La poblaci贸n femenina est谩 activa en todas las estructuras de guerra, incluidas las milicias populares
Art铆culo publicado por la Pikara Magazine el a帽o 2016 que desarrolla el rol que han jugado las mujeres en la resistencia y defensa miliciana en la zona del Donbass, frente a los ataques del ej茅rcito ucraniano. El art铆culo adem谩s entrega valiosos antecedentes de la guerra civil librada en ese territorio, de la que poco o nada sab铆amos por estos lugares del sur americano.
Mujeres en el Donbass: las otras ucranianas

Cuartel General de Donetskiy, Rep煤blica Popular de Lugansk./ Comitatto per il Donbass Antinazista
Las im谩genes de hermosas activistas envueltas en banderas nacionales en la plaza de Maid谩n o las de las ancianas llorando han dado una visi贸n reducida y estereotipada del rol de las mujeres en este conflicto. La poblaci贸n femenina est谩 activa en todas las estructuras de guerra, incluidas las milicias populares.
Im谩genes y reportaje realizados durante la Caravana Humanitaria a Donbass de mayo de 2015.
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Pasear por Alchevsk, en la autoproclamada Rep煤blica Popular de Lugansk al este de Ucrania, inspira m谩s desasosiego al pensar en su futuro que en su pasado reciente. Es una ciudad industrial, peque帽a, abrazada por una descomunal acer铆a que enmarca el horizonte con enormes chimeneas. La industria pesada, tan simb贸lica del pasado sovi茅tico de la regi贸n, era parad贸jicamente su pulm贸n, hasta que la guerra rompi贸 los cristales de sus ventanas.
Las ancianas del lugar, con sus pa帽uelos bordados de flores anudados al cuello, hacen fila en el comedor de caridad improvisado por las milicias en un edificio destartalado. Ellas son mayor铆a en esa ciudad del silencio, que forma parte de la regi贸n del Donbass que controlan las milicias con amplio apoyo popular y que injustamente se ha dado en llamar a secas pro rusa, con el 谩nimo de hacer de esta guerra, como de todas las guerras, un conflicto en blanco y negro, enterrando todos los matices grises. Ellas cargan sus tarteras en bolsitas de tela y se arrastran pasito a paso de nuevo a trav茅s de las desiertas avenidas. En Alchevsk no llega el dinero de las pensiones desde el verano pasado. Con el exilio masivo de la juventud, el alistamiento y el alcoholismo haciendo estragos en la poblaci贸n, son ellas, las jubiladas, las pobres, las peor paradas de esta guerra.

La guerra civil que se libra en el este de Ucrania es sin duda uno de los conflictos m谩s injustamente tratados en el circo de las relaciones internacionales: manipulada por oscuros intereses geopol铆ticos, despreciada por los medios de comunicaci贸n y sin cauces oficiales para la ayuda humanitaria, la guerra del Donbass sigue cobr谩ndose muerte y silencio.
Cynthia Enloe, acad茅mica pionera en abrirse camino en las Relaciones Internacionales desde el feminismo, se preguntaba hace veinte a帽os d贸nde estaban las mujeres cuando se hablaba de diplomacia, de guerra, de Estado. Desde entonces, una escuela apasionante se ha construido en torno a esa pregunta.
¿D贸nde est谩n las mujeres en Ucrania? Si Enloe planteara esa cuesti贸n hoy, probablemente las mujeres del Donbass no figurar铆an entre las respuestas. La visibilidad femenina en este conflicto se ha limitado a las im谩genes de hermosas activistas envueltas en banderas nacionales ucranianas en la plaza de Maid谩n, al m谩s puro estilo del estereotipo de feminidad normativa eslava –muy atractiva para el mercado del sexo internacional-. Rubias de enormes ojos claros, j贸venes, fr铆as, iconos de las ansias de modernidad que tan bien han funcionado en la propaganda de la franquicia ucraniana de activismo Femen como transmisoras de liberaci贸n, aunque no se sepa exactamente de qu茅 se liberan. La otra imagen m谩s recurrente si pensamos en Ucrania ha sido la de las mujeres victimizadas, las ancianas llorosas, las mutiladas por los bombardeos, padeciendo el dolor de la guerra en sus carnes, arrastr谩ndose en silencio entre las casas destruidas.
Dec铆a Carol Cohn en su impecable libro “Women and Wars” que hab铆a que saber huir de la dicotom铆a de v铆ctimas y verdugos, (una dualidad tan sexualizada) si se quiere abordar un conflicto b茅lico. La mujer es la paz, lo dom茅stico, la violada, la protegida, el descanso del guerrero; el var贸n es el protector, el beligerante, el due帽o del espacio p煤blico, el se帽or en todas las guerras. El rancio estribillo de “mujeres, ni帽os y ancianos” para referirse al coste humano de una guerra es tan manido como falso.
A diferencia de otras guerras contempor谩neas que ocupan portadas, en el bando del Donbass, el que los telediarios llaman prorruso, separatista y rebelde, no se lloran cad谩veres. Su enemigo es el ej茅rcito regular ucraniano, que obedece a un gobierno instalado con patrocinio occidental (la llamada Junta de Kiev), presunto adalid de valores democr谩ticos pese a contar con la extrema derecha ampliamente representada en sus filas a trav茅s de movimientos como Sector Derecho o Svoboda.
El ej茅rcito regular kievita est谩 envuelto en inc贸gnitas: desde movilizaciones forzadas a deserciones de j贸venes que huyen de la masacre en el Este, poco se sabe del funcionamiento real de una armada de reciente reestructuraci贸n, formada especialmente para esta guerra y en el que algunos de sus cuadros eran hasta hace bien poco hooligans y miembros de guerrillas paramilitares de ultraderecha.
Las milicias populares de Donbass se autoorganizaron al inicio de la guerra para defender sus territorios de la que consideran agresi贸n imperialista para imponer la dominaci贸n de Kiev. Hoy, estas milicias controlan amplias regiones dentro de las Rep煤blicas Populares de Donetsk y Lugansk. Ser铆a injusto negar que a este lado de la trinchera existen tambi茅n diferentes corrientes e intereses, pero la fuerza del proyecto social, pol铆tico y cultural que est谩 construy茅ndose en torno a estas Rep煤blicas Populares no es mera propaganda. Es una fuerza que se siente nada m谩s poner un pie en Alchevsk, en Kirovsk, en Stakhanov, en Krasnodon.
Las Rep煤blicas Populares (RP), que atraviesan hoy un complejo proceso de desarrollo, sientan bases en su herencia socialista, tiempos en los que la regi贸n disfrutaba su 茅poca dorada. Estos nuevos proyectos de construcci贸n de Estado nunca hubieran fructificado sin la fuerza y el desarrollo de las milicias populares desde el principio de la guerra, que fueron el motor para el despertar colectivo. Paralelamente a su desarrollo militar, las RP han tejido redes pol铆ticas y culturales, pero tambi茅n econ贸micas con proyectos de nacionalizaci贸n de los recursos naturales y de autogesti贸n y cooperativismo en la industria y la agricultura local, acechadas siempre por la amenaza voraz de la oligarqu铆a local.

Volvamos a Enloe, entonces. ¿D贸nde est谩n las mujeres en Donbass? Est谩n activas en todas las estructuras de guerra. Desde el principio del conflicto, muchas se unieron a las milicias, tanto en combate como en el complicado entramado burocr谩tico que les rodea. No ha habido problema en alistarse libremente en la milicia popular, aunque algunas se quejen de lo costoso de llegar a la primera l铆nea del frente. Cuando viajas por la regi贸n puedes verlas: est谩n en los checkpoints, en los cuarteles y los despachos, caminando entre los civiles, paseando con perros de rastreo y haciendo ronda en las calles.
Las milicianas que se han unido a las brigadas abarcan edades y experiencias muy distintas, pero su alistamiento, -voluntario-, cuando son preguntadas responde a una causa com煤n: combatir al Gobierno que masacra a su pueblo. Se han generado experiencias como batallones 煤nicamente femeninos. En Krasny Luch, en la regi贸n de Lugansk, 25 mujeres, de universitarias a jubiladas y mineras, comenzaron formando barricadas en las calles para terminar constituyendo un batall贸n al que se fueron uniendo posteriormente los hombres del pueblo. El batall贸n Rus, formado a finales de 2014 y compuesto enteramente por mujeres, es otro ejemplo. Una celebridad local es la capitana Nut, que est谩 al mando de una unidad de artiller铆a compuesta por 50 hombres en el batall贸n Oplot de Donetsk, tras dejar su trabajo de empleada en un casino. Hubiera muerto igual qued谩ndose en casa, as铆 que Nut aprendi贸 a manejar artiller铆a pesada y fue ascendiendo en la estricta jerarqu铆a de estas formaciones hasta tener medio centenar de soldados a su cargo.
Hace un par de meses ca铆a asesinada en una emboscada Anna Aseyeva, jefa de Prensa de la brigada Fantasma, junto al comandante Alexei Mozgovoy, inseparables en su trabajo. La Brigada Fantasma o Prizrak, milicia con gran presencia que controla parte de la regi贸n de Lugansk, toma su nombre del hecho de que a menudo la dan por muerta, sin embargo, siempre aparece alg煤n nuevo destacamento en la regi贸n. Esta brigada es el alma de la milicia y ha generado una organizaci贸n cuyas redes superan con mucho lo militar y se insertan en la vida cotidiana de muchas ciudades. Quiz谩 por eso, el reconocimiento p贸stumo a Anna fue un谩nime: quienes conoc铆an el d铆a a d铆a de esta guerra sab铆an que su labor era imprescindible, o todo lo imprescindible que puede ser una sola persona en medio de una guerra.


El d铆a a d铆a en una guerra no es como lo cuentan las pel铆culas de cine. Hay turnos eternos en los puestos de vigilancia; d铆as enteros conduciendo arriba y abajo por carreteras vac铆as, tareas cotidianas que se llevan con hast铆o y horas que pasan lentas, muy lentas, esperando. Ellas han de compartir puestos de guardia y rondas nocturnas con una mayor铆a masculina; tambi茅n camastros, duchas, quehaceres diarios. Esta es una experiencia que no es ajena a las mujeres del lugar: En una sociedad militarizada como la exsovi茅tica, la militarizaci贸n se traslada a todos los 谩mbitos de la vida. En la escuela, las ni帽as y ni帽os del colegio estatal celebran el d铆a de la Victoria contra el fascismo, el 9 de mayo, escenificando bombardeos con tanques de juguete y cantando himnos militares. Saben bailar y marchar en peque帽as formaciones, se uniforman y depositan flores en las piras al soldado desconocido y desfilan por la calles con disciplina castrense. La historia de su pueblo es la causa de su presente, y son conscientes de ello.
En el parque central de la ciudad de Stajhanov una estatua dorada de una obrera industrial, con mono y herramientas, se yergue en una plazoleta. Otra obrera metal煤rgica labrada en piedra recib铆a junto a su compa帽ero a los visitantes a la entrada de la acer铆a de la ciudad de Alchevsk. Las mujeres del socialismo sovi茅tico abanderaron las m谩s dignas luchas y conquistas sociales, a menudo de la mano, y otras muchas frente a frente, contra sus propios compa帽eros.
En lo militar fueron pioneras: un mill贸n de ellas combatieron en la Segunda Guerra Mundial, como las famosas aviadoras Brujas de la Noche, las letales francotiradoras que se convirtieron en celebridad local o las menos conocidas artilleras rusas. La URSS fue de hecho, el primer pa铆s en el que el aborto fue legal y gratuito. Parece que eso se le ha olvidado al feminismo moderno. De la imagen de la mujer compa帽era y camarada del socialismo –con todos sus claroscuros- se ha retrocedido a la figura familiar, la crianza y el culto a la belleza y la fragilidad en el pa铆s de los oligarcas y las princesas de largas trenzas, paralelamente a la entrada masiva del mercado del sexo y la pornograf铆a, perseguidos (al menos p煤blicamente) durante la URSS, en un proceso que Attwood llama la re-masculinizacion de la sociedad rusa. Las sociedades eslavas tienen estructuras profundamente patriarcales, elementos que el azote conservadurista del resurgir de la iglesia ortodoxa ha avivado a煤n m谩s en las 煤ltimas d茅cadas, sumido a las consecuencias de la crisis pol铆tica y econ贸mica que la Perestroika supuso especialmente para las mujeres, a las que se les conmin贸 desde las propias instituciones a volver a sus hogares y dejar sus empleos. Un patriarcado al que se ha querido se帽alar desde Occidente para justificar la aversi贸n a lo ruso y lo que significa como amenaza siempre latente en geopol铆tica, pero que tiene muchos paralelismos con el que puede experimentar cualquier sociedad occidental.
Esta percepci贸n de las cuestiones femeninas como dom茅sticas y secundarias en algo tan p煤blico y expuesto como una guerra conduce a que existan cuestiones terriblemente minimizadas tales como la violencia sexual y la salud de las mujeres en tiempo de guerra. En el contexto del Donbass, se ha especulado con denuncias de violaciones y desapariciones de mujeres en los territorios en guerra que nadie quiere asumir y de las que poco o nada se sabe. El Gobierno de Donetsk, la otra rep煤blica popular de la regi贸n, declar贸 haber encontrado los cad谩veres de decenas de mujeres violadas y asesinadas por el ej茅rcito ucraniano, una informaci贸n que ni la OSCE ni Human Rights Watch confirma ni niega pasado un a帽o. Tambi茅n se han reportado denuncias de periodistas internacionales sobre las violaciones y torturas a mujeres cometidas por el Batall贸n Azov –destacamento voluntario de extrema derecha- en las prisiones militares de esta unidad, dependiente directamente del Gobierno de Kiev.
Pero una guerra es un antes, un mientras, y sobre todo, un despu茅s. Como en Yugoslavia, como en Afganist谩n, estos cr铆menes s贸lo tendr谩n alguna relevancia pasados los a帽os, cuando el postconflicto destape la realidad de la devastaci贸n humanitaria y las consecuencias a largo plazo de una guerra que siempre padecen en mayor grado las mujeres. No nos olvidemos que est谩 dejando miles de refugiadas, desplazadas y exiliadas de las que no se habla. El peso –invisibilizado- de la mujer en los periodos de posguerra y las labores de desarme, desmovilizaci贸n y reintegraci贸n jugar谩n sin duda un papel crucial en este y otros conflictos h铆bridos actuales.

Pero hasta que esto suceda en Donbass, donde la calma tensa sigue siendo la norma, las tareas la voz de las mujeres activistas en Donbass tiene un poder especial: en la red circulan sitios cuya informaci贸n, les ha hecho convertirse en referentes, las p谩ginas a las que acuden miles de personas para llegar a datos distintos a los de la versi贸n hegem贸nica. La mayor铆a de estos blogs y p谩ginas de informaci贸n pertenecen a mujeres residentes en las zonas de conflicto que asumen los riesgos de escribir para el mundo. Denya, alias Little Hiroshima, se ha hecho enormemente famosa con su blog sobre Lugansk. Era profesora de Filosof铆a en Mosc煤 y viajera aficionada hasta que decidi贸 hacerse cooperante en Donbass, alquil贸 una furgoneta y se march贸 cargada de comida hasta all铆. Pero no est谩 sola: hay poetas, pol铆ticas, activistas humanitarias, periodistas. Escucharlas, leerlas, verlas, es acercarse a una guerra con perspectiva de g茅nero, abriendo sin duda nuevos enfoques e interpretaciones que no s贸lo rompen con el esquema hegem贸nico masculino, sino sobre todo, con la versi贸n de los telediarios.
En estas guerras h铆bridas, las guerras de la posmodernidad, con nuevas actrices y actores, nuevos escenarios, pero con el reciclaje de viejos discursos y enemigos, con ecos antiguos, la participaci贸n femenina ha obligado a reconsiderar identidades y espacios -de eso saben bien en el Kurdist谩n-, porque ellas son las agentes activas que han sido tradicionalmente excluidas del discurso de la guerra o peor, instrumentalizadas para mostrar s贸lo el rostro femenino del conflicto en los t茅rminos que favorecieran la normatividad masculina.
Hoy, pasado a帽o y medio del terrible verano del cerco a Lugansk, y viviendo su segundo “invierno del hambre” las cifras del conflicto que se manejan hablan de 9100 personas fallecidas desde que comenzara a contabilizarse las v铆ctimas en abril de 2014. M谩s de un mill贸n de personas desplazadas en Rusia y otro tanto en Europa. Concretamente, en los 煤ltimos seis meses contabilizados, en los que la regi贸n ha permanecido bajo el presunto alto al fuego fruto de los acuerdos de Minsk II, se han registrado 575 v铆ctimas civiles en la zona de conflicto, con 165 asesinadas, la mayor铆a por morteros, ca帽ones, obuses, tanques. Nadie se acuerda de aquel avi贸n derribado, el MH17. Los pactos de Minsk son en realidad, papel mojado. El pasillo humanitario sigue sin abrirse. Hoy, hay otro enemigo, lejos de Donbass, en los telediarios.
Mientras, en la peque帽a ciudad de Alchevsk intentan poner de nuevo en marcha la acer铆a. Se camina con cuidado en los campos minados cubiertos por la nieve. La ciudad vecina de Kirovsk tambi茅n intenta recomponerse: la maestra de una de sus escuelas elementales se acerca al vernos tomar fotos. Cuenta que miles de personas (20.000, de una poblaci贸n de 25.000 habitantes) se hab铆an marchado lejos de all铆 en apenas un a帽o. En su clase le preguntan cada d铆a si la guerra ha terminado porque no quieren volver a correr al s贸tano cuando escuchan caer los grads. Y ella nos lo pregunta a nosotras, con gesto ansioso. ¿Qu茅 dicen los telediarios de vuestro pa铆s? ¿Acabar谩 la guerra?. En Kirovsk no quieren dinero, ni medicamentos, ni abrigo. S贸lo quieren respuestas. Preferimos mirar al suelo antes que decirle que de ella y su futuro, en nuestro pa铆s, nadie dice nada.
Era una mujer alta, sonriente y brava, que nos despidi贸 desde la ventanilla con la promesa de volvernos a ver. Se qued贸 ah铆, en medio de la avenida, en Kirovsk, Rep煤blica Popular de Lugansk, tierra de olvido y silencio, agitando el brazo, mir谩ndonos marchar. Al d铆a siguiente, volver铆a a la escuela.
*Irene Zugasti Herv谩s es Polit贸loga, Periodista y M谩ster en Relaciones Internacionales.
Ha desarrollado su carrera en la administraci贸n p煤blica espa帽ola y comunitaria, en el 谩mbito de las pol铆ticas p煤blicas para la igualdad de g茅nero.
Como investigadora, trabaja con varios organismos nacionales e internacionales en el campo de la seguridad y las relaciones internacionales y la violencia contra la mujer.
Actualmente es responsable de Pol铆ticas de G茅nero en el 谩mbito de la gesti贸n cultural municipal de la ciudad de Madrid.
https://www.escuelaesen.org/escuela-esen/equipo-directivo-profesorado/irene-zugasti-hervas/
https://cimacnoticias.com.mx/2022/02/25/mujeres-en-el-donbass-las-otras-ucranianas