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La esclavitud de los elefantes en Tailandia por el turismo animal

AFP / Lillian SuwanrumphaUn adiestrador ense帽a habilidades a la cr铆a de elefante Ploy el 17 de noviembre de 2019 en el pueblo de Ban Ta Klang, provincia de Surin, al noreste de Tailandia

Separados de sus madres, golpeados y a veces privados de comida, los elefantes tailandeses son domesticados por la fuerza antes de ser vendidos a centros tur铆sticos que se hacen llamar "santuarios" para atraer a los viajeros concienciados con el maltrato animal.

En Ban Ta Klang (este) se adiestra a la mayor铆a de los paquidermos que acaban en estos "centros de rescate". Los desestabilizan para someterlos al cornaca o mahout, es decir el domador, y obligarlos a interactuar con los visitantes.

Con tal s贸lo dos a帽os se separa a la cr铆a de elefante de su madre pese a que todav铆a depende de ella. Lo atan, a veces lo privan de comida y con frecuencia le pegan con palos o un gancho de metal para que obedezca las 贸rdenes.

"No los criamos para lastimarlos (...) Si no son tercos, no les hacemos nada", asegura a la AFP el cornaca Charin, mientras pide a un joven elefante que se sostenga sobre las patas traseras con un globo en la trompa.

脡l entrena a los paquidermos por 350 d贸lares al mes, ense帽谩ndoles a pintar, a jugar al f煤tbol, a tocar m煤sica, lo que pidan los due帽os.
AFP / Lillian SuwanrumphaUn adiestrador ense帽a habilidades a la cr铆a de elefante Ploy el 17 de noviembre de 2019 en el pueblo de Ban Ta Klang, provincia de Surin, al noreste de Tailandia


"Siempre he vivido con ellos. Forman parte de nuestra familia", se帽ala el domador cuyo abuelo y padre ya ejerc铆an el oficio.

- 80.000 d贸lares -

Desde la prohibici贸n de su explotaci贸n en la industria forestal hace 30 a帽os, los elefantes y los cornacas desempleados se han pasado al turismo de masas.

Una vez entrenados, los animales se venden por hasta 80.000 d贸lares, una inversi贸n colosal que hay que rentabilizar. Una tarea f谩cil para los parques de atracciones, como el de Mae Taeng, cerca de Chiang Mai (norte), que acoge a hasta 5.000 visitantes por d铆a.

Con una pata en el aire y un pincel en la trompa, Suda realiza cinco cuadros bajo los aplausos de los visitantes que pagaron 50 d贸lares de entrada. Sus lienzos, que parecen estampas japonesas, se venden por hasta 150 d贸lares. Luego llega el momento m谩s esperado: el paseo a lomos de elefante.
AFP / Lillian SuwanrumphaUn hombre ayuda a lavarse a un elefante antes de la llegada de los turistas durante un festival anual en Surin, al noreste de Tailandia, el 17 de noviembre de 2019

Muchos refugios y santuarios ya no ofrecen este tipo de paseos, boicoteados cada vez por m谩s turistas occidentales.

Pero la mayor铆a ofrece una actividad igualmente pol茅mica: ba帽arse con el animal.

"Se desaconseja fuertemente. Es estresante, especialmente cuando tiene que interactuar con j贸venes demasiado entusiasmados, puede generar lesiones a los turistas", se帽ala Jan Schmidt-Burbach de la World Animal Protection.

El objetivo es colocar al visitante lo m谩s cerca posible del paquidermo para que tenga la sensaci贸n de que rentabiliza la entrada. Por eso se le deja alimentarlo, cepillarlo y cuidarlo.

Una vez que se va, el viajero no ve el lado oscuro: en algunos "refugios" los elefantes est谩n encadenados durante horas, se les obliga a dormir sobre hormig贸n y est谩n mal alimentados.

- Observar sin tocar -
AFP / Lillian SuwanrumphaUn elefante es obligado a pintar para los turistas en el parque comercial Maetaeng, el 8 de noviembre de 2019 en la provincia de Chiang Mai, al norte de Tailandia


De los 220 parques de elefantes registrados en el pa铆s, aunque muchos prometen un turismo m谩s 茅tico, "solo una decena garantizan condiciones de vida satisfactorias", seg煤n World Animal Protection.

Es el caso de ChangChill, una peque帽a estructura cerca de Chiang Mai, en medio de arrozales. En unos meses ha revolucionado su funcionamiento para garantizar un bienestar 贸ptimo al animal.

Aqu铆 lo observamos respetando una distancia de 15 metros. "No los obligamos a hacer lo que no har铆an instintivamente", explica el director Supakorn Thanaseth.

Por eso "est谩n menos enfermos, m谩s tranquilos". Los riesgos de accidente debido al estr茅s del animal "han disminuido mucho" aunque los mahouts conservan un gancho para casos de emergencia.

ChangChill espera ser rentable en la temporada alta, pero solo podr谩 recibir unos 40 turistas diarios y acoge a solo seis elefantes.
AFP / Lillian SuwanrumphaUnos turistas pasean en elefante por el parque comercial Maetaeng, el 8 de noviembre de 2019 en la provincia de Chiang Mai, al norte de Tailandia

Una gota de agua. Tailandia cuenta con casi 4.000 individuos en cautiverio y su n煤mero ha aumentado un 30% en 30 a帽os.

Reintroducirlos en su h谩bitat natural no es posible por falta de espacio y podr铆a desencadenar conflictos con las personas, se帽ala la autoridad tur铆stica tailandesa.

Los expertos estiman que hay que organizar el sector, que carece de regulaci贸n. Pero las autoridades no parecen tener prisa por poner orden en este lucrativo negocio.

Un informe de asociaciones de defensa de los derechos de los animales preconizaba el a帽o pasado un control m谩s estricto de los elefantes cautivos.

Una vez "domesticado", el animal es considerado como simple ganado seg煤n la ley tailandesa, a diferencia de los elefantes salvajes, que s铆 est谩n protegidos.

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