiferencia, desconfianza, distancia. El presidente Juan Manuel Santos, pareciera el m谩s liberal y cosmopolita, un personaje que ha hecho de su figura un adalid de la Paz y de su gobierno el m谩s firme gestor del Acuerdo. Sin embargo, la racionalidad moderna choca frontalmente con una realidad cultural y social donde predomina, todav铆a, una estratificaci贸n colonial muy distante de sociedades democr谩ticas abiertas.
El rechazo al Acuerdo de Paz ha desnudado una realidad profunda de la sociedad colombiana. Colombia tiene una herida muy profunda que dista mucho de haber sanado. De alg煤n modo, se ha destapado una cloaca desde donde surgen, en ritmo de cumbia, los hedores del odio, el rencor, el dolor, la injusticia, la violencia y la muerte. Como en aquella vieja novela de Juan Rulfo, en Colombia se vuelve a escuchar esa sentencia que parece una maldici贸n “Aqu铆, todos somos hijos de Pedro P谩ramo”.
脕lvaro Cuadra es Doctor de la Universit茅 Paris-Sorbonne. Paris. France
Es triste constatar que Colombia, tras cincuenta a帽os de guerra civil, sigue siendo lo que anta帽o se denominaba un “pa铆s subdesarrollado”, por m谩s que los eufemismos actuales enmascaren esa triste realidad. Poco importa que le llamemos un pa铆s de “ingresos medios”, cuando la brutal realidad muestra a millones de colombianos en el l铆mite de la extrema pobreza; poco importa que hablemos de un pa铆s “democr谩tico” cuando hay amplios sectores pol铆ticos carcomidos por la corrupci贸n y la violencia.
El nivel en que se desenvuelve el debate nacional no est谩 exento del estigma del subdesarrollo. La sociedad colombiana exhibe rasgos de lo que algunos han llamado “modernidad olig谩rquica”. A帽ejos discursos que apelan en la letra al derecho liberal y en los hechos a la brutal represi贸n moral, cuando no, polic铆aca. Como si el tiempo se hubiese detenido en la d茅cada de los sesenta del siglo pasado, el bizantino debate colombiano nos retrotrae m谩s de medio siglo en la historia.
Los actores del drama, con tintes de sainete, lo constituyen una oligarqu铆a ultra conservadora, una burgues铆a liberal y una guerrilla marxista de viejo cu帽o. Lo que pudi茅ramos llamar “pueblo” es una masa an贸nima que no participa con su voto, apat铆a, indiferencia, desconfianza, distancia. El presidente Juan Manuel Santos, pareciera el m谩s liberal y cosmopolita, un personaje que ha hecho de su figura un adalid de la Paz y de su gobierno el m谩s firme gestor del Acuerdo. Sin embargo, la racionalidad moderna choca frontalmente con una realidad cultural y social donde predomina, todav铆a, una estratificaci贸n colonial muy distante de sociedades democr谩ticas abiertas.
El rechazo al Acuerdo de Paz ha desnudado una realidad profunda de la sociedad colombiana. Colombia tiene una herida muy profunda que dista mucho de haber sanado. De alg煤n modo, se ha destapado una cloaca desde donde surgen, en ritmo de cumbia, los hedores del odio, el rencor, el dolor, la injusticia, la violencia y la muerte. Como en aquella vieja novela de Juan Rulfo, en Colombia se vuelve a escuchar esa sentencia que parece una maldici贸n “Aqu铆, todos somos hijos de Pedro P谩ramo”.
脕lvaro Cuadra es Doctor de la Universit茅 Paris-Sorbonne. Paris. France