Jorge Majfud
En 2024, gran parte de Am茅rica Latina se encuentra en un escenario sociopol铆tico (no econ贸mico y menos militar) similar al que describimos sobre Estados Unidos en 2004. Nada extra帽o, si consideramos (1) su condici贸n de neocolonia, asegurada por (2) su tradicional clase olig谩rquica, por (3) sus no menos tradicionales medios, con sus periodistas y sus intelectuales org谩nicos; y (4) por el fanatismo de una parte significativa de su juventud, brutalizada por los medios fragmentadores de las redes sociales, todas plataformas en manos de los multibillonarios del Norte.
En Argentina y en otros pa铆ses del Sur, las universidades p煤blicas (y su autonom铆a) est谩n bajo ataque, como otros servicios p煤blicos, objeto de deseo del privatizador. El presidente Milei public贸 que “La educaci贸n p煤blica ha hecho much铆simo da帽o lavando el cerebro de la gente” y su vicepresidenta lo confirm贸 con una pregunta adulatoria: “¿Coincid铆s con las palabras del presidente Milei sobre el adoctrinamiento que se hace desde la educaci贸n p煤blica?” Con complejo de hacendado citadino, el youtuber, ex peronistay diputado liberto Ramiro Marra llama vagos a los trabajadores que protestan en las calles, el mismo que meses antes recomend贸 vivir de los padres, porque nuestra existencia se debe a que ellos “estaban aburridos” y deben pagarlo con “financiamiento gratis”. La diputada Lilian Lemoine, luego de dedicarse al photoshop y a los videos pornos donde un hombre la obliga con una pistola a chuparse un control de videojuegos (“Siento el sabor de Mario en mi boca”) poco despu茅s le da lecciones sobre pedagog铆a a quienes llevan a帽os ense帽ando, al tiempo que cuestiona si se les debe pagar a los docentes por “no hacer su trabajo”. Es la dictadura del lumpenado.
Ahora, envalentonados por la nueva inquisici贸n, algunos j贸venes y adultos que no tuvieron suerte en el sistema acad茅mico han salido a acusar a la educaci贸n media y superior de adoctrinaci贸n, exigiendo un “equilibrio ideol贸gico”, ese mismo equilibrio que no le exigen a las corporaciones que monopolizan el poder financiero, pol铆tico, medi谩tico y hasta teol贸gico.
Desde hace generaciones, las estad铆sticas muestran que en Estados Unidos (como en casi todo el mundo), los profesores tienen ideas m谩s de izquierda que el resto de la sociedad. Basta con mirar un mapa electoral para ver que esas islas de izquierdistas coinciden con los campus universitarios, rodeadas de mares de derechistas―cuando no neofascistas y miembros del KKK, como me toc贸 en Pensilvania.
Esta excepcionalidad siempre crisp贸 el 谩nimo de los conservadores en el poder, quienes, derrotados por siglos en el mundo de las ideas, han reclamado siempre legislar para eliminar la libertad de c谩tedra. En 2004 escrib铆amos sobre las pretensiones de algunos legisladores de “equilibrar el curr铆culum” de las universidades obligando a los profesores a ense帽ar la Teor铆a Creacionista junto con la Teor铆a de la Evoluci贸n. El poder hegem贸nico promueve la libertad de mercado porque nadie puede competir libremente con su poder financiero, pero como han sido desde siempre un fracaso acad茅mico e intelectual, se sienten mal con la libertad de c谩tedra. No aceptan la regulaci贸n del mercado, pero exigen la regulaci贸n de c谩tedra―y de la cultura en general. El argumento es que los profesores adoctrinan a la juventud, a una minor铆a de la juventud que ya tiene edad para beber alcohol, mirar pornograf铆a y ser enviada a la guerra a matar y morir. Nada se dice de la adoctrinaci贸n de ni帽os en edad preescolar enviados a los templos religiosos y a los templos medi谩ticos para una verdadera adoctrinaci贸n.
Los libertos ganan elecciones gritando libertad y gobiernan prohibiendo. En el siglo XIX, los esclavistas reconoc铆an el derecho a la libertad de expresi贸n, hasta que algunos comenzaron a escribir contra la esclavitud. A partir de entonces, comenzaron a prohibir libros, luego autores y, m谩s tarde, los metieron en las c谩rceles de la democracia. Lo mismo comenzamos a vivir en Florida, Texas y otros estados hace unos a帽os bajo gobiernos libertarios. Muy orgullosos de la libertad de expresi贸n, hasta que los autores y las ideas inconvenientes comenzaron a ganar terreno en la poblaci贸n. Entonces las llaman adoctrinamiento.
Esta obscena asociaci贸n Jes煤s-Mam贸n y la doctrina de “los profesores adoctrinan a los estudiantes” se ha revitalizado en las colonias estrat茅gicamente endeudadas. La comercializaci贸n de la vida concluye que un pensador es bueno si aumenta el ingreso monetario del lector. Si no, son empobrecedores. Pobreza y riqueza s贸lo se refieren a su valor de cambio. Este fanatismo y su necesaria infantilizaci贸n de la sociedad est谩n llegando a las universidades, uno de los 煤ltimos reductos donde el poder mercantilista no ten铆a el monopolio. Todo en nombre de la diversidad ideol贸gica y del derecho de los estudiantes a afirmar que la Tierra es plana.
Cada vez m谩s se confunde una universidad con un supermercado, donde el poder terraplanista del lumpenado no entra para ser desafiado en sus convicciones, sino para comprar lo que quiere y exigir satisfacci贸n por su dinero. As铆 han convertido a los ciudadanos en consumidores y a los estudiantes en clientes. De ah铆 la necesidad de privatizar la educaci贸n para convertirla en reductos de libertad―del poder para adoctrinar m谩s esclavos. Esta es una tradici贸n que se remonta hasta S贸crates, quien fue ejecutado por la democracia ateniense acusado ser ateo, antidemocr谩tico, y de lavar el cerebro de los j贸venes ense帽谩ndoles a cuestionar las verdades establecidas.
Por su parte, la izquierda, que siempre fue combativa desde sus pocas trincheras disponibles, se ha vuelto pol铆ticamente correcta, insoportablemente t铆mida, virginal, invirtiendo toda su sensibilidad en la micropol铆tica de las identidades. Mientras, los m谩s viscerales fan谩ticos de derecha (recursos del incontestable poder financiero del Norte) contin煤an ganando elecciones. Los pueblos han sido desmovilizados y convertidos en consumidores. Han sido fragmentados para que consuman m谩s. Las familias extendidas s贸lo compraban un televisor, no tres o cuatro (y hablan entre ellos), por lo que la fragmentaci贸n y la alienaci贸n de las relaciones sociales fue un recurso conveniente del capitalismo consumista. Divide, gobernar谩s y ellos consumir谩n m谩s.
El orgullo de la elocuencia vac铆a acapar贸 los medios, luego la pol铆tica, y ahora van por las universidades. Tienen muchas posibilidades de destruirlas, como los godos y v谩ndalos destruyeron civilizaciones mucho m谩s avanzadas. Lo peor que podemos hacer, como acad茅micos, como activistas o como pol铆ticos es responderles con timidez; confundir la lucha de clases de la izquierda con el odio de clases de la derecha.
Desde hace siglos, los conservadores (hoy libertos) se quejan de que no est谩n bien representados en las universidades. Se insultan y no lo ven. La soluci贸n es simple: p贸nganse a estudiar, carajo. Pero no; est谩n demasiado ocupados pensando c贸mo van a hacer mucho dinero para convertirse en jefes y luego quejarse de que las universidades est谩n infiltradas y no los representan. Claro que si alguien ama el dinero no va a ser tan tonto como para dedicar una vida a estudiar y hacer investigaciones por las cuales recibir谩 poco o ning煤n dinero. Es m谩s f谩cil convertirse en un entrepreneur y expropiar los pocos 茅xitos de esos largos a帽os de investigaci贸n gratuita, llena de fracasos, realizadas por “fracasados con el cerebro lavado”.