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Comercio electr贸nico y la agenda de las transnacionales

OPINI脫N de Sally Burch.- El comercio electr贸nico, uno de los componentes de la nueva econom铆a digital, est谩 en r谩pido crecimiento. Entre las plataformas de Internet m谩s conocidas en Am茅rica Latina est谩n Amazon, eBay, Alibaba o Mercado Libre (este 煤ltimo, latinoamericano).

Es atractivo para consumidores por la amplia gama de opciones, facilidad de comparar precios y, a menudo, entrega a domicilio. Para las empresas, permite abrir nuevos mercados, a veces sin l铆mites geogr谩ficos. Ofrece tambi茅n oportunidades para peque帽os y medianos productores, una de cuyas principales dificultades es la comercializaci贸n.

Se podr铆a pensar que para los pa铆ses del Sur, ser铆a muy beneficioso desarrollar sus capacidades en este plano. Vale la pregunta, entonces: ¿Por qu茅 una mayor铆a de pa铆ses en desarrollo se negaron a abrir negociaciones sobre el comercio electr贸nico, en la 煤ltima reuni贸n ministerial de la Organizaci贸n Mundial del Comercio -OMC-?

La econom铆a digital

Lo que abarca el concepto de comercio electr贸nico en realidad es mucho m谩s amplio que las tiendas en l铆nea. Comprende la venta o distribuci贸n de bienes o servicios f铆sicos, facilitada por medios electr贸nicos, incluyendo, por ejemplo, la llamada “econom铆a colaborativa” en servicios como transporte o alojamiento (como Uber y AirBnB). Contempla, adem谩s, bienes anteriormente f铆sicos que est谩n siendo remplazados por bienes digitales (libros, m煤sica); pero tambi茅n est谩 emergiendo toda un 谩rea h铆brida, como los dise帽os digitales de bienes f铆sicos (con opci贸n de personalizaci贸n) para reproducirlos en impresoras 3D, desde vestimenta, hasta maquinaria y casas e incluso ciertos alimentos o pr贸tesis para el cuerpo humano. Tambi茅n abarca los productos y servicios propios de la econom铆a digital, donde los datos son el bien comerciable, o 茅stos son utilizados para proveer un servicio, sea en plataformas de la Web o aplicaciones de la inteligencia artificial.

Estamos hablando, entonces, de una parte significativa de la econom铆a actual y que se acrecentar谩 mucho m谩s a futuro. Consecuentemente, cualquier acuerdo comercial que regule (o desregule) el “comercio electr贸nico” estar铆a de hecho sentando las bases globales para el conjunto de la nueva econom铆a digital, hacia la cual estamos transitando velozmente, con enormes implicaciones para el modelo econ贸mico, el empleo, el desarrollo, la dependencia o soberan铆a nacional e incluso los derechos humanos. Por lo mismo, requiere de un an谩lisis a fondo y de mucho cuidado, en particular desde la ciudadan铆a y los pa铆ses en desarrollo, para no ceder a presiones a cambio de concesiones puntuales.

Justamente, uno de los desaf铆os de la econom铆a digital es que se presta a favorecer a los actores m谩s grandes, lo que alienta la concentraci贸n y la formaci贸n de monopolios. Tan es as铆 que amazon.com ya cuenta con el 44% del comercio electr贸nico en EEUU (2017) y con el 16% a nivel global (2016); mientras que Google y Facebook acaparan el 61% de los ingresos de la publicidad global en Internet, y el 25% del total de los ingresos de publicidad en medios[1].

¿Hacia un acuerdo vinculante en la OMC?

Es en este contexto que los pa铆ses desarrollados con mayor capacidad digital han planteado abrir negociaciones en la OMC, buscando un mandato para un acuerdo vinculante sobre comercio electr贸nico que esperaban concretar en la reuni贸n Ministerial de 2018 en Buenos Aires. No es un tema nuevo: desde hace varios a帽os, se desarrollan discusiones al respecto en un comit茅 del organismo multilateral que no tiene poder de decisi贸n vinculante. La propuesta actual responde fundamentalmente al inter茅s de estos pa铆ses para reforzar a煤n m谩s las ventajas de las que gozan sus grandes empresas digitales.

Se trata, en esencia, de desregular el sector, bajo un discurso de “Internet libre”, para que estas empresas puedan tener acceso libre a todos los mercados y aprovecharse sin trabas de los flujos de datos. Para los pa铆ses con capacidad digital incipiente (incluyendo la mayor铆a de pa铆ses en desarrollo), significar铆a que se vean impedidos de adoptar —ahora o m谩s adelante— las regulaciones que les permitir铆an defender y fomentar su propio desarrollo soberano y capacidad de competir en esta 谩rea.

Este sentido de la propuesta se ve claramente en las cl谩usulas que EEUU propone incluir en la negociaci贸n, muy parecidas a lo que ya se hab铆a avanzado en las negociaciones en el marco de TLCs como el Tratado Transpac铆fico (TPP) y el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TiSA). Entre 茅stas se contemplan las siguientes medidas.

- La habilitaci贸n de flujos de datos transfronterizos. Se trata de prohibir la regulaci贸n que muchos pa铆ses han promulgado para proteger los datos nacionales. Ello va ligado a la prohibici贸n de barreras de localizaci贸n o de exigencia de establecer una presencia nacional.

En la pr谩ctica, significar铆a que las empresas puedan llevar, sin mediar pago alguno, todos los datos personales y de las colectividades, para convertirlos en un commodity para vender o explotar. Implica tambi茅n que no se podr谩 exigir que las empresas digitales almacenen los datos en el pa铆s donde se generan, bajo el argumento de que significar铆a costos adicionales de construcci贸n de infraestructura f铆sica en cada pa铆s.

Pero ello limitar铆a la capacidad de las legislaturas nacionales para proteger la privacidad de su ciudadan铆a, ya que se aplicar谩n las leyes del pa铆s donde se almacenan los datos (que en el caso, por ejemplo, de EEUU, protegen poco a su poblaci贸n nacional y a煤n menos a usuarios extraterritoriales). Asimismo, al renunciar a la posibilidad de regular adecuadamente la extracci贸n, uso y almacenamiento de datos, los pa铆ses sacrificar谩n la posibilidad de sacarles provecho para desarrollar su propio sector tecnol贸gico (como la inteligencia artificial).

La no presencia f铆sica podr铆a significar un impacto en el empleo o su precarizaci贸n mediante tercerizaci贸n o contrataci贸n de trabajadores aut贸nomos; adem谩s, dificultar铆a las opciones de recurso legal en casos de incumplimiento de las leyes y derechos de los consumidores.

- Prohibici贸n de las transferencias forzosas de tecnolog铆a, procesos de producci贸n u otra informaci贸n de propiedad.

Pero la transferencia tecnol贸gica siempre ha sido una demanda de los pa铆ses en desarrollo. Prohibir su obligatoriedad significar铆a perder oportunidades para desarrollar conocimiento y capacidad local, con miras a desarrollar su propio sector tecnol贸gico.

- Protecci贸n del c贸digo de fuente cr铆tico: se prohibir铆a que un pa铆s pueda obligar a las empresas extranjeras a entregar su c贸digo fuente o algoritmos patentados a sus competidores; salvo con fines de proteger la salud, seguridad u otras metas regulatorias leg铆timas.

Esto es particularmente preocupante en el caso de sistemas de inteligencia artificial, que tienen la capacidad de tomar ciertas decisiones aut贸nomamente, mediante algoritmos. Si no se puede saber c贸mo operan, c贸mo est谩n programados, dif铆cilmente se podr谩 pedir rendici贸n de cuentas por decisiones err贸neas o garantizar que no tengan un sesgo incorporado.

- Garantizar la elecci贸n de la tecnolog铆a por parte de la empresa.

Implica que no se podr谩 estipular que las empresas deban utilizar tecnolog铆a local, lo que desalentar铆a el desarrollo de capacidad nacional.

- La prohibici贸n de aranceles aduaneros para los productos digitales.

Ya existe, desde hace varios a帽os, un acuerdo de moratoria en la OMC a los aranceles para bienes que se transmiten electr贸nicamente. Sin duda ser铆a complejo implementar tales aranceles. Pero a medida que cada vez m谩s bienes se desplazan al dominio digital, podr铆a significar una p茅rdida significativa de ingresos para los pa铆ses en desarrollo y fomentar la competencia desleal con su producci贸n dom茅stica. Aceptar una prohibici贸n permanente, sin conocer c贸mo va a evolucionar el mercado digital, podr铆a ser arriesgado.

Negociaciones paralelas

Previo a la Ministerial en Buenos Aires, viendo que el acuerdo no avanzaba, los pa铆ses proponentes plantearon algo menos ambicioso, con 茅nfasis en “el comercio para el desarrollo”[2]. Se argumentaba que la negociaci贸n favorecer铆a a las micro, peque帽as y medianas empresas (MiPyMEs). En una 贸ptica similar, meses antes, se cre贸 un grupo de pa铆ses “Amigos del comercio electr贸nico para el desarrollo”, coordinado por Costa Rica.

Sin embargo, las MiPyMEs son las que menos podr谩n competir con las corporaciones transnacionales, que tienen los beneficios de escala, subsidios, infraestructura nacional, avances tecnol贸gicos, etc. M谩s bien lo que necesitan son regulaciones y pol铆ticas nacionales que les den oportunidades de desarrollar su capacidad tecnol贸gica, acceso preferente a mercados y competencias. Ello incluye mejorar la conectividad nacional al Internet, de alta velocidad, incluyendo las 谩reas rurales; mejorar la eficiencia de la aduana; mejorar los servicios de distribuci贸n (correo); pol铆ticas arancelarias y crediticias que favorezcan a las MiPyMEs, entre otros aspectos.

Finalmente, una mayor铆a de pa铆ses en desarrollo (principalmente los africanos, varios asi谩ticos, incluyendo India, y el grupo del ALBA en Am茅rica Latina) se resistieron a dar un mandato de negociaci贸n, entendiendo que significar铆a abandonar el acuerdo previo de no abrir nuevas negociaciones, mientras no culmina la Agenda de Doha para el Desarrollo, y para no dar lugar a nuevos impedimentos para las pol铆ticas nacionales.

Toda vez, no se lo puede considerar un asunto cerrado. Las presiones continuar谩n, tanto en la OMC como en el marco de otras negociaciones comerciales. De hecho, la reciente entrada en vigencia del TPP, por parte de todos los pa铆ses signatarios menos EEUU, dej贸 intacto la secci贸n del Acuerdo sobre comercio electr贸nico.

En la Ministerial de Buenos Aires, unos 70 pa铆ses (principalmente los que son parte de las negociaciones de TiSA, y tambi茅n Argentina), adoptaron una declaraci贸n conjunta sobre comercio electr贸nico y desarrollo, donde acuerdan emprender un trabajo conjunto exploratorio hacia futuras negociaciones en la OMC sobre intercambio comercial y comercio electr贸nico, abierto a todos los pa铆ses, hayan firmado o no.

Este grupo realiz贸 su primera reuni贸n, en Ginebra, el 14 de marzo de este a帽o, en la propia sede de la OMC y con presencia de funcionarios de la entidad, a pesar de que la OMC no tiene ning煤n mandato para llevar adelante tales discusiones. (La OMC solo puede desarrollar negociaciones autorizadas por el conjunto de sus miembros). Participaron 82 pa铆ses (incluyendo China y Pakist谩n, entre otros pa铆ses que no hab铆an firmado la declaraci贸n). La sesi贸n fue liderada por Jap贸n, Singapur y Australia. EEUU, que fue el primer impulsor de la iniciativa de negociaci贸n, tambi茅n particip贸; si bien en los 煤ltimos meses hab铆a dejado de liderar la iniciativa, como parte de la decisi贸n de Donald Trump de no privilegiar las negociaciones comerciales multilaterales.

Este tipo de negociaci贸n en paralelo se est谩 volviendo algo habitual en el marco de la OMC, como un mecanismo para circunvalar los procedimientos formales de la entidad, con la intenci贸n de volver con mayor fuerza en la siguiente Ministerial con un acuerdo pre-negociado, donde, en este caso, las MiPYMES ser铆an la carnada para concitar adhesiones.

¿Hacia una mayor regulaci贸n de Internet?

El reciente esc谩ndalo sobre el uso en campa帽as electorales de datos proporcionados por Facebook a Cambridge Analytica, con flagrante abuso de la intimidad de los usuarios, ha comenzado a abrir los ojos a legisladores en varios pa铆ses, incluyendo EEUU, sobre el poder excesivo de los monopolios de Internet. Pero estamos a煤n muy lejos de soluciones reales de pol铆tica p煤blica que permitan garantizar el inter茅s p煤blico frente a este poder.

El an谩lisis de Stacy Mitchell sobre amazon.com, publicado recientemente en The Nation[3], da indicios de lo que est谩 en juego en el campo del comercio electr贸nico. Explica el dilema que enfrentan los peque帽os y medianos productores para decidir si es mejor tratar de competir desde fuera, o vender sus productos en la plataforma de Amazon, donde es dif铆cil tener 茅xito debido a que Amazon puede manipular precios y promover productos de una manera que siempre favorece sus propias marcas y ganancias. M谩s all谩 de ello, la autora afirma que Jeff Bezos (el fundador y director ejecutivo de amazon.com) “ha dise帽ado su empresa para un objetivo mucho m谩s radical que simplemente dominar los mercados; ha construido Amazon para reemplazarlos. Su visi贸n es que Amazon se convierta en la infraestructura subyacente en la que se ejecuta el comercio”. Algo similar, en sus respectivos 谩mbitos, se podr铆a decir de Google y Facebook.

La eventual adopci贸n de medidas vinculantes en la OMC reforzar谩 a煤n m谩s estas tendencias. No es un asunto para que lo definan “expertos” (generalmente identificados con intereses empresariales). Es un debate que requiere de una amplia participaci贸n de la ciudadan铆a y que tome en cuenta garant铆as para el desarrollo, la democracia y los derechos humanos. La propia ONU, desde la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Informaci贸n, ha reconocido la importancia de contar con espacios multisectoriales para debatir estos temas. La OMC, desde siempre bastante cerrada a la participaci贸n ciudadana (y a煤n m谩s desde el fiasco que protagoniz贸 Argentina al negar las visas y acreditaciones de participantes de la sociedad civil en la Ministerial), no es para nada un espacio apropiado para ello. Si estas negociaciones prosperan, el futuro de nuestro desarrollo podr铆a estar fuertemente comprometido.


Sally Burch, periodista brit谩nica-ecuatoriana (ALAI). @SallyBurchEc

[1] Datos de https://www.statista.com/
[2] Ver el art铆culo de Deborah James.
[3] Amazon Doesn’t Just Want to Dominate the Market—It Wants to Become the Market, https://www.thenation.com/article/amazon-doesnt-just-want-to-dominate-the-market-it-wants-to-become-the-market/

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