
Mr. Shepard Rifkin,
Executive Director,
American Friends of the Fighters for the Freedom of Israel.
149 Second Avenue, New York.
New York, 10 April 1948
Estimado se帽or,
Cuando una cat谩strofe real y final nos sobrevenga en Palestina, los primeros responsables ser谩n los brit谩nicos y los segundos ser谩n las organizaciones terroristas creadas [sic] a partir de nuestras propias filas. No estoy dispuesto a ver a nadie asociado con esos criminales manipuladores.
Atentamente, Albert Einstein».
Albert Einstein, el socialista pro-palestino
C贸mo el renombrado f铆sico comenz贸 como sionista pero termin贸 oponi茅ndose a la ocupaci贸n de Palestina, y por qu茅 todos preferir铆an hablar de su ciencia y no de su pol铆tica.
Por Billie Anania
Adem谩s de revolucionar el campo de la f铆sica te贸rica, Albert Einstein fue un 谩vido escritor de cartas. Ya fuera ofreciendo cuidadosos consejos a los l铆deres mundiales o enviando ardientes misivas a los principales peri贸dicos, el renombrado f铆sico era un comunicador ardiente e influyente. Su correspondencia escrita, que analiza peri贸dicamente temas destacados de su 茅poca, revela una radicalizaci贸n gradual moldeada por momentos decisivos de la historia del siglo XX. De hecho, Einstein era decididamente socialista.
Sin embargo, el legado de Einstein se ha despolitizado en gran medida. Esto se debe a las razones esperadas; Las universidades y museos occidentales a menudo optan por representar figuras hist贸ricas de izquierda como Helen Keller, Mark Twain, Martin Luther King, Jr. y Pablo Picasso dentro de un marco procapitalista. En el caso de Einstein, hay otros factores en juego: por un lado, era un destacado intelectual jud铆o que comenz贸 como sionista pero termin贸 oponi茅ndose firmemente a la ocupaci贸n israel铆 de Palestina. Sus archivos, conservados en l铆nea y en Jerusal茅n, detallan su despertar no s贸lo a la dif铆cil situaci贸n de los palestinos, sino tambi茅n a la violencia del colonialismo y el capitalismo global en su conjunto.
Este despertar tambi茅n coincidi贸 con su apoyo a la liberaci贸n de los negros, y se hizo amigo de figuras revolucionarias negras como Paul Robeson y W.E.B. DuBois. Cuando Du Bois fue acusado de ser un esp铆a comunista, Einstein luch贸 para que se desestimara la investigaci贸n. Estos hechos llevar铆an a la Oficina Federal de Investigaciones a mantener un expediente sobre Einstein con un total de m谩s de 1.400 p谩ginas.
Ninguno de estos son hechos convenientes para una cultura pol铆tica occidental que preferir铆a recordar a Einstein como un nerd de la f铆sica distra铆do con un acento extravagante y un cabello gracioso que murmuraba un mont贸n de perogrulladas apol铆ticas (muchas de las cuales nunca dijo). Pero todav铆a vale la pena examinar su viaje hacia el socialismo, as铆 como sus escritos pol铆ticos profundamente interesantes, especialmente cuando se trata de Palestina.
Einstein, que ley贸 y pens贸 en mucho m谩s que s贸lo f铆sica, cofund贸 el Partido Dem贸crata Alem谩n en 1918. En ese momento, era un firme defensor de una patria jud铆a en Palestina. Este sionismo temprano, sin embargo, debe verse en el contexto de la experiencia jud铆a de la 茅poca. Einstein enfrent贸 personalmente insultos antisemitas despu茅s de recibir el Premio Nobel de F铆sica de 1921, y otros dos premios Nobel alemanes etiquetaron su trabajo como “ciencia jud铆a”. En 1922, Einstein y su esposa Elsa viajaron a varios pa铆ses, incluidos Estados Unidos, Jap贸n y Palestina, en parte para que Albert pudiera dar conferencias sobre sus teor铆as de la relatividad, pero tambi茅n para escapar de los temores de violencia antisemita. Su amigo Walther Rathenau, pol铆tico jud铆o alem谩n y ministro de Asuntos Exteriores de la Rep煤blica de Weimar, fue asesinado poco antes de su partida. Un grupo paramilitar de extrema derecha llamado Organizaci贸n C贸nsul se atribuy贸 el m茅rito del asesinato de Rathenau, y muchos de sus miembros servir铆an en las Schutzstaffel (SS) nazis.
Los Einstein regresaron a Alemania durante otra d茅cada, s贸lo para verse obligados a huir en 1933 bajo amenaza de asesinato. Hitler acababa de llegar al poder y Einstein se hab铆a opuesto abiertamente a las pol铆ticas nazis. Los peri贸dicos alemanes leales al nuevo r茅gimen afirmaron que Einstein estaba difundiendo propaganda comunista, mientras que las fuerzas gubernamentales quemaron sus documentos de investigaci贸n y confiscaron sus cuentas bancarias y las de Elsa. Los Einstein buscaron refugio primero en la campi帽a inglesa y luego en Princeton, Nueva Jersey, donde vivieron el resto de sus d铆as.
Una vez m谩s, es dentro de este contexto que se debe entender el sionismo inicial de Einstein. Mientras estuvieron en Palestina, los Einstein, hospedados por l铆deres sionistas en asociaci贸n con Gran Breta帽a, se reunieron con varias figuras pol铆ticas jud铆as y 谩rabes y viajaron a Tel Aviv, Jerusal茅n y Haifa, as铆 como a varios asentamientos agr铆colas. Esta gira dej贸 una profunda impresi贸n en Albert, lo que result贸 en a帽os de apoyo sionista. En una carta al Manchester Guardian de 1929, aplaude el “calibre intelectual y moral” de los primeros colonos. Siempre moralista, Einstein desarroll贸 una justificaci贸n 茅tica basada en siglos de desposesi贸n jud铆a. Si bien puede haberse opuesto al colonialismo en otros lugares, mostr贸 una comprensi贸n bastante limitada del hecho de que un Estado israel铆 significar铆a necesariamente la colonizaci贸n de Palestina.
Sin embargo, el acto de huir de la ocupaci贸n nazi once a帽os despu茅s cambi贸 la opini贸n de Einstein sobre el tema. Hab铆a interpretado el sionismo anterior a 1948 en el esp铆ritu de los profetas hebreos, quienes abogaban por jesed, una palabra que representa el amor entre las personas y la piedad hacia Dios. Su art铆culo de 1938 titulado “¿Por qu茅 odian a los jud铆os?” discuti贸 el “v铆nculo que ha unido a los jud铆os durante miles de a帽os, y que los une hoy… el ideal democr谩tico de justicia social, junto con el ideal de ayuda mutua y tolerancia”. Einstein se dio cuenta de que esta concepci贸n de la naturaleza fundamental del juda铆smo estaba en desacuerdo con el proyecto colonial sionista posterior a 1948, que conten铆a elementos de la intolerancia y el nacionalismo del que acababa de escapar. Ese mismo a帽o, en un discurso pronunciado ante el Comit茅 Laboral Nacional para Palestina en la ciudad de Nueva York, explic贸 su temor a lo que significar铆a un Estado sionista para el alma jud铆a:
“Aparte de las consideraciones pr谩cticas, mi conciencia de la naturaleza esencial del juda铆smo se resiste a la idea de un Estado jud铆o con fronteras, un ej茅rcito y una medida de poder temporal, por modesto que sea. Temo el da帽o interno que sufrir谩 el juda铆smo, especialmente debido al desarrollo de un nacionalismo estrecho dentro de nuestras propias filas, contra el cual ya hemos tenido que luchar sin un Estado jud铆o. Ya no somos los jud铆os del per铆odo Macabeo. Retornar a una naci贸n en el sentido pol铆tico de la palabra equivaldr铆a a dar la espalda a la espiritualizaci贸n de nuestra comunidad que debemos al genio de nuestros profetas”.
En este punto, Einstein segu铆a siendo sionista en cierto sentido: todav铆a apoyaba una patria para los jud铆os en Palestina, pero s贸lo una donde pudieran coexistir pac铆ficamente con los palestinos, no un etnostado jud铆o. Sin embargo, ese etnoestado naci贸 en mayo de 1948, y en una carta de diciembre de 1948 al New York Times, Einstein y m谩s de 20 intelectuales jud铆os m谩s expresaron su preocupaci贸n por la planeada visita del pol铆tico ultrasionista Menachem Begin a los Estados Unidos, afirmando que el partido de Begin, Herut (o el “Partido de la Libertad”, predecesor del nacionalista de extrema derecha Likud) estaba promoviendo “una mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial”.
El propio Begin ten铆a una historia particularmente fea: estaba estrechamente asociado con la organizaci贸n paramilitar Haganah y hab铆a ascendido en las filas del grupo terrorista sionista Irgun, que se gan贸 la reputaci贸n de atacar a las autoridades del Mandato Brit谩nico en Palestina. El Irgun y la Banda Stern, dirigida por Yitzhak Shamir, tambi茅n asesinaron a cientos de palestinos en la masacre de Deir Yassin en abril de 1948. “Es inconcebible”, dijeron Einstein y otros en la carta al Times, “que aquellos que se oponen al fascismo en todo el El mundo, si se le informa correctamente sobre el historial pol铆tico y las perspectivas del Sr. Begin, podr铆a agregar sus nombres y apoyar el movimiento que representa”.
Begin y Shamir m谩s tarde servir铆an varios mandatos como primeros ministros; el tipo de nacionalismo violento y racista que Einstein conden贸 era una parte fundamental y aceptada de la pol铆tica israel铆. En 1952, el primer ministro David Ben-Gurion le ofreci贸 a Einstein la presidencia de Israel tras la muerte de su primer presidente, Chaim Weizmann. Una de las razones de Einstein para rechazar la oferta fue que tendr铆a que “decirle al pueblo israel铆 cosas que no le gustar铆a escuchar”. Estas “cosas” probablemente inclu铆an la creencia de Einstein de que la ocupaci贸n de Palestina era fundamentalmente antit茅tica a la naturaleza del juda铆smo.
Adem谩s de su creencia en la inmoralidad de la ocupaci贸n, Einstein tambi茅n parec铆a pensar que resultar铆a insostenible a largo plazo. Como evidencia, vea un art铆culo reciente para el Middle East Monitor, donde Yvonne Ridley se帽ala otra carta de 1948 que Einstein escribi贸 a los Amigos Estadounidenses de los Luchadores por la Libertad de Israel. El grupo hab铆a escrito a Einstein para solicitarle ayuda para legitimar la condici贸n de Estado israel铆 tras la masacre de Deir Yassin. En un breve telegrama, Einstein respondi贸: “Cuando nos sobrevenga una cat谩strofe real y final en Palestina, los primeros responsables ser铆an los brit谩nicos y los segundos responsables las organizaciones terroristas formadas [sic] a partir de nuestras propias filas. No estoy dispuesto a ver a nadie asociado con esa gente criminal y enga帽ada”.
Ridley sostiene que esta abrupta condena funciona como una predicci贸n de la eventual ca铆da de Israel. “El cient铆fico jud铆o m谩s famoso de la historia sab铆a, desde su sangrienta concepci贸n, que un Israel creado y gobernado por fan谩ticos armados de derecha no era viable”, se帽al贸. “No deber铆a haber sido necesario un genio para decirnos eso».
En los 煤ltimos a帽os de su vida, ampliando sus opiniones sobre Israel, Einstein sostendr铆a que el colonialismo engendra fascismo y el capitalismo prospera gracias al sacrificio humano. Estas ideas se expresan mejor en su ensayo titulado “¿Por qu茅 el socialismo?” que apareci贸 en el primer n煤mero de la revista socialista independiente Monthly Review. En el ensayo, sosten铆a que el mundo desarrollado existe en gran medida debido a la “conquista” y que la econom铆a occidental se sostiene mediante el consentimiento de la fabricaci贸n. Como 茅l escribi贸:
“La anarqu铆a econ贸mica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opini贸n, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros una enorme comunidad de productores cuyos miembros luchan incesantemente por privarse unos a otros de los frutos de su trabajo colectivo, no por la fuerza, sino en general respetando fielmente las normas legalmente establecidas. En este sentido, es importante darse cuenta de que los medios de producci贸n –es decir, toda la capacidad productiva necesaria para producir bienes de consumo as铆 como bienes de capital adicionales– pueden ser legalmente, y en su mayor parte son, los medios de producci贸n, propiedad privada de los individuos”.
Luego llev贸 estas afirmaciones un paso m谩s all谩, afirmando que la “sociedad socialista del futuro” debe avanzar m谩s all谩 de esta “fase depredadora del desarrollo humano”. La ciencia puede introducir nuevas ideas y los medios para lograrlas, afirm贸, pero no puede “crear fines”, por lo que resulta insuficiente cuando se trata de abordar cuestiones sociales. “Por estas razones”, argumenta, “debemos tener cuidado de no sobreestimar la ciencia y los m茅todos cient铆ficos cuando se trata de problemas humanos, y no debemos dar por sentado que los expertos son los 煤nicos que tienen derecho a expresarse sobre cuestiones que afectan a la organizaci贸n de la sociedad”.
Esta es una afirmaci贸n significativa para un cient铆fico que trabaja dentro de un discurso que pregona la supremac铆a de la objetividad, y se opone radicalmente a los neoliberales actuales que promueven su compromiso con la ciencia al tiempo que se oponen a una reestructuraci贸n radical de la sociedad. El supuesto subyacente de su parte es que la ciencia deber铆a trabajar para mantener el orden capitalista dominante a pesar de cualquier evidencia que pueda socavar su legitimidad. Richard Dawkins, siguiendo el esp铆ritu de Milton Friedman, ha sostenido que la selecci贸n natural es un proceso inherentemente individual y, por tanto, nunca podr铆a existir una sociedad no competitiva. Mientras tanto, Neil deGrasse Tyson critica regularmente la filosof铆a y la religi贸n, al tiempo que aparentemente evita una cr铆tica estructural de la econom铆a. Lo que se necesita, afirma, es simplemente m谩s investigaci贸n:
“Cada vez que los cient铆ficos no est谩n de acuerdo, es porque no tenemos datos suficientes», dijo Tyson. “Entonces podremos acordar qu茅 tipo de datos obtener; obtenemos los datos; y los datos resuelven el problema. O tengo raz贸n, o t煤 tienes raz贸n, o ambos estamos equivocados. Y seguimos adelante. Ese tipo de resoluci贸n de conflictos no existe en la pol铆tica ni en la religi贸n”.
El mundo f铆sico se ha vuelto cada vez m谩s misterioso gracias al trabajo de Einstein, y muchas de las cuestiones centrales de la f铆sica siguen sin resolverse. Mientras tanto, los problemas de la pol铆tica y la religi贸n no se han resuelto ignor谩ndolos por considerarlos “irracionales”. En contradicci贸n con la mentalidad capitalista liberal supuestamente “racional”, Einstein ejemplific贸 c贸mo una cosmovisi贸n socialista est谩 arraigada en las virtudes no cient铆ficas de la compasi贸n y la moralidad, e hizo grandes esfuerzos para rectificar sus errores bas谩ndose en nueva informaci贸n moral.
Este fue particularmente el caso despu茅s de que ayud贸 a influir en el desarrollo del Proyecto Manhattan, una decisi贸n ampliamente publicitada de la que termin贸 arrepinti茅ndose. Seg煤n cuenta la historia, su colega cient铆fico Leo Szilard visit贸 la casa de verano de Einstein en Long Island en 1939 y explic贸 la posibilidad de que Hitler pudiera desarrollar una bomba at贸mica. Luego, Szilard redact贸 una carta dirigida al presidente Franklin Delano Roosevelt con estas preocupaciones, firmada conjuntamente por Einstein. Los nazis no lograron producir un arma nuclear (aunque no por falta de intentos), mientras que Estados Unidos ejerci贸 su nuevo poder de fuego contra los pueblos de Hiroshima y Nagasaki. Einstein consider贸 estos bombardeos en Jap贸n como una farsa y escribi贸 en su libro de 1950 Out of My Later Years: “Si hubiera sabido que los alemanes no lograr铆an construir una bomba at贸mica, nunca habr铆a movido un dedo”.
Con Albert Schweitzer y su colega socialista Bertrand Russell, Einstein presion贸 para detener las pruebas nucleares y el desarrollo de futuras bombas. D铆as antes de su muerte, firm贸 el Manifiesto Russell-Einstein, una declaraci贸n que ped铆a a los l铆deres mundiales que buscaran soluciones pac铆ficas a los conflictos internacionales (y que tambi茅n condujo a las a煤n en curso Conferencias Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales): “Tenemos ante nosotros , si as铆 lo elegimos”, dec铆a el manifiesto, “progreso continuo en felicidad, conocimiento y sabidur铆a. ¿Elegiremos, en cambio, la muerte porque no podemos olvidar nuestras peleas? Apelamos como seres humanos a los seres humanos: recuerden su humanidad y olviden el resto. Si pod茅is hacerlo, el camino est谩 abierto hacia un nuevo Para铆so; si no puedes, te enfrentas al riesgo de la muerte universal”.
El tiempo ha seguido su curso en la historia de la vida de Einstein, destilando su legado en nostalgia por un genio cient铆fico singular. La Guerra Fr铆a y los ide贸logos neoliberales tambi茅n han garantizado que la historia del socialismo siga estando confusa en la cultura estadounidense. Pero el largo patr贸n de pensamiento humanista de Einstein, informado por su juda铆smo, habla de los tipos de revelaciones pol铆ticas que pueden surgir a trav茅s de la fe y la compasi贸n. En “Por qu茅 el socialismo”, Einstein escribi贸:
“El individuo se ha vuelto m谩s consciente que nunca de su dependencia de la sociedad. Pero no experimenta esta dependencia como un activo positivo, como un v铆nculo org谩nico, como una fuerza protectora, sino m谩s bien como una amenaza a sus derechos naturales, o incluso a su existencia econ贸mica… Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posici贸n en la sociedad, son sufriendo este proceso de deterioro. Prisioneros sin saberlo de su propio ego铆smo, se sienten inseguros, solitarios y privados del disfrute ingenuo, simple y poco sofisticado de la vida. El hombre puede encontrar sentido a la vida, por corta y peligrosa que sea, s贸lo dedic谩ndose a la sociedad”.
Al final, parece que Albert Einstein cre铆a que la investigaci贸n cient铆fica debe tener su contrapartida en un amor desinteresado por los dem谩s. En cualquier discusi贸n sobre su carrera y su legado, es fundamental se帽alar que su pol铆tica sigue siendo inseparable del trabajo de su vida.