OPINI脫N de Arturo del Villar*
La acci贸n deplorable de un joven marroqu铆 residente dicen que de manera ilegal en Algeciras, al atacar el mi茅rcoles 25 de enero de 2023, con un gran machete a feligreses catolicorromanos de tres templos, caus贸 la muerte de un sacrist谩n y heridas a cuatro personas, entre ellas el p谩rroco de una de las iglesias
Se han sucedido las naturales muestras de condena por parte de catolicorromanos y mahometanos, en evitaci贸n de alusiones a las cruzadas medievales ordenadas por los papas catolicorromanos contra los seguidores de Mahoma. Fueron una expresi贸n del fanatismo catolicorromano, que al grito de “¡Dios lo quiere!” pretendi贸 exterminar a los considerados infieles adoradores de Al谩.
Entre las condenas del triste suceso destaca la pronunciada por Alberto N煤帽ez Feij贸o, presidente del partido pol铆tico que dice ser Popular. Intervino en un coloquio celebrado en el decadente C铆rculo Ecuestre de Barcelona, en sus horas bajas, ya que ha sustituido los caballos por saunas y masajes. Entre otras afirmaciones, recogidas por las agencias de Prensa, dijo:
Hay personas que matan en nombre de un dios o de una religi贸n. Sin embargo, nosotros desde hace muchos siglos, no ve usted a un cat贸lico o a un cristiano matar en nombre de su religi贸n o de sus creencias.
Olvida o ignora que la jerarqu铆a catolicorromana predic贸 una cruzada contra los republicanos espa帽oles, durante la guerra organizada por los militares mon谩rquicos sublevados contra la Rep煤blica legal y leg铆timamente implantada en 1931. Son innumerables las declaraciones de los jerarcas catolicorromanos, empezando por los papas P铆o XI y P铆o XII, justificando la rebeli贸n militar y la muerte de los republicanos fieles a la legalidad constitucional.
Repasemos solamente la actividad del cardenal Isidro Gom谩, arzobispo de Toledo y primado de las Espa帽as, a favor de los militares sublevados, a los que incitaba a exterminar a los republicanos calificados con ep铆tetos violento. El 30 de enero de 1937 public贸 un alegato en favor de la guerra y de quienes la iniciaron. Titulado “La cuaresma de Espa帽a. Carta pastoral sobre el sentido cristiano–espa帽ol de la guerra”, se encuentra en el 贸rgano de adoctrinamiento pol铆tico-religioso a su servicio, el Bolet铆n Eclesi谩stico del Arzobispado de Toledo con fecha del 28 de febrero. El t铆tulo advierte sobre sus intenciones propagand铆sticas, al encontrar en la guerra un “sentido cristiano-espa帽ol”.
El 3 de febrero fech贸 el pr贸logo escrito para presentar el folleto Le Glorieux Mouvement R茅dempteur d’Espagne appuy茅 avec enthousiasme par la Hi茅rarchie Eccl茅siastique Espagnole, recopilaci贸n de cartas pastorales de obispos hispanos a favor de la rebeli贸n militar. Este folleto demostrativo de la beligerancia de la Iglesia catolicorromana a favor de los militares rebeldes, fue difundido internacionalmente con enorme profusi贸n, como arma propagand铆stica de los sublevados. En su escrito Gom谩 llam贸 a toda Europa a combatir junto a ellos contra el comunismo.
Militares y obispos comprometidos
Veinte d铆as despu茅s el infatigable cardenal escribi贸 a los obispos, arzobispos y cardenales espa帽oles, proponi茅ndoles redactar una carta colectiva dirigida a los catolicorromanos de todo el mundo, con un apoyo inequ铆voco a los militares mon谩rquicos rebeldes. La idea se la hab铆a susurrado el cardenal secretario de Estado del supuesto Estado Vaticano, el filonazi Eugenio Pacelli, que ser铆a el siguiente papa con el nombre de P铆o XII.
Durante la reuni贸n mantenida el 3 de marzo con el exgeneral Franco le reclam贸 Gom谩 la derogaci贸n urgente de las “leyes sectarias” de la Rep煤blica, por parecerle escasas las normas dictadas ya ordenando el restablecimiento de los privilegios eclesi谩sticos en el territorio conquistado. Volvieron a entrevistarse el 10 de mayo en Burgos, y de esa conversaci贸n deriv贸 la redacci贸n de un documento muy importante, la conocida como Carta colectiva del Episcopado espa帽ol, con la que el catolicismo romano en Espa帽a se convirti贸 en beligerante declarado en la guerra. Ya ten铆a bien demostrada su simpat铆a con los militares sublevados, pero con ese documento se convirti贸 en beligerante activo. Por serlo no pod铆a lamentarse de sufrir bajas entre sus filas de obispos, curas y frailes, como sucede en todas las guerras.
Una nueva demostraci贸n de la actitud del Vaticano ante la guerra librada en Espa帽a se produjo el 19 de marzo. Es la fecha de la enc铆clica papal Divini redemptoris, en la que P铆o XI se refiri贸 a los motivos religiosos que impulsaron a los rebeldes a sublevarse para combatir al comunismo ateo. Es una invitaci贸n a destruir todo cuanto representaba la Rep煤blica Espa帽ola, incluidos sus seguidores. Adem谩s de mon谩rquicos los militares eran frailes consagrados.
El 15 de mayo el primado volvi贸 a escribir a sus colegas del Episcopado, para exponerles la conveniencia de redactar esa carta colectiva, pregunt谩ndoles su opini贸n al respecto. El 7 de junio les escribi贸 de nuevo, para contarles que las respuestas hab铆an sido afirmativas, por lo que les enviaba pruebas de imprenta de la declaraci贸n conjunta que deb铆an firmar todos en apoyo de la causa rebelde, nueva demostraci贸n de beligerancia en la guerra.
La infamante Carta colectiva
Aunque la carta, fechada el 1 de julio de 1937, fue firmada colectivamente, en realidad tuvo un 煤nico redactor en su integridad, el mismo cardenal Gom谩, y un 煤nico corrector de estilo, Leopoldo Eijo y Garay, obispo de Madrid, apodado El Obispo Azul despu茅s de la guerra, por el color de la camisa falangista, debido a su identificaci贸n con los vencedores, que le premiaron su fervor fascista con innumerables cargos pol铆ticos bien remunerados.
Esta Carta colectiva del Episcopado espa帽ol constituy贸 un decisivo apoyo a los miliares sublevados. Impresa en Pamplona por Gr谩ficas Bescansa, en un folleto de 32 p谩ginas, fue inmediatamente traducida y editada en los idiomas m谩s hablados del planeta, por lo que alcanz贸 una tirada que debi贸 ser enorme: solamente en 1937 llegaron a imprimirse 36 ediciones. Fue el arma propagand铆stica m谩s poderosa a favor de la rebeli贸n entre los seguidores del catolicismo romano.
Aparece firmada por dos cardenales, Isidro Gom谩 y Eustaquio Ilundain; seis arzobispos, treinta y cinco obispos, y cinco vicarios capitulares. Negaron su firma el cardenal Francesc Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona, y Mateo M煤gica, obispo de Vitoria–Gasteiz, exiliados en Italia, por no estar conformes con la letra del escrito ni juzgarlo oportuno. Al parecer no se tuvo en cuenta al tambi茅n exiliado cardenal Pedro Segura, por ostentar un cargo en la Curia vaticana y no estar adscrito a una di贸cesis espa帽ola; sin embargo, M煤gica hab铆a “renunciado” tambi茅n a su di贸cesis obligado por las amenazas de muerte hechas por los rebeldes.
Todo en nombre de Dios
De modo que la pr谩ctica totalidad de la jerarqu铆a catolicorromana aprob贸 el golpe de Estado militar, con el que se hallaba conforme y en buena parte hab铆a estado alentando desde antes incluso de proclamarse la Rep煤blica. Tem铆an el recorte del poder dejado en sus manos por la monarqu铆a, desde luego en materia religiosa, como 煤nica confesi贸n permitida, pero tambi茅n en el dominio de la ense帽anza en todos sus grados. La Carta justificaba la rebeli贸n, y animaba a los fieles de su secta en todo el mundo a colaborar con los rebeldes, para destruir a los republicanos. Su redacci贸n es hedionda. Se empieza por justificar la guerra cuando es
el remedio heroico, 煤nico, para centrar las cosas en el quicio de la justicia y volverlas al reinado de la paz. Por esto la Iglesia [catolicorromana], aun siendo hija del Pr铆ncipe de la Paz, bendice los emblemas de la guerra, ha fundado las 脫rdenes Militares y ha organizado Cruzadas contra los enemigos de la fe.
Se les olvid贸 citar la condena a morir en la hoguera hecha por el sarc谩sticamente llamado Tribunal del Santo Oficio de la Inquisici贸n contra jud铆os, mahometanos, reformadores eclesi谩sticos, traductores o lectores de la Biblia, cient铆ficos bien informados, escritores con ideas propias, homosexuales, brujos, y dem谩s v铆ctimas inocentes de su fanatismo. La Iglesia catolicorromana es la instituci贸n m谩s criminal habida en la historia de la humanidad, que unas veces asesin贸 por sus manos y otras conden贸 a muerte ejecutada por seglares, siempre en nombre de un dios implacable.
Tras regodearse todo un cap铆tulo en enumerar los considerados por los firmantes de la Carta colectiva graves da帽os causados por el comunismo, pasan a describir las dos tendencias pol铆ticas enfrentadas en la guerra espa帽ola seg煤n su opini贸n muy parcial, basada en una interpretaci贸n maniquea de la historia, pese a estar condenado por ellos el manique铆smo como doctrina her茅tica. As铆 definieron las dos tendencias opuestas:
la espiritual, del lado de los sublevados, que sali贸 a la defensa del orden, la paz social, la civilizaci贸n tradicional y la patria, y muy ostensiblemente, en un gran sector, para la defensa de la religi贸n; y de la otra parte, la materialista, ll谩mese marxista, comunista o anarquista, que quiso sustituir la vieja civilizaci贸n de Espa帽a, con todos sus factores, por la nov铆sima “civilizaci贸n” de los soviets rusos.
La “vieja civilizaci贸n de Espa帽a” era la sometida al Tribunal del Santo Oficio de la Inquisici贸n que durante siglos impidi贸 el desarrollo de las ciencias en Espa帽a, debido a tenerlas dominadas por las explicaciones de la Biblia. Los pa铆ses en los que triunf贸 la Reforma de la Iglesia, como Alemania e Inglaterra, conocieron un gran avance tecnol贸gico, imposible en las naciones sujetas a la autoridad incompetente del Vaticano. Siempre se pone como ejemplo de fanatismo iletrado la condena de Galileo, pero muchos otros cient铆ficos fueron quemados vivos por defender ideas condenadas por la ignorancia de los cardenales que no ve铆an m谩s all谩 de la Biblia, como si fuese un tratado de astronom铆a. Por eso condenaban a muerte a los traductores e impresores del texto, de modo que el pueblo no pudiera advertir las tergiversaciones de la manipulaci贸n vaticana.
Contra los enemigos de su Dios
M谩s adelante a帽aden los firmantes que el pronunciamiento militar tuvo un “sentido religioso, que lo consider贸 como la fuerza que deb铆a reducir a la impotencia a los enemigos de Dios, y como la garant铆a de la continuidad de su fe y de la pr谩ctica de su religi贸n”. Es decir, que era una cruzada de los p铆os cristianos contra los infieles, en el mismo sentido que las medievales bendecidas por los papas. La manera m谩s completa de “reducir a la impotencia” a los considerados enemigos era matarlos.
Facilita unas cifras de templos destruidos y eclesi谩sticos muertos mediante violencia que son absolutamente imposibles, y narra historias delirantes cometidas por los “sin—Dios”. Por el contrario, disculpa los “excesos” cometidos por los sublevados, ya que “tiene toda guerra sus excesos”, y a帽ade “que va una distancia enorme, infranqueable, entre los principios de justicia, de su administraci贸n y de la forma de aplicarla entre una y otra parte”. La distancia era debida a que en la Espa帽a republicana los excesos fueron cometidos por elementos incontrolados furiosos por la actuaci贸n jer谩rquica de los militares rebeldes, mientras en la zona conquistada los excesos eran ordenados por los jerarcas militares y sus secuaces civiles, falangistas y requet茅s.
Y firmantes rechazaban las objeciones puestas en alguna publicaci贸n catolicorromana europea sobre el comportamiento de los rebeldes, por considerarlas debidas a la mala informaci贸n de los autores, nunca ten铆an una motivaci贸n justificada. Asimismo, reprobaron la acusaci贸n de que la Iglesia espa帽ola se alineaba con los ricos e ignoraba a los pobres, lo que hab铆a provocado el anticlericalismo de los obreros.
El presidente del partido autoproclamado Popular miente al negar los cr铆menes cometidos por los militares rebeldes y sus auxiliares civiles, contra los ciudadanos fieles a la legalidad republicana. No ha pasado ni siquiera un siglo desde la abominable intervenci贸n de la Iglesia catolicorromana en lo que sus jerarcas denominaron cruzada religiosa contra el comunismo. La Rep煤blica Espa帽ola era burguesa, como lo fueron sus presidentes, y ni siquiera manten铆a relaciones diplom谩ticas o la Uni贸n Sovi茅tica. Precisamente fue durante la guerra cuando se aproxim贸 a la Uni贸n Sovi茅tica, porque era uno de los dos pa铆ses, junto con los Estados Unidos Mexicanos, que la protegieron, en contra del criminal Pacto de No Intervenci贸n firmado por los estados democr谩ticos.
La Iglesia catolicorromana fue beligerante en el conflicto, alineada con la Alemania nazi, la Italia fascista y el Portugal salazarista, los estados totalitarios contrarios a las libertades p煤blicas. Por eso los republicanos hemos de continuar en guerra con ella, el 煤nico r茅gimen totalitario mantenido desde el final de la segunda guerra mundial.
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