OPINI脫N de Andrea D’Atri
La organizaci贸n financiera internacional con sede en Washington tiene una particular铆sima perspectiva de g茅nero. Los planes de ajuste que negocia con los gobiernos de los pa铆ses deudores recaen sobre las espaldas del pueblo trabajador y las m谩s perjudicadas son las mujeres de los hogares m谩s empobrecidos.
El FMI intenta imponer sus habituales planes de ajuste, pero en la 煤ltima d茅cada, con una particular perspectiva de g茅nero; especialmente desde que descubrieron que el incremento de la participaci贸n de las mujeres en la fuerza laboral pod铆a hacer que creciera la econom铆a, junto con las ganancias capitalistas. En un art铆culo publicado en marzo de 2019 en la revista Finanzas & Desarrollo, del FMI, Era Dabla-Norris y Kalpana Kochhar escriben:
Pens谩bamos que la desigualdad de g茅nero era principalmente una cuesti贸n de justicia social. No nos dimos cuenta de que es tambi茅n una importante cuesti贸n econ贸mica hasta que empezamos a indagar en el tema. […] Los estudios del FMI ponen de relieve que la desigualdad de condiciones entre mujeres y hombres impone un gran costo para la econom铆a mundial. Estudios anteriores del FMI sobre la repercusi贸n econ贸mica de las brechas de g茅nero asum铆an que tanto hombres como mujeres nacen con el mismo potencial, pero que las disparidades de acceso a educaci贸n, salud, finanzas y tecnolog铆a, los derechos legales y los factores sociales y culturales imped铆an a las mujeres realizar ese potencial. A su vez, estos obst谩culos a los que se enfrentan las mujeres reduc铆an el talento al que pod铆an recurrir los empleadores. El resultado era una menor productividad y un bajo crecimiento econ贸mico. Se estimaba que la p茅rdida por la falta de participaci贸n econ贸mica de las mujeres iba del 10 % del PIB en las econom铆as avanzadas a m谩s del 30 % en Asia meridional y en Oriente Medio y Norte de 脕frica. Estudios m谩s recientes sugieren que los beneficios econ贸micos de aumentar la participaci贸n laboral de las mujeres superan las estimaciones anteriores. 1
El art铆culo, titulado “Cerrar la brecha de g茅nero”, lleva un expl铆cito subt铆tulo que reza “Los beneficios econ贸micos de aumentar la participaci贸n de las mujeres en la fuerza laboral son mayores de lo que se pensaba”. Sus autoras –una, jefa del departamento de Finanzas P煤blicas y otra, directora de Recursos Humanos del FMI– sugieren, entre otras cosas, invertir en infraestructura, apoyar a las mujeres emprendedoras brind谩ndoles un mayor acceso al financiamiento y promover la igualdad de derechos de las mujeres.
Promover el crecimiento econ贸mico y la estabilidad mundial requiere comprender los factores macro-cr铆ticos subyacentes, incluido el rol de la igualdad de g茅nero. La participaci贸n de las mujeres en el mercado laboral aumenta el tama帽o y la reserva de talento de la fuerza laboral y contribuye a impulsar la productividad laboral y la producci贸n. […] Por tanto, una mayor igualdad de g茅nero es fundamental para cumplir el mandato del FMI de promover la estabilidad econ贸mica. 2
Como queda a la vista en todas sus intervenciones en diferentes pa铆ses, el FMI no solo act煤a para defender los intereses de los acreedores, sino tambi茅n para resguardar los intereses del capital globalizado. Sin embargo, los desastrosos resultados de los planes de austeridad que impusieron en distintos pa铆ses del mundo, para que paguen las deudas durante los ’90, obligaron al organismo internacional de cr茅dito a mejorar su discurso sobre la pobreza, la desigualdad y la equidad de g茅nero. Adem谩s, este pinkwashing llega al punto de elegir, para sus puestos directivos, a mujeres que hacen gala de preocupaci贸n e inter茅s por la igualdad y el desarrollo de sus cong茅neres.
Christine Lagarde, la primera mujer en ocupar la direcci贸n del FMI, cargo que desempe帽贸 desde 2011 y hasta 2019, responsable de los acuerdos con el gobierno de Macri cuando se asumi贸 esta nueva deuda m谩s reciente de la Argentina, se declaraba feminista –a pesar de usar el apellido de su primer marido– y ocupaba el tercer puesto entre las mujeres m谩s poderosas del mundo. «Despreciar la mitad del talento mundial es una p茅rdida de prosperidad econ贸mica para todos», declar贸 en alguna oportunidad, marcando la pauta de g茅nero que rige al organismo. Algo similar piensa su sucesora Kristalina Georgieva, quien asumi贸 el cargo despu茅s de ser directora ejecutiva del Banco Mundial. “Si las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres para alcanzar su m谩ximo potencial, el mundo no solo ser铆a m谩s justo, sino tambi茅n m谩s pr贸spero”, le gusta repetir. Otra vez la prosperidad econ贸mica como meta; prosperidad de los grandes capitalistas, se entiende.
Es decir, aproximadamente desde hace una d茅cada, el FMI empez贸 a preocuparse porque los acuerdos de pagos firmados por los pa铆ses deudores, incluyeran los derechos de las mujeres. Claro que lo que consideran prioritario son los derechos a firmar contratos, a tener cuentas bancarias y a la propiedad privada. En el art铆culo publicado por el FMI citado anteriormente, las autoras se帽alan, como ejemplo, las experiencias de Malawi, Namibia y Per煤 y expresan que para promover la igualdad de g茅nero “deben adoptarse medidas para abordar la legislaci贸n sobre herencias y derechos de propiedad”. 3
Es que, en muchos pa铆ses donde el nivel de informalidad laboral es incluso mayor que en Argentina, o grandes sectores de la poblaci贸n no est谩n siquiera bancarizados, el objetivo del FMI se centra –como en la India, por ejemplo– en remover todos los obst谩culos que pudiera haber para que las mujeres m谩s pobres accedan a microcr茅ditos y otros financiamientos a sus propios emprendimientos. De este modo, se alienta que las mujeres de los sectores populares se conviertan en “peque帽as empresarias” autoexplotadas, trabajando sin descanso para una econom铆a de supervivencia y, sobre todo, endeudadas de por vida. Una pol铆tica que tambi茅n se empez贸 a promover en Am茅rica Latina, a trav茅s de foros internacionales, de organismos y corporaciones, como lo se帽alan las autoras de Si nuestras vidas no valen, entonces produzcan sin nosotras.
Si bien retoma el esp铆ritu de pol铆ticas orientadas al “desarrollo econ贸mico” de las mujeres de pa铆ses perif茅ricos a trav茅s de la generaci贸n de pol铆ticas de microcr茅ditos, esta agenda retoma su rumbo en el 2018 con el evento del Women-20 que re煤ne a “mujeres l铆deres”, empresarias y mandatarias de los pa铆ses integrantes del G-20 que se realiz贸 en Argentina. Desde estas narrativas, la “inclusi贸n laboral, la inclusi贸n digital, la inclusi贸n financiera”, y el “desarrollo rural” de las mujeres “en situaci贸n de vulneraci贸n social” era posible a trav茅s del fomento del “emprendedurismo”. 4
Pero, como bien advierten las autoras,
Estas modalidades laborales (que aumentaron durante la pandemia), lejos de crear nuevas autonom铆as econ贸micas, profundizan la precarizaci贸n laboral. Este panorama se da en una regi贸n donde los niveles de informalidad, empleo no registrado, bajos salarios y desempleo siguen siendo altos, principalmente para las mujeres. 5
En ocasiones, como en Jordania, Nigeria y otros pa铆ses en los que intervino el FMI, tambi茅n manifiesta preocupaci贸n por el trabajo de cuidados no remunerado, que recae mayoritariamente sobre las mujeres, e inter茅s por la creaci贸n de infraestructura adecuada para el cuidado y educaci贸n de ni帽as y ni帽os, adem谩s de licencias y otras medidas. Pero su objetivo no es el reconocimiento de este trabajo gratuito, sino uno bastante m谩s s贸rdido: remover las limitaciones que las mujeres puedan tener para ser explotadas en el mercado laboral. Incluso calcularon que si se reduce y se redistribuye el trabajo no remunerado, con un poquito de gasto p煤blico en algo de infraestructura para el cuidado, podr铆a haber ganancias econ贸micas que sumar铆an hasta el 4 % del PBI. 6 En el FMI imaginan que estos mismos servicios podr铆an prestarlos empresas privadas subcontratadas por el Estado, que explotan a otras trabajadoras con bajos salarios y condiciones precarias, como tambi茅n organizaciones comunitarias que garantizan comedores y otras prestaciones sociales, al l铆mite de la pobreza.
Incluso, a veces impulsan que el Estado favorezca desgravaciones fiscales para las familias que contratan trabajadoras de casas particulares, similares a la pol铆tica que ha hecho recientemente el gobierno de Alberto Fern谩ndez. En el caso argentino, una medida anunciada con bombos y platillos a favor de las empleadas, pero que no ha tenido un impacto significativo en la regularizaci贸n del sector que est谩 conformado por el 16,5 % del total de las mujeres ocupadas y el 21.5 % del total de las asalariadas, aunque aproximadamente el 70 % sigue trabajando sin aportes patronales, ni derecho a vacaciones, indemnizaci贸n por despido ni obra social. Incluso, su salario es tan bajo que ni siquiera los subsidios a los patrones resultan un incentivo para que estos accedan a regularizar a las contratadas.
En ning煤n documento del FMI se mencionan los derechos laborales de las mujeres. Mejor dicho, cuando se habla de alentar su participaci贸n en el mercado de trabajo, no hay ni una palabra sobre el derecho a sindicalizarse u organizarse colectivamente, pero en cambio se sugieren modificaciones en los impuestos patronales y en las prestaciones sociales. En resumen, mayor flexibilizaci贸n y precarizaci贸n laboral para las mujeres y m谩s favores a los empresarios. Queda claro que la perspectiva de g茅nero que tiene el FMI no es la misma que la de los movimientos de mujeres de Am茅rica Latina que, en los 煤ltimos a帽os, protagonizaron importantes movilizaciones en la regi贸n.
En el memor谩ndum firmado por el FMI con Argentina en junio de 2018, en el punto C titulado “Apoyo a la equidad de g茅nero”, el gobierno se propon铆a “lograr que las mujeres argentinas puedan desarrollar todo su potencial no solo es una cuesti贸n moral sino que tambi茅n tiene sentido desde el punto de vista econ贸mico”. 7 En tal sentido, el gobierno se compromet铆a a:
Trabajar para reformar el actual sistema tributario reduciendo los desincentivos para que las mujeres participen del mercado laboral; continuar implementando nuestros proyectos e iniciativas en acciones para promover igual paga y un sistema m谩s equitativo de licencias de paternidad y maternidad; continuar construyendo infraestructura para el cuidado de ni帽os y educaci贸n de la primera infancia; exigir a las empresas que cotizan en bolsa que publiquen anualmente datos sobre el equilibrio de g茅nero en su Directorio y entre sus puestos gerenciales; continuar trabajando en nuestras iniciativas para luchar contra la violencia de g茅nero y violencia dom茅stica y proporcionar redes de apoyo para las v铆ctimas de dicha violencia. 8
Lo primero es claro: como ya mencionamos m谩s arriba, quitar grav谩menes a las patronales que los “desincentivan” a contratar mujeres. Nada m谩s y nada menos que trabajo flexibilizado. Hay otras medidas que parecen superfluas, como la de monitorear el “techo de cristal” de las gerencias y los directorios de las empresas que cotizan en bolsa. Pero hay otros postulados –como la construcci贸n de infraestructura para el cuidado, etc.– que, aunque puedan sonar muy bien, se plantean simult谩neamente con la exigencia del FMI de reducir el gasto fiscal, es decir, reducir el empleo p煤blico, posponer proyectos de obras p煤blicas, reducir el gasto en la adquisici贸n de bienes y servicios. Una verdadera contradicci贸n en los t茅rminos.
Actualmente, por la gesti贸n del gobierno de Alberto Fern谩ndez -que no se puede adjudicar enteramente a las condiciones de la pandemia, sino a las opciones que se decidieron tomar en ese marco-, la tasa de precarizaci贸n laboral extrema llega al 44 %. Pero si se desagregan los datos por g茅nero, vemos que ese porcentaje supera el 50 % para las mujeres y est谩 muy cerca del 70 % para la juventud. Desde el gobierno de Macri a esta parte, el salario de esta enorme masa de trabajadoras y trabajadores informales cay贸 un 31,4 % y la jubilaci贸n m铆nima –que es la que tiene la inmensa mayor铆a de las mujeres– un 27,3 %.
Sin embargo, el FMI siempre exige reformas estructurales. As铆 lo hizo durante su intervenci贸n en la crisis argentina de 2001, como lo hizo antes en M茅xico en 1982 y 1995, en la crisis asi谩tica de 1997 o la crisis europea con epicentro en Grecia de 2008. Los cr茅ditos incluyen como condici贸n la obligaci贸n de avanzar en reformas de la legislaci贸n laboral, permitiendo que avancen la flexibilizaci贸n y la desregulaci贸n, como tambi茅n la privatizaci贸n de servicios p煤blicos y otras pol铆ticas que impactan directa o indirectamente en los derechos laborales. Su pol铆tica es tan agresiva que, incluso, ha originado un debate en el Derecho internacional, por las contradicciones jur铆dicas y normativas que se generan con las exigencias de la Organizaci贸n Internacional del Trabajo (OIT), las que generalmente se resuelven a favor del FMI. Como ejemplifica la profesora Natalia Delgado, de la Universidad de Southampton:
Argentina es un testigo hist贸rico de esta fragmentaci贸n. Por un lado, el pa铆s tiene una s贸lida legislaci贸n laboral heredada mayoritariamente de las luchas obreras en diferentes momentos hist贸ricos. Asimismo, ha ratificado un n煤mero considerable de Convenciones de la OIT. Por otro lado, el Estado argentino ha contra铆do sistem谩ticamente deuda con el FMI, quien impuso severas condiciones laborales desmantelando derechos fundamentales de los/as trabajadores/as del pa铆s y poniendo en jaque las obligaciones internacionales del Estado con la OIT. 9
Y, aunque en esta ocasi贸n, el FMI no lo pida expl铆citamente entre los puntos del acuerdo que est谩 discutiendo con el gobierno argentino, hay que considerar que la reforma previsional ya se viene haciendo, ajustando los ingresos de jubiladas y jubilados varias veces. La 煤ltima, mientras se aprobaba la legalizaci贸n del aborto en diciembre de 2020: maniobra espuria que se quiso hacer pasar disimuladamente, mientras nos moviliz谩bamos por el aborto legal. Por otra parte, la reforma laboral por la que se relamen los derechistas de la oposici贸n, las c谩maras empresariales y la uni贸n industrial no saldr谩 del Congreso, pero ya se est谩 intentando hacer pasar por convenio, como lo hace Toyota, con el aval de la burocracia sindical del SMATA.
La deuda es con nosotras
La precarizaci贸n laboral, la brecha salarial, la falta de servicios p煤blicos e instituciones que permitan disminuir la carga de las tareas dom茅sticas y de cuidados son algunas de las causas de la desigualdad en la que se encuentran las mujeres. Sin embargo, aunque el FMI incluya algunas de estas cuestiones en su nueva ret贸rica de g茅nero, decide ignorar que esa brecha respecto de los hombres, en distintas 谩reas, es la misma que se observa entre las mujeres que tienen los ingresos m谩s bajos y las que se encuentran entre quienes perciben los m谩s altos. En sus informes, las diferencias de clase se difuminan en un promedio general que impide tener un diagn贸stico certero de cu谩les son las necesidades de las mujeres en situaciones m谩s vulnerables. Y es en estos sectores, donde el trabajo dom茅stico y de cuidados que crea una riqueza social no contabilizada en la econom铆a nacional, es –como ya lo se帽alamos en otro art铆culo– un factor fundamental para entender el empobrecimiento.
Mientras la tasa de actividad de los hombres supera el 70 %, las mujeres apenas alcanzan el 50%. Pero si observamos esa misma tasa entre las mujeres que viven en los hogares con mayores ingresos, notamos que se ubica por encima del promedio, con un 62 %, mientras la actividad de las mujeres de los hogares m谩s empobrecidos, no llega al 42 %. Cifras que admiten una correlaci贸n con las que encontramos si analizamos las horas dedicadas, en estos hogares, al trabajo no remunerado para la reproducci贸n social de la familia. Mientras en el extremo con menores ingresos, las mujeres dedican m谩s de 8 horas diarias, en promedio, al trabajo dom茅stico y de cuidados, en el otro extremo, dedican 4,5 horas.
Sus trabajos precarios, a tiempo parcial o por horas consolidan un promedio salarial de apenas 36 mil pesos, bastante menos de lo que se requiere para cubrir la canasta b谩sica de un hogar de tres personas. La decisi贸n de destinar cada vez m谩s recursos al pago de la deuda ileg铆tima y fraudulenta implica reducir o eliminar la provisi贸n de servicios esenciales para la reproducci贸n de la vida y obliga a las mujeres a incrementar sus horas de trabajo no remunerado a expensas de su actividad asalariada.
No es dif铆cil imaginar, entonces, que en esta situaci贸n, las mujeres de los sectores populares sean las m谩s afectadas por la crisis de la vivienda, como lo evidencia su protagonismo en las tomas de tierra que se esparcen por todo el pa铆s. Mientras las fuerzas policiales comandadas por Berni en la provincia que gobierna Kicillof o en la ciudad m谩s rica del pa铆s, donde gobierna Rodr铆guez Larreta, reprim铆an salvajemente a mujeres, ni帽as y ni帽os, para favorecer la especulaci贸n de grandes grupos inmobiliarios, el ministro de Econom铆a, Mart铆n Guzm谩n desembolsaba 4.600 millones de d贸lares al FMI. Una cifra que equivale a la construcci贸n de 131 mil viviendas. Lejos de eso, Guzm谩n ya anticip贸 que pagar谩 otros 1.900 millones de d贸lares para fin de a帽o.
Desendeudadas nos queremos
¿Y cu谩les son las consecuencias de la exigencia de d茅ficit cero que hace el FMI? El achicamiento del d茅ficit fiscal implica la reducci贸n de subsidios a las empresas privatizadas de servicios. Sin embargo, lejos de afectar la extraordinaria rentabilidad de estas empresas de telefon铆a y energ铆a, seguramente tendremos nuevos y mayores tarifazos, que intentaron evitar en medio de la campa帽a electoral, aumentando hasta un 125 % las transferencias por subsidios a estas compa帽铆as, en el mes de octubre. Tambi茅n se debate si la devaluaci贸n que exige el FMI ser谩 abrupta o gradual. Sea como fuere, se beneficiar谩n los exportadores, los bancos y las grandes empresas, mientras perder谩n los salarios. Y redundar谩 en un mayor recorte del gasto en prestaciones sociales, que ya sufri贸 una quita del 14 % en el presupuesto de este a帽o.
El gobierno heredero del matrimonio de los “pagadores seriales” se debate entre pagar sin retaceos o pagar haciendo alg煤n acuerdo; sin embargo, es posible ponerle un freno al saqueo infinito de la deuda. Investigar los fraudes es el primer paso para imponer el desconocimiento soberano de la deuda que es ileg铆tima y odiosa, mediante la movilizaci贸n popular. Impedir la fuga de capitales y el caos econ贸mico con medidas de defensa de los recursos nacionales, como la nacionalizaci贸n de la banca y el monopolio estatal del comercio exterior bajo control del pueblo trabajador, requerir谩 de una lucha que, seguramente, tendr谩 a las mujeres en la primera fila. Porque somos las mujeres organizadas y moviliz谩ndonos en las calles masivamente las que plantamos el grito de “Ni una menos” en todo el pa铆s y m谩s tarde, inundamos todo de verde hasta conquistar la legalizaci贸n del aborto. Porque somos las mujeres quienes ya estamos resistiendo la precarizaci贸n laboral y los bajos salarios en Salud, las que encabezamos las grandes movilizaciones contra el extractivismo contaminante en la Patagonia, el Noroeste, Cuyo o Buenos Aires, las que enfrentamos la brutal represi贸n policial con que se desalojan las precarias casillas de las que reclaman tierra para vivir. Porque somos las mujeres de los movimientos sociales, de los barrios populares y de la izquierda las que, en el D铆a de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres, nos movilizamos exigiendo “Basta de femicidios, travesticidios y violencia machista. No al ajuste del FMI y los gobiernos”.
“Hoy la Argentina no est谩 en condiciones de pagar la deuda con el FMI. Lo que decimos nosotros es que una vez m谩s no puede pagar, ¿por qu茅 no la pagan quienes la generaron?”, inquiri贸 Myriam Bregman en una entrevista. Y agreg贸: “Nos tienen que explicar c贸mo la receta que es endeudar y fugar y, que en forma c铆clica, va generando crisis econ贸micas y sociales, esta vez va a tener un resultado diferente. Los acuerdos con el FMI siempre fracasan, el tema es qui茅n lo paga”. 10 Una Fuerza de Mujeres se dispone para el combate contra el futuro impiadoso que nos deparan el Fondo Monetario y los gobiernos que pretenden pagar la deuda con el hambre y la miseria del pueblo trabajador y la vida, cada vez m谩s precarizada, de las mujeres.
* Andrea D’Atri es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fund贸 la agrupaci贸n Pan y Rosas de Argentina, que tambi茅n tiene presencia en Chile, Brasil, M茅xico, Bolivia, Uruguay, Per煤, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Espa帽ol, Francia, Alemania e Italia.
Notas
Era Dabla-Norris, Kalpana Kochhar (2019), “Cerrar la brecha de g茅nero. Los beneficios econ贸micos de aumentar la participaci贸n de las mujeres en la fuerza laboral son mayores de lo que se pensaba”, F&D, Washington, FMI.
FMI (2018), How to Operationalize Gender Issues in Country Work, traducido y citado por Diane Elson y Corina Rodr铆guez Enr铆quez en «Del dicho al hecho: la narrativa de g茅nero del FMI y los derechos humanos de las mujeres», revista Derechos en Acci贸n, a帽o 6/N.潞 18, 2021. Las autoras se帽alan, adem谩s, que el FMI, reci茅n en 2014, inici贸 un proyecto de investigaci贸n “centrado en c贸mo una presupuestaci贸n sensible al g茅nero puede hacer que el gasto p煤blico sea m谩s eficiente y m谩s equitativo”
Era Dabla-Norris, Kalpana Kochhar (2019), op. cit.
Alejandra Santillana Ort铆z, Flora Partenio y Corina Rodr铆guez Enr铆quez (2021), Si nuestras vidas no vale, entonces produzcan sin nosotras. Reflexiones feministas sobre la violencia econ贸mica, Buenos Aires, Fundaci贸n Rosa Luxemburgo.
脥dem.
Cristian Alonso, Mariya Brussevich, Era Dabla-Norris, Yuko Kinoshita, y Kalpana Kochhar (2019), “Reducing and Redistributing Unpaid Work: Stronger Policies to Support Gender Equality”, FMI.
Memor谩ndum de Pol铆ticas Econ贸micas y Financieras, 12 de junio de 2018. Publicado en https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/argentina_loi_-_mefm_-_tmou_-_espanol.pdf
脥dem.
Natalia Delgado, “La disoluci贸n de los antagonismos entre el FMI y los derechos laborales”, revista Derechos en Acci贸n, a帽o 6/N.潞 18, 2021. M谩s adelante, Delgado se帽ala que “Durante el gobierno del presidente Menem (1989-1999) se impuso un modelo econ贸mico emblem谩tico por sus reformas neoliberales, a trav茅s de la introducci贸n de 20 proyectos de reformas laborales ideados para disminuir los costos de la contrataci贸n de mano de obra”
Puede verse la entrevista completa en https://www.youtube.com/watch?v=ncjbWOGrmtI.
La organizaci贸n financiera internacional con sede en Washington tiene una particular铆sima perspectiva de g茅nero. Los planes de ajuste que negocia con los gobiernos de los pa铆ses deudores recaen sobre las espaldas del pueblo trabajador y las m谩s perjudicadas son las mujeres de los hogares m谩s empobrecidos.
El FMI intenta imponer sus habituales planes de ajuste, pero en la 煤ltima d茅cada, con una particular perspectiva de g茅nero; especialmente desde que descubrieron que el incremento de la participaci贸n de las mujeres en la fuerza laboral pod铆a hacer que creciera la econom铆a, junto con las ganancias capitalistas. En un art铆culo publicado en marzo de 2019 en la revista Finanzas & Desarrollo, del FMI, Era Dabla-Norris y Kalpana Kochhar escriben:
Pens谩bamos que la desigualdad de g茅nero era principalmente una cuesti贸n de justicia social. No nos dimos cuenta de que es tambi茅n una importante cuesti贸n econ贸mica hasta que empezamos a indagar en el tema. […] Los estudios del FMI ponen de relieve que la desigualdad de condiciones entre mujeres y hombres impone un gran costo para la econom铆a mundial. Estudios anteriores del FMI sobre la repercusi贸n econ贸mica de las brechas de g茅nero asum铆an que tanto hombres como mujeres nacen con el mismo potencial, pero que las disparidades de acceso a educaci贸n, salud, finanzas y tecnolog铆a, los derechos legales y los factores sociales y culturales imped铆an a las mujeres realizar ese potencial. A su vez, estos obst谩culos a los que se enfrentan las mujeres reduc铆an el talento al que pod铆an recurrir los empleadores. El resultado era una menor productividad y un bajo crecimiento econ贸mico. Se estimaba que la p茅rdida por la falta de participaci贸n econ贸mica de las mujeres iba del 10 % del PIB en las econom铆as avanzadas a m谩s del 30 % en Asia meridional y en Oriente Medio y Norte de 脕frica. Estudios m谩s recientes sugieren que los beneficios econ贸micos de aumentar la participaci贸n laboral de las mujeres superan las estimaciones anteriores. 1
El art铆culo, titulado “Cerrar la brecha de g茅nero”, lleva un expl铆cito subt铆tulo que reza “Los beneficios econ贸micos de aumentar la participaci贸n de las mujeres en la fuerza laboral son mayores de lo que se pensaba”. Sus autoras –una, jefa del departamento de Finanzas P煤blicas y otra, directora de Recursos Humanos del FMI– sugieren, entre otras cosas, invertir en infraestructura, apoyar a las mujeres emprendedoras brind谩ndoles un mayor acceso al financiamiento y promover la igualdad de derechos de las mujeres.
Promover el crecimiento econ贸mico y la estabilidad mundial requiere comprender los factores macro-cr铆ticos subyacentes, incluido el rol de la igualdad de g茅nero. La participaci贸n de las mujeres en el mercado laboral aumenta el tama帽o y la reserva de talento de la fuerza laboral y contribuye a impulsar la productividad laboral y la producci贸n. […] Por tanto, una mayor igualdad de g茅nero es fundamental para cumplir el mandato del FMI de promover la estabilidad econ贸mica. 2
Como queda a la vista en todas sus intervenciones en diferentes pa铆ses, el FMI no solo act煤a para defender los intereses de los acreedores, sino tambi茅n para resguardar los intereses del capital globalizado. Sin embargo, los desastrosos resultados de los planes de austeridad que impusieron en distintos pa铆ses del mundo, para que paguen las deudas durante los ’90, obligaron al organismo internacional de cr茅dito a mejorar su discurso sobre la pobreza, la desigualdad y la equidad de g茅nero. Adem谩s, este pinkwashing llega al punto de elegir, para sus puestos directivos, a mujeres que hacen gala de preocupaci贸n e inter茅s por la igualdad y el desarrollo de sus cong茅neres.
Christine Lagarde, la primera mujer en ocupar la direcci贸n del FMI, cargo que desempe帽贸 desde 2011 y hasta 2019, responsable de los acuerdos con el gobierno de Macri cuando se asumi贸 esta nueva deuda m谩s reciente de la Argentina, se declaraba feminista –a pesar de usar el apellido de su primer marido– y ocupaba el tercer puesto entre las mujeres m谩s poderosas del mundo. «Despreciar la mitad del talento mundial es una p茅rdida de prosperidad econ贸mica para todos», declar贸 en alguna oportunidad, marcando la pauta de g茅nero que rige al organismo. Algo similar piensa su sucesora Kristalina Georgieva, quien asumi贸 el cargo despu茅s de ser directora ejecutiva del Banco Mundial. “Si las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres para alcanzar su m谩ximo potencial, el mundo no solo ser铆a m谩s justo, sino tambi茅n m谩s pr贸spero”, le gusta repetir. Otra vez la prosperidad econ贸mica como meta; prosperidad de los grandes capitalistas, se entiende.
Es decir, aproximadamente desde hace una d茅cada, el FMI empez贸 a preocuparse porque los acuerdos de pagos firmados por los pa铆ses deudores, incluyeran los derechos de las mujeres. Claro que lo que consideran prioritario son los derechos a firmar contratos, a tener cuentas bancarias y a la propiedad privada. En el art铆culo publicado por el FMI citado anteriormente, las autoras se帽alan, como ejemplo, las experiencias de Malawi, Namibia y Per煤 y expresan que para promover la igualdad de g茅nero “deben adoptarse medidas para abordar la legislaci贸n sobre herencias y derechos de propiedad”. 3
Es que, en muchos pa铆ses donde el nivel de informalidad laboral es incluso mayor que en Argentina, o grandes sectores de la poblaci贸n no est谩n siquiera bancarizados, el objetivo del FMI se centra –como en la India, por ejemplo– en remover todos los obst谩culos que pudiera haber para que las mujeres m谩s pobres accedan a microcr茅ditos y otros financiamientos a sus propios emprendimientos. De este modo, se alienta que las mujeres de los sectores populares se conviertan en “peque帽as empresarias” autoexplotadas, trabajando sin descanso para una econom铆a de supervivencia y, sobre todo, endeudadas de por vida. Una pol铆tica que tambi茅n se empez贸 a promover en Am茅rica Latina, a trav茅s de foros internacionales, de organismos y corporaciones, como lo se帽alan las autoras de Si nuestras vidas no valen, entonces produzcan sin nosotras.
Si bien retoma el esp铆ritu de pol铆ticas orientadas al “desarrollo econ贸mico” de las mujeres de pa铆ses perif茅ricos a trav茅s de la generaci贸n de pol铆ticas de microcr茅ditos, esta agenda retoma su rumbo en el 2018 con el evento del Women-20 que re煤ne a “mujeres l铆deres”, empresarias y mandatarias de los pa铆ses integrantes del G-20 que se realiz贸 en Argentina. Desde estas narrativas, la “inclusi贸n laboral, la inclusi贸n digital, la inclusi贸n financiera”, y el “desarrollo rural” de las mujeres “en situaci贸n de vulneraci贸n social” era posible a trav茅s del fomento del “emprendedurismo”. 4
Pero, como bien advierten las autoras,
Estas modalidades laborales (que aumentaron durante la pandemia), lejos de crear nuevas autonom铆as econ贸micas, profundizan la precarizaci贸n laboral. Este panorama se da en una regi贸n donde los niveles de informalidad, empleo no registrado, bajos salarios y desempleo siguen siendo altos, principalmente para las mujeres. 5
En ocasiones, como en Jordania, Nigeria y otros pa铆ses en los que intervino el FMI, tambi茅n manifiesta preocupaci贸n por el trabajo de cuidados no remunerado, que recae mayoritariamente sobre las mujeres, e inter茅s por la creaci贸n de infraestructura adecuada para el cuidado y educaci贸n de ni帽as y ni帽os, adem谩s de licencias y otras medidas. Pero su objetivo no es el reconocimiento de este trabajo gratuito, sino uno bastante m谩s s贸rdido: remover las limitaciones que las mujeres puedan tener para ser explotadas en el mercado laboral. Incluso calcularon que si se reduce y se redistribuye el trabajo no remunerado, con un poquito de gasto p煤blico en algo de infraestructura para el cuidado, podr铆a haber ganancias econ贸micas que sumar铆an hasta el 4 % del PBI. 6 En el FMI imaginan que estos mismos servicios podr铆an prestarlos empresas privadas subcontratadas por el Estado, que explotan a otras trabajadoras con bajos salarios y condiciones precarias, como tambi茅n organizaciones comunitarias que garantizan comedores y otras prestaciones sociales, al l铆mite de la pobreza.
Incluso, a veces impulsan que el Estado favorezca desgravaciones fiscales para las familias que contratan trabajadoras de casas particulares, similares a la pol铆tica que ha hecho recientemente el gobierno de Alberto Fern谩ndez. En el caso argentino, una medida anunciada con bombos y platillos a favor de las empleadas, pero que no ha tenido un impacto significativo en la regularizaci贸n del sector que est谩 conformado por el 16,5 % del total de las mujeres ocupadas y el 21.5 % del total de las asalariadas, aunque aproximadamente el 70 % sigue trabajando sin aportes patronales, ni derecho a vacaciones, indemnizaci贸n por despido ni obra social. Incluso, su salario es tan bajo que ni siquiera los subsidios a los patrones resultan un incentivo para que estos accedan a regularizar a las contratadas.
En ning煤n documento del FMI se mencionan los derechos laborales de las mujeres. Mejor dicho, cuando se habla de alentar su participaci贸n en el mercado de trabajo, no hay ni una palabra sobre el derecho a sindicalizarse u organizarse colectivamente, pero en cambio se sugieren modificaciones en los impuestos patronales y en las prestaciones sociales. En resumen, mayor flexibilizaci贸n y precarizaci贸n laboral para las mujeres y m谩s favores a los empresarios. Queda claro que la perspectiva de g茅nero que tiene el FMI no es la misma que la de los movimientos de mujeres de Am茅rica Latina que, en los 煤ltimos a帽os, protagonizaron importantes movilizaciones en la regi贸n.
En el memor谩ndum firmado por el FMI con Argentina en junio de 2018, en el punto C titulado “Apoyo a la equidad de g茅nero”, el gobierno se propon铆a “lograr que las mujeres argentinas puedan desarrollar todo su potencial no solo es una cuesti贸n moral sino que tambi茅n tiene sentido desde el punto de vista econ贸mico”. 7 En tal sentido, el gobierno se compromet铆a a:
Trabajar para reformar el actual sistema tributario reduciendo los desincentivos para que las mujeres participen del mercado laboral; continuar implementando nuestros proyectos e iniciativas en acciones para promover igual paga y un sistema m谩s equitativo de licencias de paternidad y maternidad; continuar construyendo infraestructura para el cuidado de ni帽os y educaci贸n de la primera infancia; exigir a las empresas que cotizan en bolsa que publiquen anualmente datos sobre el equilibrio de g茅nero en su Directorio y entre sus puestos gerenciales; continuar trabajando en nuestras iniciativas para luchar contra la violencia de g茅nero y violencia dom茅stica y proporcionar redes de apoyo para las v铆ctimas de dicha violencia. 8
Lo primero es claro: como ya mencionamos m谩s arriba, quitar grav谩menes a las patronales que los “desincentivan” a contratar mujeres. Nada m谩s y nada menos que trabajo flexibilizado. Hay otras medidas que parecen superfluas, como la de monitorear el “techo de cristal” de las gerencias y los directorios de las empresas que cotizan en bolsa. Pero hay otros postulados –como la construcci贸n de infraestructura para el cuidado, etc.– que, aunque puedan sonar muy bien, se plantean simult谩neamente con la exigencia del FMI de reducir el gasto fiscal, es decir, reducir el empleo p煤blico, posponer proyectos de obras p煤blicas, reducir el gasto en la adquisici贸n de bienes y servicios. Una verdadera contradicci贸n en los t茅rminos.
Actualmente, por la gesti贸n del gobierno de Alberto Fern谩ndez -que no se puede adjudicar enteramente a las condiciones de la pandemia, sino a las opciones que se decidieron tomar en ese marco-, la tasa de precarizaci贸n laboral extrema llega al 44 %. Pero si se desagregan los datos por g茅nero, vemos que ese porcentaje supera el 50 % para las mujeres y est谩 muy cerca del 70 % para la juventud. Desde el gobierno de Macri a esta parte, el salario de esta enorme masa de trabajadoras y trabajadores informales cay贸 un 31,4 % y la jubilaci贸n m铆nima –que es la que tiene la inmensa mayor铆a de las mujeres– un 27,3 %.
Sin embargo, el FMI siempre exige reformas estructurales. As铆 lo hizo durante su intervenci贸n en la crisis argentina de 2001, como lo hizo antes en M茅xico en 1982 y 1995, en la crisis asi谩tica de 1997 o la crisis europea con epicentro en Grecia de 2008. Los cr茅ditos incluyen como condici贸n la obligaci贸n de avanzar en reformas de la legislaci贸n laboral, permitiendo que avancen la flexibilizaci贸n y la desregulaci贸n, como tambi茅n la privatizaci贸n de servicios p煤blicos y otras pol铆ticas que impactan directa o indirectamente en los derechos laborales. Su pol铆tica es tan agresiva que, incluso, ha originado un debate en el Derecho internacional, por las contradicciones jur铆dicas y normativas que se generan con las exigencias de la Organizaci贸n Internacional del Trabajo (OIT), las que generalmente se resuelven a favor del FMI. Como ejemplifica la profesora Natalia Delgado, de la Universidad de Southampton:
Argentina es un testigo hist贸rico de esta fragmentaci贸n. Por un lado, el pa铆s tiene una s贸lida legislaci贸n laboral heredada mayoritariamente de las luchas obreras en diferentes momentos hist贸ricos. Asimismo, ha ratificado un n煤mero considerable de Convenciones de la OIT. Por otro lado, el Estado argentino ha contra铆do sistem谩ticamente deuda con el FMI, quien impuso severas condiciones laborales desmantelando derechos fundamentales de los/as trabajadores/as del pa铆s y poniendo en jaque las obligaciones internacionales del Estado con la OIT. 9
Y, aunque en esta ocasi贸n, el FMI no lo pida expl铆citamente entre los puntos del acuerdo que est谩 discutiendo con el gobierno argentino, hay que considerar que la reforma previsional ya se viene haciendo, ajustando los ingresos de jubiladas y jubilados varias veces. La 煤ltima, mientras se aprobaba la legalizaci贸n del aborto en diciembre de 2020: maniobra espuria que se quiso hacer pasar disimuladamente, mientras nos moviliz谩bamos por el aborto legal. Por otra parte, la reforma laboral por la que se relamen los derechistas de la oposici贸n, las c谩maras empresariales y la uni贸n industrial no saldr谩 del Congreso, pero ya se est谩 intentando hacer pasar por convenio, como lo hace Toyota, con el aval de la burocracia sindical del SMATA.
La deuda es con nosotras
La precarizaci贸n laboral, la brecha salarial, la falta de servicios p煤blicos e instituciones que permitan disminuir la carga de las tareas dom茅sticas y de cuidados son algunas de las causas de la desigualdad en la que se encuentran las mujeres. Sin embargo, aunque el FMI incluya algunas de estas cuestiones en su nueva ret贸rica de g茅nero, decide ignorar que esa brecha respecto de los hombres, en distintas 谩reas, es la misma que se observa entre las mujeres que tienen los ingresos m谩s bajos y las que se encuentran entre quienes perciben los m谩s altos. En sus informes, las diferencias de clase se difuminan en un promedio general que impide tener un diagn贸stico certero de cu谩les son las necesidades de las mujeres en situaciones m谩s vulnerables. Y es en estos sectores, donde el trabajo dom茅stico y de cuidados que crea una riqueza social no contabilizada en la econom铆a nacional, es –como ya lo se帽alamos en otro art铆culo– un factor fundamental para entender el empobrecimiento.
Mientras la tasa de actividad de los hombres supera el 70 %, las mujeres apenas alcanzan el 50%. Pero si observamos esa misma tasa entre las mujeres que viven en los hogares con mayores ingresos, notamos que se ubica por encima del promedio, con un 62 %, mientras la actividad de las mujeres de los hogares m谩s empobrecidos, no llega al 42 %. Cifras que admiten una correlaci贸n con las que encontramos si analizamos las horas dedicadas, en estos hogares, al trabajo no remunerado para la reproducci贸n social de la familia. Mientras en el extremo con menores ingresos, las mujeres dedican m谩s de 8 horas diarias, en promedio, al trabajo dom茅stico y de cuidados, en el otro extremo, dedican 4,5 horas.
Sus trabajos precarios, a tiempo parcial o por horas consolidan un promedio salarial de apenas 36 mil pesos, bastante menos de lo que se requiere para cubrir la canasta b谩sica de un hogar de tres personas. La decisi贸n de destinar cada vez m谩s recursos al pago de la deuda ileg铆tima y fraudulenta implica reducir o eliminar la provisi贸n de servicios esenciales para la reproducci贸n de la vida y obliga a las mujeres a incrementar sus horas de trabajo no remunerado a expensas de su actividad asalariada.
No es dif铆cil imaginar, entonces, que en esta situaci贸n, las mujeres de los sectores populares sean las m谩s afectadas por la crisis de la vivienda, como lo evidencia su protagonismo en las tomas de tierra que se esparcen por todo el pa铆s. Mientras las fuerzas policiales comandadas por Berni en la provincia que gobierna Kicillof o en la ciudad m谩s rica del pa铆s, donde gobierna Rodr铆guez Larreta, reprim铆an salvajemente a mujeres, ni帽as y ni帽os, para favorecer la especulaci贸n de grandes grupos inmobiliarios, el ministro de Econom铆a, Mart铆n Guzm谩n desembolsaba 4.600 millones de d贸lares al FMI. Una cifra que equivale a la construcci贸n de 131 mil viviendas. Lejos de eso, Guzm谩n ya anticip贸 que pagar谩 otros 1.900 millones de d贸lares para fin de a帽o.
Desendeudadas nos queremos
¿Y cu谩les son las consecuencias de la exigencia de d茅ficit cero que hace el FMI? El achicamiento del d茅ficit fiscal implica la reducci贸n de subsidios a las empresas privatizadas de servicios. Sin embargo, lejos de afectar la extraordinaria rentabilidad de estas empresas de telefon铆a y energ铆a, seguramente tendremos nuevos y mayores tarifazos, que intentaron evitar en medio de la campa帽a electoral, aumentando hasta un 125 % las transferencias por subsidios a estas compa帽铆as, en el mes de octubre. Tambi茅n se debate si la devaluaci贸n que exige el FMI ser谩 abrupta o gradual. Sea como fuere, se beneficiar谩n los exportadores, los bancos y las grandes empresas, mientras perder谩n los salarios. Y redundar谩 en un mayor recorte del gasto en prestaciones sociales, que ya sufri贸 una quita del 14 % en el presupuesto de este a帽o.
El gobierno heredero del matrimonio de los “pagadores seriales” se debate entre pagar sin retaceos o pagar haciendo alg煤n acuerdo; sin embargo, es posible ponerle un freno al saqueo infinito de la deuda. Investigar los fraudes es el primer paso para imponer el desconocimiento soberano de la deuda que es ileg铆tima y odiosa, mediante la movilizaci贸n popular. Impedir la fuga de capitales y el caos econ贸mico con medidas de defensa de los recursos nacionales, como la nacionalizaci贸n de la banca y el monopolio estatal del comercio exterior bajo control del pueblo trabajador, requerir谩 de una lucha que, seguramente, tendr谩 a las mujeres en la primera fila. Porque somos las mujeres organizadas y moviliz谩ndonos en las calles masivamente las que plantamos el grito de “Ni una menos” en todo el pa铆s y m谩s tarde, inundamos todo de verde hasta conquistar la legalizaci贸n del aborto. Porque somos las mujeres quienes ya estamos resistiendo la precarizaci贸n laboral y los bajos salarios en Salud, las que encabezamos las grandes movilizaciones contra el extractivismo contaminante en la Patagonia, el Noroeste, Cuyo o Buenos Aires, las que enfrentamos la brutal represi贸n policial con que se desalojan las precarias casillas de las que reclaman tierra para vivir. Porque somos las mujeres de los movimientos sociales, de los barrios populares y de la izquierda las que, en el D铆a de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres, nos movilizamos exigiendo “Basta de femicidios, travesticidios y violencia machista. No al ajuste del FMI y los gobiernos”.
“Hoy la Argentina no est谩 en condiciones de pagar la deuda con el FMI. Lo que decimos nosotros es que una vez m谩s no puede pagar, ¿por qu茅 no la pagan quienes la generaron?”, inquiri贸 Myriam Bregman en una entrevista. Y agreg贸: “Nos tienen que explicar c贸mo la receta que es endeudar y fugar y, que en forma c铆clica, va generando crisis econ贸micas y sociales, esta vez va a tener un resultado diferente. Los acuerdos con el FMI siempre fracasan, el tema es qui茅n lo paga”. 10 Una Fuerza de Mujeres se dispone para el combate contra el futuro impiadoso que nos deparan el Fondo Monetario y los gobiernos que pretenden pagar la deuda con el hambre y la miseria del pueblo trabajador y la vida, cada vez m谩s precarizada, de las mujeres.
* Andrea D’Atri es dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Con una reconocida militancia en el movimiento de mujeres, en 2003 fund贸 la agrupaci贸n Pan y Rosas de Argentina, que tambi茅n tiene presencia en Chile, Brasil, M茅xico, Bolivia, Uruguay, Per煤, Costa Rica, Venezuela, EE.UU., Estado Espa帽ol, Francia, Alemania e Italia.
Notas
Era Dabla-Norris, Kalpana Kochhar (2019), “Cerrar la brecha de g茅nero. Los beneficios econ贸micos de aumentar la participaci贸n de las mujeres en la fuerza laboral son mayores de lo que se pensaba”, F&D, Washington, FMI.
FMI (2018), How to Operationalize Gender Issues in Country Work, traducido y citado por Diane Elson y Corina Rodr铆guez Enr铆quez en «Del dicho al hecho: la narrativa de g茅nero del FMI y los derechos humanos de las mujeres», revista Derechos en Acci贸n, a帽o 6/N.潞 18, 2021. Las autoras se帽alan, adem谩s, que el FMI, reci茅n en 2014, inici贸 un proyecto de investigaci贸n “centrado en c贸mo una presupuestaci贸n sensible al g茅nero puede hacer que el gasto p煤blico sea m谩s eficiente y m谩s equitativo”
Era Dabla-Norris, Kalpana Kochhar (2019), op. cit.
Alejandra Santillana Ort铆z, Flora Partenio y Corina Rodr铆guez Enr铆quez (2021), Si nuestras vidas no vale, entonces produzcan sin nosotras. Reflexiones feministas sobre la violencia econ贸mica, Buenos Aires, Fundaci贸n Rosa Luxemburgo.
脥dem.
Cristian Alonso, Mariya Brussevich, Era Dabla-Norris, Yuko Kinoshita, y Kalpana Kochhar (2019), “Reducing and Redistributing Unpaid Work: Stronger Policies to Support Gender Equality”, FMI.
Memor谩ndum de Pol铆ticas Econ贸micas y Financieras, 12 de junio de 2018. Publicado en https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/argentina_loi_-_mefm_-_tmou_-_espanol.pdf
脥dem.
Natalia Delgado, “La disoluci贸n de los antagonismos entre el FMI y los derechos laborales”, revista Derechos en Acci贸n, a帽o 6/N.潞 18, 2021. M谩s adelante, Delgado se帽ala que “Durante el gobierno del presidente Menem (1989-1999) se impuso un modelo econ贸mico emblem谩tico por sus reformas neoliberales, a trav茅s de la introducci贸n de 20 proyectos de reformas laborales ideados para disminuir los costos de la contrataci贸n de mano de obra”
Puede verse la entrevista completa en https://www.youtube.com/watch?v=ncjbWOGrmtI.