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Castigar a los rojos: Otro eslab贸n en ina cadena (I)

POR 脕ngel Vi帽as

Ma帽ana, 15 de junio, sale a la venta el libro que hemos escrito a seis manos Francisco Espinosa, Guillermo Portilla y servidor. Espero -y deseo- que tenga mucho 茅xito. No, por supuesto, para comprar con los derechos de autor un pisito en la playa o algo similar en la monta帽a. Para ello deber铆an venderse muchos miles de ejemplares. Por otra parte, dudo que tales derechos, repartidos entre los tres, compensaran m铆nimamente las horas de trabajo, las adquisiciones de libros y de documentos y los desvelos por los que hemos pasado a lo largo de la pandemia.

‘Castigar a los rojos. Acedo Colunga, el gran arquitecto de la represi贸n franquista’, 脕ngel Vi帽as | Francisco Espinosa | Guillermo Portilla (Cr铆tica, 2022)

Si deseo que se venda mucho es por otras razones, profesionales y personales. N贸tese el orden. Implica una cierta escala en t茅rminos de importancia. En primer lugar, creo que con nuestro enfoque hemos cubierto un frente en el que todav铆a no se hab铆a escrito lo suficiente para poner patas arriba principios fundamentales de la “historietograf铆a” (Alberto Reig) franquista, pro-franquista y metafranquista. Lo hemos hecho como se debe. No partiendo de aprioris, sino por inducci贸n desde la b煤squeda y el descubrimiento de una nueva base documental. Es decir, EPRE en estado qu铆micamente puro.

El tono personal es porque de manera tanteante, con altos y bajos, a lo largo de los 煤ltimos diez o doce a帽os, es decir, desde que me jubil茅 en la Complutense y me dediqu茅 a la investigaci贸n en archivos como ocupaci贸n principal, he identificado un objetivo preciso: explicar de una manera algo diferente de la habitual los or铆genes inmediatos de la guerra civil. Pero, siempre con EPRE, es decir, evidencia primaria relevante de 茅poca.

Por lo dem谩s he citado a muchos de los historiadores m谩s importantes, espa帽oles y extranjeros, que me han precedido. Ning煤n historiador navega solo. Las aguas por las que se aventura han sido, muchas veces, surcadas por otros.  Si no he mencionado a muchos m谩s ha sido por un motivo muy simple. No hay historia definitiva (tampoco de la Rep煤blica, la guerra civil y el franquismo) ni, por supuesto, historiadores definitivos, mal que le pesen, por ejemplo, al profesor Stanley G. Payne y a sus ac贸litos.

Por consiguiente, me he abstenido de criticar -o incluso de citar – a autores que trabajaron de buena f茅, con sus papeles y con su bagaje cultural, intelectual e ideol贸gico. En cambio, s铆 he acudido a otras dos categor铆as: quienes han rellenado huecos que no hubiera podido abordar sin mencionarlos porque mi EPRE no bastaba y, en segundo t茅rmino, a algunos de los que se han erigido, quiz谩 tras implorar la gracia de Dios, en custodios o defensores de la tradici贸n franquista o, por lo menos, antirrepublicana.

De manera sistem谩tica, aunque con desviaciones previas, empec茅 a otear que la historia no hab铆a sido como nos la hab铆an contado desde mi primer libro en 1974 (La Alemania nazi y el 18 de julio). Se cita todav铆a cuando, en aspectos fundamentales, ya he avanzado mucho m谩s. Lo mismo ocurre con el segundo (El oro espa帽ol en la guerra civil). A este respecto alg煤n que otro historiador se ha empe帽ado (sin documentaci贸n al apoyo) en sostener que el env铆o de una parte del mismo fue “un error, un inmenso error” (por utilizar la terminolog铆a de Ricardo de la Cierva al caracterizar el primer gobierno Su谩rez en los albores de la transici贸n).

Sin embargo, fueron dos obras (La conspiraci贸n del general Franco) y la colectiva (Los mitos del 18 de julio) en donde empec茅 a otear que en otros aspectos fundamentales las cosas tampoco fueron como nos las hab铆an contado ni los historiadores franquistas o neofranquistas ni muchos extranjeros que no sol铆an visitar archivos espa帽oles.

Por raz贸n de la documentaci贸n acumulada empec茅 a mirar hacia atr谩s y aclarar (con las ayudas imprescindibles de un primo hermano piloto, Cecilio Yusta, y de un amigo pat贸logo, el Dr. Miguel Ull) la singular aportaci贸n del general Franco a la conspiraci贸n de 1936 (tambi茅n con el asesinato de su compa帽ero el general Balmes) y su superinflado papel en mantener a Espa帽a fuera del segundo conflicto europeo.

Quedaron sin abordar dos flecos principales, un tanto marginados en mi investigaci贸n.

El primero, los preparativos jur铆dicos para amparar el sangriento tajo que en el cuerpo social espa帽ol los conspiradores quer铆an dar tan pronto se sublevaran. No lo hicieron los militarotes de pro (Mola, Goded, Sanjurjo, Franco, Queipo….). Muchos autores lo hab铆an inducido (en particular Francisco Espinosa) partiendo de los hechos (y generado una larga controversia respecto a c贸mo caracterizarlos: ¿genocidio?, ¿no genocidio?).

El segundo fleco, desde la perspectiva -tan cara a los sublevados y a sus apoyos ideol贸gicos -cat贸licos y fascistas, extranjeros y propios- c贸mo se configur贸 el ritmo del apoyo sovi茅tico a la Rep煤blica, al principio y al final de la guerra. En este caso no he olvidado las “aportaciones” de un ya fallecido (y que el Se帽or tenga en su gloria) general de divisi贸n en el Ej茅rcito del Aire, posteriores a una trilog铆a que lo examin贸 de pasada. [CRITICA ya tiene un largo manuscrito en que he abordado tales temitas. Espero que aparezca el a帽o que viene].        

Pues bien, CASTIGAR A LOS ROJOS es un libro de tres autores que identifican los variados hilos ideol贸gicos que confluyeron en la praxis y en la teor铆a de la represi贸n franquista. Mostramos las ra铆ces de las que surgi贸 la tesis -en la que todav铆a creen o dicen que creen- numerosos pol铆ticos, periodistas, medios impresos y digitales y ciudadanos. No han logrado, o querido, destetarse de la versi贸n seg煤n la cual la sublevaci贸n obedeci贸 a “un estado de necesidad” para salvar a la PATRIA de caer en las garras del comunismo.

Nuestro libro pone el acento en que la mayor parte de los pensadores jur铆dico-militares del momento, y los generales a quienes aconsejaban (ya fuesen Sanjurjo, Goded, Franco, Queipo de Llano o Mola) no pod铆an ignorar que desde el Gobierno se les considerar铆a como jefes de “bandas armadas”, sublevadas contra el r茅gimen leg铆timo y reconocido internacionalmente. No en vano los conspiradores estaban dispuestos a emprender acciones terroristas que ca铆an dentro los supuestos penados por la legislaci贸n y el C贸digo de Justicia Militar entonces vigentes.

Por ello, y en su propia defensa, los terroristas sublevados acusaron a los leales de que, al defenderse contra ellos, cometieron actos de terror. Con ello pusieron de relieve una de las caracter铆sticas m谩s notables que subsisti贸 durante toda la dictadura de Franco y que ha encontrado su prolongaci贸n en la “historia” que le es proclive: proyectar hacia los adversarios rasgos esenciales del propio comportamiento.

Su mejor plasmaci贸n se encuentra en el Dictamen de la Comisi贸n sobre ilegitimidad de poderes actuantes en 18 de julio de 1936 que encarg贸 el entonces ministro de la Gobernaci贸n Ram贸n Serrano Su帽er y siniestro personaje. Para colmo, entre los autores figuraban nombres egregios de los conspiradores mon谩rquicos que, con la ayuda previa fascista, hab铆an venido maniobrando para derribar la Rep煤blica y sustituirla por una Monarqu铆a fascistizada desde 1932.

Esto todav铆a se oculta hoy cuidadosamente y hay gente que utiliza dicho Dictamen como si tuviera la misma validez y significaci贸n hist贸ricas que las tablas mosaicas. Pues no.

Nota

Un amigo y colega ha le铆do mi post de la semana anterior en el que citaba a la Dra. Olga Glondys y me ha comunicado que hab铆a fallecido, inesperadamente, hace casi dos a帽os. Ha sido un choque profundo.

Descanse en paz. (continuar谩)


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